«El Silmarillion y nosotros» por Julio Fígaro para Paso al frente.
__________________________
¿Qué somos? Eterna pregunta retórica. La realidad es que no llegamos a tanto como intentan hacernos creer. Pretenden crear, entre hortera parafernalia hedonista, un ambiente antropocéntrico capaz de mitificar al hombre. Somos seres que, en el mejor de los casos, de las veinticuatro horas que tiene el día pasamos más de catorce inhabilitados para algo serio, en la cama, en el baño o alimentándonos; durante las otras diez, por mucho que corramos, tampoco podemos hacer más de lo que puntualmente toque. Así pasan los días y, con ellos, la vida. En absoluto debemos desmoralizarnos por ello: asumirlo, simplemente, nos pone en el sitio correspondido, ni más ni menos. De todos los seres humanos que vagan por la tierra, siento profunda admiración y debilidad por los nuestros, los nuestros de verdad, los que son capaces de darse por aludidos al leer estas palabras; somos seres capaces de todo, dignos de estudio por estar y haber estado siempre absolutamente locos, pues «víctimas del odio, los nuestros no cayeron por odio, sino por amor»; somos seres capaces de condenar nuestro paso por la tierra; de ser señalados, perseguidos, vilipendiados por todos aquellos cuyos nombres siquiera conocemos, y, aún así, seguimos dispuestos a dar cada instante por ellos, ya que luchamos por un destino mejor para todos. Luchamos por lo social, socializamos continuamente, pero hemos sabido desarrollar y ejercitar una capacidad intachable de disfrutar la soledad. Amamos la música, la gastronomía, la tierra, los abrazos, la palabra de honor y la conversación, la fidelidad y el perdón, el tiempo que nos queda y el que no pudimos conocer. Amamos la belleza y por eso intentamos levantarla en una promesa permanente de servicio y entrega sin remordimientos. También nos emocionamos como niños, sentimos vergüenza, miedo y pena; nos escurrimos y equivocamos en casi todo lo que ni siquiera llegamos a terminar de hacer, pero, en los errores, fallamos de frente; por eso las tortas nos caen sin problema ni pudor, dado que no nos escondemos. A veces cuesta y otras parece imposible, pero aquí seguimos, vivos. Y, por tanto, como de los Dúnedain en El Silmarillion, de nosotros se dirá que «viajar por el ancho mar fue la hazaña y la aventura principal de esos hombres atrevidos en los galanos días en que aún eran jóvenes». No somos, ni dará tiempo nunca a ser más que eso, jóvenes: jóvenes dispuestos a luchar contra el mal que siempre acecha y que magistralmente refleja Tolkien en la obra citada anteriormente, concretamente en Akallabêth, La caída de Númenor, donde se habla del castigo divino a la corrupción:
«Dicen los Eldar que los Hombres vinieron al mundo en el tiempo de la Sombra de Morgoth, y que no tardaron en caer bajo su dominio; porque él les envió emisarios, y ellos escucharon las malvadas y astutas palabras de Morgoth, y veneraron la Oscuridad, aunque la temían, y erraron siempre hacia el oeste; porque habían oído el rumor de que en el oeste había una luz que la sombra no podía oscurecer. Los sirvientes de Morgoth los perseguían con odio, y los caminos que recorrían eran penosos y largos; no obstante llegaron por fin a las tierras que dan al Mar, y penetraron en Beleriand en los días de la Guerra de las Joyas. Se los llamó Edain en la lengua Sindarin; y se hicieron amigos y aliados de los Eldar, y cumplieron hazañas de gran valor en la guerra contra Morgoth».
https://pasoalfrente.wordpress.com/2...-julio-figaro/
Actualmente hay 1 usuarios viendo este tema. (0 miembros y 1 visitantes)
Marcadores