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Tema: Las dimensiones geopolíticas del hispanismo

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    Las dimensiones geopolíticas del hispanismo

    LAS DIMENSIONES GEOPOLÍTICAS DEL HISPANISMO (I)


    Busto de D. Juan Vázquez de Mella y Fanjul, tribuno de la tradición hispánica.
    (Imagen extraída del blog El Matiner)

    Por Antonio Moreno Ruiz

    Hasta no hace mucho, “hispanismo” equivalía acaso a academicismo historiográfico y poco más. Pero gracias a Dios, eso ha cambiado. El término “hispanismo” cada vez adquiere un carácter más metapolítico, allende lo político y cultural sensu stricto. Es por ello que lo utilizamos y reivindicamos con mucho orgullo, sin “exclusivismos” ni sectarismos, como una sólida y justa apuesta de futuro, como el anhelo de la reunión de España en particular y la Hispanidad en general en base a un sistema de alianzas fundamentales (Tomando las palabras del brasileño Arlindo Veiga Dos Santos) que nos vaya uniendo más y mejor ante tantas dispersiones e incomprensiones.

    Curiosamente (O no…), en nuestro tiempo defiende mejor el legado hispánico la escuela filosófica de Gustavo Bueno que muchos “curas frustrados” que nada entienden ni nada quieren entender. Por lo tanto, el hispanismo, si bien ha de defender la tradición a machamartillo, entiende el duro momento histórico que le ha tocado vivir y sobre esa difícil base se apresta a la pelea. Basta de discusiones bizantinas. De nada sirven los que aspiran a coronar tertulias y cafés. Abajo los más torpes obstáculos, los zánganos, los charlatanes, los que de verdad están muy cómodos con el sistema liberal; los que nada aportan ni nada quieren aportar. Esto hay que tomárselo en serio. Hay que trabajar y aprovechar al máximo las herramientas de las que disponemos, arrimándonos a las gentes de buena voluntad.

    Escribiendo estas líneas desde una perspectiva española, nos apoyamos en el gran poeta vasco Ramón de Basterra, uno de los máximos exponentes del futurismo español, acuñó el término “Sobrespaña” (1) para explicar la proyección universal y la capacidad de dominio que España posee en sí desde tiempos antiguos, apoyándose mucho en la figura del emperador Trajano, nacido en Itálica, uno de los puntos neurálgicos de la Bética. Y curiosamente la Bética abarca parte de la territorialidad de Andalucía, desde donde se llegó a las Islas Canarias y luego a América. Es en Andalucía donde está el Estrecho de Gibraltar, el que, como decía el asturiano Juan Vázquez de Mella, era el punto más importante del planeta.

    Ese término “Sobrespaña” me fue dando una idea y quise exportar hacia una “Sobreuropa” como ideal hispánico. Con todo, entrambos términos no dejan de ser problemáticos y sobre todo el segundo, y más con tanta ignorancia a la que hemos de enfrentarnos. Es por ello que, a causa de esta desorientación geopolítica, nos proponemos mejor el trazar las dimensiones irrenunciables de un hispanismo de futuro que se mire en lo mejor de su pasado, inspirándonos especialmente en la Sobrespaña de Basterra y en los Dogmas Nacionales de Vázquez de Mella.

    Ante el desafío de la globalización y la calamitosa situación de España, oponemos un patriotismo renovador cimentado en lo irrenunciable y majestuoso de la tradición y en la justísima lucha social, frente a un mundo que se pudre entre el capitalismo salvaje y la pseudocultura progre.

    Dirán que cómo vamos a pensar en nada estando en nuestras horas más bajas…. Pues por eso mismo. Hay que mover Roma con Santiago para devolver un orgullo que nunca se tenía que haber perdido. Nuestro frente es tricontinental: Europa, África y América. O mejor dicho: Nuestra Europa, nuestra África y nuestra América. Y nos explicamos:



    EL HISPANISMO ANTE EUROPA


    Por supuesto que España tiene que tener voz y voto en Europa, pero definiendo su propia política europea.

