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Tema: Un Argumento Contra la Democracia Moderna

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    Re: Un Argumento Contra la Democracia Moderna

    viernes, 5 de febrero de 2016

    Sufragio universal - Padre Julio Meinvielle






    Nada más deplorable, en cambio, y opuesto al bien común de la nación, que la representación a base del sufragio universal. Porque el sufragio universal es injusto, incompetente, corruptor. Injusto, pues niega por su naturaleza la estructuración de la nación en unidades sociales (familia, taller, corporación); organiza numéricamente hechos vitales humanos que se substraen a la ley del número; se funda en la igualdad de los derechos cuando la ley natural impone derechos desiguales: no puede ser igual el derecho del padre y del hijo, el del maestro y el del alumno, el del sabio y el del ignorante, el del honrado y el del ladrón. La igual proporción, en cambio — esto es la justicia — exige que a derechos desiguales se impongan obligaciones desiguales. Incompetente, por parte del elector, pues éste con su voto resuelve los más trascendentales y difíciles problemas religiosos, políticos, educacionales, económicos.

    De parte de los ungidos con veredicto popular, porque se les da carta blanca para tratar y resolver todos los problemas posibles y, en segundo lugar, porque tienen que ser elegidos, de ordinario, los más hábiles para seducir a las masas, o sea los más incapaces intelectual y moralmente. Corruptor, porque crea los partidos políticos con sus secuelas de comités, esto es, oficinas de explotación del voto; donde, como es de imaginar, el voto se oferta al mejor postor, quien no puede ser sino el más corruptor y el más corrompido. Además, como las masas no pueden votar por lo que no conocen, el sufragio universal demanda el montaje de poderosas máquinas de propaganda con sus ingentes gastos. A nadie se le oculta que a costa del erario público se contraen compromisos y se realiza la propaganda. Tan decisiva es la corrupción de la política por efecto del sufragio universal, que una persona honrada no puede dedicarse a ella sino vendiendo su honradez; hecho tanto más grave si recordamos que, según Santo Tomás, un gobernante no puede regir bien la sociedad si no es "simpliciter bonus", absolutamente bueno. (I - II, q. 82, a. 2 ad 3). El sufragio universal crea los parlamentos, que son Consejos donde la incompetencia resuelve todos los problemas posibles, dándoles siempre aquella solución que ha de surtir mejor efecto de conquista electoral. En las pretendidas democracias modernas, donde el sufragio universal es el gran instrumento de acción, los legisladores tienen por misión preferente abrir y ampliar los diques de la corrupción popular. Hay quienes pretenden salvar el sufragio universal, y su corolario, el parlamento, imputando a los hombres y no a estas instituciones, los vicios que se observan.

    Pero no advierten que los vicios indicados les son inherentes, y es en ellas donde reside el principio de corrupción de las costumbres políticas. El individualismo, que es la esencia del sufragio universal, arranca de la materia, signada por la cantidad, y la materia, erigida en expresión de discernimiento, disuelve, destruye, corrompe, porque la bondad adviene siempre a las cosas por la vía de la forma, según los grandes principios de la metafísica tomista. Fácil sería demostrar que los descalabros de la política moderna son consecuencia de considerar 40 toda cuestión bajo el signo de la materia.


    Concepción católica de la política: El sufragio universal


    Visto en: Castigat Ridendo Mores


    Fuente: El Renegáu



    ____________________________

    Fuente:


    Nacionalismo Católico San Juan Bautista: Sufragio universal - Padre Julio Meinvielle

  2. #2
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    Re: Un Argumento Contra la Democracia Moderna

    La decadencia de la democracia pasa desapercibida

    Posted on 25/7/2017 by admin

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    Por Roberto Savio*



    Roma, 25 jul (Other News) – Los dirigentes políticos están tan ocupados peleando por un cargo que no parecen notar que el negocio podría cerrar. La democracia está en decadencia y, sin embargo, el asunto no figura en la agenda parlamentaria. Todos comparten la pérdida de visión, de planificación y de búsqueda de soluciones a largo plazo y el empleo de la política para concentrar poder.

    En inglés, hay dos acepciones de “politics”, una para referirse a la maquinaria, y otra, a la visión política. En las lenguas latinas, solo hay una “política”, empleada ahora también en los países angloparlantes, tanto en la Gran Bretaña de Theresa May como el Estados Unidos de Donald Trump.

    En pocos años, hemos sido testigos del increíble florecimiento de gobiernos autoritarios, y quizá la Turquía de Recep Tayyip Erdogan sea el mejor ejemplo. Elegido primer ministro en 2002 y presidente en 2014, ha sido considerado como una prueba de que se puede ser musulmán y defender la democracia.

    Erdogan comenzó a adoptar un perfil más fundamentalista y autoritario, como lo demuestra la dura represión en 2013 de miles de manifestantes, quienes protestaban contra los planes de construir un supermercado en una emblemática plaza de Estambul.

    Desde entonces, se aceleró la tendencia a abusar del poder. En 2014, lo acusaron, junto a su hijo, de corrupción, en el marco de lo cual detuvieron a tres hijos de ministros suyos. Erdogan responsabilizó de la situación al Movimiento de Gülen, una iniciativa espiritual encabezada por un exaliado, el clérigo Fethullah Gülen, actualmente radicado en Estados Unidos.

    En 2016, cuando la intentona golpista de algunos sectores de las fuerzas armadas, el presidente turco aprovechó para deshacerse de los seguidores de Gülen y de otros opositores, mandó a prisión a 60.000 personas y destituyó a unos 100.000 funcionarios públicos.

    Las prácticas de Erdogan se asemejan a las de Iósif Stalin y de Adolf Hitler en el trato dispensado a esas 100.000 personas, a las que se les impidió emplearse en la actividad privada y se les retiró el pasaporte, al igual que a sus familiares. Al ser consultado sobre cómo harían para sobrevivir, el gobierno respondió que incluso alimentarse de raíces era “demasiado bueno” para ellas.

    Entre los funcionarios afectados hay cientos de jueces y decenas de miles de maestros y profesores universitarios destituidos sin sumario ni ninguna imputación formal.

    ¿Y cómo reaccionó Europa? Con declaraciones vacías, tras lo cual Erdogan se volvió más autoritario. Construyó un palacio presidencial de 300,000 m2 , con 1.150 habitaciones, más grande que la Casa Blanca y el Kremlin, donde hay una oficina de tres habitaciones dedicada a probar la comida por temor de ser envenenado. La construcción costó cerca de 500 millones de euros (unos 582 millones de dólares), según declaraciones oficiales, y 1.000 millones de dólares, según estimaciones de la oposición.

    En defensa de Europa podría decirse que Turquía no es miembro de la Unión Europea (UE) y, de hecho, sus acciones redujeron enormemente la probabilidad de alguna vez se integre al bloque.

    Pero no es el caso de Polonia y Hungría, dos miembros de la UE y beneficiarios de un gran apoyo económico.

    Desde que Polonia ingresó a la UE, en 2004, recibió más de 100.000 millones de dólares por concepto de varios subsidios, el doble del Plan Marshall al valor actual del dólar y la mayor transferencia de dinero en la historia moderna.

    Sin embargo, el gobierno polaco se embarcó en el desmantelamiento de instituciones democráticas, la última fue el sistema judicial, lo que llevó incluso a la adormilada UE a advertirle que podría perder el derecho de voto, lo que fue recibió con total indiferencia por parte del gobierno.

    A pesar de ello, nadie ha propuesto formalmente recortar los subsidios, que en el presupuesto de 2014 a 2020 ascienden a 60.000 millones de dólares, la mitad de lo que el mundo destina a la asistencia al desarrollo para casi 150 países.

