Hasta ahora todas las criticas sobre el Estatuto catalán se han centrado en la ruptura de la unidad de España como consecuencia de la definición de Cataluña como Nación, de las políticas de financiación, de la administración de justicia, de las relaciones con otros Estados, capacidad normativa propia, sistema fiscal, soberanía y otras muchas más que hacen que sea una norma demoledora de la unidad patria, la solidaridad y cohesión entre sus gentes y tierras y, por lo tanto inaceptable y, como ya he defendido, sus promotores reos de un delito de rebelión. Solo con esto bastaría para rechazarla y devolverla a los archivos de los museos de terror. Ahora bien estos aspectos tan crispantes pueden terminar por eclipsar otros de igual calado que debemos tener muy presentes, no vaya a ser que de las ocho famosas formulas de Zapatero una de ellas termine por convencer a los flojitos del PP, con Pique , Vendrell y los concejales del PP de Santa Coloma de Farners ( han aprobado resoluciones a favor del Estatuto) a la cabeza y, con ello nos encontremos con la segunda sorpresa de una aprobación del “Estatut” en el Congreso de los Diputados.
Este Estatuto es perverso en si mismo y prueba de ello es que entre su farragoso y desproporcionado articulado se esconden cuatro normas que atentan frontalmente contra el Magisterio de la Iglesia y por lo tanto contra la Doctrina social y moral cristiana, cuales son, los artículos 20, 21, 40 y 41.
El articulo 20 abre la puerta a la institucionalización de la eutanasia al afirmar que “ todas las personas tienen derecho a vivir con dignidad el proceso de su muerte”, el texto además obliga a los facultativos a respetar la voluntad del enfermo ; el articulo 21 impone la laicidad del sistema educativo publico “.. ..en las escuelas de titularidad publica, en las cuales la enseñanza es laica” ; el articulo 40 regula y, no solo eso, pretende incentivar las uniones homosexuales con independencia de la forma en la que se formalicé tal unión “Los poderes públicos de Cataluña han de PROMOVER la igualdad de las diferentes uniones estables de pareja con independencia de la orientación sexual de sus miembros” y por ultimo el articulo 41 viene a regular al más abominable de los crímenes, el aborto, instituyéndolo de forma libre e ilimitada y solo dependiente de la voluntad de la mujer sin el concurso del padre titular de los mismos derechos “Los poderes públicos de Cataluña han de velar para que la libre decisión de la mujer sea determinante en los casos en lo que se refiere a las cuestiones .....en particular en lo que respecta a su propio cuerpo y su salud reproductiva y sexual” .
Las conclusiones del actual Sínodo no dejan lugar a dudas “ Es pecado mortal votar a políticos que no combatan el aborto o ignoran doctrinas morales fundamentales”, ¿ se acuerdan ustedes del termino pecado mortal? probablemente los mayores de cuarenta y cinco años si, los demás no. También nos recordaban “ Los políticos y legisladores que proponiendo o defendiendo leyes inicuas, como las que destruyen la familia, o el divorcio y el aborto tienen una grave responsabilidad y deben poner remedio al mal hecho si quieren acceder a la comunión con el Señor”. La nota doctrinal de 24 de Noviembre de 2002 de la Congregación para la Doctrina de la Fe, exigía a los católicos su participación activa en la vida publica y por lo tanto en la política, para que con su voto se opusieran frontalmente a la destrucción o negación de Principios innegociables respecto de los cuales no caben componendas, como son, la defensa de la vida desde su concepción hasta su termino natural, los matrimonios monogámicos entre personas de distinto sexo, la familia diferenciándolas de otras formas de convivencia. Benedicto XVI nos exhorta continuamente para que el católico sea activo en la lucha por evitar que a Dios se le aparte de la vida publica . Por ultimo Juan Pablo II en su ultimo libro Memoria e Identidad, en el que hace gala de un gran amor a su Patria Polonia, nos recuerda el lugar que ocupa el patriotismo en el decálogo y concluye “ la respuesta es inequívoca: es parte del cuarto mandamiento que nos exige amar al padre y a la madre.....desde el momento que también la patria es verdaderamente una madre para cada uno” .
Conforme a lo expuesto, es por lo tanto imposible que ningún católico con su conciencia bien formada apoye el Estatuto y, no solo eso, sino que esta obligado a combatirlo, toda vez que, por medio del mismo se trata de imponer normas que quiebran Principios fundamentales, lo que convierte nuestra oposición en un deber ineludible que nos impone nuestro Credo.
Rafael López-Dieguez Gamoneda
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