ANÁLISIS DEL MARXISMO.







EL MARXISMO : INTRODUCCIÓN.
No se pretende entrar en todos los recovecos del marxismo, ni considerar las dispustas entre los que se proclaman seguidores de Marx, sino examinar y discutir lo que hay de ESENCIAL, común, a todas sus doctrinas.


El método axiomático debe permitirnos fijar los elementos de una especie de credo común a los marxistas. (las obras de Marx son fácilmente accesibles y muy difundidas, desde el manual inepto hata la tesis de gran erudicción. Recordemos algunos títulos útiles para principiantes:
- La Théorie du Matérialism Historique, de Buhkarin.
- Le Materialisme Dialectique, de H. Lefebvre.
- Le Marxisme ¿Que sais-je?.
- Por Connaître la Pensée de K. Marx, de Bordas.
- Lenin, de Bordas.
- Materialisme et Empiriocriticisme, de Lenin, etc.


Dejaremos la cuestión de saber quién es ortodoxo y quién herético, quién tiene razón -Moscú o Pekín- en la materia. Tampoco analizaremos la cuestión del “izquierdismo”.
Pretendemos captar la armazón fundamental de lo que se denomina, genéricamente, marxismo y como sus nociones han sentado cátedra en nuestra “mitosfera” mostrando hasta qué punto es contrario a la realidad desde el plano filosófico.
También analizaremos, someramente, el problema marxismo-religión.


Tomaremos las grandes líneas de la síntesis que ha pasado al dominio público como marxismo, aún si a veces se pone bajo esta apleación … el pensamiento de Engels modificado por Lenin (la expresión materialismo dialéctico está ausente de toda la obra de Marx, proviene de Engels).


Contrariamente a un error muy difundido, el marxismo no es de ningún modoun simple ensayo sin solución pracica de los problemas socioeconómicos, pues como dijo Plekhanow “el marxismo es toda una concepción del mundo
Es decir, una cosmovisión que implica una teoría del conocimiento, una moral, una estética. Más aún es absurdo querer distinguir doctrina y método.
Pero ¿En qué consisten las líneas de fuerza de esta ideología?
Las fuentes del marxismo-leninismo son:
1.- el socialismo utópico (Fourier, Saint Simon, etc.).
2.- el darwinismo, la idea de la vida como combate universal que encanta a Marx y Engels, Marx quiso dedicar El Capital a Darwin pero éste declinó el ofrecimiento.
3.- el hegelismo, del que toma el método dialéctico pero con un contenido materialista. La formación originaria de Marx es filosófica, su documentación socioeconómica es posterior. Aunque presenta notables lagunas filosóficas.
Así el ex-staliniano Lefebvre: “yo no he notado, ni a la primera ni a la segunda lectura, hasta qué punto ignoraba Marx la filosofía. ¿Qué conocía? A Hegel. Citaba apenas, o nunca, a Descartes, Leibnitz, Platón ...” (en La Somme et le Reste”, pg. 400).
4.- el ateísmo de Feurbach y su teoría de la alienación, según la cual el hombre se despoja de su autonomía para gratificar con ella a ficciones, como la idea de Dios, que lo esclavizan y lo esterilizan.
5.- economía liberal clásica (Bastiat, Ricardo, etc.) en función de la que construirá Marx su obra económica que quedó prisionero de la idea de homo economicus …






