La modificación de una carretera descubre un conjunto termal romano en Girona

Las obras de la GI-524, en el municipio de Camós, han revelado unos restos del siglo II

Un grupo de arqueólogos explorando los restos romanos en Camós / Xavier Pi
La modificación del trazado de la carretera GI-524, que hasta el pasado año atravesaba los restos de la antigua villa romana de Vilauba, en el municipio gerundense de Camós, han permitido poner al descubierto un conjunto termal que ocupaba una superficie de 135 metros cuadrados.
Este hallazgo ha supuesto para el yacimiento dar “un enorme salto cualitativo”, según uno de los arqueólogos responsables de la excavación, Pere Castanyer.
Castanyer ha recordado que, a partir de ahora, este conjunto termal se convierte en uno de los más importantes de Catalunya en ámbito rural.
El excelente estado de conservación de este espacio llevó a los expertos a construir una cubierta provisional para garantizar la protección futura de las estructuras.
El recorrido en el interior de las termas comienza con un primer ámbito interpretado como el ‘apodyterium frigidarium’, un vestuario dotado de un banco lateral para sentarse y unos nichos inferiores para dejar la ropa y el calzado.
Al fondo, una piscina de agua fría, con una capacidad de unos 2.500 litros, y los accesos a dos salas con mayor temperatura denominadas ‘tepidarium’ (ambiente templado) y ‘caldarium’ (ambiente caliente).
Un característico sistema de construcción de la época permitía la circulación del aire caliente por el subsuelo, mientras que el ‘caldarium’, donde se solía alcanzar una temperatura de unos 40 o 50 grados, contaba también con una bañera que se disponía directamente sobre la boca de un horno.
La puesta en marcha del horno, así como el mantenimiento y la regulación de la temperatura de las salas o la recarga de la caldera, se llevaba a cabo en dos estancias situadas en la parte más baja del terreno, a las que se accedía desde del exterior.
Todo el conjunto termal está delimitado por varios canales de desagüe y recogida de las aguas pluviales, junto a las procedentes de las piscinas y bañeras, que aseguraban al mismo tiempo el buen funcionamiento de una pequeña letrina que se disponía en un rincón del edificio.
Para la construcción de este espacio se utilizó la piedra sedimentaria local denominada ‘travertino’, mientras que los pavimentos se hicieron de ‘opus signinum’, un tipo de conglomerado de cerámica y mortero.
Siguiendo las modas y costumbres del momento, esta zona de termas se construyó en el siglo II y se mantuvo en uso hasta bien entrado el siglo IV.
Durante las excavaciones, también se ha empezado a trabajar en la consolidación y restauración de los diversos pavimentos de las salas, así como en revestimientos hidráulicos de las piscinas y del piso inferior.
El objetivo es que, a partir del próximo año, se incorpore todo este conjunto a la visita del yacimiento para que el público conozca algunos aspectos hasta ahora inéditos sobre las condiciones de vida de sus habitantes.

La túnica de Neso | Departamento de Latín IES La Senda Quart de Poblet