    Por su parte, Hungría, encabezada desde 2010 por Viktor Orbán, quien aboga por una “democracia iliberal”, se niega a aceptar inmigrantes, a pesar del subsidio de la UE, al igual que la primera ministra polaca Beata Szydło.
    Hungría, con su pequeña población de menos de 10 millones de habitantes, en comparación con los 38 millones de Polonia, es el tercer beneficiario de los subsidios de la UE, unos 474 euros por habitante, mientras la tercera parte de la población mundial vive con menos de eso.

    Además, el Banco Europeo de Inversiones otorga un subsidio neto de 1.000 millones de euros (alrededor de 1.164 millones de dólares), y Hungría recibió 2.400 millones de euros (2.794 millones de dólares) del programa de apoyo a la balanza de pagos.

    Polonia y Hungría formaron el grupo Visegrád, junto con Eslovaquia y República Checa, que está en campaña permanente contra la UE y sus decisiones. De más está decir que los subsidios a estos últimos dos países superan ampliamente sus contribuciones.

    ¿Acaso Erdogan, Orban, Szydlo son dictadores? Al contrario, fueron elegidos democráticamente, como Rodrigo Duterte, en Filipinas, Robert Mugabe, en Zimbabwe, Nicolás Maduro, en Venezuela y otros 30 presidentes autoritarios que hay en el mundo.

    Pero en Europa eso es nuevo, al igual que lo es un presidente estadounidense con una agenda aislacionista y de confrontación internacional y elegido como de costumbre, como es Donald Trump.

    Una encuesta a fines de sus primeros seis meses de mandato concluyó que sus votantes lo volverían a elegir y que el apoyo del gobernante Partido Republicano solo bajo de 98 a 96 por ciento. A escala nacional, su popularidad disminuyó a 36 por ciento. En otras palabras, si en este momento hubiera elecciones, probablemente sería elegido para un segundo mandato.

    Eso nos lleva a preguntarnos, ¿por qué seguimos considerando que las elecciones equivalen a democracia? Porque así es como se expresa la población.

    Por cierto, a la gente no le gusta la corrupción, considerado el mayor problema de los gobiernos actuales, según las encuestas. Pero a menos que alcance niveles sistemáticos como en Brasil, los numerosos estudios existentes no muestran una correlación entre corrupción y castigo electoral.

    La corrupción ha permitido a los gobernantes populistas para prometer librarse de ella, exactamente lo que hizo Trump en su campaña. Sin embargo, ahora, el conflicto de interés y la falta de transparencia entre sus intereses privados no tienen precedentes en la Casa Blanca.

    Eso nos lleva a otra pregunta. Si las ideologías desaparecieron y la política se volvió principalmente una cuestión de eficiencia administrativa y personalidades, y no de ideologías, ¿cuál es el vínculo entre el candidato y sus votantes, quiénes siguen eligiéndolos a pesar de todo, como los que votaron a Erdogan, Trump, Orban y Szydlo?

    Quizás es hora de mirar a la política con nuevos ojos. ¿Qué aprendimos de las elecciones de los últimos años?

    Las personas se alinean bajo un nuevo paradigma, que no es político en el sentido en que se ha utilizado hasta ahora, se llama identidad.

    Los votantes eligen a aquellas personas con las cuales se identifican y las apoyan porque, en definitiva, defienden su propia identidad, sin importar nada más. No escuchan otros argumentos ni los toman en cuenta por considerarlos “noticias falsas”.

    Veamos en qué se basa esa cuestión de la identidad, las cuatro nuevas divisiones.

    La primera nueva división: ciudades contra el interior, pequeñas ciudades, pueblos o aldeas.

    En lo que se refiere al brexit, la gente optó en los pueblos por quedarse en Europa. Lo mismo ocurrió con quienes votaron a Erdogan, con poco apoyo en Estambul, pero muy popular en las áreas rurales. Quienes eligieron a Trump fueron principalmente votantes de los estados más pobres. Lo mismo ocurrió con Orban y Szydlo. Ninguno hubiera llegado al poder si las elecciones estuvieran restringidas a la capital y a las ciudades.

    La segunda división es la que hay entre jóvenes y adultos con más años. No hubiera se hubiera aprobado el Brexit si a los jóvenes les hubiera importado votar. Lo mismo ocurre con Erdogan, Trump, Orban y Szydlo.

    El problema es que una gran proporción de jóvenes dejó de tener un papel activo en política porque se sintieron dejados de lado y ven a los partidos como máquinas para mantenerse a sí mismos, corruptos e ineficientes. Por supuesto, eso juega a favor de quienes ya están en el sistema, que se perpetúa sin el impulso generacional para el cambio.

    Italia encontró 20.000 millones de dólares para salvar a cuatro bancos, cuando los subsidios destinados a los jóvenes rondan los 2.328 millones dólares. Con razón se sintieron marginados.

    La tercera división se refiere a que las ideologías en el pasado eran básicamente más inclusivas, aun si, por supuesto, el sistema de clases desempeñaba un papel significativo. Esta división entonces es entre quiénes por lo menos terminaron la enseñanza secundaria y quiénes no.

    Esa brecha se profundizará de forma drástica en las próximas dos décadas, cuando la robotización de la industria y de los servicios abarque a por lo menos 40 por ciento de la producción. Decenas de millones de personas quedarán fuera del mercado laboral; y serán las que tengan menos educación y no puedan participar en la cuarta revolución industrial.

    Las élites miran con desdén las opciones elegidas por los electores considerados ignorantes y provinciales, mientras los considerados ganadores cosechan lo que sea y los marginan.

    Por último, la cuarta división es muy importante para los valores de paz y cooperación como base de la gobernanza mundial, y es la que hay entre quienes ven el regreso del nacionalismo como solución a sus problemas, y por lo tanto odian a los inmigrantes, y quiénes creen que su país, en un mundo cada vez más competitivo, podría estar mejor si se incorpora a organizaciones regionales a internacionales.

    Dos ejemplos extremadamente sencillos: Europa y Estados Unidos.

    La UE hizo una encuesta entre nueve millones de estudiantes Erasmus, como se conoce a los becarios de ese programa de intercambio que van a estudiar a otros países. La iniciativa dejó más de 100.000 niñas y niños, hijos de los becarios que se casaron con alguien en el exterior: los verdaderos europeos. En el estudio, 92 por ciento de los consultados dijeron querer más Europa, no menos.

    Y en Estados Unidos, el clásico votante de Trump, el blanco, un grupo electoral en declive, pues en cada elección hay dos por ciento menos, no siguió estudiando después de la secundaria ni lee diarios ni libros y es originario de los estados más pobres.

    Esas personas perdieron su empleo, a menudo por la deslocalización de fábricas o minas, y están convencidas de ser víctimas de la globalización, creadora de grandes injusticias sociales y económicas.

    Y eso se debe a que durante dos décadas, solo se utilizaron índices macroeconómicos, como es el producto interno bruto (PIB), y los indicadores sociales fueron, en gran parte, rechazados. Ni al Fondo Monetario Internacional ni al Banco Mundial ni a la UE ni a los dirigentes les preocupaba cómo se dividía el crecimiento indicado por el PIB, convencidos de que el mercado era el único motor del crecimiento y sería capaz de resolver todos los problemas sociales.

    Hace poco dieron marcha atrás, pero ya es tarde, pues el mundo conoce una explosión de desigualdad sin precedentes, lo que contribuye a que el nacionalismo y la xenofobia ocupen un lugar central en el debate político.

    El nacionalismo no se reduce a Trump, Erdogan, Orban, Szydlo y el Brexit. También China, India, Japón, Filipinas, Israel, Egipto, Rusia y muchos otros países tienen gobiernos nacionalistas y autoritarios.