LAS TESIS ESENCIALES DEL MARXISMO.
1.- actitud ante el Universo del materialismo dialéctivo (teoría y práctica).
Desde el Renacimiento, y más aún desde inicios XVIII, se da primacía a los valores utilitarios sobre los del conocimiento, especulación, contemplación.
Descartes querrá convertir al hombre en “amo y señor de la naturaleza” al igual que F. Bacon.
Marx dirá, con Engels, que el filósofo debe ocuparse de “cambiar el mundo”, más que de conocerlo.
Un autor moderno dirá: el marxismo es una tentativa de rehacer la creación.
Para el marxismo solo hay dos actitudes posibles ante el mundo: Materialismo (realismo) e Idealismo. El que no es materialista es idealista. A su vez considera dos tipos de materialismo:
- mecanicista: que explica todo (incluida evolución) por lo “todo ya hecho”, factores elementales que se dan de una vez para siempre, generalmente implantados en el plano biológico, desconociendo la especificidad de la Historia y de los factores sociales.
- dialéctica ternaria o triádica de Hegel se puede explicar tanto la Naturaleza como la Historia en su especificidad, no es lo biológico, sino lo económico lo determinante. De aquí la noción de “materialismo económico” Y, en esta perspectiva, ninguna verdad inmutable puede subsistir (“nuestras ideas, nuestras categorías son tan poco eternas como las relaciones que ellas generan. Son productos históricos y transitorios. Marx en Miseria de la Filosofía).
La idea de la dialéctica aplicada a la naturaleza es débil y Marx es reticente a ella, pero será Engels quien arraigue esa idea en los comunistas.
Uno de los trucos más burdos de los marxistas consiste en la teoría de los “saltos” según la cual “la cantidad se transforma en calidad”. A partir de una cierta cantidad de X surge, de golpe, Y, específicamente nuevo, incluso usarán este principio para explicar el nacimiento de la inteligencia, incluso a veces dirán el espíritu.
Pero esta idea, en esencial, es lo que los filósofos griegos clásicos denominan alogia, una imposibilidad, un absurdo, incluso el materialista Diderot decía irónicamente ¿Cuántas bolas de nieve se precisan para calenar el horno? O como decía Pierre Duhem: “reunid en un vasto congreso tantos geómetras mediocres como podáis encontrar, no tendréis nunca el equivalente de un Arquímedes o de un Lagrange, etc.” (L Théorie Phsysique, son Objet, sa Estructure, 2ª Parte, Cap. I, pfo. 3).


2.- La Evolución de la Humanidad :Base, Superestructura y Acción recíproca. Las Ideologías.
La Base o infraestructura es el conjunto de las relaciones de orden económico y social concretas.
La Sperestructura es … el resto (el término ideología es usado en su lugar pero no son estrictamente equivalentes), “ideología” es peyorativo.
Un especialista del marxismo (Genvitch) ha distinguido, para este término, una multitud de significados en el propio Marx.

Una cuestión capital: ¿Profesan Marx y su escuela, SÍ o NO, que la Base explica totalmente la Superestructura? Respuesta: SÍ. No hay duda. El marxismo clásico enseña sin más ni más la causalidad total de la Base.
“La estructura económica de la sociedad es siempre el fundamento real por el cual todas las superestructuras de las instituciones jurídicas, políticas, de las concepciones religiosas, filosóficas y otras (arte, literatura, etc. incluso la ciencia en su parte abstracta y teórica) de cada época histórica deben explciarse en última instancia (Engels, en uno de los pasajes más conocidos del “Anti-Dühring”).


Solamente que no veía en la conciencia sino una especie de eflorescencia, inconsistente e ineficaz, de la materia viva, el Marxismo, profesa el famoso principio de la “accón recíproca” que enseña que la Superestructura reacciona a su vez sobre la Base y puede modificarla.




3.- Evolución Social y Toma de Poder: Lucha de Clases, Revolución, Dictadura del Proletariado y Sociedad sin Clases:
Si el factor económico es el motor esencial de la Historia ¿Cuál es el antagonismo que podrá oponer más profundamente a los hombres entre sí?
Ciertamente no las ideas puras, ni la raza, pero sí las diferencias de clase social (únicamente definidas en términos de propiedad), de aquí otro principio fundamental del marxismo:
“Toda la historia de la Sociedad humana hasta este día se explica por la lucha de clases” (Manifiesto Comnista)
¿Toda?, sí, inclusive las Cruzadas, el nacimiento de la Fenomenología o la pintura abstracta.
La dialéctica hegeliana del amo y del esclavo, que parecía simple abstracción, recibe así un contenido concreto. Tesis y Antítesis son encarnadas por el proletariado y la burguesía capitalista, enemigos que se enfrentan irreductiblemente hasta el aplastamiento de ésta por aquél. Cuando el jeugo de las contradicciones económicas haga estallar el edificio capitalista, la revolució se producirá, y entonces sonará la hora de la dictadura del proletariado.
Tras una fase de lucha y coerción necesaria (Lenin usa sin problema la expresión “EXTERMINIO del adversario” algo en lo que se afanaron todas las “democracias populares”) se llegará a la sociedad sin clases, especie de paraíso terrestre y ATEO. “Nuestro paraíso es sobre lo tierra que lo haremos” al desterrar todas las contradicciones (envidia, angustia, odio, divergencias de soporte económico) y el Estado desaparecerá (dejamos para mejor ocasión el análisis de las estrategias y tácticas revolucionarias).

