INTRODUCCIÓN:
Está muy mal visto ir contra la corriente, afirmar y sostener ideas y verdades contra la querencia general. Más aún en sociedades como la actual en que se ha instaurado la tiranía de los Políticamente Correcto. En que hay unos tópicos que dicen basarse en la razón pero que no son más que unos prejuicios artificialmente construidos por una inmisericorde propaganda anticatólica (y anti española en cuanto que el Imperio Español sostuvo y defendió a la Iglesia en todo el mundo, incluso contra sus intereses).

Hay que vencer una gran inercia mental para, no ya rebatir sino simplemente, CUESTIONARSE si esas "verdades" inculcadas durante siglos de Leyenda Negra son ciertas o tienen algún fundamento.

Pero es mucho más indignante comprobar que durante siglos se ha estado, de forma deliberada, prostituyendo la verdad en beneficio de ciertos intereses exteriores hasta que muchos españoles y católicos se las han acabado creyendo a fuerza de repetición por la prensa, TV, literatura, hollywood, etc.
Y aún siguen tirando piedras contra su tejado e injuriando a la verdad, la auténtica, no la diseñada y propagada artificialmente para derrotar a un enemigo que habiéndose intoxicado de ese veneno mental y moral no presenta ni batalla, sólo la rendición.

Con esta serie se pretende romper una lanza en honor de la verdad y mostrará, siempre de manos de Historiadores Profesionales y extranjeros, que España y en especial la Iglesia Católica fue y es la FORJADORA DE NUESTRA CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL.

Porque de bien nacido es ser agradecido. Gracias Iglesia Católica.







PARTE : LA IGLESIA INDISPENSABLE.
El profesor de Historia en la Universidad de Pensilvania (Philip Jenkins) señala que el anticatolicismo es el ÚNICO PREJUICIO RESIDUAL aún aceptable en EEUU hoy en día.

Es una afirmación irrefutable. Es poco, si es que hay algo, que la cultura popular y mediática prohíba cuando se trata de ridiculizar, escarnecer o parodiar a la Iglesia Católica.

Los alumnos y personas que desconocen todo de la Iglesia, sí están empero, al corriente de su supuesta "corrupción" gracias a las innumerable historietas de diversa credibilidad que sus profesores, los mass media, etc. les cuentan.

La historia del catolicismo suele ser hogaño un compendio de ignorancia, represión, estancamiento y oscurantismo.

Que nuestra civilización occidental tenga una GRAN DEUDA CON LA IGLESIA gracias a la que hay Universidades, instituciones benéficas, Derecho Internacional, las ciencias como las conocemos hoy, y otros importantes principios legales, entre otras muchas otras cosas, no parece que haya sido inculcado ni dado a conocer con algún rigor.

Nuestra CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL DEBE A LA IGLESIA CATÓLICA mucho, muchísimo más, de lo que la mayoría, incluidos los católicos, tiende a pensar. La verdad es que fue la IGLESIA CATÓLICA LA QUE CONSTRUYÓ NUESTRA CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL.

Evidentemente la civilización occidental no tiene su origen sólo en el catolicismo, no podemos negar la importancia de Grecia y Roma, o las distintas tribus germánicas que heredaron el Imperio Romano de Occidente, con influencias notables en el peso fundacional de nuestra civilización.

Contra la creencia general, lejos de repudiar esas tradiciones, la Iglesia las ha asimilado y aprehendido lo mejor de todas ellas. Sorprende así que, la sustantiva y esencial aportación católica, pase inadvertida, más bien denostada, para la cultura popular.

Ningún católico serio discutirá que los hombres de la Iglesia tomaron en todo momento las decisiones más adecuadas, pero, si bien creen que la Iglesia conservará la integridad de la fe hasta el fin de los tiempos, esta garantía espiritual no implica que las actuaciones de los papas y episcopado hayan sido siempre irreprochables o modélicas.

Al contrario los católicos DISTINGUEN entre la santidad de la Iglesia como institución guiada por el Espíritu Santo y su naturaleza pecaminosa al estar formada por hombres, incluidos los que sirven a la institución.

Actualmente se han revisado con contundencia algunos acontecimientos históricos tradicionalmente citados como prueba de la maldad de la Iglesia, más bien usados por la PROPAGANDA anticatólica de forma tan falaz como machacona:

Por ejemplo hoy sabemos y ESTÁ PROBADO que la INQUISICIÓN no fue, ni de lejos, tan dura como malintencionadamente se quiere hacer creer.
El número de personas realmetne ejecutado no es inferior, sino MUY INFERIOR, al de las exageradas versiones inculcadas por la propaganda y la Leyenda Negra. Y cualquier reo de la época prefería el tribunal Inquisitorial al civil, mucho más severo, en España y fuera de España. La Inquisicón fue un MONUMENTO DE DERECHO PROCESAL, el mejor y más moderno de su época, tanto que algunas de sus innovaciones se conservan y aplican hoy en día: poder recusar al juez, abogado defensor, etc.

No es un simple alegato del autor sino la conclusión a la que han llegado los estudios eruditos más recientes (Henri Kamen: The Spanish Inquisition: A Historical Revision, Yale University Press, 1999, o el de Edward M. Peters, Inquisition, University of California Press, Berkeley, 1989, etc.)

En el medio cultural actual es fácil olvidar, o ni siquiera aprender, lo mucho que nuestra civilización debe a la Iglesia Católica.

La mayoría reconoce la influencia de la Iglesia Católica en la música, el arte y la arquitectura, pero la huella de la Iglesia en nuestra civilización occidental va mucho más allá de esos ámbitos.

Los no eruditos tienen bien asentada, tras una falaz pero eficaz labor de propaganda y Leyendas Negras, la falsa idea de que la Europa Medieval (1.000 años anteriores al Renacimiento) fueron tiempos oscuros, de ignorancia y represión, carentes de un debate enérgico o intercambio intelectual animado. Que los intelectuales estaban sometidos a una estricta conformidad implacablemente impuesta.

Es lógico esa desvirtuada visión es la que ha triunfado en la escuela y la que falsamente domina en la cultura popular. Incluso autores profesionales sostienen ese punto de vista.
Así en libros como El Segundo Mesías (Christopher Knight y Robert Lomas) ofrecen un retrato de la Iglesia Católica y de su influencia en nuestra civilización totalmente erróneo y deformado, lleno de fuertes prejuicios hacia la Edad Media, pero sobre todo por su desconocimiento general de ese período histórico.

En dicho libro se pueden leer cosas como: "el establecimiento del cristianismo romano marcó el comienzo de los Tiempos Oscuros", período en que la luz estuvo ausente de todo aprendizaje y la superstición sustituyó al conocimiento. Esa época se prolongó hasta que el poder de la Iglesia romana fue socavado por la Reforma".
Es difícil decir más falsedades y sandeces en tan poco espacio. Pero aún siguen: "se despreció todo cuanto era bueno y verdadero y se ignoraron todas las ramas del conocimiento humano en nombre de Jesucristo"

Esos clichés y tópicos son los que muchos lectores tienen por ciertos. Los aprendieron en la escuela y se refuerzan convenientemente en películas, series de TV, literatura, etc.
Pero no hay ya, actual y afortunadamente, un historiador serio que no desprecie esa versión propagandística.

Y ese, como otros libros similares, contravienen los resultados de un siglo de investigaciones recientes que Knight y Lomas, que no son historiadores, ignoran. Pero ningún historiador profesional actual puede evitar sonreír ante los viejos bulos tan extensa (y eficazmente) propagados.

Es frustrante para estos historiadores medievales esforzarse y documentarse durante años, obtener innumerables pruebas, para que todo el mundo siga dando pábulo a las historietas que consideran que el Medioevo fue un yermo intelectual, cultural de principio a fin, y que la Iglesia Católica no ha legado a Occidente nada más que represión y oscurantismo.