    Eso nos lleva a una conclusión muy simple: O la transición hacia un nuevo sistema político desconocido, que reemplace al actual, que no es sostenible, se basa en valores de justicia social, cooperación y paz (probablemente adaptando las actuales organizaciones internacionales) o será difícil evitar los conflictos, las guerras y el derramamiento de sangre.

    ¿Por qué el ser humano es el único animal que no aprende de experiencias pasadas?


    ————————————————————–


    *Periodista italo-argentino. Co-fundador y ex Director General de Inter Press Service (IPS). En los últimos años también fundó Other News, un servicio que proporciona “información que los mercados eliminan”. Other News . En español:OTHER NEWS EN ESPAÑOL | Las noticias que el mercado elimina En inglés:Other News | Information that Markets Eliminate




    ____________________________

    Fuente:


    La decadencia de la democracia pasa desapercibida | OTHER NEWS EN ESPAÑOL

  3. #3
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    Re: Un Argumento Contra la Democracia Moderna

    Divididos, desquiciados y domeñados

    Decía Oliveira Salazar que la "democracia" (mejor diríamos, partitocracia) no era para los pueblos latinos porque somos "pasionales".



    by Antonio Moreno Ruiz

    junio 17, 2018




    Hace poco departía con unas compañeras de trabajo italianas sobre las respectivas situaciones de Italia y España. Una del norte, otra del sur, y sin embargo, me insistían que Italia estaba peor que España. Yo no salía de mi asombro, pero me dieron datos acerca de los impuestos, la burocracia, el nivel de vida, la deuda pública o incluso la violencia, que como poco, dan mucho que pensar. Y es que en verdad el caso italiano es parecido al español (y por ende, al hispanoamericano): Intentar desde el siglo XIX por la fuerza y desde arriba ser lo que no somos. Desde la misma figura del estado-nación a otras estructuras que ni nos van ni nos vienen. Nosotros, hijos de la civilización mediterránea, “democracia” la traducimos como polis o “ciudad-estado/autosuficiente”, y esto se da desde la Hélade a los virreinatos americanos, pasando por los años tardorromanos y godos. ¿Pero qué tiene que ver la “democracia” tal y como la entendían los griegos (en complemento con la monarquía y la aristocracia?) a cómo se desarrolla durante el siglo XIX al calor de una mala imitación del parlamentarismo británico?

    Decía Oliveira Salazar que la “democracia” (mejor diríamos, partitocracia) no era para los pueblos latinos porque somos “pasionales”. Realmente, nuestra estructura familiar/social, es siempre tendente a “jerarquías clánicas” con cierta linealidad (no, no somos tribales/beduinos). Desde la masonería al imperio británico han intentado transformar el mundo a su antojo, y vive Dios que lo han conseguido, al menos para su beneficio, sirviéndose de malas traducciones, como si “free trade” fuera “libre comercio”; “libre” tal y como lo entendemos en nuestra koiné, me refiero. El “sistema de partidos” no es sino el refinamiento de una isla de piratas que está debatiendo cómo se reparte el botín. Llevado eso al continente, especialmente desde Francia, se transforma en otra cosa, que siempre da lugar a la revolución sangrienta, el rupturismo, el desorden… Y con ello, la emigración de millones de personas, hecho todavía recientísimo en Italia.

    En el fondo, nunca seremos de partidos. En todo caso, de personalidades, sentimientos, referencias… Lo que queramos. Pero no de partidos.

    Se dice que Italia es ingobernable, que hay muchos partidos… Pues claro, tantos como pasiones, personalismos o hipocresías. Si a eso le sumamos el concurso de las sociedades secretas (de las logias a la mafia), el revanchismo, el sentimentalismo… Y la estrategia de la tensión que se disputaron Estados Unidos y la URSS en la postguerra mundial, y que luego aplicaron en la España de la transición (con resultados muy parecidos a uno y otro lado del Mediterráneo), tenemos que al final, siempre estamos donde mismo.

    O volvemos/vamos por el camino a nuestras estructuras tradicionales y orgánicas como línea directa de nuestra cultura clásica, o seguiremos divididos, desquiciados y domeñados, hasta extinguirnos. Y sin olvidar que se nos viene una guerra por el cercano mar para la que no estamos preparados.


    -Antonio Moreno Ruiz



    ____________________________

    Fuente:


    https://eldiariodelamarina.com/divid...s-y-domenados/


    EspadaDeRoma dio el Víctor.

  4. #4
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    Re: Un Argumento Contra la Democracia Moderna




    Objeción del católico frente a la “democracia” relativista

    por Ángel Gutiérrez Sanz


    No solo las reglas emanadas de una democracia relativista merecen ser puestas en cuestión, también al sistema político que absolutiza lo relativo y relativiza lo absoluto. Un católico se ve en la difícil situación de tener que aceptar unos principios inamovibles como creyente y otros bien distintos como demócrata, de aquí la objeción de conciencia.


    Vivimos tiempos de "democracia" que para algunos es tanto como decir que vivimos en el mejor de los mundos posibles.

    Por lo general, cada sistema político mientras está vigente, pasa por ser el mejor dentro de la sociedad, en la que ha quedado establecido.

    Y una vez que ha logrado imponerse, su mayor preocupación es mantenerse en pie, haciendo creer a la ciudadanía que fuera del sistema “nulla est redentio”.

    Para convencer a la buena gente de que esto es así, se pueden utilizar varias estrategias, una de ellas es la manipulación que tan buenos resultados suele dar; pero tarde o temprano la verdad llega a imponerse y todas las miserias cuidadosamente ocultadas acaban saliendo a la luz.

    Los sistemas "democráticos" liberales en Occidente son incuestionados e incuestionables; pero ya que hoy se habla tanto de revisión histórica, no estaría mal, echar la vista atrás mirar al pasado y contemplar en escena al gran maestro Sócrates condenado a muerte por un tribunal democrático ateniense, fue una muerte que este hombre de bien asumió con la entereza que siempre le caracterizó. “ Ésta fue, nos dice Platón en el Felón, la muerte de nuestro amigo, hombre del que podemos decir que fue el mejor de cuantos en su tiempo conocimos y además el más prudente y el más justo “ .

    También Jesucristo fue condenado a muerte por una sentencia "democrática", aún más injusta todavía. Pero yo no diría que los pecados y las injustas sentencias los cometen los sistemas, sino el corazón depravado de los hombres

    Los sistemas políticos son muchos y muy variados. Nuestro actual sistema liberal-democrático es uno de tantos posibles, que puede ser visto desde diferentes ópticas y sobre el que pueden emitirse juicios diferentes, por supuesto, dogma político no es, aunque por tal se nos quiera imponer, eso sí después de haber roto con todos los dogmas religiosos.

    Resulta verdaderamente aberrante que el absoluto democrático haya venido a sustituir al absoluto religioso.

    Lo que hoy se pretende es hacer de los valores democráticos un decálogo exclusivo y excluyente.

    Tanto se están ponderando las excelencias de nuestra democracia, que pareciera que el simple hecho de su cuestionamiento, fuera ya una intolerable herejía merecedora de mil condenas, cuando lo cierto es que se trata de una realidad relativa, sobre la que se puede e incluso conviene ser críticos.

    En la encíclica Pacem in terris en consonancia con las orientaciones políticas de Sto. Tomás se nos dice que: “No puede establecerse una norma universal sobre cual sea la forma mejor de gobierno, ni sobre los sistemas más adecuados para el ejercicio de las funciones públicas” si esto es así los católicos deberíamos ser cautos y analizar las ventajas y los inconvenientes de nuestro actual sistema político, para ver si es el que más conviene.

    Debiéramos ser también lo suficientemente valientes para ejercer una crítica responsable aunque sea contra viento y marea . A esto es a lo que yo llamo compromiso sin complejos, tan necesario hoy día .