Se hará nacer una humanidad nueva, regenerada (algo que ya intentaron y quisieron los Jacobinos). Se tendrá un nuevo humanismo, sin fallas ni arrugas, se habrá creado “científicamente” al Hombre nuevo.






DISCUSIÓN.
Nos negamos a escoger entre materialismo e idealismo, pues hay una tercera vía, irreductible a las anteriores, el REALISMO ESPIRITUALISTA, nacido de Aristóteles y Santo Tomás que no rechaza la existencia objetiva del mundo exterior, como hacen los idealismos (con sus distintos matices) sino que apoya su construcción sobre él. Y la idea, con las mismas realidades espirituales, está en las antípodas de las concepciones idealistas.


Aunque se repite en todos los tonos que el materialismo dialéctico no es una doctrina filosófica entre otras, que sólo él es “científico”; que lejos de ser un dogmatismo es un “método” y lo que es más “abierto”.
Finalmente, que difiere en naturaleza del materialismo mecanicista vulgar.


Si retomamos esas aseveraciones punto por punto, se constata que:
a) si se toma el término “dogmatismo” sin sentido peyorativo (imprimido por los Enciclopedistas del XVIII, en el XIX por Kant y sucesores), el MARXISMO ES UN DOGMATISMO CIENTO POR CIENTO pues, por denifinición, pretende tener razón sólo él contra todas las demás doctrinas a las que trata con gran rudeza.


b) la disociación entre doctrina y método es un ARTIFICIO verbal. El método es la manera en que la doctrina se construye; la doctrina es el contenido del método, no se puede salir de esto y nunca se ha respondido a ello.


c) que el “movilismo” radical del Marxismo es contradictorio y totalmente autodestructivo, como refleja la siguiente paradoja: “O Marx dice la verdad (sosteniendo que toda doctrina es reflejo de la coyuntura económico-social) y el marxismo no es sino un producto histórico entre muchos otros; o el marxismo es enteramente verdadero, y Marx se engaña (afirmando que toda verdad evoluciona)”.
La caducidad del marxismo es inevitable y está dada en la misma noción de dialéctiva, por poco que uno se tome la pena de pensarla correctamente.


d) que si, el materialismo dialéctico agrega, la “dimensión” económica al materialismo clásico, tiene sin embargo en común con éste algo esencial: la reducción del pensamiento a la materia, al movimiento material.
Cuando Marx escribe: “La idea no es sino el mundo material trasportado y traducido en el cerebro humano” o Engels declara: “el pensamiento y la conciencia son un producto del cerebro humano” o Lenin escribe: “nuestra conciencia y nuestro pensamiento no son sino los productos de un órgano material, corporal, el cerebro”, y hace el elogio del materialista integralmente mecanicista (Haeckel) nos preguntamos si está muy lejos de Lucrecio, D'Holbach, La Mettire, Helvecio o de Le Dantec. Es tan evidente que excelentes conocedores del marxismo (y benévolos con él) como Naville se han complacido poniendo de relieve dicho estrecho parentesco.


Por otra parte EL MATERIALISMO NO ES, EN ABSOLUTO, LA CIENCIA; es, en el sentido estricto del término, una METAFÍSICA lo que es fácil de comprender reflexionando sobre algunos puntos como:


- el materialismo ha preexistido, históricamente, al nacimiento de la Ciencia. Es una actitud filosófica concebible, como el idealismo y está formulado desde la Antigüedad (discusiones de Demócrito por Aristóteles).


- la ciencia sólo llega hasta los fenómenos de experiencia, y no a un “en sí” cualquiera. ¿Cómo podría captar la naturaleza íntima de las cosas y saber si el pensamiento es, o no es, de igual naturaleza que la materia? (todo lo que la Ciencia constata son correlaciones).