    Roma es nuestra Madre Patria, y por Roma nos definimos en lengua y derecho.

    Con todo, la alianza diplomática, militar y económica con Portugal es urgente. Entrambas patrias entraron en Europa por la puerta falsa. Sus recursos fueron desmantelados y su independencia desapareció. Una vez más, nos vemos solos en el extremo occidente. Tenemos que estar juntos, pero no revueltos. No hay ansias anexionistas por ninguna parte, y esperamos que tampoco se reproduzcan los victimismos nacionalistas (2). Defendemos en este caso lo que expuso Ramiro de Maeztu en Defensa de la Hispanidad y António Sardinha en la Alianza Peninsular.

    La lengua española es hablada por casi quinientos millones de personas en el mundo y la portuguesa por algo más de doscientos. Todos los continentes del planeta tienen algo de nuestra presencia. Desde España y Portugal hemos de asumir esa “capitalidad”, tomando el término del filósofo argentino Alberto Buela. Es hora de una entente real. Dándonos la espalda y peleados, y siguiendo antiguos tiempos en que franceses y británicos nos echaban a pelear como perros de presa, no conseguiremos sino hundirnos hasta desaparecer.

    España, asimismo, debe proponer una alianza grecolatina al margen de Francia, país que se empeña en hacernos la vida imposible aun en nuestras horas más bajas, y que sigue manteniendo una política descaradamente colonialista y enemiga de nuestros intereses. Los envites del capitalismo se están cebando contra Grecia e Italia. Debemos aliarnos y formar un bloque económico que asimismo, sirva para reivindicar nuestro legado clásico frente al barbarismo anglosajón impuesto en especial desde el siglo XVIII, cada vez más trufado de sionismo.

    Hemos de retomar la tradicional amistad con el pueblo irlandés, el cual, como nosotros, sigue invadido por el imperio británico. Muchos irlandeses emigraron y sirvieron a España principalmente a través del ejército, en especial desde los siglos XVII al XIX. Es una pena que los separatistas antiespañoles, tan pro-anglosajones (3) tradicionalmente, hayan logrado vender la moto a ciertos sectores marxistizados del nacionalismo irlandés. Pero poco puede durar eso. No es estable ni verdadero, y ahí entra nuestro combate. La hermandad natural y espiritual se recuperará.

    En nuestros días, nos podemos ver en espejos como el pueblo húngaro, el mismo que salió a la calle a desafiar a los tanques soviéticos, y que no se deja amedrentar por el capitalismo tampoco. Su actividad política es toda una tormenta de buenas ideas y prácticas. El Jobbik, esto es, el Movimiento para una Hungría Mejor, es ilusionante. El pueblo húngaro, como el polaco, ha sufrido la tiranía de la hoz y el martillo y ahora el liberalismo desenfrenado se dispone a tomarlos como botín. Ojo con estos grandes pueblos, pues nuestro futuro inmediato tiene un rostro muy parecido, y hemos de trabar buenas relaciones para combatir con justicia y dignidad. Y en ejemplos de buen combate tenemos que mencionar a Francia, porque una cosa es la política antiespañola de la República Francesa, contra la que debemos prevenirnos y defendernos, y otra la capacidad de trabajo y organización que desde la Vandea ha dado muestras de heroísmo admirable, y siempre ha tenido a la España tradicional en consideración, demostrándolo en la hermandad del combate en nuestro propio solar, y en el suyo, en la acogida del combatiente español. Pueblo a pueblo se presenta diferente el panorama, gracias a Dios, y quiera que no, raro es el español que en su árbol genealógico no tiene un apellido francés y viceversa.