Autores, que no historiadores, como Knigth y Lomas se callan que en los "Tiempos Oscuros" la Iglesia inventó e implantó en Europa el sistema UNIVERSITARIO un auténtico regalo de la civilización occidental al resto del mundo.
Se suele escamotear, sistemáticamente, que los católicos españoles pusieron en funcionamiento bibliotecas y Universidades en sus PROVINCIAS de ultramar (que no colonias), antes que los tan adelantados (y tolerantes) holandeses y británicos, las tuvieron en sus naciones. O se olvidan mencionar (tal vez porque lo desconocen) que la ratio de camas de hospital por habitante en el Perú español de hace siglos era superior al de HOY en día en California, el estado más rico de EEUU.

Los que de verdad analizan la Historia sin prejuicios se asombran de la cima que llegó a tener el DEBATE INTELECTUAL bajo el Catolicismo, de forma totalmente LIBRE y sin cortapisas en los centros de eseñanza medievales.
La exaltación de la RAZÓN humana y sus capacidades, el compromiso con un debate racional y RIGUROSO y el impulso de la INVESTIGACIÓN INTELECTUAL así como el intercambio académico, todo patrocinado por la Iglesia, proporcionaron el marco necesario para la extraordinaria REVOLUCIÓN CIENTÍFICA que se produciría en la civilización occidental
.


Los historiadores de la ciencia: A.C. Crombie, David Lindberg, Edwar Grant, Stanley Jaki, Thomas Goldstein, J.L. Heilbron, etc. etc. han concluido en los últimos 50 años que la REVOLUCIÓN CIENTÍFICA SE PRODUJO GRACIAS A LA IGLESIA.

La aportación católica a la ciencia no se limitó a la esfera de las ideas (también las teológicas, claro) y muchos CIENTÍFICOS en ejercicio eran sacerdotes y clérigos.

El padre Nicholas Steno, un luterano converso y ordenado sacerdote, es comunmente considerado el padre de la GEOLOGÍA.
El padre de la Egiptología fue Athanaisus Kircher.
El primero que midió el índice de aceleración de un cuerpo en caída libre fue otro sacerdote: padre Giambattista Riccioli.
Roger Boscovich tiene atribuido el descubrimiento de la moderna teoría atómica.
Los jesuitas llegaron a dominar el estudio de los terremotos y la sismología actual sería impensable sin ellos al punto que se le denomina "ciencia de los jesuítas" al igual que la Astronomía y Cosmología unas 35 cráteres lunares llevan nombres de científicos y
MATEMÁTICOS jesuítas.
La Iglesia católica ha proporcionado más ayuda financiera y APOYO SOCIAL al estudio de la astronomía durante seis siglos que NINGUNA OTRA INSTITUCIÓN y más que el resto junto.

Fue la españolísima y católica Escuela de Salamanca la que inventó, desarrolló y elaboró el Derecho Internacional, e importantes estudios y análisis económicos.
etc. etc. etc. etc. etc.

Aunque la importancia de la tradición monástica ha sido más o menos reconocida, pues casi todos saben que los monjes católicos preservaron y difundieron la herencia literaria del mundo antiguo, podría decirse que gracias a ellos pervivió el alfabetismo en Europa tras la caída del Imperio Romano, pero en realidad la aportación de los monjes, de la Iglesia fue mucho, muchísimo mayor.

Es difícil, casi imposible, encontrar una empresa significativa para el progreso de nuestra civilización a lo largo de la Edad Media (más de 1.000 años) en la que la intervención de los monjes no fuera decisiva.

Según estudios especializados los monjes proporcionaron a toda Europa una red de fábricas, centros de cría de ganado, centros de investigación, fervor espiritual, la predisposición a la acción social, ... en resumen una avanzada civilización que surgió del caos y la barbarie circundantes.

Sin duda San Benito fue el padre de Europa y los benedictinos, sus hijos, fueron los padres de nuestra civilización europea. (J.L. Heilbron: The Sun in the Church as Solar Observatories, Harvard University Press, Cambridge, 1993, pg. 3).

El Derecho Internacional se debe a las universidades españolas del XVI y es Francisco de Vitoria, profesor y sacerdote católico, el padre de tal disciplina del saber. Ante la problemática del trato a los indígenas del Nuevo Mundo, Vitoria y otros filósofos y teólogos, católicos, empezaron a especular sobre los DERECHOS HUMANOS y las correctas relaciones entre los pueblos.
Estos pensadores católicos crearon la idea del Derecho Internacional como se conoce hoy.

Más aún el Derecho Occidental es en gran medida una aportación eclesiástica. En la que el Derecho Canónico fue el PRIMER SISTEMA LEGAL MODERNO surgido en Europa que demostró la posibilidad de reunir en un solo cuerpo legal coherente y completo el batiburrillo de estatutos, tradiciones, y costumbres locales, a menudo, contradictorias

Según el experto Harlod Berman: "fue la Iglesia quien enseñó por primera vez al hombre occidental lo que es un sistema legal moderno. Fue la Iglesia la quien enseñó qué costumbres, qué estatutos, casos y doctrinas en mutuo conflicto pueden reconciliarse mediante el análisis y la síntesis". (Réginald Grégoire, Léo Moulin y Raymond Oursel en The Monastic Realm, Rizzoli, NY, 1985, pg. 277). Es decir el Derecho como lo conocemos se origina del Derecho Canónico de la Iglesia Católica.

Y otros importantes principios legales de nuestra civilización occidental son fruto de influencia eclesiástica pues fueron los hombres de la Iglesia los que decidieron introducir una serie de procedimientos judiciales de corte racional, además de conceptos legales, para acabar con las ordalías, arraigadas en la superstición, que caracterizaban el orden legal germánico.

Aunque estudios antiguos atribuyen la creación de la economía moderna a Adam Smith y otros teóricos de la economía del XVIII, las investigaciones más recientes subrayan la importancia del PENSAMIENTO ECONÓMICO de los últimos escolásticos, en particular, los teólogos católicos españoles del XV y XVI. Algunos como el gran economista del XX: Joseph Schumpeter han calificado a estos pensadores españoles y católicos de fundadores de la moderna ciencia económica.

Si bien la mayoría conoce la labor de caridad desarrollada por la Iglesia Católica desconoce el EXTRAORDIANRIO COMPROMISO con dicha labor.
Hasta W.E.H. Lecky, un historiador decimonónico muy crítico con la Iglesia reconocía, no obstante, que el compromiso eclesiástico con los pobres (en lo espiritual y material) era un fenómeno nuevo en el mundo occidental y constituía un avance sustancial sobre los modelos de la Antigüedad clásica.

La Iglesia ha dejado una huella indeleble en el núcleo de la civilización occidental a la que ha forzado, significativamente, hacia el bien. No hay ninguna institución en el mundo que pueda honrarse de contar con tantos hombres y mujeres HERÓICOS, ni de haber conseguido TANTOS LOGROS HISTÓRICOS.

Sin embargo hay muy poca información, si es que hay alguna, en libros de texto sobre estos hechos, sean de primaria, secundaria o universitarios.

La Iglesia Católica ha configurado nuestra civilización y nuestra actitud como personas de modos mucho más diversos de lo que se piensa a simple vista.

Aunque los manuales escolares no lo digan, la Iglesia Católica ha sido INDISPENSABLE PARA LA CONSTRUCCIÓN DE NUESTRA CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL. Puso fin a las prácticas moralmente repugnantes del mundo antiguo (infnaticidio, aunque ahora volvamos a él de forma peor y más cruel si cabe, combates de gladiadores, esclavitud, etc.). Tras la caída de Roma FUE LA IGLESIA LA QUE RESTAURÓ LA CIVILIZACIÓN Y POSIBILITÓ SU PROGRESO.

Nunca, ninguna otra civilización ha alcanzado tan altas cotas de libertad y bienestar, tanto social como personal, cómo las conseguidas por la Iglesia Católica.


Todo empezó enseñando a los bárbaros, lamentablemente hacia la barbarie nos dirigimos, en pare, olvidando quienes somos, de dónde venimos y denostando a la Iglesia.


DE BIEN NACIDOS ES SER AGRADECIDOS. GRACIAS IGLESIA CATÓLICA.









2ª Parte: UNA LUZ EN LAS TINIEBLAS.
Es usual que se designe, erróneamente, el milenio entre el fin de la Antigüedad Clásica y el Renacimiento como de Tiempos Oscuros. Actualmente sabemos que hay un amplio reconocimiento a los extraordinarios logros realizados durante la Alta Edad Media.