- es irónico constatar que la mayoría -la inmensa mayoría- de quines han edificado la Ciencia eran creyentes religiosos: sobre esto, se han hecho hermosas encuestas, mientras que el materialismo ha sido propagado, esencialmente, por plemistas, agitadores y vulgarizadores, más algunos pocos filósofos propiamente dichos.


- cuando un sabio marxista hace un descubrimiento, no es por el uso del “materialismo dialéctico” y es bien conocido el
efecto “extintor” que representó el estalinismo en materia científica. Ej. caso Lysenko, el seudobiólogo fanatizado que regentó durante largo tiempo la enseñanza de la biología en la URSS, imponiendo a todos (bajo pena de deportación) sus extravagantes opiniones (ver Le Monde, 24 febrero 1971).





EL PAPEL DEL FACTOR ECONÓMICO EN RELACIÓN A LA IDEOLOGÍA Y LA POLÍTICA.
La prioridad y la primacía del factor económico como factor explicativo de toda la Historia forma parte ya del lote de ideas comunes en nuestros días, incluso, frecuentemente, entre quienes se creen antimarxistas.
No hay ni una sola evidencia (recordemos la fórmula de Max Weber para quien la pluralidad de los elementos explicativos es un dato primario) sino que plantea gruesas dificultades de las que nunca se habla.
Tomemos el ejemplo de la misma filosofía. Todos los marxistas leninistas hacen al unísono “profesión de su fe”: toda la Superestructura se explica por la Base, está claro, es un dogma que no se podría cuestionar sin ser un “idealista reaccionario” o peor aún un “reformista”.
Solamente en el momento de aplicar ese prestigioso principio se dividen en dos corrientes muy divergentes:
· unos representan el juego hasta ale final, así Bukharin durante mucho tiempo glorificado del PC explicaba gravemente que la teoría aristotélica del acto y de la potencia, de la materia y de la forma, no es sino un calco, una proyección ideológica de la esclavitud antigua, etc.
Semejantes payasadas intelectuales son rechazadas por los marxistas más inteligentes que si bien hacen como los “simplistas” su ritual profesión de fe, se cuidadn bien de poner demasiado énfasis. Insisten tanto, y tanto, sobre la consistencia de las Superestructuras y sobre la Acción Recíproca, que nos preguntamos ¿qué queda de específicamente marxista en sus análisis?
Como escribía J. Maritain: “las explicaciones históricas inspiradas en Marx o en Sorel, por lo mismo que consideran la causalidad material efectivamente en juego en las cosas humanas pueden, en rigor, dar razón del éxito o del fracaso de una filosofía en cierto ambiente social; empero nada pueden decir de lo FORMAL de dicha filosofía”.


Respecto a la relación Política y Economía que trata de la producción, de la circulación, y de la repartición de los bienes materiales.
Para el marxismo el factor económico, en sí, está en la raíz de todo, que las clases existen y que están destinadas a combatirse. Hay en ello una relación de principio a consecuencia. Es lógico examinar, primero, el principio, es decir, la prioridad y la primacía de lo económico como tal. Luego trataremos el problema de las clases.


No hay un campo, ni una aplicación, donde no puedan encontarse errores al análisis marxista. Tomemos por ejemplo el Fascismo: uno puede detestarlo, odiarlo, execrarlo, abominarlo, pero en fin de cuentas ha sido un hecho histórico y, según algunos, aún lo es (incluso lo ven en todas partes, hasta hemos leído un artículo reciente que se titulaba: “el ruido es fascista”).
En consecuencia hay que explicarlo, pero de entrada sus más encarnizados enemigos se han negado a reducirlo a cuasas económicas. Veamos algunos ejemplos: Emmanuel Mounier, Etienne Borne, Raymond Abon, Monnerot, Alanin, M. Gastón Burdeau, Mathiez, etc. etc.


El razonamiento fundamental de Marx en este tema está falseado en la base. A él le gustaba, como a Rousseau razonar sobre los orígenes (¡hipotéticos!) de la civilización. Dice que el factor económico es el que precedió y condicionó los demás, pero es este razonamiento esencial el que hay que rechazar de entrada, pues es de una irritante falsedad. Los “primeros hombres” se vieron forzados, para subsistir, a darse cierta organización social, una estructura ya política en su naturaleza misma que constituye el marco que hace posible lo económico.
Cunado un autor marxista ironizaba preguntando qué podía decir la divisa “politique d'abord” en una época en que los grupos financieros derriban ministros y ponen presidentes. La respuesta es fácil y viene por sí misma, jporque el régimen parlamentario es prisionero de una supuesta “opinión” condicionada por los podres del dinero a los que no puede resistirse. Es pues la carencia política la que acarrea sus fechorías, no a la inversa.