    Asimismo, si hay alguna nación que por su posición geográfica, cultural y espiritual nos puede entender, es Rusia. Como Rusia, somos la periferia de Europa y hemos ejercido de baluartes de todo el Viejo Continente. Si España es la Espada de Roma, Rusia se considera la Tercera Roma. Nosotros herederos de la Roma Occidental, ellos de Bizancio. Arrastramos una injusta leyenda negra y sin embargo, hemos sido portadores y conservadores de una gran cultura. Rusia es Eurasia y nosotros podemos ser Euráfrica y Euramérica. Debemos establecer relaciones culturales de lo más variado hasta llegar a comprendernos más y mejor, tejiendo un asociacionismo constructivo y práctico. España debe defender sin fisuras la integración de Rusia en Europa, y debe combatir a aquellos que pretenden enfrentarnos con Rusia. Nuestra historia, nuestra idiosincrasia y nuestros intereses nos aproximan más de lo que creemos.

    Basta ya de estar en Europa a tontas y a locas. Estemos, pero con dignidad y cabeza.

    Es más: Cuando hablamos de “estar en Europa”, estamos hablando de una política geográfica. Porque nada es Europa sin la Cristiandad, sin esos baluartes de la santa cruz de Oriente y Occidente que la salvaguardaron. Por eso, no podemos ni queremos estar en una geografía sin espíritu que encima en nuestro propio suelo nos usurpa Gibraltar. Como decía Vázquez de Mella, nuestros intereses jamás podrán ir coaligados a los del imperialismo británico. Gibraltar nos lleva a la otra orilla y al otro mundo, y es eje de comunicación mediterránea. He aquí el alfa y omega de nuestra geopolítica. Gibraltar es nuestra Europa, nuestra África y nuestra América. Sin Gibraltar seguiremos en la nada.....










    (1) Sobre la Sobrespaña de Ramón de Basterra, véase:
    LIBRO DE HORAS Y HORA DE LIBROS: RAMÓN DE BASTERRA: 122 AÑOS DE SOBRESPAÑA


    (2) Véase: RAIGAMBRE: NACIONALISMO Y PORTUGAL


    (3) Resulta tragicómico en nuestros días ver a Artur Mas apoyar la colonia narco-contrabandista de Gibraltar, donde la Thatcher asesinó a combatientes irlandeses. Es solo un ejemplo de los muchos con los que nos podríamos explayar.

    RAIGAMBRE

  2. #2
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    Re: Las dimensiones geopolíticas del hispanismo

    LAS DIMENSIONES GEOPOLÍTICAS DEL HISPANISMO (II)

    Tropas Nómadas del Sáhara Español. Un bello recuerdo que ha de servir como estímulo para el futuro.


    Por Antonio Moreno Ruiz

    EL HISPANISMO HACIA ÁFRICA


    La presencia hispánica en el continente africano es milenaria e irrenunciable (4). Sin embargo, tanto España como Portugal fueron obligados a irse, aun de distinta forma; mientras que Estados Unidos, Francia y el imperio británico, a través de grandes multinacionales, tomaron la batuta absoluta. No olvidemos que hasta los años 70 se nos acusaba de "fascistas" (5) y atrasados. Sin embargo, a los años, estamos viendo la gran obra de los que actuaban en nombre de la libertad….

    España y Portugal no debieron haberse marchado de África. No obstante, si bien los avatares de la historia son complejos, es a los hispanistas quienes nos toca la tarea de intentar recuperar el tiempo perdido. ¡Las Madeiras y las Canarias siguen mirando al continente! Ceuta y Melilla son irrenunciables. Asimismo, el pueblo español está muy concienciado con respecto a la causa saharaui.

