La Ilipa romana renace
La hermandad de la Soledad de Alcalá del Río (Sevilla) pone en valor un conjunto de mosaicos del siglo III hallados en sus dependencias, muestras que la Ilipa Magna romana ostentó en el pasado
Extracción del mosaico principal en Alcalá del Río / El correo
El patrimonio histórico de Alcalá del Río se ha visto ampliado con la puesta en valor de un importante yacimiento arqueológico. Las obras de ampliación de las dependencias de la Hermandad de la Soledad sacaron a la luz el pavimento de una vivienda romana, compuesto por dos mosaicos datados en el siglo III d. C. El conjunto destaca por su minuciosidad, colorido, ornamentación y originalidad. Recientemente ha finalizado la restauración de ambos suelos, una importante recuperación patrimonial que da muestras del esplendor que la Ilipa Magna romana ostentó en el pasado.
La corporación alcalareña en todo momento quiso conservar el hallazgo en sus dependencias. «Es un valor añadido a nuestro patrimonio y por extensión para el pueblo» señala el hermano mayor, Aurelio Domínguez Alemán. La hermandad solicitó a la Delegación Provincial de Cultura poder mantener estos históricos suelos en sus dependencias, para lo que se comprometió a la restauración y conservación de los mosaicos. «Incluso hemos modificado la estructura y la organización del edificio para poder mantenerlos en el lugar donde han aparecido y que sean visitables».
La intervención ha sido realizada por la empresa Gares S.L., premio nacional de restauración de bienes culturales, y ha ascendiendo a 30.000 euros. Tanto la excavación arqueológica como la restauración han sido sufragadas por la hermandad, con una pequeña aportación de la Fundación La Caixa.
Restauración, a falta de la limpieza y colocación del suelo de cristal / El Correo
El laborioso proceso de recuperación y puesta en valor comenzó en el mes de octubre, y se ha desarrollado en tres fases. La primera consistió en una exhaustiva limpieza y extracción por partes del pavimento. Los distintos sectores en los que se divide el mosaico son separados siguiendo líneas o cenefas del diseño, para evitar interrumpir decoraciones. Una segunda fase, más mecánica, se ha centrado en la limpieza y consolidación de las teselas y su montaje en planchas, que hacen de soporte para su colocación. Para la última fase del proceso ha habido que esperar a que avanzase la obra para colocarlo en la zona de exhumación, en la misma cota y misma posición en que fue hallado. Esta operación, que es la que ha concluido ahora, ha consistido en el montaje de las piezas recomponiendo el diseño original, reintegración de las costuras entre los distintos sectores y aplicación de tratamiento protector.
Jesús Serrano es el restaurador que ha dirigido la intervención. Destaca que «la calidad del mosaico va en función del tamaño de las teselas y del colorido, y este conjunto está realizado a base de piezas de muy pequeño tamaño y con una variedad de colores muy llamativa, por lo que supone un hallazgo de gran importancia. Da muestras de que esta domus era propiedad de una familia poderosa, que arriesgó en la composición y el diseño». Pájaros, motivos geométricos e incluso cruces gamadas se distribuyen a lo largo de los 24 metros cuadrados del opus tessellatum o mosaico principal, con diseño en damero. La importancia del yacimiento se ve incrementada por la segunda estancia, de menos tamaño, en la que se encuentra un curioso pavimento denominado opus signinum, realizado mediante fragmentos de piedra con incrustaciones de mármol y un paño central con motivos geométricos y figurativos a base de teselas.
El pasado mes de septiembre la hermandad de la Soledad comenzó las obras de ampliación y reforma de su casa hermandad anexionando un nuevo inmueble. En la planificación de la obra se contaba con la posible aparición de restos arqueológicos, pues de hecho en el edificio ya existente se conservaba un pequeño fragmento de mosaico. El hallazgo fue sorprendente incluso para los arqueólogos que realizaron la excavación debido a su extensión y minuciosidad, así como por el buen estado de conservación.
El subsuelo alcalareño oculta restos de las continuas civilizaciones que han poblado su solar, por lo que es habitual el hallazgo de piezas arqueológicas. Frente al expolio sufrido en épocas pasadas, es elogiable el esfuerzo económico realizado por la hermandad para mantener este vestigio del pasado romano local.
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