    Después del Concilio Vaticano II los católicos sabemos muy bien que lo mismo que existe una libertad religiosa debiera existir una libertad política, que permitiera a cada ciudadano expresar y defender sus preferencias.

    ¿Tal libertad política existe hoy en España?

    En los periódicos y revistas, en la televisión, en las tertulias de radio, en cualquier medio de comunicación público, sólo se oyen voces a favor del sistema , ninguna voz crítica. Si alguno de los responsables de estos medios públicos osara salirse de su papel de defensor a ultranza de nuestra democracia, sabe muy bien que tendría los minutos contados.

    Me pregunto ¿Si hoy estuviera Sócrates o Platón entre nosotros se les invitaría a los platós de televisión para que expusieran las razones que les impidieron ser demócratas?

    La sacralización de nuestra democracia ha llegado a tanto, que incluso dentro del entorno católico no se ve con buenos ojos a quien en este asunto intente nadar contra corriente.

    Podríamos poner muchos ejemplos. En nuestro recuerdo han quedado grabado el entusiasta recibimiento del advenimiento de la democracia en España por parte de alguno de nuestros prelados ; pero hemos olvidado que también hubo otros como Mons Guerra Campos o Mons Marcelo González, personas íntegras donde las haya, que no participaron de este mismo entusiasmo, porque preveían lo que iba a suceder y no se equivocaron.

    Al final ha sucedido lo que tenía que suceder y mucho me temo que no hemos tocado fondo

    Sería oportuno recordar las palabras de Benedicto XVI que dejó escritas en un artículo titula do “Verdad y Libertad", cuando todavía era el cardenal Ratzinger. Aquí están:

    “La sensación de que la democracia no es la forma correcta de libertad es bastante común y se propaga cada vez más. No es fácil descartar simplemente la crítica marxista de la democracia: ¿en qué medida son libres las elecciones? ¿En qué medida son manipulados los resultados por la propaganda, es decir, por el capital, por un pequeño número de individuos que domina la opinión pública? ¿No existe una nueva oligarquía, que determina lo que es moderno y progresista, lo que un hombre ilustrado debe pensar? Es suficientemente notoria la crueldad de esta oligarquía y su poder de ejecución pública. Cualquiera que interfiera su tarea es un enemigo de la libertad, porque después de todo está obstaculizando la expresión libre de la opinión. ¿Y cómo se llega a tomar decisiones en los órganos representativos? ¿Quién podría seguir creyendo que el bienestar general de la comunidad orienta realmente el proceso de toma de decisiones? ¿Quién podría dudar del poder de ciertos intereses especiales, cuyas manos sucias están a la vista cada vez con mayor frecuencia? Y en general, ¿es realmente el sistema de mayoría y minoría realmente un sistema de libertad? ¿Y no son los grupos de intereses de todo tipo manifiestamente más fuertes que el parlamento, órgano esencial de la representación política? En este enmarañado juego de poderes surge el problema de la ingobernabilidad en forma aún más amenazadora: el predominio de la voluntad de ciertos individuos sobre otros obstaculiza la libertad de la totalidad”.

    Naturalmente que un católico ha de estar abierto al pluralismo político , no faltaría más ; pero ello no implica que esté obligado a sentirse orgulloso de una constitución atea que no tiene en cuenta los derechos de Dios.

    Naturalmente que un católico debe ser respetuoso con la libertad de elección política; pero ello no significa que tenga la obligación de apoyar a un sistema que vaya en contra de sus principios. Nuestro sistema político está siendo lo que cabía esperar de él.

    El tiempo ha ido pasando y las previsiones han dado paso a los hechos consumados, los frutos amargos no se han hecho esperar. Ahí están, cualquiera puede verlos: matrimonios rotos, familias deshechas, escuela en ruinas, sociedad enferma , la identidad de la nación amenazada. ¿Es que cabía esperar otra cosa de un sistema basado en el criterios arbitrarios y subjetivistas ?

    Cuando se abandonan todos los principios absolutos , se olvidan las verdades intemporales , se reniega de los fundamentos últimos del orden jurídico y moral , lo único que nos queda es un relativismo inconsistente que nos hace ir a la deriva.

    Esto es lo verdaderamente peligroso. En todos los tiempos se han cometido faltas de ortografía; pero cuando todavía están vigentes las reglas por las que ésta se rige, aún es posible la esperanza. Lo malo es cuando las reglas de ortografía han dejado de existir. Entonces es obligado pensar en lo peor y esto es precisamente algo de lo que está pasando. No nos engañemos, el bienestar exclusivamente material y hedonista en el que nos encontramos tan a gusto no nos salvará. El simple desarrollo material no es garantía de futuro para los hombres y mujeres de esta generación, ni de las próximas.

    Los católicos vivimos escandalizados por las prácticas criminales, vergonzosas y aberrantes en nuestra sociedad. Los divorcios y los abortos proliferan cada vez más, la violencia doméstica, las perversiones sexuales adquieren carta de naturaleza, las burlas blasfemas hacia lo sagrado son toleradas, cuando no subvencionadas con el dinero público.

    Todo esto es muy lamentable, no digo yo que no. Lo que sucede es que ello es consecuencia de un sistema que ha relativizado lo absoluto y ha absolutizado lo relativo y de este sistema que es precisamente el culpable de lo que está pasando, no decimos nada, lo bendecimos y hasta nos parece bien. No acabo de entenderlo; pero es así .

    No nos engañemos, la fe y revelación como fuentes de certezas firmes, las verdades absolutas y universales no tiene lugar en las democracias relativistas, como tampoco lo tiene Dios; pero es conveniente que a sí sea , se nos dirá, por que de este modo no se hieren sensibilidades de los que no creen en esas cosas y así todos podemos vivir en paz.

    Por lo que se ve los creyentes carecemos de sensibilidad y nos da lo mismo una sociedad con Dios o una sociedad sin Dios.

    En democracia el que no es relativista es tildado de fanático; pues bien yo confieso que en los tiempos que llevamos de democracia, con los únicos fanáticos con los que me he encontrado son precisamente relativistas. A los otros se les podrá tildar de acomplejados ; pero fanáticos….

    Estoy dando por supuesto que nuestro actual democracia es relativista.

    Fácil es de constatar a poco que le analicemos. Se trata de un sistema que carece de referencias seguras, en el que se habla de libertades civiles pero sin saber muy bien que es y en que consiste la Libertad con mayúscula, de esa Libertad que nos hace dueños de nosotros mismos y de nuestras pasiones, esa Libertad que nadie puede regalar a nadie porque sólo puede ser fruto de la conquista.

    Se habla de servir a los hombres y mujeres; pero no se sabe cuál es la verdad del Hombre, se habla de ley y del derecho; pero se ignora el último fundamento de los mismos .

    El positivismo moral y jurídico sobre el que se sustenta nuestro actual sistema político, compromete incluso su legitimidad al ignorar en ocasiones la Ley Natural

    El presunto Estado de Derecho del que disfrutamos, todo lo hace depender de la ley de las mayorías. El supremo criterio legal y moral es la voluntad de las mayorías. La aritmética todo lo decide, todo lo gobierna ; para Gabriel Marcel se trata de una regla groseramente pragmática, para mí además inconsistente.
    Porque el número de votos no puede ser el criterio adecuado para discernir qué es lo bueno y lo malo lo justo y lo injusto. ¿ No es esto relativismo?

    Hemos llegado así a fabricar un supuesto Estado de Derecho que depende de las opiniones y los caprichos humanos, que varían según los tiempos y circunstancias, según las latitudes e intereses, cuando es bien cierto que la verdad y el bien, la justicia y el derecho están por encima de la voluntad de las personas, de las instituciones, de los Estados, lo mismo que la ley natural está por encima de las leyes positivas fabricada por los hombres.

