Cuando la vida merece la pena sí tendemos, por nuestra propia naturaleza, a vivir y nos resistimos a una muerte temprana. Pero todo se acaba algún día y el ser humano acepta, por nuestra propia naturaleza, la muerte con naturalidad y sin temor, como un descanso después de un largo camino...
Resistirse a la muerte es el verdadero infierno. Por el contrario, para un anciano aceptar la muerte igual que un niño acepta la vida es en lo que consiste la verdadera inmortalidad, ya que hace que la muerte deje de ser un problema y se vea como lo que es: algo natural y deseable.
Quiero aclarar que yo no estoy hablando de religión en si en estos momentos, sino de la naturaleza del propio ser humano como ser espiritual, que es la que nos abre la puerta a la religión y a la creencia en Dios.
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