Respecto a Marx “el capitalismo liberal, cuyos automatismos y tendencias él escrutó” … ya no existen desde hace un siglo, así el acento se ha trasladado de la economía a la Política, especialmete la Económica.


En realidad los marcos ideológicos y los sistemas de valor, por una parte, y las estructuras polítcas, por la otra, pueden frenar o acelerar fuertemente la acción de los factores económicos y desviar la evolución que acarrean.






LA CLASE Y LA LUCHA DE CLASES.
Hay muy pocos hechos brutos. Enemigos acérrimos del idealismo, del relativismo, del subjetivismo en todas sus formas no creemos, de ninguna manera, que la realidad sea fabricada por el espíritu humano pero en su interpretación tenemos una constante necesidad de prenociones conceptuales (conceptos construidos).
Ni la Física, ni la Biología, ni la Política, ni ningún saber humano existiría sin ellos.


Hay una “religión del hecho bruto”, que es una falta de verdadero espíritu filosófico, de ingenuidad epistemológica.


La CLASE NO es un hecho bruto. Es una ABSTRACCIÓN que supone, adquiridos numerosos materiales previos, tanto en la conciencia de los mismos interesados (los pertenecientes a la clase) como en la de los sociólogos o político que trata dicho problema.
¿Cómo definir una Clase? ¿Con qué criterios? Son pautas no evidentes a priori. Hay que dar pruebas, argumentos decisivos. Algo que NUNCA se hace. Se contentan con una palabra que evoca imágines variables y suscita reacciones pasionales fuertes, aptas para hacer obrar.


¿Se define la clase por la fortuna? ¿la profesión? ¿influencia política? ¿tipo de cultura? ¡cuántos problemas se plantan!
Ciertamente el concepto de clase no se identifica con el de casta (sociología elemental o consultando cualquier diccionario), ni con el “orden”.
El historiador muy oficial Méthivier critica la forma en que Porchnev quería explicar los disturbios bajo el Antiguo Régimen por la pura y simple “lucha de clases”.


La noción de clase no es fácil para el sociólogo ni el político. Si se carece de la “fe” en Marx que mueve montañas puede consultarse la obra de un hombre, bien dispuesto hacia Marx, como Gurvitch (en Etude Sur les Classes Sociales), para los que no conocen más que el esquema marxista vulgar, hallarán ahí material para instruirse si bien no se comparten las ideas de Gurvitch.


¿Había o no clases antes del nacimiento de la civilización industrial? Según los textos Marx dice tanto sí como no (Raymon aron en La Lutte de Classes, Gallimard, II, pgs. 38-57).


Por otra parte ¿Cuántas clases hay para Marx? Algunos lectores se asombrarán y seguros en sus rudimentos marxistas responderán con total seguridad: ¡dos, todo el mundo lo sabe!
Entonces abramos, por ejemplo, un curso de Sociología, para nada antimarxista, al contrario, y vemos con estupefacción que el pensamiento de Marx sobre este punto es má complicado de lo que vulgarmente se cree o se enseña habitualmente.
Se constata que MARX enumera CINCO CLASES en la Misería de la Filosofía (1847) y todavía CINCO en El Manifiesto (1848), a pesar de algunos pasajes simplificadores; pero nombra SIETE en La Lucha de Clases en Francia (1848/52) y hasta OCHO en La Revolución y la Contrarrevolución en Alemania.


Solo por una intención simplificadora, polémica y de comodidad para la propaganda y la acción revolucionaria que se redujo todo, más tarde, al dualismo maniqueo “científico” de Burguesía-Proletariado.