David Knowles señala que los historiadores prescinden cada vez más de ese cliché onimoso de Tiempos Oscuros, y tampoco consideran admisible aplicarlo a los siglos VIII, IX y X.

Evidentemente en el VI y VII hubo un profundo retroceso cultural e intelectual en educación, producción literaria y otras áreas. Pero ¿es achacable tal situación a la Iglesia?

Desde hace ya unas décadas el historiador agnóstico Will Durant defiende a la Iglesia de tales acusaciones al atribuir el declive cultural a las invasiones bárbaras, no a la Iglesia que hizo cuanto pudo para impedirlo.
Como explica Durant, con datos y lógica irrefutable, "no fue el cristianismo sino la barbarie; no fue la religión, sino la guerra. La avalancha humana destruyo y empobreció las ciudades, monasterios, bibliotecas y escuelas, haciendo imposible la vida intelectual y científica".

"De hecho la destrucción hubiera sido mucho mayor de no mediar la Iglesia que instauró cierto orden en una civilización que se desmoronaba" (Will Durant en Caesar and Christ, MJF Books, NY, 1950, pg. 79).

A finales del II un conglomerado de diversas tribus germanas se desplazaron hacia el Oeste desde Europa Central: la Völkerwanderungen, amenazando las fronteras del Rin y Danubio.
Con el tiempo y la decadencia moral, las luchas internas, etc. los generales romanos se preocuparon más de intrigas políticas que de proteger las fronteras y las tribus invasores aprovechaban los vacíos en las defensas romanas.

Las invasiones bárbaras acabaron con el Imperio y presentaron un desafío sin precedentes a la Iglesia.
El impacto fue diverso, algunas tribus como los vándalos arrasaron y conquistaron con violencia (Norte África, Roma, etc. siglo V).
Otras fueron menos hostiles, incluso respetando el poder de Roma y su cultura.

Los godos fueron admitidos en el Imperio en el 376, cuando huían de las persecuciones de los hunos. Fue en el 378 en respuesta al atroz tratamiento de las autoridades locales cuando se alzaron contra Roma, un siglo después ellos gobernaban Roma.

Ante la grave alteración del orden político y la división del Imperio de Occidente en reinos bárbaros, obispos, sacerdotes y religiosos resolvieron establecer las bases de la civilización a partir de estos inciertos comienzos.

De hecho, el hombre que se considera el padre de Europa: Carlomagno, estaba muy influenciado por los bárbaros, pero convencido de la belleza, VERDAD y SUPERIORIDAD de la religión católica, hizo cuanto pudo para construir la nueva Europa post imperial, sobre los cimientos del catolicismo.


LOS PUEBLOS BÁRBAROS.
Eran rurales y/o nómadas que carecían de literatura escrita y apenas sabían de organización política (exceptuando la lealtad debida al jefe)

Uno de los mayores logros de la Antigua Roma fue el desarrollo de un completo sistema legal, cuya influencia pervivió en Europa durante muchos siglos.
Para los bárbaros la ley era únicamente la forma de finiquitar una disputa y mantener el orden, no la entendía como forma de establecer la justicia.
A un acusado de asesinato se le sometía a la ordalía del agua hirviendo (introducirle la mano en un caldero en ebullición para extraer una piedra del fondo) luego se le vendaba el brazo, tres días después se retiraba el vendaje, si la herida había empezado a curar se declaraba inocente (si había costra), en caso contrario era culpable, etc.

Eran pueblos guerreros que asombraban a los romanos por sus costumbres y conductas salvajes. Según Christopher Dawson: "la Iglesia hubo de asumir la tarea de introducir la ley del Evangelio y la ética del Sermón de la Montaña entre gentes para quienes el homicidio era la más honrosa de las ocupaciones y la venganza era sinónimo de justicia".

Y según J.N. Hillgarth en Christianity and Paganism, the Conversion of Western Europe, University of Pensilvania Press, Filadelfia, 1986, pg. 69): "cuántas vidas se ha cobrado la violencia de la guerra. Ni los salvajes y densos bosques, ni las altas montañas, ni los ríos que se precipitan en cascadas, ni las ciudades en alturas o protegidas por altas murallas, ni la barrera del mar, ni la triste soledad del desierto, ni las grutas del suelo o las cuevas bajo impresionantes acantilados pudieron escapar a los ataques de los bárbaros".

El principal de estos pueblos fueron los francos que se establecieron en la Galia (Francia) a diferencia de otras muchas tribus no se habían convertido al arrianismo (herejía que reniega de la divinidad de Cristo) y la Iglesia puso en ellos sus miras.
La Iglesia ya tenía suficiente experiencia para sabe que es más fácil atraerse a paganos que a seguidores de otros ritos.
Cuando Clodoveo se convirtió en rey de los francos (481) los hombres de la Iglesia atisbaron su oportunidad. San Remigio escribió al nuevo rey una carta de felicitación y proponiéndolo colaborar con el episcopado.
Algunos historiadores defienden la idea de que el matrimonio del rey con la hermosa y pía católica Clotilda fue arreglado por los obispos para convertir al rey.
Pero parece más pausible que fue una decisión (evindentemente con tintes políticos) que Clodoveo se había emocionado con la historia de Cristo. Y cuando le relataron la crucifixión, exclamó: ¡Ah, si yo hubiera estado allí con mis francos!, aún así pasaron varios años antes de que se bautizara, la fecha es incierta (aunque Francia conmemoró en 1996 el 1.500 aniversario del suceso).

Pero, tuvieron que pasar otros CUATRO siglos para que todos los pueblos bárbaros de Europa occidental se hubieran convertido al catolicismo, y eso pese a un inicio tan favorable.

No fue fácil, la Iglesia hubo de convertir a los bárbaros y continuar su guía hasta garantizar que la conversión había arraigado realmente y la fe comenzaba a transformar su gobierno y modo de vida.
Es la conversión y supervisión continuada lo que realmente separa la historia de los francos (San Gregorio de Tours, en el VI) de la Historia Eclesiástica del pueblo inglés (Beda el Venerable, en el VIII)

El ocaso de la dinastía merovingia (por sangrientas luchas intestinas por el poder) a la que pertenecía Clodoveo afecto negativamente a la Iglesia al haberse comprometido tanto con ellos. Y alrededor del VIII la situación de los sacerdotes y episcopado francos es desesperada (por inmoralidad y luchas de poder y riqueza).
Finalmente la iglesia franca será reformada, desde el exterior, por misioneros irlandeses y anglosajones que habían recibido la fe del continente.
Cuando la tierra de los francos precisó una infusión de fe, orden y civilización la recibió de los misioneros católicos cuya semilla habían plantado.


EL RENACIMIENTO CAROLINGIO.
La Iglesia decidió apartarse de los emperadores deConstantinopla que poca ayuda podían proporcionar por su guerrear contra persas y árabes, pero especialmente por la propensión de sus Emperadores a insmicuirse sobrepasando sus funciones estatales.

En el VIII la Iglesia bendijo el traspaso oficial del poder de la dinastía merovingia a la carolingia: la de Charles Martel que había derrotado a los musulmanes en Tours (732) y en última instancia en Carlos el Grande: Carlomagno.

La Iglesia facilitó el paso, sin guerra ni sangre, de los merovingios (su último rey se retiró a un monasterio) a los carolingios.
Con éstos la Iglesia trabajaría estrechamente los años venideros para restaurar los valores de la vida civilizada y bajo la influencia de la Iglesia este pueblo semibárbaro se transformó en el gran constructor de la civilización. Carlomagno, el más franco de los francos, pasó a ser la encarnación de ese ideal (desde la marca hispánica al este, hasta el norte de Italia, con Francia, Suiza y casi toda Alemania)

Carlomagno, que era analfabeto, dio bajo consejo de los obispos gran impulso a la educación y las artes, solicitando el concurso de la Iglesia para organizar escuelas en torno a sus catedrales.