    Con esto no estoy diciendo que no se haya de tener en cuenta el sentir mayoritario de los ciudadanos, lo que no me parece bien, es que la opinión mayoritaria sea considerada como criterio único y supremo, sin atender a la naturaleza de las cosas.

    La aplicación de la ley de mayorías compromete de tal modo el Estado de Derecho que en realidad habría que llamarle el Estado arbitrario de las mayorías. En consonancia con el magisterio de la Iglesia, los católicos no podemos dejar de proclamar que el fundamento del derecho está por encima de los hombres y de las instituciones, lo mismo que el orden moral está por encima del orden legal y si no lo decimos así estamos creando confusión. La corriente de un positivismo perverso ha venido a invertir los términos, lo que debiera estar arriba está por debajo, así se ha producido la gran paradoja de que quienes debieran ser los medidos se han convertido en medidores.

    Esto tarde o temprano ha de traducirse en la quiebra del Estado de Derecho. El relativismo moral y jurídico que está informando nuestra vida cotidiana acabará produciendo una gran desorientación en la ciudadanía. En la situación en la que nos encontramos habría que decir con Erich Fromm:

    “El hecho de que miles de personas compartan los mismos vicios, no convierte esos vicios en virtudes, el hecho de compartan muchos errores no convierten estos en verdades”.

    Si algo resulta difícil de compaginar es el relativismo con las convicciones firmes de la fe católica. De aquí arranca la objeción de conciencia para aquel católico que quiera mantenerse fiel a sus principios.

    ¿Como podrá apoyar, colaborar o simplemente participar en un sistema político que se olvida de Dios, que no reconoce verdades y principios básicos e indiscutibles sobre los que se asientan la realidad del hombre, la sociedad y la familia?

    ¿Cómo puede sentirse a gusto dentro de un Estado en el que las leyes positivas no quedan supeditadas a la ley natural?

    Sin duda la democracia relativista ha de representar una seria preocupación para el católico como claramente lo manifestara Juan Pablo II en su encíclica Veritatis spendor) Donde se nos dice:

    “ Después de la caída del marxismo existe hoy un riesgo no menos grave ; la alianza entre democracia y relativismo ético que quita a la convivencia cualquier referencia moral segura”.

    Yo al menos como católico ante la actual situación política que se vive en España, me siento interpelado por la objeción de conciencia y creo que no soy el único. Existe una presunción razonable de que éste no es el sistema que los acatólicos estamos necesitando, por lo que algo habría que hacer o cuando menos expresar nuestro descontento. El hecho de condescender con un sistema político que no respeta los derechos de Dios, ni la ley natural puede que tenga más que ver con la cobardía que con la prudencia.

    En mi modesta opinión, la objeción de conciencia de cualquier católico frente a un sistema político manifiestamente relativista, es asunto que merece tenerse en cuenta. Sea como fuere, yo sigo preguntándome ¿Con mi voto, he de seguir haciendo el caldo gordo aun sistema en el que no creo? ¿No habrá llegado ya la hora de buscar, en política algo mejor que lo que tenemos? Preguntas sólo preguntas. ¿No puede un católico preguntar?.


    ·- ·-· -······-·


    Ángel Gutiérrez Sanz



    ___________________________

    Fuente:

    Arbil, nº116 Objeción del católico frente a la “democracia” relativista
    Última edición por Mexispano; 21/06/2018 a las 20:52
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    Re: Un Argumento Contra la Democracia Moderna

    .
    Última edición por Mexispano; 21/06/2018 a las 20:51

  6. #6
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    Re: Un Argumento Contra la Democracia Moderna

    2 de septiembre de 2018

    LA TIRANÍA DE LA ESTUPIDEZ (COMENTARIOS SOBRE UN LIBRO FUNDAMENTAL)





    En los últimos meses han estado pasando varios fenómenos y acontecimientos que, sin duda, demuestran que la Civilización Occidental se encuentra entrando en una fase terminal: la toma del poder en España de un radical como Pedro Sánchez, actual líder del PSOE y su política carente de propuestas e ideas para sacar adelante al país de la crisis política en que lo dejó sumido Mariano Rajoy, pero favorable a los separatismos, la división ideológica y la suicida apertura a la migración islámica y africana dictada desde Berlín por Merkel; la aprobación popular al aborto en Irlanda, el feminismo radical, violento y agresivo en Argentina (que le viene de perlas al inepto Presidente Macri para distraer de la nueva debacle económica y monetaria que enfrenta el país sudamericano), el triunfo electoral en México de la Izquierda Radical, todo con un tufo a Marxismo en sus más diversas vertientes y por supuesto, la terrible crisis presente en la Iglesia Católica por los abusos sexuales de clérigos, que en mucho ha contribuido a la pérdida de credibilidad de la mayor y más antigua institución occidental y que en mucho, le dio forma y base a nuestra civilización; pero además, la pérdida de brújula moral y espiritual a un mundo que se precipita en un abismo de materialismo, y como lo dice el libro del que hablo en el presente post, de estupidez lisa y llana.

    No cabe duda que en México tenemos buenos analistas y académicos, tanto este libro La Tiranía de la Estupidez, como el Geopolítica de la Expansión de la OTAN los he citado aquí en diversos posts, y son verdaderos trabajos casi premonitorios, ambos, son de autoria de académicos universitarios mexicanos, como son Antonio Sánchez Pereyra, de la UNAM, y José Luis Trueba Lara, de la UNITEC, sin embargo, ambos no tienen presencia mediática ni son muy conocidos, pese a lo extraordinario de sus libros, mismos que dan bastante luz para entender lo que está pasando en el mundo actual.

    Escrito en el 2008, La Tiranía de la Estupidez es un ensayo sociológico e histórico que explicaba las causas de los fenómenos que ya, hace diez años, --precisamente también cuando inicié con la publicación de este Blog-- se estaban presentando en la Civilización Occidental, y no cae en las simplistas explicaciones que atribuyen los problemas actuales a conspiraciones de sectas secretas: los Iluminati, o los Masones a los que parecería entonces que todos sus planes son perfectos e infalibles, o los Judíos, lo cual no quita que uno, siendo creyente, no piense que hay mucho de preternatural detrás de lo que se vive actualmente, además por supuesto, de que existen muchos intereses de tipo económico y político detrás, aunque esto no obedece la más de las veces a un plan premeditado de destrucción, sino a planes que pueden tener grupos diversos, más allá de sus creencias u origen étnico, relativos a intereses particulares en momentos determinados y se obra para alcanzar esos intereses.

    Y es que para Trueba la situación actual es la última etapa de una tendencia autodestructiva que inicia con la Ilustración, o, yendo más atrás como lo hace el historiador francés Jacques Barzun, a la Reforma Protestante, pero que sobre todo comienza a hacerse patente con la Revolución Fracesa y que radica en la entronización de la Democracia no ya como una simple manera de elegir o legitimar a los gobernantes para convertirse en una especie de religión o de dogma. Las Democracias, históricamente, y en lo que coincido totalmente con él, han fracasado siempre, pues terminan por llevar a sus sociedades al caos: la Democracia en la Grecia clásica provocó la Guerra del Peloponeso, alentada por los demagogos: hoy en día, la Historia coloca en un pedestal a Pericles, cuando para los historiadores y politólogos medievales y renacentistas había sido la epítome de los especialistas en engañar al pueblo, señalado además, de corrupto, aunque le superara Alcibíades y su escasa lealtad hacia Atenas para proteger sus intereses personales.