Lo anterior concierne a los sociólogos y políticos, pero ¿qué hay del hombre que forma parte de eas diversas clases?
Llama la atención que ninguno tiene conciencia de forma automática de encontarse en ese caso, y Lenin lo expresa con franqueza (e ingenuidad) citando a Kautsky retomando su pensamiento: “la conciencia socialista es un elemento importado desde afuera en la lucha de clases del proletariado, y no algo que surja espontáneamente … No habría necesidad (de introducir en el proletariado la conciencia de su situación) si esa conciencia emanara, naturalmente, de la lucha de clases


Por lo demás, las clases, sean ocho o dos, ¿están siempre y en todas partes en lucha maniquea? Y de ser así ¿Basta ese conflicto para explicar toda la Historia humana?



Respecto a la necesidad metafísica del conflicto dicha idea es, en realidad, una especie de a priori kantiano (Marx ya estaba bajo la influencia de la obra de Lorenz von Stein, en su idea de clases antes de observar realmente los datos económicos: Sociologie de la Révolution, Fayard, 1ª Parte, pfo. I) e impuesto por Marx por su doble herencia (hegeliana y darwiniana).


Evidentemente pueden darse conflictos entre ambientes sociales. Habrá que examinar cada csao concreto, lo que atañe a los historiadores, pero no es una Ley Histórica, fatal e irreversible, que erigiría necesariamente, siempre y en todas partes, a unos contra los otros por muy “científico” que sea.


Es ilustrativa la obra de Jacques Ellul ¿Sí o no, los conflictos de clase explican adecuadamente la historia humana? (en su obra: Autopsie de la Révolution, 1969, pgs. 28, 32-33, 54, 70-73 y 73-78, textos esclarecedores para el lector honesto).
La raíces de la Historia están más allá y la lucha de clases no explica, exhaustivamente, ni los conflictos sociales ni las guerras extranjeras.
El marxismo ha quedado sin respuesta ante el factor fundamental: las naciones y etnias en la historia humana.


Como hacía resaltar Thierry Maulnier en Au delà du natiolanisme, cada nación tiende a afirmar su valor (y superioridad). Haciendo esto, entra en conflicto con las demás. Ahora bien, jpara tener primacía precisa medios: petróleo, acero, carbón, gas, etc. Se busca apoderarse de ellos y fortalecerse. El vulgo concluye: “esta guerra es por petróleo” (diamantes, oro, …) mientras que el hecho, la explicación es superficial, no llega a la raíz. Naide lo ha mostrado mejor que los sociólogos que se han inspirado en la “Individual psychology” de Alfred Adler.






MARXISMO Y RELIGIÓN.
El marxismo-leninismo considera a la religión como una ideología en el sentido más peyorativo. La religión es, incluso, la única ideología que no contiene nada positivo.


Marx pasó, en su carrera doctrinal, por diversos estadios. En los años de su formación (1835-1842) permanece tributario del naturalismo del judío Spinoza a las posiciones más polémicamente simplistas de los enciclopedistas.

Entre 1842-45, en Marx domina la impregnación hegeliana, mezclada por su parte con reticencias y brutales reacciones. Finalmente reduce el problema a factores económicos y de lucha de clases.


La religión tiene un doble origen:
- miedo del hombre ante las fuerzas naturales (Epicureo-Lucrecio … hasta Enciclopedia.
- presa del pánico e impotencia el hombre inventa seres misteriosos que puedan protegerlo y se aliena a ellos (Feurbach).


Como el hombre está sometido a esa doble presión, la de la naturaleza y la sociedad, el hombre explotado y tiranizado imagina compensaciones ilusorias (vida futura, Providencia, etc.) que cumplen el papel de un narcótico o analgésico pero le impiden defenderse eficazmente para liberarse por sus propios medios. Así no ve las raíces de sus males y sus amos se sienten inclinados a alentar esta berración o inventarla totalmente. Pues así consiguen que esté tranquilo ante las injusticias sociales. Literalmetne la religión es un opio y nada más, de ahí la panoplia de citas bien conocidas.
Respecto a Engels y Lenin es ostensible, las fórmulas de Lenin son más blasfemas que ateas.
La religión es un mal inmenso y no hay que creer que desaparecerá, de un solo golpe, con las instituciones capitalistas por lo que debe combatirse directamente y en sí misma, extirparla por todos los medios posibles desde la propaganda a la violencia.