Según el historiador Joseph Lynch: "la escritura, la copia de libros, el arte, las obras arquitectónicas, y el pensamiento de los hombres educados en la catedral y escuelas monásticas, propiciaron un importante cambio cualitativo y cuantitativo de la vida intelectual" (Joseph Lynch en The Medieval Church: A Brief History, Longman, Londres, 1992, pg. 89).

Este resurgimiento de la educación y artes se denomina el Renacimiento Carolingio que llegó hasta el 840. Y una de las claves de este Renacimiento fue la enseñanza correcta de la gramática latina al pueblo germánico (difícil en los VI y VII) pero permitió que estudiaran a los padres de la Iglesia y la Antigüedad clásica. De hecho las copias más antiguas de la literatura romana que nos han llegado datan del IX cuando los intelectuales carolingios las rescataron del olvido.

Suele desconocerse que en la actualidad sólo hay tres o cuatro manuscritos antiguos de autores latinos. TODO NUESTRO CONOCIMIENTO DE LA LITERATURA ANTIGUA SE DEBE A LA RECOPILACIÓN Y TRANSCRIPCIÓN BAJO EL REINADO DE CARLOMAGNO.
Prácticamente la TOTALIDAD DE LOS TEXTOS CLÁSICOS QUE HAN SOBREVIVIDO HASTA EL VIII SIGUEN VIVOS HOY por obra de la Iglesia. (Kenneth Clark en Cvivilisation: A Personal View, Harper-Perennial, NY, 1969, pg. 18).

La esencia de la educación carolingia es la de los antiguos modelos romanos en que descubrieron las siete artes liberales (astronomía, música, aritmética y geometría, lógica, gramática y retórica) y ESTAS SON LAS BASES SOBRE LAS QUE SE ASENTÓ TODO EL FUTURO PROGRESO INTELECTUAL.

Otro logro sustancial del Renacimiento carolingio fue en la escritura con la invención de la minúscula carolingia. Las diversas escrituras en uso hacían muy dificultoso desentrañar los textos y muy tediosa su elaboración, no había letras de caja baja, signos de puntuación, y espacios entre palabras. Según Philippe Wolf fue un avance de similar impacto al posterior de la imprenta, pues permitió el progreso de una civilización basada en la palabra escrita (The Awakening of Europe, NY, 1968, pg. 57).

Y esta minúscula carolingia fue desarrollada, como no, por los monjes católicos y pieza clave de la alfabetización en la civilización occidental.

Los católicos de la época de Carlomagno anhelaban el nacimiento de una civilización aún más grande que las de Grecia y Roma, pues los hombres del VIII, IX y X disponían de algo que no habían tenido sus antepasados: LA FE CATÓLICA.
Si bien modelaban la antigua Grecia aspiraban a superarla pues poseían la perla que los griegos nunca tuvieron.

Así, pese al azote de las invasiones: vikingas, magiares, musulmanas, en los siglos IX y X, el espíritu del Renacimiento carolingio jamás llegó a extinguirse. Aún en los días más aciago de esas invasiones, el espíritu de aprendizaje estuvo vivo en los monasterios conservando la semilla para que germinara en las épocas de estabilidad.

Fue el católico Alcunio de York el que insistió en la necesidad de realizar buenas copias de los mejores libros de texto, dando así un gran impulso a las técnicas de copia de manuscritos.

Tras la muerte de Carlomagno la iniciativa de difundir el conocimiento recayó progresivamente en la Iglesia y los concilios locales solicitaron la apertura de escuelas como en el Sínodo de Baviera (798) y los Concilios de Chalons (813) y Aix (816).

Obispos y abades auspiciaron la expansión educativa: "los sacerdotes abrirán escuelas en pueblos y ciudades" y si alguno de los fieles les confían a sus hijos para que aprendan letras no se negarán a instruirlos labor que hicieron de forma altruista y de insistir los padres no se aceptarán más que pequeños obsequios (David Knolwes, op. cit. pg. 66)

LA IGLESIA FUE LA ÚNICA LUZ QUE SOBREVIVIÓ EN LA FACETA EDUCADORA DE EUROPA durante las constantes invasiones bárbaras, en los IV y V por los germánicos, en IX y X por vikingos, magiares y musulmanes.

Fue la infatigable determinación de los obispos, monjes, sacerdotes, intelectuales y administradores civiles CATÓLICOS lo que salvó a Europa de una segunda caída en la barbarie(Philippe Wolf, op. cit. pg. 153 y ss).

Las semillas del conocimiento germinaron en la Iglesia que una vez más actuó en aras de la civilización "no había sino una tradición disponible, la que emanaba de las escuelas católicas" (Andrew Fleming West en Alcuin and the Rise of the Christian Schools, Charles Scribner's Sons, NY, 1982, pg. 179).

La conservación de la herencia clásica de Occidente y de los avances del Renacimiento carolingio no fue tarea fácil, las hordas invasoras descoyuntaban las regiones, arrasaban ciudades, pueblos y monasterios e iglesias, incendiaban las bibliotecas.

FUERON LOS MONJES LOS QUE IMPIDIERON, CON SU TRABAJO INCANSABLE Y SACRIFICIO, QUE LA LUZ DEL CONOCIMIENTO SE APAGASE.

DE BIEN NACIDO ES SER AGRADECIDO.
GRACIAS IGLESIA CATÓLICA.








3ª Parte : LA IGLESIA Y LA UNIVERSIDAD.
Aunque muchos, demasiados, universitarios no son capaces de situar cronológicamente la Edad Media, suelen estar convencidos de que ésa fue una época de ignorancia, represión y superstición intelectual (y lo dicen los coétaneos de los horóscopos, ludópatas, parasicólogos, visionarios de extraterrestres, sectarios, cartománticos, etc. como nunca se había visto en la historia).

Nada más lejos de la realidad, es en ese período cuando se consigue uno de los mayores logros de la civilización occidental: EL SISTEMA UNIVERSITARIO.

La UNIVERSIDAD es un fenómeno enteramente nuevo en la historia de Europa. Ni Grecia ni Roma habían tenido nada similar (Charles Homer Haskins en The Rise of Universites, Cornell University Press, Ithaca, 1957, pg. 1).

La institución que se conoce hoy, con sus facultades, programas, exámenes y títulos, así como la diferencia entre estudios superiores y de grado medio, procede directamente del tan denostado mundo medieval.

Siguiendo al historiador Lowrie Daly (The Medieval University, 1200-1400, Sheed and Ward, NY, 1961, pg. 4) LA IGLESIA DESARROLLÓ EL SISTEMA UNIVERSITARIO porque era la única institución en Europa que mostraba un interés riguroso por la conservación y el cultivo del conocimiento.

Desconocemos la fecha exacta de la aparición de las universidades de París, Bolonia, Oxford y Cambridge, pues su existencia es fruto de un proceso sostenido en el que las dos primeras empezaron como escuelas catedralicias y las segundas como reuniones informales de maestros y estudiantes. Lo que sí sabemos con certeza es que todas ellas empezaron en la segunda mitad del XII.

Para calificar de universidad un determinado centro de enseñanza medieval se atiende a una serie de características:
- poseer un corpus textual obligatorio que los profesores ampliaban con sus visiones particulares.
- tener programas académicos bien definidos que duraban un número de años fijo.
- obtención de ciertos diplomas.
- la obtención del título de maestro permitía al poseedor acceder al gremio docente.
También era frecuente que las Universidades lucharan contra la autoridad exterior para obtener su autogobierno y reconocimiento legal como corporaciones (Richard C. Dales, The Intellectual Life of Western Europe in the Middle Ages, University Press of America, Washington D.C., 1980, pg. 208).

El impulso intelectual de la Iglesia y el estímulo y apoyo del papado fue decisivo en el fomento de las universidades. como demuestra la concesión de una cédula pontificia.

En la época de la Reforma ya había 81 universidades en Europa, 33 tenían la cédula pontificia, 15 tenían cédula real o imperial, 20 tenían ambas acreditaciones, sólo 13 carecían de ellas (Univesities, Catholic Encyclopedia, 1913).

Las Universidades no podían otorgar título sin aprobación papal, rey o del emperador.


CIUDAD Y TOGA.

