LOS PRO-ABORTISTAS, LA SECTA DE HERODES
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BERNAT
SORIA, SUSPENSO EN HISTORIA
La Inquisición española vuelve a ser mencionada. Cuando falla agitar el fantasma del franquismo, se saca el "Coco" de la Inquisición. Refiriéndose a los periodistas que han sacado a plaza los horrores de los centros de exterminio abortistas, el Ministro de Sanidad y Consumo, Bernat Soria, compara a estos informadores con la Inquisición, y añadió en Radio Alcoy que el debate sobre el exterminio infanticida -el aborto- que se realiza a diario en España:
"Es un debate ya resuelto en España. No podemos volver a los tiempos de la Inquisición, volver a 500 ó 300 años atrás. El país que inventó la Inquisición parece que no quiere olvidarse de ella. No puede ser que haya un 5 o un 6 por ciento de personas que quieran ser los inquisidores del resto".
Así estará de pez en Historia este ministro, que no sabe ni cuándo se abolió el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición. Seguro que la asignatura de Historia nunca fue su fuerte, pero a él le da igual, nos habla de la Inquisición y confía, como buen conductista, en que los que están tan desinformados como él (que no son pocos) reaccionen en consecuencia a la proporción de su condicionamiento conductual.
Los informadores que han denunciado las prácticas ilegales de las clínicas abortistas (que por cierto aportan pingües beneficios a sus accionistas) son comparados con los inquisidores por el ministro. Yo podría compararlo a él, en sus investigaciones con células madre, con Josef Mengele; ya saben ustedes, el siniestro científico loco hitlerista, el Ángel de la Muerte; pero no tendré tan mal gusto. Puestos a comparar a este ministro, bien pudiéramos compararlo, a la luz de la defensa que hace del aborto, con Herodes: el que mandó matar a los niños; con lo que, pásmense los progresistas como él, en esta comparación Bernat Soria no nos haría volver a 500 o 300 años, sino a 2008 años atrás. Siempre les pasa igual, estos progresistas se creen muy avanzados, pero son los más retrógrados.
El aborto es un crimen y la nación que lo legaliza comete uno de los más horrorosos pecados que pueden cometerse. Y considérese que, como bien dijera Vázquez de Mella:
"Si los pueblos tuvieran alma subsistente e inmortal, como los individuos, encontrarían en una vida futura el galardón de sus méritos y la pena de sus delitos; pero como viven y mueren en el tiempo, en la tierra reciben las recompensas y los castigos. Y como Dios sería injusto, y la ley moral mentiría, si quedase la maldad sin pena, por eso los delitos sociales son castigados con catástrofes y las civilizaciones corrompidas con barbaries"
("Los peligros de las dos barbaries", publicado en "El Pensamiento Español" del 19 de enero de 1920).
Los gobernantes que favorecen este delito social atraen calamidades sobre nuestra nación. Un pueblo que tiene semejantes gobernantes tiene que hacer todo lo posible por expulsarlos de los poderes públicos. En esto del aborto falta un frente social y cívico que plante cara a los que se llenan de dinero los bolsillos.
El feliz día en que el aborto sea prohibido, habrá que depurar responsabilidades: los mercenarios que lo practican, perjuros de su juramento Hipocrático, tienen que ser sentados en un tribunal de crímenes contra la humanidad, y las clínicas abortivas, una vez clausuradas para el exterminio, podrán ser convertidas en centros en que se rece por todas las almas de esos nonatos sacrificados en sus cámaras de la muerte, en las aras del demonio Mammón. No hará falta ir a Auschwitz para ver un edificio infernal.
Este Bernat Soria propone el aborto, como Herodes ordenó asesinar a los Santos Inocentes. Si Bernat Soria compara a los periodistas que han sacado a la luz las corruptelas del negocio genocida, yo no me resisto a comparar a Bernat Soria con lo más parecido a un ministro de Herodes. Y a los mammones que asesinan niños a cambio del vil metal los llamo con su nombre y apellidos: verdugos y criminales contra la Humanidad.
No podemos conformarnos con que se ilegalice el aborto. Hay que procesar y juzgar a todos los que lo practican o hacen su apología.
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