No hace falta discutir el ateísmo marxista en sí mismo, pues él no lo quiere y no aporta prueba alguna, es la simple apliación del materialismo económico. Su procedimiento consiste en considerar, como evidente por sí misma la inexistencia de Dios y, por tanto sólo le queda “explicar” por qué algunos creen en Él, lo que se hace por una “reducción” historicista, emparentada con las de Nietzsche y Freud.


Lenin recomendaba no discutir jamás “teóricamente” o “especulativamente” el problema de las pruebas de la existencia (o inexistencia) de Dios sino criticar la religión “prácticamente” mostrando que es un medio para intoxicar y oprimir al proletariado.


Vemaos algunas hermosas declaraciones del tipo oficialmente usado por la propaganda antirreligiosa en las “democracias populares”:
“Hemos enviado a Gagarin para ver dónde podía estar metido el Dios de los creyentes; no encontró nada. La cuestión está terminada” (Krutschev en 1964).


La cosmonauta Valentina Terechkova: “no es posible aliar convicciones religiosas y pilotar aviones supersónicos” (aunque otros cosmanautas célebres decían lo contrario).


Independientemente del problema de Dios reducido a él mismo, y que es un problema filosófico, la “expliación” marxista del fenómeno religioso no contenta, de hecho, a nignún etnólogo actual, incluso los incrédulos.


El miedo no representa el papel esencial sino en las formas inferirores de la vida religiosa, pero no en sus formas más puras (basta leer el Evangelio de San Juan y sus cartas) hay conjuntamente un factor intelectual y afectivo superior. Lo que ha llevado a incrédulos como Taylor a escribir que “las religiones han nacido porque el hombre es un animal que se hace preguntas”.


En cuanto al papel alienante y opresor de la religión los marxistas no comprenden (con razón) absolutamente nada de la experiencia auténtica de una creencia religiosa, y sus acusaciones históricas deberían ser verificadas una por una.
Entonces se descubriría que la religión (fenómeno específico) ha podido servir de instrumento de orpesión en tal caso X casi totalmente, parcialmente en el Y (doble motivación psicológica) y de ningún modo en Z (calumnia histórica, pura y simple).
Peo no se habría explicado en absoluto lo que el hecho religioso (como el hecho político, artístico, etc.) tiene de propio, de irreductible a toda otra cosa (no estamos de acuerdo en disociar religión y fe para eliminar lo Sagrado, factor esencial).


En consecuencia no es posible conciliar Marxismo y Cristianismo salvo deformación tramposa de uno, o ambos. Ambos están en total oposición al menos en cuatro puntos importantes:
1º.- la idea de la realidad, 2º.- la jerarquía de los bienes y los males, 3º.- el fin perseguido, y 4º.- la elección de los medios.


1º.- Idea de la realidad.
Para los cristianos, para el hombre religioso, incluuyendo espiritualistas laicos el mundo material tieen una existencia indubitable, es la obra de Dios y no debe despreciarse. La realidad suprema es Dios y el mundo espiritual, más rico y ontológicamente que el material.
Sentir de otro modo no es cristiano ni religioso.
Para el marxista el súmmum de la alienación mistificadora ¡es admitir algo distinto del mundo material!


2º.- la Jerarquía de los bienes y males.
Para el cristiano el mal supremo, la única alienación integral, es el pecdo, la falta mora. Comprado con esto el resto es poca cosa.
Para el marxista, la noción de pecado es radicalmente mistificante y fantasmagórica (Nietzsche y Freud), el mal supremo es, pues, el sufrimiento que resulta de la opresión social.


3º.- Fin Peseguido.
Para el cristiano no hay que desentenderse de la vida humana, hay que combatir la injusticia con energía, pero nuestro fin último no es ese, sino salvar nuestra alma inmortal.
Es difícil de entender como algunos pueden horizontalizar el cristianismo para convertirlo en una toma de posición político-social.
Para el marxista la búsqueda de vida futura es opio, el paraíso se hará en la tierra, es su fin.