El papel del papado en las universidades se extendió a otros muchos asuntos.

Repasando la historia de las universidades en la Edad Media revela que los conflictos entre la universidad y el pueblo y el gobierno local eran frecuentes.

La Iglesia proporcionaba una especial protección a los estudiantes: el beneficio del clero.
El clero poseía un estatuto jurídico especial, ponerle la mano encima a un clérigo era un delito serio y tenían derecho a exigir que sus causas fueran juzgadas en tribunales eclesiásticos. En su condición de clérigos o aspirantes a serlo, los universitarios disfrutaban de tales prerrogativas.

El Papa Gregorio IX promulgó la bula Parens Scientiarum en favor de los "maestros" de París que otorgaba a la Universidad parisina el derecho de autogobierno y la facultaba para establecer sus propias reglas en lo relativo a cursos y estudios.

Era frecuente que las Universidades elevaran sus quejas a Roma. Los papas fueron los principales protectores de los estudiantes y Universidades.

Las universidades se diferenciaban en algunos aspectos de las de hoy en día. Inicialmente carecían de edificaciones propias, más que un lugar la Universidad estaba formada por el cuerpo docente y sus estudiantes, las conferencias se impartían en las catedrales y salas privadas. No había bibliotecas, era difícil reunir ejemplares (aún teniendo sitio y edificio para ella) un volumen típico exigía de 6 a 8 meses de duro trabajo especializado de copista. Los estudiantes se veían obligados a alquilar los libros que precisaban.
Muchos estudiantes medievales provenían de familias humildes aunque predominaban los de familia adinerada.
La media de edad de los estudiantes de artes (en sentido amplio) era de 14 a 20 años.
Entre el alumnado había numerosos sacerdotes que deseaban ampliar sus conocimientos.

¿Qué estudiaban?
Las siete artes liberales para los principiantes.
Además Derecho Civil y Canónico.
Filosofía Natural
Medicina,
Teología.

Una intensa actividad traductora permitió recuperar muchas de las grandes obras del mundo antiguo perdidas durante siglos, así: la Geometría (Euclides), lo lógica, la metafísica, la filosofía natural, la ética (Aristóteles), los trabajos médicos (Galeno).

Florecieron los estudios legales, especialmente en Bolonia tras redescubrir el Digesto, la pieza clave del Corpus Juris Civilis de Justiniano, compendio de derecho romano admirado hasta hoy en día.


EL PERÍODO ESCOLÁSTICO.

De ser ciertas las patrañas de la Leyenda Negra y la Edad Media hubiera sido n tiempo en que los asuntos sólo se resolvían mediante el uso (abuso) de la autoridad el COMPROMISO CON EL ESTUDIO DE LA LÓGICA FORMAL sería un sinsentido.

Pero el ejercicio de la lógica revela la existencia de una civilización decidida a COMPRENDER y PERSUADIR. A tal fin, los hombres educadas deseaban formar universitarios capaces de detectar las falacias lógicas y de formular argumentos sólidos.

Este fue el período ESCOLÁSTICO, es difícil definirlo englobando a todos sus pensadores.
El escolasticismo era, por un lado, el término asignado a la labor intelectual realizada en las escuelas, es decir, en las universidades de Europa.
El término alude más que al contenido de estos intelectuales al método que usaban. Se ENTREGABAN A LA RAZÓN COMO HERRAMIENTA INDISPENSABLE para el estudio de la Teología, Filosofía y la Dialéctica (yuxtaponían las posiciones contrarias, seguidas por la resolución del asunto en liza mediante la razón y la autoridad).

A medida que el método fue madurando los tratados escolásticos empezaron a ceñirse a una pauta fija: planteo de la cuestión; exponer argumentación contraria; ofrecer la opinión del propio autor; y responder las objeciones.

Posiblemente el primer escolásticos fuese San Anselmo (1033-1109) abad del monasterio de Bec y arzobispo de Canterbury se distinguió por no sostener una postura académica formal pero compartía el uso de la razón para explorar las cuestiones de índole teológica y filosófica. Así en su Cur Deus Homo analiza desde un punto de vista racional por qué era oportuno y adecuado que Dios se encarnara hombre. Si bien en los círculos filosóficos es más conocido por su prueba racional de la existencia de Dios. Su línea argumental: argumento ontológico, ha estimulado e intrigado incluso a sus disidentes.

Filósofos posteriores como Santo Tomás de Aquino no llegaron a convencerse del razonamiento de San Anselmo, pero aún hay algunos que reafirman que tenía razón San Anselmo.

Otro escolástico notable fue Pedro Abelardo (1079-1142) maestro ampliamente admirado que pasó diez años enseñando en la escuela catedralicia de París.
Fue Abelardo el que argumentaba que como los herejes intentan usar los argumentos de la razón para arremeter contra la fe, es sumamente oportuno y adecuado que los fieles de la Iglesia hagan uso de la razón en defensa de la fe (David Knowles en The Evolution of Medieval Thougt, Longman, Londres, 1988, pg. 111 y ss).

etc. etc. etc.

Está contrastado que UNA DE LAS PRINCIPALES APORTACIONES DE LA EDAD MEDIA A LA CIENCIA MODERNA FUE LA LIBERTAD DE INVESTIGACIÓN EN EL MUNDO UNIVERSITARIO, los académicos podían debatir y discutir propuestas sobre los cimientos de la razón humana.

Contra la grosera e inexacta imagen de una Edad Media que hoy pasa como conocimiento adquirido, los intelectuales medievales se esforzaron de forma decisiva para Nuestra Civilización Occidental.

Según David Lindgerg (The Beginnings os Western Science, 1992) "los eruditos de la Alta Edad Media crearon una extensa tradición intelectual, en ausencia de la cual el progreso de la filosofía natural (esencialmente ciencias naturales) habría sido inconcebible"

Uno de los grandes historiadores del XX, Christopher Dawson observó que desde el nacimiento de las primeras universidades "los estudios superiores estuvieron dominados por la técnica de la discusión lógica: la quaestio y el debate público que determinó la forma de la filosofía medieval".

Como dice Robert de Sorbon "nada que no haya sido masticado por los dientes del debate puede llegar a conocerse perfectamente y la tendencia a someter cualquier cuestión -desde la más obvia a la más abstrusa- a esta masticación aviva el ingenio y la precisión del pensamiento al tiempo que desarrolla ese espíritu crítico y esa duda metódica a la que tanto deben la ciencia y cultura occidentales" (Religion an the Rise of Western Culture, Image Books, NY, 1991, pgs. 191-1).

El historiador de la ciencia Edward Grant coincide en ese juicio: "¿Qué permitió a la civilización occidental desarrollar la ciencia y las ciencias sociales hasta extremos jamás alcanzados por ninguna otra civilización? La respuesta, estoy convencido, reside en un persuasivo y sólido espíritu investigador que surgió como consecuencia natural del énfasis en la razón desde la época de la Edad Media.
La razón, con la salvedad de las verdades reveladas, se entronizó en las universidades medievales como árbitro definitivo en la mayoría de los debates y controversias intelectuales. Era natural entre los eruditos inmersos en el entorno universitario recurrir a la razón para adentrarse en materias no exploradas hasta la fecha, así como para discutir posibilidades que nunca antes se habían tomado en serio
"

LA CREACÓN DE LAS UNIVERSIDADES, EL COMPROMISO CON LA RAZÓN Y LA ARGUMENTACIÓN RACIONAL ASÍ COMO EL ESPÍRITU DE INVESTIGACIÓN SON LAS CARACTERÍSTICAS DE LA VIDA INTELECTUAL DE LA EDAD MEDIA. FUE EL MAYOR REGALO DE LA CIVILIZACIÓN Y FUE POSIBLE PORQUE EN SU CENTRO MISMO ESTABA LA IGLESIA CATÓLICA.

DE BIEN NACIDO ES SER AGRADECIDO.
GRACIAS IGLESIA CATÓLICA.