    Buena parte del pueblo saharaui, en especial la gente mayor, guarda muy buen recuerdo de España y si por muchos hubiera sido, no se hubieran separado, pues su forma de vida autónoma y nómada estaba bien protegida dentro de España, hasta que llegó el criminoso anexionismo marroquí y convirtió aquellas tierras en un infierno. Algo parecido ocurrió con Sidi Ifni, que al igual que el Sáhara y Ceuta y Melilla, jamás perteneció a Marruecos. Sus habitantes han ondeado la bandera roja y gualda en alguna que otra revuelta contra el centralismo de Rabat. Hemos de saber aprovechar estos buenos sentimientos y actuar. Tenemos que ir al asociacionismo, empezando por lo cultural. Como ejemplo, podemos mirar la inteligencia del asociacionismo social y patriótico en Italia.

    Es vital entender nuestro papel en África. Romanos y godos lo entendieron, ¡y hasta los califas andalusíes! Y hablando de eso, contra el mito andalusí que introdujo el romanticismo del siglo XIX y dirigió para la política un Blas Infante que nunca fue escuchado ni amado por el pueblo, nuestra relación con África fue cada vez más estrecha hasta que llegó el islamismo y nos dividió. Están contando la historia al revés. Y encima, la oligarquía no para de favorecer el imperialismo marroquí, que lejos de contentarse con su brutalidad contra el Sáhara, apunta cada vez más hacia el norte, no sin francesas y norteamericanas complicidades.

    Somos la parte inexpugnable de la Europa Occidental. Y somos Euráfrica, porque somos Europa en África y porque siempre existió un África española. Obviar esta realidad equivaldría a la amputación. Olvidarse de Ceuta es tan antiespañol como olvidarse de Madrid o Barcelona.

    Asimismo, reconocemos, admiramos y estimamos el papel de Portugal en África y por justicia y gratitud hemos de colaborar estrechamente con los patriotas vecinos para reivindicar nuestro papel...



    Desfile de la Legión Española en Melilla




    (4) Véase: Por la liberacin de la Hispania Transfretana ocupada por el Islam - ReL

    (5) En el libro África, en busca de una identidad, el historiador angloamericano V. Ferkiss dice que Portugal es una dictadura fascista y lo llega a calificar hasta de peligro para la paz y el orden mundial... Curioso que dijera esto quien pertenece a la nación de la bomba atómica y que hoy está poniendo sus zarpas sobre Siria…. Sea como fuere, véase:

    ANTONIO MORENO RUIZ: MIS LECTURAS: "ÁFRICA, EN BUSCA DE UNA IDENTIDAD", DE VICTOR C. FERKISS




    RAIGAMBRE
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  3. #3
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    Re: Las dimensiones geopolíticas del hispanismo

    LAS DIMENSIONES GEOPOLÍTICAS DEL HISPANISMO (III)


    Por Antonio Moreno Ruiz


    EL HISPANISMO EN NUESTRA AMÉRICA


    Decíamos que el hispanismo avanza hacia la metapolítica, y ello queremos consolidar. Por supuesto, ¿cómo obviar a la América Hispana y sumarnos al grito del mentado Alberto Buela contra “Latinoamérica”? Que no nos engañen más: No existe una “América Latina”. Históricamente no tiene base ninguna. La primera vez que se utiliza este sinsentido es con la administración de Napoleón III, concretamente a través del ministro Michel Chevalier (6). El imperialismo bonapartista se quiso apuntar el tanto y que Francia liderara a los pueblos “latinos”, sometidos a su política, por supuesto. La masonería hispanoamericana y luego la anglosajona lo acogieron muy pronto… ¡Y en nuestro tiempo la extrema izquierda más hispanofóbica, teledirigida por el chavismo, lo utiliza como un mantra! Pero no cuela… “Latino” es o bien el habitante del Lacio o bien el que demuestra mucha sabiduría del latín. En la América que fue española jamás se habló el latín, ni fue del Lacio el origen de su conquista y poblamiento. De Spanish America hablaron los ingleses hasta casi el siglo XX. En todo caso, “Iberoamérica”, aunque no del todo preciso, sería más justo. Pero a nosotros el que más nos gusta es América Hispana o Hispanoamérica. El más justo, el más histórico-tradicional y el que ha de tener mayor proyección de futuro.

