- Es el país de la UE que implanta más prótesis mamarias y el cuarto del mundo en intervenciones estéticas - Alrededor de 25.000 mujeres aumentaron en 2005 el tamaño de sus pechos - Las operaciones se incrementan un cinco por ciento cada año



Madrid- Cada vez más españolas optan por aumentar su talla de sujetador. Al menos es lo que apuntan las últimas estadísticas. Más de 50.000 prótesis de silicona implantadas en 2005, de acuerdo con datos de los fabricantes. O, lo que es lo mismo, alrededor de 25.000 mujeres operadas para aumentar el tamaño de sus pechos, que sitúan a nuestro país a la cabeza de Europa en este tipo de intervenciones. De acuerdo con la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (Secpre), el aumento mamario mediante prótesis, técnicamente denominado mamoplastia, es «una de las intervenciones de cirugía estética más populares y frecuentes en nuestro país».

Pero España no sólo es líder en mamoplastias. Los españoles cada vez se animan más a pasar por el quirófano para corregir todo tipo de defectos físicos. De acuerdo con David Cohen, presidente de la Sociedad Española de Cirugía Estética, en nuestro país «se realizan alrededor de 300.000 intervenciones de estética». De ellas, «un 20 por ciento son mamoplastias». Se trata de una cifra que va en aumento, pues según José Manuel Pérez Macías, presidente de la Secpre, «las operaciones de cirugía plástica con fines estéticos aumentan alrededor de un 4 o un 5 por ciento cada año. En 2004, fueron alrededor de 45.000 las prótesis colocadas en España».

Esto sitúa a nuestro país a la cabeza del mundo en operaciones de estética. Sólo Estados Unidos, México y Argentina superan las cifras españolas.

Los europeos más operados. La obsesión por el bisturí en Norteamérica es tal, que lejos de regalar libros, ropa o un jersey, muchas adolescentes reciben como regalo de cumpleaños un implante mamario. Sin llegar a estos extremos, los españoles somos los europeos más operados. A fin de cuentas, mostramos más nuestro cuerpo que los vecinos del norte-, y la mamoplastia es la intervención más demandada.

Pero las prótesis de mama no siempre se colocan con fines exclusivamente estéticos. Entre un seis y un siete por ciento de los casos corresponden a mujeres que se someten a estas intervenciones porque han sufrido un cáncer de mama o un accidente que ha obligado a extirparles un pecho. El 93 por ciento restante busca mejorar su aspecto o acabar con un complejo.

Sin embargo, las mamoplastias también conllevan importantes riesgos. En concreto, las mujeres que se someten a implantes mamarios corren el riesgo de sufrir complicaciones relacionadas con la cápsula que el organismo forma a su alrededor, lo que se conoce como la contracción capsular.

A principios de los años noventa, con el «boom» de la cirugía de los senos, miles de pacientes fueron intervenidas en todo el mundo, aunque llegaron también las primeras complicaciones derivadas del aumento de mamas con silicona.

Entre auténticas «chapuzas» -que hoy en día se siguen registrando de manos de profesionales poco cualificados en clínicas fraudulentas- los especialistas comenzaron a constatar la existencia de problemas achacables a las propias prótesis y geles empleados. La sospecha de posibles efectos secundarios derivados de los implantes desató la alarma e incluso el órgano encargado de supervisar la seguridad de los fármacos en EEUU, la Administración para los Alimentos y las Medicinas (FDA), decretó su prohibición en 1992. Tras diez años de ensayos clínicos, las autoridades sanitarias llegaron a la conclusión de que esos materiales no son tan peligrosos como se pensaba.

Hace apenas tres semanas, un estudio llevado a cabo por el Centro de Cáncer Vanderbilt-Ingram del Instituto Internacional de Epidemiología y el Instituto Karolinska de Suecia entre cerca de 3.500 mujeres desterró la idea de que exista una correlación entre las mamoplastias y el cáncer de mama.

Así, catorce años después del veto a la silicona en EE UU -se usó durante ese período una solución salina como relleno del pecho- , la investigación en un campo tan lucrativo de la medicina da sus frutos y los especialistas consideran que se ha ganado mucho en seguridad. Aunque el contenido puede ser de varios tipos: gel de silicona cohesivo o suero fisiológico; de la envoltura lisa se ha pasado a superficies más rugosas. Estas últimas prótesis, llamadas texturadas, son actualmente las prótesis mamarias más utilizadas en las intervenciones. Un reciente estudio presentado en el Congreso Argentino de Cirugía Plástica ha demostrado que las prótesis de silicona de superficie texturada microporosa son las más eficaces para prevenir posibles complicaciones alrededor del implante realizado.

Respuesta del organismo. El trabajo, dirigido por el doctor Francisco José Escudero Nafs, Jefe de Servicio de Cirugía Plástica y Reparadora del Hospital Universitario Virgen del Camino de Pamplona, concluye que este tipo de implantes modulan la respuesta del organismo ante la presencia del cuerpo extraño que se le ha implantado y favorecen la adherencia entre la prótesis y la cápsula que se forma a su alrededor. Esta adherencia puede resultar altamente beneficiosa a la hora de que la mama operada se mantenga blanda y natural. Según asegura el propio doctor Escudero, «las prótesis empleadas habitualmente en España son de gran calidad y los mejores resultados estéticos se obtienen con prótesis texturadas que contienen gel de silicona cohesivo y que presentan formas anatómicas similares a las de la mama».


R. Serrano / D. Ruipérez
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