4ª Parte : LA IGLESIA Y LA CIENCIA.CASO GALILEO GALILEI.
¿Fue simple azar que la ciencia moderna se desarrollara en un ambiente católico o el catolicismo tiene algo que favorece el éxito de la ciencia?
Formularnos esta pregunta ya presupone una transgresión a los prejuicios inculcados por la propaganda y la Leyenda Negra.
Pero cada vez más académicos se plantean dicha cuestión e incluso llegan a conclusiones sorprendentes.

No es asunto baladí. La supuesta hostilidad de la Iglesia Católica hacia la ciencia es quizás uno de los mayores lastres que imperan en la cultura popular.

Ante una versión unilateral y deformada sobre Galileo, mayoritaria en la opinión popular, se debe en buena parte la generalización de la falsa creencia según la cual la Iglesia ha impedido el avance de la investigación científica.

Lo cierto es que aunque el incidente de Galileo hubiera sido tan negativo como fabuló la Leyenda Negra, John Herny Cardinal Newuman, converso del anglicanismo en el XIX, encontró revelador que éste fuera casi el único ejemplo que la gente es capaz de citar de supuesta hostilidad de la Iglesia Católica hacia la ciencia, y encima es propaganda totalmente falsa.

El incidente de Galileo giró sobre la controversia en torno a la obra del astrónomo polaco Nicolás Copérnico (1473-1543).
Copérnico llegó a recibir el tratamiento de sacerdote y, si bien fue nombrado canónigo del capítulo de Frauenburg, no hay datos de que recibiera órdenes mayores. Pero por decisión del Rey Segismundo de Polonia de incluirlo (1537) entre los cuatro posibles candidatos para un sillón episcopal vacante.

Fuera cual fuese su posición clerical, Copérnico era de familia religiosa de la Tercera Orden de Santo Domingo, que extendió a los laicos la oportunidad de participar de la espiritualidad y la tradición dominica (J. G. Hagen en Nicolaus Copernicus, Catholic Encyclopedia, 1913).

Su labor científica fue reconocida en los círculos eclesiásticos. En el V Concilio de Letrán (1512-1517) solicitó su consejo sobre la reforma del calendario.
Clérigos y científicos imploraban a Copérnico que difundiera su obra, accedió y publicó sus Seis Libros sobre la revolución de las órbitas celestes (dedicado al Pablo III, 1543).

Copérnico dominaba todos los conocimientos astronómicos acumulados hasta ese momento, ampliamente debidos a Aristóteles y, sobre todo a Ptolomeo, el brillante astrónomo griego que postulaba un universo geocéntrico.
La astronomía copernicana compartía con los predecesores griegos la noción de los cuerpos celestes como esferas perfectas, la circularidad de sus órbitas y la constante velocidad de los planetas.
La innovación de Copérnico fue desplazar la tierra del centro del universo para situar allí al sol. Era su modelo heliocéntrico que sugería que era la tierra la que orbitaba alrededor del sol, como los demás planetas.

Pese al feroz ataque de los protestantes por esta SUPUESTA refutación de las Sagradas Escrituras, el sistema copernicano no fue objeto de censura formal alguna por los católicos hasta el advenimiento de Galileo.

Galileo Galilei realizó importantes observaciones astronómicas con su telescopio que refutaban el modelo Ptolomeico. Detectó montañas en la luna refutando la esfericidad perfecta de los cuerpos celestes, descubrió fenómenos desconocidos para Ptolomeo (como cuatro lunas en Júpiter y que un planeta no dejaba detrás sus satélites cuando se desplazaba por su órbita). Ese era uno de los argumentos contra el movimiento de la Tierra: que la Luna se quedaría detrás.
Y también halló otro apoyo para el sistema copernicano las fases de Venus.

El trabajo de Galileo fue muy bien acogido y celebrado por destacados eclesiásticos. A finales de 1610, el padre Christopher Clavius escribió al científico para comunicarle que los astrónomos jesuítas habían confirmado sus descubrimientos con el telescopio.
Un año después Galileo fue recibido en Roma por importantes personalidades, religiosas y laicas.

De su puño y letra escribió a un amigo: "he sido recibido y RESPALDADO por muchos ilustres cardenales, prelados y príncipes de esta ciudad". Disfrutó de una larga audiencia con el Papa Pablo V y los jesuítas del Colegio Romano celebraron diversas actividades en su honor. Luego ante una congregación de cardenales, hombres doctos, líderes laicos, los alumnos del padre Christopher Grienberger y el padre Clavius disertaron sobre los grandes descubrimientos del astrónomo.

Eran eruditos muy distinguidos, El padre Grienberger verificó personalmente el descubrimiento de las lunas de Júpiter, era un excelente astrónomo, inventor del soporte ecuatorial, un instrumento que permitía girar el telescopio en torno a un eje paralelo a la Tierra.
También contribuyó al desarrollo del telescopio reflactor que aún se usa actualmente (Joseph MacDonnell, S.J., Jesuit Geometers, Institute of Jesuit Sources, San Luis, 1989, pg. 19).

Por su parte el padre Clavius era uno de los grandes matemáticos de su tiempo, encabezó la comisión encargada de elaborar el calendario gregoriano (en vigor desde 1582), un sistema de medición que resolvía las numerosas imprecisiones del anterior calendario juliano.
Sus cálculos sobre la longitud del año solar y el número de días necesarios para adaptar el calendario a éste -un salto de 97 días cada 400 años- fueron tan exactos que aún hoy muchos científicos siguen sin comprender cómo pudo hacerlo (ob. cit.).

Todo parecía hacer merced a Galileo, cuando en 1612 el astrónomo publicó sus Cartas sobre las manchas solares, en las que defendía, por primera vez en forma impresa el sistema copernicano, recibió entre otras muchas cartas de calurosa felicitación una del propio cardenal Maffeo Barberini que pasaría a la posteridad como su Santidad Urbano VIII (Jerome J. Langford, op. cit. pg. 45, 52).

LA IGLESIA NO PUSO NINGUNA OBJECIÓN AL USO DEL SISTEMA COPERNICANO, que percibía como un elegante modelo teórico pero cuya verdad literal se hallaba aún muy lejos de demostrarse si bien explicaba los fenómenos celestes con mayor fiabilidad que cualquier otro sistema.

No había objeción alguna en presentarlo y usarlo como modelo hipotético. Galileo, por su parte, consideraba que el sistema de Copérnico era literalmente cierto, no una mera hipótesis que ofrecía predicciones exactas, pero carecía de la más mínima prueba válida que respaldara SU SUPOSICIÓN.

Y argumentaba, equivocadamente, que el movimiento de las mareas era una prueba del movimiento de la Tierra, una idea que hoy es risible. Y ya había errado anteriormente en otras suposiciones.
Tampoco era capaz de responder a las censuras de los seguidores de Aristóteles que respaldaban el sistema geocéntrico y sostenían que, si la Tierra realmente se moviera, los cambios de paralaje resultarían evidentes observando las estrellas, lo que no ocurría.

El problema con Galileo surgió cuando CARECIENDO DE PRUEBAS ESTRICTAMENTE CIENTÍFICAS, insistió en defender la veracidad literal del sistema copernicano, negándose a aceptar el razonable compromiso del transmitir dicho modelo como lo que era UNA HIPÓTESIS MÁS mientras no pudiesen encontrarse más pruebas favorables.
Cuando propuso la reinterpretación de ciertos versículos de la Biblia, es cuando los teólogos pensaron que Galileo estaba usurpando su autoridad.

Según el mayor experto en la materia, Jerome Langford, resume la postura de Galileo en ese sentido: "Galileo estaba convencido de conocer la verdad, aunque objetivamente no tenía pruebas que le respaldaran. Es una clara injusticia sostener, como hacen algunos historiadores, que nadie quiso escuchar sus argumentos, que nunca se le dio una oportunidad".
Los astrónomo jesuítas habían confirmado sus descubrimientos y esperaban con avidez el hallazgo de nuevas pruebas que les permitieran abandonar el sistema de Tico (Tico Brahe, 1546-1601, propuso un sistema astronómico intermedio entre el geocentrismo y el heliocentrismo, entre Ptolomeo y Copérnico, en el que todos los planetas, excepto la Tierra, orbitaban alrededor del Sol, mientras que el Sol giraba alrededor de una Tierra estática) y poder defender CON RIGOR el modelo copernicano.
Muchos clérigos influyentes creían que Galileo tenía razón pero NECESITABAN PRUEBAS.