    Habrá quien crea que “hispanismo” continúa siendo un academicismo que rechazaría lo indio. Nada de eso. El hispanismo en América ni quiere ni puede ni debe excluir lo indígena, lo negroide o los distintos mestizajes. Es algo relativamente parecido al panarabismo, aquella corriente política surgida en especial tras la II Guerra Mundial con el anhelo de agrupar efectivamente a los países de lengua y cultura árabe, sin excluir los diferentes elementos que sobre esa base se nutrían: Beréberes, coptos, tuaregs, asirios, caldeos, negros… Con todos sus fallos, el panarabismo ha sido una apuesta bien sensata que acaso previó el reto de la globalización. A día de hoy, está sufriendo la enésima agresión del anglosionismo, que ha dirigido su terrorífica voracidad contra la República Árabe de Siria y su legítimo presidente Bashar Al Assad (7). Contra esta tremenda injusticia clamamos, apoyando a un pueblo bravo y culto que da ante el mundo una lección de dignidad, libertad y nobleza.

    En América tiene aún mucho peso la Leyenda Negra que en su día esparcieron los liberales de entrambos hemisferios, ya fuera la oligarquía criollo-mestiza ya fuera el golpismo revolucionario español (Que contó con el apoyo de la gran mayoría de la nobleza). Asimismo, la esquizofrénica política española, donde un moro nacido en España es español de pleno derecho y a los nietos de españoles del Nuevo Mundo se les niega el visado no ha hecho sino abrir brechas. Es curioso que en el franquismo, el hispanoamericano fuera visto como un hermano (8) mientras que en la España progre se haya convertido en el “sudaca”. La serie “Aída”, perteneciente a la habitual telebasura de Telecinco, asentó el término “Machu Picchu” como denigratorio. Y luego llega el español a América y es el ladrón de oro que tiene la culpa de todo….

    Y bueno, ¿cómo podrá ver el hispanoamericano a España, si es la “España oficial” la que desautoriza su hispanismo? Desde España se promueve y hasta se financia la Leyenda Negra. Es la España que pacta con el terrorismo separatista, la España dividida en taifas de caciques montando mitos contra sí misma, la España que se niega, la España que se regala a sus enemigos… La España que echa a sus hijos jóvenes del país y encima procura que los insulten en su tierra de acogida… Sin duda, el panorama es desolador. Sin embargo, hay esperanza. No hay mal que por bien no venga, y toda la fastuosidad de los bicentenarios de las “independencias”, así como el mentado encono chavista-indigenista, ha servido para que una conciencia crítica brote como un torrente ansioso. Esa conciencia crítica estaba ya en algunos historiadores hispanoamericanos. Colombianos como Pablo Victoria y Luis Corsi Otálora o argentinos como José Manuel González QEPD nos lo han testimoniado con brillantez. Antes que ellos desmontaran la idolatría oficial sobre las “independencias”, otras plumas brillantes bramaron contra la Leyenda Negra. En Hispanoamérica, la crítica es mayor y mejor que en la obnubilada España. Y de esa más que legítima conciencia crítica están surgiendo importantes inquietudes sociopolíticas que están empezando a asociarse. Ello tiene que cristalizar. El hispanismo, desde lo cultural a lo político y hasta lo metafísico si se quiere, ha de ser la gran bandera metapolítica de nuestro siglo. España y Portugal no pueden obviarlo. Antes de entrar en Europa por la puerta falsa, deberíamos haber construido un mercado y una alianza política y militar en América. Con esa fuerza deberíamos haber entrado en Europa, en todo caso. Asimismo, la América Hispana tendría voz y voto en el Viejo Continente. Se habría establecido un puente formidable: Euramérica. Al igual que el europeo nada puede en Asia sin el enorme hinterland ruso, y por eso justamente los rusos más cabales defienden el ideal de Eurasia, así tendría que ser el papel español y portugués para con el Nuevo Continente. En cambio, una ridícula e infame política de visados nos separa más y más desde la propia España… Pero es cuestión de tiempo que eso cambie. La nueva oleada migratoria de España al Nuevo Mundo hará entrar en razón a más de uno y a más de dos. Y las cosas pasan por algo. Estas migraciones pasan por algo. Si hubiera una gran alianza hispanoamericana, las políticas de inmigración ilegal-masiva con el subsiguiente tráfico de personas y beneficios de engañifas y mafias estarían mucho mejor controladas. El hispanismo está clamando por eso. Necesita organización, de principio a fin. América es su colofón, su más vasto campo de acción. Porque si en el hispanismo ante Europa nos situábamos en Gibraltar, no podemos olvidar que cuando decimos Gibraltar hemos de decir Belice, Malvinas o Guayana. El imperialismo anglosajón, ya sea británico o norteamericano, sigue con sus zarpas contra la Hispanidad. Desunidos y desorientados, nada podremos hacer. Bien confederados, seríamos una gran potencia y nuestra voz se escucharía por todos los rincones del mundo, sin nada que envidiar a la Commonwealth.