4º.- los Medios.
Para el cristiano hay actos, unos intrínsecamente malos y otros buenos. Nadie puede cambiar la moral natural y menos quienes la infringen. No se puede hacer un mal buscando un bien, es imposible, (aunque Dios puede sacar un bien del mal, pero eso es cuestión diferente).
Para el marxista la idea de “moral natural” es una invención burguesa y reaccionaria, como la moral religiosa. Así ¿Cómo va a sujetarse, cuando lucha, a un código ético mistificante, fabricado por los orpresores?
Si queda alguna duda, Lenin tiene al respecto docenas de fórmulas de claridad enceguecedora.
Es bueno lo que sirve a la causa de la REVOLUCIÓN, es malo lo que la obstaculiza, punto. La praxis marxista es maquiavélica aunque cansa repetir cosas tan elementales a los que no quieren oírlas.


Todas las mentiras de la propaganda, todos los argumentos casuísticos sobre “la constitución que prevé la libertad de práctica religiosa”, especialmente en las “democracias populares” no trabadas por el legalismo …


Habría que examinar la Historia del Progresismo, examinar paso a paso, desde la modesta Terre Huamine de Maurice Laudrain, nates de la IIGM, hasta el Padre Cardonnel y los franciscanos de Frères du monde, pasando por varios estadios intermedios, durante los cuales se admitía, cada vez más, “método” y cada vez más “doctrina” marxista.
En resumen, TODOS los argumentos esgrimidos para la síntesis Marxismo-Cristianismo se basan, sin excepción, en el ABANDONO de la FE cristiana y de una filosofía espiritualista. No es casualidad que los más fervorosos de un neo cristianismo comunista son los primeros que declaran que no les preocupa en absoluto la divinidad de Cristo, o la existencia del Dios personal que habría muerto con Jesucristo, siendo el único verdadero Dios la masa humana en vías de autodivinización, por la sangre, si es necesario ….






CONCLUSIÓN.
Una de las características más notables de la famosa dialéctica es que pasa, de hecho, al lado de lo que constituye para nosotros lo esencial.
Según Jacques Martitain (que llega al fondo del problema): “lo que quisiera establecer es el procedimiento típico del materialismo dialéctico. Consiste, no sólo en reconocer la importancia de la historia, sino en servirse de la historia de una cosa para escamotear la naturaleza de esta cosa y explicar así la cosa reemplazándola por su historia.
La historia de la poesía presupone la poesía ¿Váis a estudiar la poesía y preguntaros en qué consiste? … de ningún modo. Si estáis iniciados en los secretos de la dialéctica, relataréis cómo la poesía se desarrolla en la historia, gracias a una serie de contradicciones indternas, oposiciones y síntesis sucesivas, este etado de la poesía engendrando aquel otro estado por autogeneración, el romanticismo surgiendo del clasicismo, y la poesía proletaria surgiendo de la poesía burguesa que, negándose, se supera, etc. …
Y he aquí todo, nada más que decir de la poesía, el materialismo dialéctico ya habrá dado cuenta de ella. Todo esto supone, por supuesto, nociones empíricas amontonadas en mayor o menor medida sobre la poesía, pero ningún análisis filosófico de la naturaleza de ésta” (aunque tal vez ¿científico?) (en Quatre Essais sur l'esprit dans sa Condition Chamelle, Desclée de Brouwer, Cp. IV, pg. 225).


Como Nietzsche y Freud, Marx ha reemplazado la pregunta ¿QUÉ ES? Por ¿QUIÉN Y POR QUÉ?
Esta fórmula es de gran e inmenso alcance, se trata del completo trastocamiento de la filosofía heredada de los Griegos, que cree en las “NATURALEZAS” y en las definiciones rigurosas (ver diálogos de Platón, la obra de Aristóteles). Lo que es de impulso espontáneo, radical, del espíritu humano, que engendra así “la metafísica natural de la inteligencia humana”.


Por el contrario Nietzsche, Freud y Marx tienen en común un historicismo y un psicologismo que no difiere en cuanto al fondo sino en modalidad y no en naturaleza, del tipo de los criticados victoriosamente por Husserl en “las investigaciones lógicas” (Tomo I, Cp VII: El psicologismo como relativismo escéptico).


Esto explica que, a pesar de los contrastes señalados -y evidentes- su influencia se unifica para constituir una especie de fondo aceptado, una manera de tomar los problemas, que se convierte, en el “hombre moderno” culto -incluso en los otros, por la acción de los mass-media-.