Caballeros del Sagrario



¡Oh, si el pueblo y la embrutecida masa neutra tuviera ojos para ver, oídos para oir e inteligencia para entender! Fijaría en nosotros la mirada y preguntaría con asombro: ¿Quiénes son esos que tienen entrañas para sentir y corazón para amar? ¿Qué reyes son esos que tales lealtades inspiran? ¿De dónde sacan su vitalidad y su frescura esas doctrinas que la desventura no ahoga y el desamparo no agosta? ¿Quién enseña a esos jóvenes a seguir y amar una causa que solo produjo a sus padres sacrificios y desventuras?


¡Ah! Si esa masa neutra fuera capaz de pensar, entonces habría regeneración y habría vida. Si miraran nuestros actos con ojos libres de preocupaciones, verían que siempre, invariablemente, en las alegrías como en los dolores, la primera mirada es para el cielo, y nuestra primera manifestación es postrarnos al pie del sagrario. Tales almas así forjadas y templadas en la fragua del amor de Dios ponen en la sociedad atea y amoral una nota distintiva de catolicismo práctico, y confortará el espíritu ver a esos mismos caballeros que tantas pruebas de virilidad y entereza han dado, arrodillados a los pies del Divino Prisionero del Sagrario en el retiro amable de la Iglesia, para pedirle el valor necesario a fin de cumplir con entereza, sus deberes de católicos.

B.G.


EL BANDIDO REALISTA