    Sabemos que estas líneas pueden recrearse, reforzarse y hasta reinventarse. Con todo, subrayamos que estos tres frentes son vitales para comprender y alimentar el hispanismo. Así las cosas, tienes dos opciones:

    -Venir con nosotros y al arquetipo hispánico de conquistador y misionero inyectar definitivamente una cultura de trabajo, esfuerzo, ahorro, mérito y sacrificio, teniendo sentido común, reconociendo el pasado y trabajando para el futuro frente a este presente tan oscuro.

    O.....

    -Quedarte en casa viendo la tele o no salir de elucubrar y criticar en el bar. En ambos casos, sábete cómplice de los enemigos de la Hispanidad









    (6) Para un análisis más completo sobre el término “Latinoamérica”, véase:
    Latinoamrica, denominacin al servicio del imperialismo - ReL



    (7) Véase: RAIGAMBRE: A FAVOR DE SIRIA



    (8) El chileno Bobby Deglané, el peruano Kiko Ledgard o el cubano José Legrá triunfaron en la España de Franco y fueron acogidos como compatriotas, por ejemplo.






    FIN.

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    Re: Las dimensiones geopolíticas del hispanismo

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    El avispero de la geoestrategia: los tres ejes de España



    Dentro del mare magnum en el que se ha convertido la geoestrategia mundial, con unos Estados Unidos menos líderes que nunca, una feroz Rusia que no ha dudado en despedazar a una Ucrania rebelde y una Unión Europea incapaz de hacer al unísono nada más complicado que quejarse, España ha de buscar rápida y decididamente la forma de afianzar su posición para hacer valer sus intereses y no convertirse en peón de intereses ajenos, asumiendo gravísimas consecuencias a cambio de nada.


    La geoestrategia es la ciencia de la realidad, de nada nos sirve apellidar un imperio extinto para que nos respeten; tenemos (no solo el gobierno, sino toda la sociedad) que actuar con inteligencia y constancia y aprovechar cada oportunidad que se nos brinde. De nuestra habilidad y buena fortuna ahora dependerá el destino de nuestros hijos y nietos y cómo deban enfrentarse al futuro mundo multipolar que nos espera.

    Ante nuestros ojos se abren tres vías de actuación en el exterior, las tres provienen de circunstancias y ámbitos completamente distintos, pero son compatibles entre sí, y lo ideal es no abandonar ninguna de ellas, aunque los resultados de una puedan ser más visibles e inmediatos que la de otra. Llamemos a estas tres vías pasado, presente y futuro. Veamos a qué me refiero:


    El cordón Atlántico


    El Imperio de la Monarquía Hispánica fue desmembrado y sustituído por diversos estados de corte liberal o marxista muy alejados de la que consideraron su madre patria. Es nuestro pasado. Sin embargo, Hispanoamérica sigue siendo una tierra con importantes vínculos con España, pues la huella que dejamos fue muy profunda: una cultura similar, mestiza entre lo indígena y lo hispano, un mismo idioma y una religión mayoritariamente única, que ha conformado una cultura propia y, en muchos aspectos, homolgable.