No es fiel a la verdad retratar a Galileo como una víctima inocente de la ignorancia y los prejuicios, los acontecimientos que siguieron son también imputables a la cabezonería (nada científica, por cierto) de Galileo que se negó al consenso, entró a debatir sin disponer de la más mínima prueba racional y se metió en terreno teológico.

Galileo insistió y perseveró en la suposición de la VERDAD LITERAL del sistema copernicano y de esa persistencia arrogante surgió el problema pues el modelo heliocéntrico parecía entrar en contradicción con ciertos pasajes de las Sagradas Escrituras.

La Iglesia, sensible a las acusaciones de los protestantes, para quienes los católicos no mostraban el debido respeto a la Biblia, no vio con buenos ojos la insinuación de que el significado literal de las Escrituras -que en ocasiones presenta la Tierra como inmóvil- debiera dejarse de lado en aras de acomodar una teoría científica aún por demostrar (Jacques Barzun, From Dawn to Decadence, Harper Collins, NY, 2001, pg. 40).

Y aún, sobre ese punto LA IGLESIA NO SE MOSTRÓ INFLEXIBLE y el cardenal Bellamino observó: "si hubiera UNA PRUEBA REAL de que el Sol ocupa el centro del universo, de que la Tierra se encuentra en el tercer cielo, y de que el Sol no gira alrededor de la Tierra, sino que es ésta la que lo hace alrededor del Sol, deberíamos proceder con suma cautela a la hora de explicar determinados pasajes de las Escrituras que parecen apuntar lo contrario y admitir que no supimos comprenderlos, antes de proclamar como falsas una opinión que ha sido demostrada verdadera. Por lo que a mí respecta, no creeré en la existencia de dichas pruebas hasta que me sean presentadas" (James Brodrick, The Life and Work of Blessed Robert Francis Cardinal Bellarmino, S.J., 1542-1621, vol. 2, Burns, Oates and Washbourne, Londres, 1928, pg. 359)

LA APERTURA TEÓRICA DE BELLARMINO A LA REINTERPRETACIÓN DE LAS ESCRITURAS SOBRE LA BASE DE NUEVOS CONOCIMIENTOS HUMANOS NO ERA UN FENÓMENO NUEVO, San Alberto Magno ya había adoptado una posición similar. Y Santo Tomás de Aquino advirtió sobre las consecuencias de aferrarse a una particular INTERPRETACIÓN de las Escrituras si había bases sólidas para creer que dicha interpretación era incorrecta.

Pese a todo, en 1616, después de que Galileo hubiera enseñado pública y recalcitrantemente el sistema copernicano como cierto, las autoridades eclesiásticas le ordenaron que cesara de presentar el heliocentrismo como una VERDAD CONTRASTADA, SI BIEN TENÍA TOTAL LIBERTAD PARA TRATARLA COMO LO QUE ERA: UNA HIPÓTESIS.
Galileo aceptó y continuó su trabajo.

En 1624 volvió a Roma y volvió a ser recibido con entusiasmo y debatió cuestiones científicas con influyentes cardenales.
El Pontífice Urbano VIII le hizo obsequios y solicitó patrocinios para Galileo. Se refería a él como "un hombre cuya fama brilla en el cielo y se extiende por todo el mundo".
Asimismo Urbano VIII transmitió al astrónomo que la IGLESIA NUNCA HABÍA DECLARADO HERÉTICAS LAS TEORÍAS DE COPÉRNICO Y QUE JAMÁS LO HARÍA.

Galileo publicó en 1632 el Diálogo sobre los grandes sistemas del mundo, obra ESCRITA A INSTANCIAS DEL PONTÍFICE, pero omitiendo la instrucción expresa de tratar el modelo como lo que era una hipótesis, no como hizo, como una verdad establecida.

En 1663 Galileo recibió la orden de no seguir divulgando el copernicanismo, Galileo desoyó, una vez más, la prohibición y siguió sacando a la luz importantes trabajos como Discursos relativos a dos nuevas ciencias.

Fue esta censura la que han aprovechado para mancillar la reputación de la Iglesia.

Lo cierto es que los CIENTÍFICOS CATÓLICOS TUVIERON AUTORIZACIÓN PARA PROSEGUIR LIBREMENTE CON SUS INVESTIGACIONES, siempre y cuando presentaran el movimiento terráqueo como lo que era: una hipótesis aún sin demostrar. Tal como exigía el Santo Oficio de 1616.
Un nuevo decreto (1633) ahondó en la prohibición, excluyendo del debate científico cualquier referencia al movimiento terrestre, pero los científicos católicos como el padre Roger Boscovich continuaron esbozando trabajos con la Tierra en movimiento los eruditos especulan que el decreto de 1633 estaba destinado únicamente a Galileo, no al resto de científicos católicos.

La condena de Galileo no tiene nada que ver con las imágenes de cárcel, tortura y muerte en la hoguera de la Leyenda Negra. Galileo en realidad se hospedó en aposentos papales como invitado, no estando ni un solo día en la cárcel. Y la terrible coco Inquisición no le tocó ni un pelo. Nunca fue torturado y murió en la cama de su casa plácidamente (de viejo).

La "oscurantista" Iglesia tampoco NUNCA le atacó por el lado personal, lo que ocurriría hoy en cualquier programa de telebasura (vivía en concubinato y tuvo hijas bastardas, pero la Iglesia sólo juzgó su orgullo científico y reincidencia al negarse a aceptar como hipótesis unas presunciones que no pudo demostrar; sin inmiscuirse en una relación personal que nunca se cuestionó).


DIOS ORDENÓ TODAS LAS COSAS POR SU MEDIDA, SU NÚMERO Y SU PESO.
Desde que a inicios del XX salieron los trabajos del historiador Perre Duhem, la tendencia dominante entre los historiadores de la ciencia ha subrayado el destacado papel de la Iglesia en el desarrollo del pensamiento científico.

Muy pocos de estos trabajos académicos se han vulgarizado, pero es algo que ocurre habitualmente. La mayoría sigue creyendo que la revolución industrial mermó, drásticamente, el nivel de vida de los trabajadores, cuando lo cierto es que las condiciones de vida de la media mejoraron (Thomas E. Woods, Jr. The Church an the Market: A Catholic Defense ot the Free Economy, Lexington, Lanham, Md. 2005, pgs. 169-174).

De manera similar la verdadera función de la Iglesia en el desarrollo de la ciencia moderna continúa siendo un secreto para el público en general.

El padre Stanley Jaki, doctor en física y teología, galardonado como historiador de la ciencia, ha contribuido a situar el catolicismo y el escolaticismo en su contexto en la evolución de la ciencia occidental.
Muchos de sus libros defienden la provocadora tesis de que, LEJOS DE OBSTACULIZAR EL PROGRESO DE LA CIENCIA, LAS IDEAS CATÓLICAS HAN CONTRIBUIDO A HACERLO POSIBLE.

Para ello se basa en que la tradición católica, desde la prehistoria del Antiguo Testamento y hasta más allá de la Edad Media, concibe a Dios -y su creación- como un ser RACIONAL y METÓDICO.
El mundo es obra de un Ser sumamente racional y dotado de orden y finalidad. Sobre esta base los católicos antiguos defendían la RACIONALIDAD del universo e inspiró a sus sucesores que un milenio después, cuando despuntaba la ciencia moderna realizaron numerosas investigaciones con el fin de comprender el universo.

Aunque parece obvio la idea de un universo racional y ordenado es enormemente fértil e indispensable para el progreso de la ciencia y ha sido desconocido para muchas civilizaciones.
Por tanto, NO ES ACCIDENTAL QUE LA CIENCIA, COMO ACTIVIDAD INTELECTUAL, NACIERA EN UN CONTEXTO CATÓLICO Y CIERTAS CREENCIAS CATÓLICAS FUNDAMENTALES SON IMPRESCINDIBLES PARA LA APARICIÓN DEL PENSAMIENTO CIENTÍFICO.