    La República Romana, aristocrática en principio y democrática con la apertura del sistema a la participación de los Plebeyos, terminó por hundirse por las luchas entre los caudillos por el poder, entre aquellos que buscaron el apoyo entre las clases desfavorecidas al concederles más derechos y participación política, y aquellos que buscaron mantener los privilegios de las clases dirigentes. Al final, el caos se evitó con la implantación de un régimen autoritario: el Imperio. Pero hoy en día, la Democracia se yergue triunfante y es la que nos está conduciendo, como los lemminges, hacia el precipicio.

    ¿Porqué pasa esto? Es muy simple, y en ello coincide Juan Manuel de Prada: tras la Revolución Francesa, el poder político fue tomado por el económico; hasta antes de los procesos iniciados con la toma de la Bastilla, una de las más importantes funciones del gobierno era proteger al pueblo de los abusos e intereses de los poderosos económicamente: el Imperio Romano fue implantado con la finalidad de proteger colocar finalmente a los Plebeyos en plano de igualdad con los Patricios bajo una autoridad que protegiese a todos, y el absolutismo se implantó cuando los reyes europeos pusieron punto final al poderío de los nobles, propietarioas de la tierra, y por ende, de la riqueza.

    Pero las democracias son diferentes: las campañas electorales son cada vez más caras, y los políticos dependen de donantes que les sufraguen los gastos, así que, muchas veces, se establecen compromisos previos a las campañas mediante los que los potentados exigen prebendas a cambio del apoyo; como resultado, los políticos se convierten en siervos de los intereses de los dueños de la plata, a quienes luego otorgan concesiones, contratos para obras públicas, ser proveedores del Estado o aceptación de sus monopolios, exenciones fiscales e impunidad. Por ello, detrás de cada decisión, de cada política pública implementada, existe el interés lucrativo de alguien: podemos adivinar que, por ejemplo, detrás de las políticas en torno a la ideología de género y el aborto se encuentran numerosos beneficiarios: consorcios médicos, farmacéuticas, laboratorios, la industria de los cosméticos y demás que se benefician de la producción de hormonas sintéticas, del establecimiento de clínicas, etc. en torno a la migración, se encuentran los intereses de empresas que desean mano de obra barata y dócil, por lo que, las oleadas de refugiados en realidad se trata de trabajadores importados en una nueva forma de esclavitud. --Con el regalo oculto de los proveedores de dicha mano de obra, las élites islámicas, que envían islamistas radicales entre los viajeros.


    Lo mismo ocurre con las políticas ambientalistas: detrás de la histeria contra los popotes de plástico, existe seguramente el deseo de industrias que elaboran el mismo producto pero con materiales "biodegradables", que quizá no tengan la calidad ni la durabilidad de los tradicionales; e incluso, quizá contaminen más que éstos, como ocurre con los autos eléctricos, cuyo proceso de producción hace que sean más contaminantes que los de motor a gasolina, ¿pero qué tal contar con el apoyo de los gobiernos para, vía decreto, prohibir ciertos productos, eliminar la competencia y obtener el dominio del mercado gracias al intervencionismo estatal? Además de generar en la masa dúctil y receptiva la necesidad de cambiar de producto mediante las sentimentales imágenes de la tortuga con la nariz tapada por una pajilla.


    El sentimentalismo impera en todo, pues es estimulado tanto por gobiernos como empresas por medio de la publicidad: se estimula la humanización de los animales, el veganismo y así, ya no se da la eliminación de los animales callejeros pese a representar un riesgo a la salud pública: se estimula la "adopción" de los mismos, o que el Estado hasta les de de comer a los perros que vagan por las calles, lo que al final, también beneficia al negocio de la industria veterinaria, que produce hasta ropa y carriolas para los animales consentidos por sus dueños; esto contrasta sin embargo, con el enorme odio de los humanos contra sus semejantes: detrás del aborto y la fructífera industria creada a su alrededor de ONG's y multinacionales de la muerte se encuentra el deseo en realidad de desplegar el odio del hombre hacia el hombre, el revanchismo de la mujer contra el hombre, etc. Las ideologías estimulan el odio, la división y la confrontación. Y además, crean una justificación para desbocar ese odio y el deseo larvado de hacer daño a otros. En mucho, estoy seguro que detrás de los abortistas está la plena conciencia de que asesinan, pero la acallan con discursos sobre los derechos de las mujeres y la salud. Finalmente, todo mundo más de alguna vez hemos sentido la tentación de la violencia, y el deseo de desbocar las bajas pasiones, lo que hacen los políticos, gobiernos y empresas es simplemente darnos la oportunidad de desatarlas y justificarlas, a lo que muchos, reaccionan gustosos. Se le da a las masas lo que quieren oír y hacer, y a la vez, se les tiene bajo control.

    Porque esto nos lleva a un nuevo totalitarismo: muerta la moral y desprovistos de la idea de Dios y de un orden existente en la Naturaleza, la gente espera que sea el Estado quien de su aval a toda conducta y todo hecho con la "legalización"; destruida la familia, destruida la Iglesia, y toda comunidad intermedia, sólo queda el individuo sometido al Estado y sus brazos, Estado que además, se convierte en mero instrumento de una oligarquía que lo usa para beneficiar sus intereses. El caos además, desatado en una sociedad que no encuentra sentido ya al mundo y a la vida, encuentra su solución en el Estado o en la figura de los caudillos populistas, por lo que el autor maneja la idea de la llegada de un Diocleciano que restaure el orden y de paz, lamentablemente, como en el caso del emperador romano, el caos se desatará tras él con mayor fuerza... cabe preguntarse si el papel en México de López Obrador no es el de ser ese Diocleciano que fue electo por la población como alguien de quien se espera, tranquilice las cosas tras la vorágine de cambios traídos por las últimas décadas.

    En resumen, es un excelente libro que toda persona interesada en saber el porqué están sucediendo las cosas que vemos todos los días y porqué se ha abandonado a la razón y todo se supedita al sentimiento, en pocas palabras, la estupidez impera, pues se tiene a las masas estúpidas por parte de élites estúpidas igualmente, cuyo afán de lucro desmedido está por destruir la fuente de sus ganancias o abriéndole la puerta a quienes son igualmente sus enemigos. Nuestra Civilización Occidental tiene los días contados; la misma se extinguirá cuando la generación de los Millenials --perezosos, caprichosos, consumistas, hedonistas y crédulos-- llegue finalmente a hacerse cargo de todo y asuma puestos de poder o responsabilidad, en su incapacidad, arrasarán con todo. Estoy hablando, por tanto, que eso ocurrirá en cuando mucho 20 o 30 años.

    Dentro de un siglo, cuando el Islam, y el poderío ruso, chino e hindú se extiendan sobre las humeantes ruinas de lo que alguna vez fue Occidente, se pregunten qué fue lo que nos pasó, dirán que fue por la estupidez y el lucro, lo que les allanó el camino.



    _______________________________________

    Fuente:

    EL MUNDO SEGUN YORCH: LA TIRANÍA DE LA ESTUPIDEZ (COMENTARIOS SOBRE UN LIBRO FUNDAMENTAL)

  7. #7
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    Re: Un Argumento Contra la Democracia Moderna

    Democracia y laicismo – Nicolás Gomez Dávila





    El dialogo entre democracias burguesas y democracias populares carece de interés, aun cuando no carezca de vehemencia, ni de armas.

    Tanto capitalismo y comunismo, como sus formas híbridas, vergonzantes, o larvadas, tienden, por caminos distintos, hacia una meta semejante. Sus partidarios proponen técnicas disímiles, pero acatan los mismos valores.

    Las soluciones los dividen; las ambiciones los hermanan. Métodos rivales para la consecución de un fin idéntico. Maquinarias diversas al servicio de igual empeño.

