Ataque de Robert Blake a Santa Cruz de Tenerife (1656):
Roberto Blake es demasiado conocido en nuestra historia, para no decir de él que, trasplantado de la universidad de Oxford a oficial del ejército republicano, y del ejército a almirante de la marina inglesa, sostuvo la dignidad de su pabellón contra la rivalidad de los holandeses, escarmentó el orgullo de Argel y formó el designio de interceptar las ricas flotas que volvían de América a los puertos de España. El 3 de noviembre de 1656 empezó Tenerife a aparejarse más y más, por haber avistado algunos navíos de gran buque. El general mandó que todos los milicianos asistiesen a sus respectivas banderas. El día 4 bajaron a Santa Cruz las compañías de La Laguna, bien que, habiéndose tenido seguridad el 5 de que eran embarcaciones amigas, se volvieron a retirar. El 12 llegó aviso de España de que estaba la armada inglesa sobre Cádiz, y el 28 de diciembre entró en el puerto de Santa Cruz la nave de La Plata llamada Madama del Brasil, del mando del capitán Alonso Ruiz de Mármol, con el gobernador y 50 soldados del presidio de Puerto Rico, que poco después armaron una pendencia con los paisanos, en que alguno murió. Entra en el puerto de Santa Cruz la flota de don Diego de Egues: Ya don Alonso Dávila había enviado a la corte al capitán Gaspar de los Reyes Palacios con la noticia del arribo de aquella nao, cuando en Tenerife se tuvo la satisfacción de ver entrar el día 22 de febrero (1657) la flota deseada del cargo del general don Diego Egues Viamont y del almirante don José Centeno Ordóñez. Permaneció en la rada de Santa Cruz hasta el 26, que se hizo a la vela para Cádiz. Pero al día siguiente, estando todavía a la vista, dos felices casualidades la obligaron a retroceder al mismo puerto. Un marinero inglés, cogido en La Gomera y trasladado a Tenerife, declara que la armada de Blake ocupaba todavía las costas de España. Despacha al punto el capitán general un barco a don Diego de Egues con este aviso y le envían al inglés, a tiempo en que pensaba en retornar a Santa Cruz por haberse rendido un palo de la capitana.

En efecto, toda la flota volvió a arribar el 12 de marzo. El 12 se determinó asegurar en tierra la plata y demás cargazón, y el 25 de abril, con noticia de la muerte de don Pedro de Ursúa, marqués de Gerena y general de los galeones, que era cuñado de don Diego, hicieron veinticuatro horas la capitana y almiranta aquellos honores fúnebres que se acostumbran en la marina, funesto presagio del desastre que dentro de cuatro días había de experimentar toda la flota. Corría la noche del 29 al 30 del mismo mes de abril, cuando llegó a Santa Cruz un barco de Canaria con aviso de que el inglés venía con más de 36 velas sobre el puerto, con ánimo de sorprender a la flota. Al punto se toca a rebato; corren al arma las milicias y pónese en tal movimiento la tierra, que a las 8 de la mañana del día 30, cuando dio fondo la escuadra enemiga enfrente de las naves cuya plata venían buscando, ya coronaban las fortificaciones y trincheras de la marina más de 12.000 hombres. El almirante Blake hizo intimar a don Diego de Egues que se rindiese; pero el intrépido español, "hombre de gran valor y conducta" (como confiesan los mismos escritores ingleses), teniendo bien regladas las cosas, respondió con estas palabras:
- Que venga acá si quiere.
Blake quiso; y con admirable osadía se arrojó al empeño de forzar la plaza, batiendo con un fuego vivísimo las naves, castillos y reductos que, de su parte, le correspondían con acierto. Ya había dos horas que la flota se defendía; pero crecía el daño y a proporción del daño el peligro. En tal extremo, ejecutando las órdenes de la corte, se pegaron fuego a sí propias todas nuestras naves. Muchos enemigos que ya habían empezado la abordada en sus lanchas perecieron, y con ellos muchos españoles. Algunos se salvaron a nado, saliendo a tierra por medio de los torbellinos de llamas y demás horrores de la artillería y el mar, mientras otros quedaron quemados o sumergidos. De la capitana murieron don Pedro de Argos, don Pedro de Medina, el piloto mayor Lázaro Beato, don Pedro Navarrete, el capitán Lizondo... Infundía terror aquella escena trágica, en que se veían perder tantas vidas y tantos buques [...] Reducida nuestra flota a pavesas, no por hostilidad de los enemigos, según han publicado falsamente tantos autores, sino por propia resolución, continuó el almirante Blake batiendo nuestras fortalezas a la desesperada, en las que encontraba una gloriosa resistencia. [...] el trabado combate de diez horas con los ingleses, cuya escuadra, habiéndose mantenido surta en el puerto hasta las 6 de la noche, zarpó precipitadamente las anclas a favor de la obscuridad, sacando desarbolado a remolque el navío llamado "El Gobierno" con otros buques bastante maltratados. Los enemigos perdieron más de 500 hombres. De los habitantes de Tenerife sólo murieron 5 y entre ellos el fray Francisco Monsalve, religioso de San Agustín. La fortaleza de Paso Alto recibió el mayor daño y lo hizo a la guarnición, porque las balas que daban en el risco desencajaban muchas piedras. Todavía se suelen encontrar algunas enterradas en aquel cerro.

http://www.mgar.net/docs/blake.htm