    Más allá del rechazo que sienten por nosotros (fruto de la construcción nacional liberal), hemos de buscar políticas que lleven a una mayor presencia española en estas tierras. Desde grandes inversiones económicas hasta un programa de fortalecimiento de la cultura española en esas tierras, encabezada por los infrautilizados Institutos Cervantes. Políticas comunes para naciones e intereses muy parecidos pueden llegar desde la Cumbre Iberoamericana, que es el germen perfecto de un futuro tratado de alcance superior.


    Las diferencias que podamos tener con México, Colombia o Nicaragua son ínfimas en comparación con las de países oficialmente aliados nuestros dentro de la UE, por lo que no son una barrera determinante, y el Atlántico que nos separa no impidió a nuestros antepasados crear un cordón a través suyo y unir un Imperio gigantesco, ¡qué no podremos hacer nosotros, con barcos y aviones tan capaces!


    Por supuesto, todos estos esfuerzos no pueden superar un nivel de injerencia tal que Estados Unidos considere violentada su área de influencia predilecta, el considerado "patio trasero de EEUU", Hispanoamérica (incluidas las Filipinas). Los Estados Unidos (y antes Inglaterra) fueron los principales artífices de la caída de la Monarquía Hispánica, y fundamentaron su propio Imperio sobre los restos del nuestro. Ellos tienen muy claro lo peligroso que puede ser un rebrote del sentimiento pro hispánico y todo lo que podrían perder. Por esta razón, España tiene que jugar con equilibrio y mesura, pero con constancia, invirtiendo "a fondo perdido", e ignorando las posibles pérdidas o daños que puedan surgir de las decisiones de los gobiernos hispanoamericanos, recordando que el pueblo por el que tanto dimos ya sigue ahí, y disuelto el liberalismo político, germen de su división y receta anestésica de EEUU para controlar todo el continente, Hispanoamérica buscará ser fuerte de nuevo, estar unida, y los fundamentos más sólidos para esa unidad pasan por España. Incluso partes de los propios Estados Unidos, como Florida o California, muy conscientes de su herencia, pueden enfrentarse a la desintegración del imperio estadounidense solicitando la inclusión en los tratados y la alianza Hispanoamericana. El pasado de España bien puede significar la salvación de su futuro.

    Buenos vecinos


    Nuestro presente es la Unión Europea, en ella estamos y a ella pertenecemos, pues es un hecho la cesión de soberanía que ha tenido que hacer España para ser aceptada (lo cual no está tan claro en el caso de Alemania o Francia). Pero eso no significa que debamos renunciar a dirigir nuestras acciones o que debamos alejarnos de ella y renunciar a los beneficios de una acción en común. Para nada.


    Nuestra labor dentro de la Unión, dada su configuración, ha de ser la de aglutinar las voluntades de los países que sufran los mismos problemas que nosotros, de forma que se pueda conseguir lo que el peso de cada uno por separado no lograría. Los candidatos más fiables serían Italia, Portugal y Grecia, por su parecido nivel económico y de desarrollo social, a los que podría unirse Irlanda y Polonia (por su afinidad cultural, pues ambos son países marcadamente católicos).


    Este grupo, que debería estar coordinado para votar siempre en bloque en los asuntos que atañan a uno o varios de sus miembros, podría inclinar la balanza en las grandes decisiones, puesto que, tomando como referencia el número de europarlamentarios de cada país, sus 234 diputados estarían muy por encima de los 73 que pueden reunir los países escandinavos o los 106 de los eslavos y aledaños, y solo un consenso generalizado en contra o la unión de Alemania, Francia y Reino Unido (246 diputados) sería capaz de superarlo.