    Los ideólogos del capitalismo no rechazan el ideal comunista; el comunismo no censura el ideal burgués. Al investigar la realidad social del concurrente, para denunciar sus vicios, o disputar la identificación exacta de sus hechos, ambos juzgan con criterio análogo. Si el comunismo señala las contradicciones económicas, la alienación del hombre, la libertad abstracta, la igualdad legal, de las sociedades burguesas; el capitalismo subraya, paralelamente, la impericia de la economía, la absorción totalitaria del individuo, la esclavitud política, el restablecimiento de la desigualdad real, en las sociedades comunistas. Ambos aplican un mismo sistema de normas, y su litigio se limita a debatir la función de determinadas estructuras jurídicas. Para el uno, la propiedad privada es estorbo, para el otro, estímulo; pero ambos coinciden en la definición del bien que la propiedad estorba, o estimula.

    Aunque insistan ambos sobre la abundancia de bienes materiales que resultara de su triunfo, y aun cuando sean ambos augurios de hartazgo, tanto la miseria que denuncian, como la riqueza que encomian, solo son las más obvias especies de lo que rechazan o ambicionan. Sus tesis económicas son vehículo de aspiraciones fabulosas.

    Ideologías burguesas e ideologías del proletariado son, en distintos momentos, y para distintas clases sociales, portaestandartes rivales de una misma esperanza. Todas se proclaman voz impersonal de la misma promesa. El capitalismo no se estima ideología burguesa, sino construcci6n de la razón humana; el comunismo no se declara ideología de clase, sino porque afirma que el proletariado es delegado único de la humanidad. Si el comunismo denuncia la estafa burguesa, y el capitalismo el engaño comunista, ambos son mutantes históricos del principio democrático, ambos ansían una sociedad donde el hombre se halle, en fin, señor de su destino.

    Rescatar al hombre de la avaricia de la tierra, de las lacras de su sangre, de las servidumbres sociales, es su común propósito. La democracia espera la redención del hombre, y reivindica para el hombre la función redentora.

    Vencer nuestro atroz infortunio es el más natural anhelo del hombre, pero sería irrisorio que el animal menesteroso, a quien todo oprime y amenaza, confiara en su sola inteligencia para sojuzgar la majestad del universo, si no se atribuyese una dignidad mayor, y un origen más alto. La democracia no es procedimiento electoral, como lo imaginan católicos cándidos; ni régimen político, como lo pensó la burguesía hegemónica del siglo pasado; ni estructura social, como lo enseña la doctrina norteamericana; ni organización económica, como lo exige la tesis comunista.

    Quienes presenciaron la violencia irreligiosa de las convulsiones democráticas, creyeron observar una sublevación profana contra la alienación sagrada. Aun cuando la animosidad popular solo estalle esporádicamente en tumultos feroces o burlescos, una crítica sañuda del fenómeno religioso, y un laicismo militante, acompañan, sorda y subrepticiamente, la historia democrática. Sus propósitos explícitos parecen subordinarse a una voluntad más honda, a veces oculta, a veces publica, callada a veces, a veces estridente, de secularizar la sociedad y el mundo. Su fervor irreligioso, y su recato laico, proyectan limpiar las almas de todo excremento místico...



    Nicolás Gomez Dávila – “Textos I”. Bogotá 1959





    _______________________________________

    Fuente:

    Nacionalismo Católico San Juan Bautista: Democracia y laicismo – Nicolás Gomez Dávila

  8. #8
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    Re: Un Argumento Contra la Democracia Moderna

    ¡Qué viva la vida, pero no la de los políticos!

    《Los hombres a quienes la gente debería elegir para representarlos están demasiado ocupados como para tomar los empleos. Pero el político lo está esperando. Es la pestilencia de los tiempos modernos. Lo que deberíamos intentar hacer es que la política sea lo más local posible. Los políticos lo suficientemente cerca como para patearlos. Los lugareños que se encuentran bajo los árboles de los pueblos también podrían colgar a sus políticos de ellos. Es terrible contemplar cuán pocos políticos son ahorcados.》


    ~G.K., Chesterton, entrevista en el Cleveland Press, 1 de marzo de 1921






    _______________________________________

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  9. #9
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    Re: Un Argumento Contra la Democracia Moderna

    Los pueblos sabios no existen.





    https://www.youtube.com/watch?v=VZt1DDMqY0c

  10. #10
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    Re: Un Argumento Contra la Democracia Moderna

    jueves, 23 de junio de 2011

    Escolios antidemocráticos.

    Una interesante radiografía del sistema que hoy es el dogma del mundo moderno y anticristiano, a modo de selección de sentencias de Nicolás Sánchez Dávila.

    Cambiar un gobierno democrático por otro gobierno democrático se reduce a cambiar los beneficiarios del saqueo.

    Errar es humano, mentir: democrático.

    El político en una democracia se convierte en bufón del pueblo soberano.

    La democracia celebra el culto de la humanidad sobre una pirámide de cadáveres.

    Habiendo promulgado el dogma de la inocencia original, la democracia concluye que el culpable del crimen no es el asesino envidioso, sino la víctima que despertó la envidia.

    El político demócrata no adopta las ideas en que cree, sino las que cree que ganan.

    Tanto capitalismo y comunismo, como sus formas híbridas, vergonzantes o larvadas, tienden, por caminos distintos, hacia una meta semejante. Sus partidarios proponen técnicas disímiles, pero acatan los mismos valores. Las soluciones los dividen, las ambiciones los hermanan. Métodos rivales para la consecución de un fin idéntico. Maquinarias diversas al servicio de igual empeño.

    El tonto no confía en verdad que la opinión pública no avale.

    La compasión con la muchedumbre es cristiana; pero la adulación de la muchedumbre es meramente democrática.

    La popularidad de un gobernante en una democracia es proporcional a su vulgaridad.

    Las democracias tiranizan preferentemente por medio del poder judicial.

    El capitalismo es deformación monstruosa de la propiedad privada por la democracia liberal.

    El historiador democrático enseña que el demócrata no mata sino porque sus víctimas lo obligan a matarlas.

    La democracia es una religión antropoteísta. Su principio es una opción de carácter religioso, un acto por el cual el hombre asume al hombre como Dios.

    La realización práctica del principio democrático re*clama, en fin, una utilización frenética de la técnica y una implacable explotación industrial del planeta.

    La técnica no es producto democrático, pero el culto de la técnica, la veneración de sus obras, la fe en su triunfo escatológico, son consecuencias necesarias de la religión democrática. La técnica es la herramienta de su ambición profunda, el acto posesorio del hombre sobre el universo sometido. El demócrata espera que la técnica lo redima del pecado, del infortunio, del aburrimiento y de la muerte. La técnica es el verbo del hombre-dios.

    La humanidad democrática acumula inventos téc*nicos con manos febriles. Poco le importa que el desarrollo técnico la envilezca o amenace su vida. Un dios que forja sus armas desdeña las mutilaciones del hombre.

    La veneración de la riqueza es fenómeno democrático. El dinero es el único valor universal que el demócrata puro acata.

    La tesis de la soberanía popular entrega la dirección del estado al poder económico.

    La doctrina democrática es una superestructura ideológica, pacientemente adaptada a sus postula*dos religiosos. Su antropología tendenciosa se pro*longa en apologética militante. Si la una define al hombre de manera compatible con su divinidad postulada, la otra, para corroborar el mito, define al universo de manera compatible con esa artificiosa definición del hombre. La doctrina no tiene finali*dad especulativa. Toda tesis democrática es argu*mento de litigante, y no veredicto de juez.

    La democracia no es atea porque haya compro*bado la irrealidad de Dios sino porque necesita ri*gurosamente que Dios no exista. La convicción de nuestra divinidad implica la negación de su existen*cia. Si Dios existiese el hombre sería su criatura. Si Dios existiese el hombre no podría palpar su divi*nidad presunta. El Dios trascendente anula nuestra inútil rebeldía. El ateísmo democrático es teología de un dios inmanente.

