Revista ¿QUÉ PASA? núm.202, 11-Nov-1967
¿Quién es el último Maroto? Acaso lo sea el secretario general de la Comunión Tradicionalista
Por ROBERTO BAYOD PALLARES
¡LAS CARTAS BOCA ARRIBA!
Las tempestades antiespañolas, soplando del mismo lado que las tormentas anticatólicas, no han podido en ciento cincuenta años cortar el hilo de la continuidad de esa fuerza vital que es el carlismo, porque él no puede morir, ya que es inmortal.
Todos los poderes ocultos firman alianzas contra la Tradición hispánica, católica, monárquica y logran contactos y pactos con los poderes que no son ocultos. Los primeros, que son los tenebrosos, se infiltran en los más altos puestos entre los rectores de la causa, y ocupan elevados peldaños. Son modernos Judas que siguen las consignas y enseñanzas del maestro, de aquel que llegó a sentarse en la misma mesa del Rey de Reyes, precisamente en el momento más importante entre la Encarnación y la Redención. Sus seguidores, a través de los siglos, van realizando la misma tarea destructora. Ejemplos los tenemos en todas las páginas de la Historia. No obstante, nosotros no mencionaremos más que algunas de las traiciones que demuestran que el carlismo no puede morir, ya que es inmortal.
Lo que ocurre es que la traición de Maroto es modelo perfecto de todas las demás. Reúne todos los agravantes, incluso fue festejada con desfiles y con manifestaciones ostentosas. No por ello murió el carlismo. Cabrera continuó con sus aguerridas huestes, recibiendo los impactos de continuas traiciones, a las que se sucedieron otras cuando la guerra capitaneada por Carlos VI, en el desembarco de San Carlos de la Rápita, y otras en la última guerra del siglo XIX, cuando Carlos VII. Ninguna de esas traiciones acabó con el carlismo, pues no puede morir, ya que es inmortal.
Llegamos a los últimos años (1967). El carlismo se había repuesto de la convulsión interior originada por la escisión del reducido grupo que aceptó al conde de Barcelona. El pueblo carlista seguía fiel a los Borbón-Parma, y se aglutinaba como un solo hombre en torno a los dirigentes de la Comunión Tradicionalista. Entre estos destacaban las grandes figuras de Zamanillo y de Valiente (ambos procedentes del integrismo).
Zamanillo, el hombre que siguió la trayectoria de sus mayores, el carlista-clave, juntamente con Fal-Conde, en la preparación del Alzamiento por parte de la Comunión Tradicionalista. Zamanillo era el jefe nacional del Requeté, era el organizador por excelencia y, al propio tiempo, de una cultura y formación política adecuada para desempeñar los más altos puestos. Sus dotes le llevarían al puesto de secretario general de la Comunión Tradicionalista y a la presidencia de la Hermandad de Antiguos Tercios de Requetés, y más tarde a la Secretaría de las Cortes Españolas y a formar parte de ponencias sobre leyes fundamentales. Representaba la fidelidad a la doctrina y a la dinastía, así como a los héroes y mártires de la Cruzada. Estas cualidades eran un estorbo para los falsos carlistas que lograban escalar puestos, hasta alcanzar los más decisivos en la marcha del Tradicionalismo. Me refiero, como nuestros lectores habrán adivinado, a Massó, a Parrilla y a sus amigos y satélites. Les urgía la separación del carlista sano y fiel. Por medio de ardides lo lograron y se frotaron las manos, pero el carlismo continuó rindiendo sus frutos, porque el carlismo no puede morir, ya que es inmortal.
Valiente era otro Aparisi y Guijarro. Por medio del estudio, de la observación, del talento en la busca de la verdad, halla que la única puerta de salvación de España está en el carlismo. También es hombre de grandes dotes, es un verdadero «hombre de Estado». Valiente conoce los secretos de la política y no se amedrenta por las falsas maniobras de los demás. Tiene una oratoria arrolladora, porque además, siente cuanto dice. Es capaz de inflamar a todo un pueblo, a pesar de que jamás su palabra degenera en demagogia. Su carlismo íntegro y su lealtad al 18 de julio y a su Cruzada, así como sus cualidades, le llevaron al puesto de mayor responsabilidad en el carlismo. Sucede a Fal-Conde (tras un interregno) como jefe delegado de la Comunión Tradicionalista. Con este título ha sido recibido por el Caudillo, según notas de la prensa. Es el representante de don Javier Borbón-Parma. Los falsos carlistas, es decir los intrusos en el religioso y patriótico recinto de la Comunión Tradicionalista creen que, habiendo eliminado a Zamanillo no hay necesidad, de momento, de apartar a Valiente. Creen que será suficiente para que el carlismo muera, pero olvidan –o ignoraban— que el carlismo no puede morir, ya que es inmortal.
