Interesantísimo y acertado (a mi juicio) estudio sobre el tema dogmático de una infalibilidad pontificia mal entendida. Basado, además, en los propios textos bíblicos.- Mas concretamente, en el texto de la carta de San Pablo a los Gálatas, (Gl II, 11-21). Dogma que no supone, en modo alguno, la imposibilidad de que el papa se equivoque cuando da su opinión particular sobre algún tema, o cuando realiza tal o cual acción televisada y televisiva, como entrar en una mezquita y besar un corán... Porque ese dogma, en ningún caso nos propone que el Papa esté libre de sufrir tentaciones, ni mucho menos de caer en ellas... es decir de pecar o equivocarse, como cualquier otro hombre.
Según la Santa Doctrina de la Iglesia Católica, la enseñanza del Papa está libre de errores, únicamente cuando es promulgada como "Solemne Definición Pontificia". Y por tanto, cuando Juan Pablo II besa un Corán, en un acto público y televisado por todas las cadenas del mundo... o realiza nombramientos para la dirección de tal o cual congregación, etc, etc... solo está realizando acciones, digamos... "de otro tipo". Como San Pedro, su sucesor en el trono, sea éste el que sea, no estaría libre del error de caer en cualquier tipo de tentación. E incluso de caer en ella, como la tentación, por ejemplo, de intentar "complacer" o sentir debilidad ante la presión de un grupo influyente, como le pasó en su día a San Pedro, y mas cuando sabe que detrás existe una inmensa audiencia televisiva. Con nuestra actuación y nuestras propias cobardías, todos hemos (alguna vez sin quererlo) negado a Cristo...
Una cosa es afirmar, como muy bien entendió San Pablo, que los cristianos no estaban obligados a pasar por el ritual judío de la circuncisión, y otra muy distinta predicar un falso ecumenismo, abrazándose a una "santa macetita con su correspondiente plantita encima", que vaya Vd. a saber lo que leches significa... Y me gustaría saber qué pensaría San Pablo, si hubiera visto a San Pedro en esa misma pose en la que todos pudimos ver a Juan Pablo II. De pena...
Como diría Chesterton: "son las viejas virtudes cristianas, que se han vuelto locas". Y decir ésto, no significa en modo alguno, abrazar las tesis erróneas del sedevacantismo. ¡¡Ojo!!, que nadie se equivoque...
¡Muy bueno el artículo!
Un abrazo en Cristo
...Digan lo que digan los componentes de la vasta gama de los llamados católicos neo-conservadores, el ser hijo sincero de la Iglesia de Cristo no exige aprobar el beso papal al Corán, el nombramiento de Müller para la Congregación de la Doctrina de la Fe o la inclusión de un “hijo de la Viuda” entre los miembros de la Pontificia Academia de la Ciencia. Al menos, visto lo visto, no creemos que San Pablo lo hubiera aprobado
Marcadores