Las culturas no católicas no poseían ese bagaje filosófico y se vieron lastradas por contextos conceptuales que impidieron la evolución científica.


En su obra (Science and Creation) amplia la tesis a 7 grandes culturas: árabe, babilónica, china, egipcia, griega, hindú y maya. EN TODAS ELLAS LA CIENCIA NACIÓ MUERTA debido a las concepciones de esas culturas sobre el universo y no creer en un Creador trascendente que estableció en la creación leyes físicas coherentes.

Estas culturas percibían el universo como un inmenso organismo dominado por un panteón de deidades y destinado a cumplir un ciclo infinito de nacimiento, muerte y renacimiento. La ciencia no pudo nacer en ese contexto.

El animismo de antiguas culturas, con presencia inmanente de lo divino en todas las cosas, impidió el avance científico al excluir dichas creencias la existencia de unas leyes naturales constantes pues al poseer la creación mente y voluntad propias descartaban la posibilidad de observar su comportamiento conforme a patrones regulares y fijos.

La doctrina católica de la Encarnación es totalmente opuesta a esas creencias animistas e inmanentes. El catolicismo eludió cualquier modelo panteísta y permitió percibir el universo como un mundo ordenado y predecible.

Evidentemente esas culturas realizaron importantes hazañas tecnológicas, pero no hay en esos logros el florecimiento de una INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA FORMAL Y SOSTENIDA. Por esa razón, las tempranas innovaciones técnicas de los griegos, romanos, Islam, y la China imperial no pueden considerase ciencia siendo más bien tradiciones, destreza, sabiduría, técnicas, habilidades, tecnología, aprendizaje o conocimientos.

Es paradigmático el caso de Babilonia. Su civilización se distinguió por su observación del cielo, la recopilación de datos astronómicos y el desarrollo de los rudimentos del álgebra, pero su clima filosófico y espiritual a duras penas permitía aplicar esas habilidades prácticas al desarrollo de algo que pudiera denominarse, en rigor, ciencia (Paul Haffner, Creations and Scientific Creativity, Christendom Press, Front Royal, 1991, pg. 35).

Por el contrario es relevante que en la creación católica, como se describe en el Génesis, el caos se halle completamente sometido a la soberanía divina.

El caso de China es analizado por el historiador marxista Joseph Needham que culpa del estancamiento a las creencias religiosas y el marco filosófico que envolvía a los pensadores chinos. Conclusión sorprendente para un marxista del que cabría esperar una argumentación económica o materialista para el abortado de la ciencia en dicho país.
Needham sostiene que los pensadores chinos eran incapaces de creen en las leyes naturales por no haber desarrollado la concepción de un dador de la ley celestial que imponga orden sobre la naturaleza no humana.

En el caso griego, con sus extraordinarios avances en el uso de la razón en diversas disciplinas, la cultura que más se aproxima al desarrollo de una ciencia moderna pero que en última instancia no lo consigue.

El proceso científico fue posible porque los escolásticos católicos de la Edad Media llevaron a cabo una "despersonalización" de la naturaleza de modo que la explicación al hecho de que cayeran piedras no estaba en el amor innato que estas tenían por la tierra.

Respecto al Islam, las aportaciones de sus científicos tuvieron lugar PESE al Islam antes que gracias a él. Los intelectuales islámicos ortodoxos rechazaban cualquier concepción del universo sometido a unas leyes físicas (la autonomía absoluta de Alá no podía verse limitada por ninguna ley natural y esas aparentes leyes naturales no eran más que hábitos de Alá que en cualquier momento podrían mutar).

El catolicismo admite la posibilidad de milagros y reconoce la función de lo sobrenatural, pero la propia idea de milagro implica un acontecimiento excepcional. Y sólo en un escenario de un mundo natural ordenado puede reconocerse un milagro.

Hasta el mayor crítico del catolicismo del XIX, Friedrich Nietzsche sostiene: "no existe nada parecido a una ciencia "carente de presuposiciones" ... una ciencia exige una filosofía, una fe previas, para cobrar dirección, significado, límite, método y derecho a existir ... lo que subyace a nuestra fe en la ciencia sigue siendo una fe metafísica" (Citado en Ernest L. Fortin The Bible Made Me Do It: Christianity, Science, and the Enironment, Rowman&Littlefield, Lanham, 1996, pg. 122 subrayado en el original de Nietzsche, Genealogy of Morals, III, pgs. 23-24)

Otro ejemplo esclarecedor de la relación entre el marco contextual y la forma que determina la ciencia es el modelo griego. Los griegos tenían la visión de que el estado natural de todos los cuerpos era el reposo, y para ellos el movimiento requería una explicación que Aristóteles intentó proporcionar pero tuvo grandes dificultades para explicar el movimiento de los proyectiles.

Un ingrediente esencial para pasar de la física antigua a la moderna fue la introducción del concepto de inercia, la resistencia al cambio. Fue Isaac Newton quien describió esta idea en el XVIII (1ª Ley del Movimiento).
Y los científicos modernos empiezan a reconocer la importancia de los precedentes medievales en el desarrollo del concepto de inercia. Especialmente de Jean Buridan (profesor de la católica Sorbona del XIV)

Newton dedicó sus últimos años a borrar el nombre de Descartes de sus cuadernos para ocultar la influencia del filósofo francés. A su vez Descartes ocultó la importancia de la teoría medieval de la inercia fundamental en su trabajo.
Copérnico aludió a la teoría de la inercia pero no citó sus fuentes (posiblemente conoció en Cracovia los manuscritos de los comentarios de Buridan y Oresme).

En cualquier caso el hallazgo decisivo de la inercia fue resultado directo de la fe católica de Buridan que trató de describir el movimiento, en la Tierra y el universo, mediante un único sistema mecánico.

etc. etc. etc.


EL SACERDOTE CIENTÍFICO.
Es sencillo demostrar que muchos grandes hombres de ciencia, como Louis Pasteur, han sido católicos. También es revelador el gran número de sacerdotes católicos que han desarrollado una amplia y destacada labor científica.
La curiosidad insaciable de estos hombres y su compromiso con la investigación científica revelan, más que cualquier discusión teórica, que la relación IGLESIA - CIENCIA es amistosa y totalmente natural.

Entre otros muchos:
- Roger Bacon, franciscano y profesor en Oxford, matemático y óptico. Precursor del método científico moderno. Escribió sobre filosofía de la ciencia.

- San Alberto Magno, dominico, enseñó en la Universidad de París con alumnos como Santo Tomás de Aquino, fue procincial de los dominico y obispo. Abarcó la física, lógica, metafísica, biología, psicología.

- Robert Grosseteste, canciller de Oxford y obispo de Lincoln, uno de los hombres más eruditos de la Edad Media describió por primera vez los pasos necesarios para llevar a cabo un experimento científico.

- padre Nicolaus Steno (converso anglicano) ordenado sacerdote es quien estableció la geología moderna y sus principios, fue médico y estudió fósiles.

etc. etc.

AVANCES CIENTÍFICOS DE LOS JESUÍTAS.
Esta orden sacerdotal cuenta con el mayor número sacerdotes católicos interesados por la ciencia.
Sólo hasta el XVIII entre otros estudiaron y tuvieron méritos en:
- perfeccionamiento de relojes de péndulo, pentógrafos, barómetros, telescopios reflectores y microscopios.
- magnetismo, óptica y electricidad.
- pioneros en la observación de la banda de colores en la superficie de Júpiter, la nebulosa de Andrómeda, los anillos de Saturno.
- teorizaron sobre la circulación sanguínea (al margen de Harvey), la posibilidad de volar, la influencia lunar en las mareas, la naturaleza ondulante de la luz.
- elaboraron mapas celestes del hemisferio sur.
- desarrollaron la lógica simbólica,
- controlaron las crecidas del río Po y Adige,
- introdujeron los signos matemáticos + y -
- científicos de talla tan grande como el genial jurista y MATEMÁTICO Fermat, Huygens, Leibniz y Newton tenían a jesuítas como corresponsales.

DE BIEN NACIDO ES SER AGRADECIDO. GRACIAS IGLESIA CATÓLICA.