    La democracia individualista suprime toda institu*ción que suponga un compromiso irrevocable, una continuidad rebelde a la deleznable trama de los días. El demócrata rechaza el peso del pasado y no acepta el riesgo del futuro. Su voluntad pretende borrar la historia pretérita y labrar sin trabas la his*toria venidera. Incapaz de lealtad a una empresa remitida por los años su presente no se apoya so*bre el espesor del tiempo; sus días aspiran a la dis*continuidad de un reloj siniestro.

    Los mandatarios burgueses del sufragio prohíjan el estado laico para que ninguna intromisión axiológica perturbe sus combinaciones. Quien tolera que un reparo religioso inquiete la prosperidad de un negocio, que un argumento ético suprima un ade*lanto técnico, que un motivo estético modifique un proyecto político, hiere la sensibilidad burguesa y traiciona la empresa democrática.


    Nicolás Sanchez Dávila. Tomado de “Almena Blog”.




    _______________________________________

    Fuente:

    https://statveritasblog.blogspot.com...ocraticos.html

  11. #11
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    Re: Un Argumento Contra la Democracia Moderna

    «En ninguna forma de gobierno es tan importante la instrucción como en la democrática; porque, si el pueblo es corrompido, su soberanía es la omnipotencia del mal, y si es ignorante, su libertad es una quimera peligrosa, es la libertad de un ciego que camina a la ventura al borde del abismo.»


    —Gabriel García Moreno





    __________________________________

    Fuente:


    https://www.facebook.com/francisco.nunezdelarco.9/posts/2624738577776252?
    ReynoDeGranada dio el Víctor.

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    Re: Un Argumento Contra la Democracia Moderna

    viernes, 16 de octubre de 2020

    En defensa del Voto - Juan Manuel Palacio





    Si el sufragio –sobre todo el sufragio universal- puede terminar con una sociedad, sólo el voto puede redimirla. Que la palabra voto se haya transformado en un sinónimo de sufragio no es una curiosidad, más o menos pintoresca, para esparcimiento académico. Es, más bien, un “voto a Satanás”, el fruto de una tendencia perversa que lleva –lenta y seguramente- a la disolución del lenguaje. Y la disolución del lenguaje que es ¡ay! una de las pocas cosas que nos distinguen de los animales, constituye un preámbulo de la disolución de lo humano. La diferencia específica entre el hombre y los animales es más bien la palabra que la razón: los tontos y los locos son hombres porque pueden hablar, aunque no razonen. Cuando los cristianos profesamos nuestra fe en la salvación, decimos que el Verbo –y no la Razón- se hizo carne.


    La conspiración maligna

    En todo atentado contra la palabra –que es algo sagrado- hay una conspiración maligna, una intención deshumanizante. Sobre todo, cuando no se trata de un mero cambio en la grafía o en la pronunciación –que normalmente quedan intactas- sino en el contenido. No tiene importancia que “blanco” se escriba con “ve corta”, pero que blanco comience a significar negro ya resulta alarmante. El desuso es la muerte natural de las palabras; el equívoco, en cambio, es la muerte violenta, el asesinato por mentira. La palabra entonces se envilece, se degrada, pierde el “sentido común”, se prostituye y se utiliza para mentir. En nuestros días, el lenguaje sufre un proceso universal de degeneración, coincidente con la decadencia de la poesía como arte, de la filología como ciencia y de la “palabra empeñada” –EL VOTO- como norma de vida. Paralelamente se da un auge de las disciplinas bíblicas que es plausible, en principio, pero que en muchos casos se encamina –por influencia del racionalismo naturalista- a relativizar el valor o la vigencia de la palabra de Dios. Toda teología puede ser cuestionada por un hebraísta sutil abandonado al libre examen de las palabras. La cizaña del equívoco ofrece, en este siglo, su cosecha más abundante desde los tiempos en que Adán recibió el mandato de NOMBRAR al mundo.


    Un ataque diabólico

    El asfixiante olor a azufre que despide este proceso de disolución del lenguaje es imperceptible para los narices incrédulas, para los pobres pulmones acostumbrados al “smog” sulfuroso de los tiempos, resignadamente sometidos a la dialéctica y, por lo tanto, a la contradicción –nuevo eufemismo de la mentira- como algo saludable, como condición de progreso. El ataque al lenguaje es diabólico porque sin lenguaje inteligible no puede haber razonamiento inteligible: el acceso racional a la verdad queda bloqueado por la falta de sentido –por la “insignificancia”- de las palabras. Sin lenguaje inteligible no hay entendimiento, ni paz, ni diálogo, ni promesa valederos. La corrupción del lenguaje es el método más directo de corromper a los hombres.

    El respeto por la palabra fue una orden de Jesucristo a sus discípulos. “Que vuestro lenguaje sea ‘sí, sí, no, no’, en contraste con los circunloquios, las ambigüedades y las falacias de los paganos. De allí proviene el voto, que significa CONSAGRACIÓN. El voto es algo así como la consagración de la palabra para un cristiano. Y la DEVOCIÓN es la fidelidad a esa palabra empeñada ante Dios, la Virgen o los Santos. Sobre el voto y no sobre el “contrato” jurídico se basa el matrimonio indisoluble. Sobre el voto y no sobre el “contrato social” se basa la lealtad del ciudadano cristiano a su patria…


    Una entereza inquebrantable

    El voto, la palabra consagrada, supone una idea muy seria de la vida. Supone que la vida es una vocación a la que se debe fidelidad y que es RESPONSABLE DE ESA FIDELIDAD. Supone también, desde luego, una elección, pero una elección definitiva: el voto por excelencia es el VOTO PERPETUO de los religiosos. Ese compromiso vitalicio –que tanto horroriza al espíritu moderno- es tanto más obligatorio cuanto más libremente se formula como, por ejemplo, en el caso del matrimonio o del sacerdocio. Un hombre capaz de cumplir hasta el heroísmo un voto perpetuo es un hombre verdaderamente libre.

    Esa entereza inquebrantable fue el ideal de la Cristiandad en sus buenas épocas. Los votos caballerescos, que obligaban de por vida, consolidaron el prestigio legendario de los antiguos caballeros cristianos. La palabra “caballeros” apenas significa hoy día otra cosa que un conjunto de modales agradables (o no), la pertenencia a determinados clubes sociales y la adhesión a unas pocas opiniones conservadoras y erróneas. Durante mil años significó, en cambio, la integridad más absoluta al servicio del ideal moral.


    El significado del voto

    Opuesto al capricho y a las veleidades del sufragio democrático, el voto significaría, en Política, la devoción por el bien común entendida como un compromiso vitalicio entre el ciudadano y su patria. El político DE-VOTO o “de voto” cumple así con su deber, aunque no tenga éxito, porque la obtención del poder o el mantenimiento en el poder no son –aunque se procure y desee- el objeto último de su lealtad. Si lo son, en cambio, para el maquiavélico.

    Mientras vemos, por todas partes, que la carne se hace verbo y le comunica sus inexorables proclividades a la corrupción y a la muerte, intentemos restaurar el voto, que es la palabra humana hecha carne. El voto es la asunción espiritual de lo efímero, de lo carnal o temporal, para ser ofrecido, consagrado y pronunciado en ofrenda razonable y aceptable como homenaje VOTIVO al orden eterno.


    JUAN MANUEL PALACIO


    Fuente: Revista Verdad




    __________________________________

    Fuente:


    Nacionalismo Católico San Juan Bautista: En defensa del Voto - Juan Manuel Palacio
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    Re: Un Argumento Contra la Democracia Moderna

    La sacralización de la DEMOCRACIA: del rito al mito. FORJA 090





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