Efectivamente, no consiguen matar al Tradicionalismo, a pesar de las marañas. El carlismo sigue su marcha, y está presente en la vida política española, como lo demuestran las constantes y fructíferas actuaciones de los Procuradores en Cortes de marcada formación ideológica en la Tradición, al discutirse importantes dictámenes en las Comisiones de Leyes Fundamentales. Esos mismos Procuradores son atacados por los intrusos en el carlismo, precisamente porque la labor que realizaban era la de católicos a machamartillo. Los conjurados contra la sacrosanta Causa se desesperan al ver la inmortalidad del carlismo. Contemplan con odio el clamor popular de adhesión en la plaza de los Fueros de Estella a don Javier Borbón-Parma y al profesor Valiente (mayo de 1967), y publican una nota en la prensa, según la cual se separan de la ideología de la Monarquía Tradicional, es decir, abandonan el carlismo. Creían —lo que hace la ignorancia o la pasión desenfrenada o el orgullo— que el pueblo carlista les seguiría, y con él podrían formar un partido progresista, aliado con cuantos quieran oponerse al régimen surgido de la sangre de los requetés. Se equivocaron. porque el carlismo no puede morir, ya que es inmortal.
De todo ese grupo la figura más destacada, la que había llegado a ocupar los puestos de mayor confianza, es Massó, cual otro Maroto. Mas la huida de este grupito no dejó limpia la Comunión Tradicionalista. Quedaron agazapados varios de sus amigos y discípulos, que eran hechura ideológica en progresismo y neoliberalismo. Estos tumores se podrían localizar en la esfera nacional, así como en los órganos regionales. No cabe silenciar a ese querido diario «El Pensamiento Navarro» que hace año y medio, es decir, hasta que el Consejo de Administración —en gran parte afecto a la dinastía liberal de Estoril— consiguió desplazar al culto, inteligente, sagaz y carlista de cuerpo entero don Francisco López Sanz. Este diario, aliado con Massó, sigue su labor desorientadora en materia tradicional. Una de cal y otra de arena, para que la labor sea más nefasta y menos denunciable. Desde la propia fortaleza del carlismo atacan a éste, pero no puede morir porque es inmortal.
¿Cómo es posible que siga la labor destructora de los Massó y Parrilla, aun estando fuera de la disciplina de la Comunión Tradicionalista? Por medio de esos hombres, aliados suyos, que escriben en «El Pensamiento Navarro» (y hasta en la limpia y ortodoxa «Montejurra» han logrado introducir su basura política, si bien esperamos que tan sólo haya sido un «lapsus», y ante todo por medio de un hombre que logró quedarse y que ha ocupado —y sigue ocupando todavía— el puesto de mayor responsabilidad en el Gobierno de la Comunión Tradicionalista, después del profesor Valiente. Este nuevo y más reciente Maroto se llama —NO OS ASUSTEIS, QUERIDOS CARLISTAS— don José María Zavala, secretario general de la Comunión Tradicionalista, ferviente enemigo de este semanario, amigo de Massó y que quiere pactar con los enemigos del Régimen (comunistas, anarco-sindicalistas, republicanos, demócrata cristianos, socialistas, etc.) y que a tal efecto él y su amigo Massó consideran que lo mejor es desplazar al integérrimo profesor Valiente, como ayer lo hicieron con Zamanillo, admirado éste por todos los verdaderos carlistas. Creen que si su operación «Moisés» sale victoriosa podrán matar al carlismo, pero ignoran que no puede morir porque es invencible.
¿Por cuánto tiempo el señor Zavala continuará siendo pieza fundamental en el gobierno del carlismo? ¿No se tomarán medidas por quien corresponda para impedir el que se consume la alta traición?
Nosotros —yo al menos— aún tenemos confianza en que la dinastía Borbón-Parma salga inmaculada de esta prueba quizá definitiva para su legitimidad. Se impone la energía contra quien osa pactar con los que fueron los asesinos de los requetés inmolados por la Causa. Esta limpieza debe ser empleando los detergentes más poderosos, y no solamente en ese alto dirigente, sino en todos los rincones de la Patria, muy especialmente en sus órganos de difusión. El día glorioso en el que se demuestre que la dinastía coge el látigo como Jesús en el templo y arroja a todos los que profanan la casa o familia del carlismo, el día en que se demuestre que la dinastía legítima, portavoz y portaestandarte de la Tradición, no tiene contactos públicos, semipúblicos o privados con miembros de la dinastía liberal será llegado el momento en que otros carlistas fieles a la doctrina se abrazarán efusivamente a todos nosotros y todos juntos defenderemos la bandera de la Santa Tradición, que no puede morir, ya que es invencible.
Son varios los amigos y correligionarios que se me han ofrecido a firmar esta colaboración, como formando un grupo de fieles a la dinastía, a la doctrina carlista, a los Principios del Movimiento y a sus Leyes Fundamentales, pero he querido soportar yo sólo las iras que se acumularán de todos esos que queremos desenmascarar.
Es grave, muy grave la acusación, ya lo sabemos, pero las pruebas están BOCA ARRIBA.
¡Viva don Javier! ¡Viva la Tradición!
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