Fuente: Tradición, Número 14, 15 de Julio de 1933, páginas 325 – 326.
Como la brújula busca el Norte…
Me pide «TRADICIÓN» unas cuartillas, un pensamiento, una síntesis de impresiones sobre el viaje de los andaluces al Norte español. Como si a la aguja imantada le pidieran las razones por las que constantemente, inquietamente, al Norte busca.
¿Qué podré yo decir de nuestras impresiones de viaje? Si me dijeran que lo condensara en una sola palabra, ésta escogería: descanso. Descanso, no corporal, sino espiritual. Descanso fruto de la satisfacción de un anhelo hacía mucho tiempo sentido: visitar a nuestros hermanos del Norte; llevarles un abrazo; decirles al oído nuestros deseos.
Pero si quieren que me eleve algo más, olvidando lo que es pura impresión de corazones anhelantes, les diré que el viaje de los andaluces al Norte ha sido una lección vivida de Tradicionalismo. Una lección de Catolicismo político español. En dos palabras:
El Tradicionalismo bebe sus postulados inmortales en las fuentes puras de lo sobrenatural. Dios, último fin; Dios, última Causa; Dios Señor; Dios, sostén y guía. Es que no se concibe acción política católica, ni cabe imaginar lucha bien orientada, ni empresa ardua sin desaliento, sin que los apóstoles de la nueva cruzada en Dios busquen las fuerzas, la luz y la gracia.
Por eso los Tradicionalistas sevillanos dimos comienzo a la expedición ante el Sagrario, y, confesando, celebramos la primera Comunión después ante la Virgen de Guadalupe, la Morena de las Villuercas, cuyo santuario tanta parte tomó en la colonización americana; arribamos al poco a comulgar todos segunda vez, en el Pilar, junto al Ebro, la gran pila bautismal de España, donde el hijo del trueno bautizara a nuestra Nación siendo madrina la Virgen Santísima en carne mortal; tercera comunión general en Lourdes; cuarta en San Sebastián, en confraternidad con los tradicionalistas vascos; y la quinta, en la madrugada (a la una) del día del Sagrado Corazón, en el Cerro de los Ángeles… sin contar las diarias comuniones de los que a diario reciben al Señor.
Rosario en común todos los días; conversaciones piadosas; absoluta, total prescripción de palabras que manchan los labios cristianos; y… mucha caridad, mucha alegría y muchas ganas, deseos ardientes de oír pronto el grito guerrero: «¡A la Cruzada!».
¡Hermanos montañeses! ¡Revista «TRADICIÓN», la gallarda floración de nuestra Prensa! Promoved la tenaz campaña de levantar los corazones a Dios como vasos puros de desagravio, como vasos puros de expiación, como vasos puros de sangre moza, que hierve y se derrama, gota a gota, en sacrificios, en heroísmos de la nueva gesta; la que, no tardando, levante a España del lodazal laico y la ponga a los pies de Cristo Rey, porque convierta en verdad aquella gran mentira que el liberalismo puso debajo del Sagrado Corazón en el monumento del Cerro de los Ángeles: «Reino en España».
MANUEL FAL
Sevilla, y Julio 1933
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