    Más que una entelequia, este hipotético grupo responde a una realidad: la Europa más lenta, la que va a remolque de los países con más peso, y la protección de los intereses propios para impedir que Alemania, Francia y Reino Unido decidan impunemente sobre asuntos nacionales es acicate y pegamento suficiente para formarlo, más allá de los otros elementos comunes que podamos encontrar (con Irlanda o Polonia, los más alejados, compartimos la religión católica y una determinada forma de ver, por ejemplo, la legislación bioética).


    Mención aparte merece Portugal, cuyo destino es el nuestro, pues bien se sabía hasta el siglo XVIII que Portugal era parte integrante de España (sigue siéndolo, aunque se nos haya olvidado). Debemos afianzar nuestros lazos con pactos de alianza defensiva, colaboración económica y demás de forma bilateral, sin depender de la UE ni ningún otro marco internacional, de forma que el mundo vea cada vez más al estado español y el portugues como uno solo, y se pueda culminar, llegado el caso, en la unidad completa de toda España.


    Hacer las Áfricas


    Nuestro futuro es África. La península ibérica siempre ha estado ligada al norte de África, especialmente la zona del norte de Marruecos (la provincia romana de Mauritania Tingitana), llegando a agruparse por separado con Hispania antes que con las provincias aficanas. Fruto de nuestra historia son las plazas de soberanía, recuerdos de una conquista que no llegó a ser, pero que estaba en las primeras líneas del manual de política de la Monarquía Hispánica.


    Nuestro enemigo histórico más acérrimo es el Islam, y España un objetivo prioritario incluso a día de hoy, por lo que los brazos de España han de extenderse por todo el Magreb (Marruecos, Argelia, Túnez y Libia), de forma que nuestra influencia cultural atempere su radicalismo, los lazos económicos con nosotros se conviertan en prioritarios y la tradicional dinámica diplomática de estos países se encuentre con un nuevo contrapeso y vea en España un aliado poderoso y potentísimo, de forma que estos países pasen a orbitar alrededor de nosotros. El inconmesurable bien que podemos llevarles solo es comparable con la seguridad que nos daría contar con semejante glacis defensivo, que pueda actuar de colchón frente a cualquier pretensión ajena sobre España desde el sur. Es un terreno muy pantanoso y peligroso, como demuestra nuestra aventura del protectorado, pero también es parte de nuestro ADN, el pisar tierras extrañas (y África lo es, mucho más que Canadá o Filipinas) y llevar a cabo proezas hercúleas, impropias de nuestra capacidad económica o demográfica.


    La linea africana está por llegar, es la menos fundada de las tres, pero no por ello la menos acuciante. Nuestro principal rival en el Magreb es Francia, que ha llevado a cabo una política de vinculación económica con esa zona (especialmente con Marruecos) que la convierten en uno de los rivales más directos, tanto dentro como fuera de la Unión Europea. Pero Francia no es EEUU, y sí que podemos desafiarlos en pie de igualdad, especialmente si conseguimos formar un frente homogéneo en el parlamento europeo.


    No nos olvidemos que España dejó de tener peso específico en el mundo cuando dejó de pensar por sí misma y permitió que otros dictasen su destino, y no lo volverá a tener hasta que volvamos a tomar las riendas de nuestro futuro, porque la economía, la política, la demografía y la geoestrategia no son más que herramientas: si nos falta el combustible de las ideas más importantes, de los valores y de una cosmovisión propia, no tendremos las fuerzas necesarias para llegar a donde nos merecemos.


    Luis Ignacio Rodríguez
    Fëanar


    Políticamente Incorrectos: El avispero de la geoestrategia: los tres ejes de España
    Kontrapoder dio el Víctor.
    «¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
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