“Cuando nosotros, comunidad de cristianos bautizados, nos enfrentamos a los desacuerdos y nos colocamos frente al rostro misericordioso de Cristo, lo hacemos del mismo modo que lo hizo San Pablo en una de las primeras comunidades cristianas”, afirmó.. El Papa habló de la humildad “que no solo es una bella virtud, sino que es una cuestión de identidad: Pablo se considera como un servidor que no se anuncia a sí mismo, sino a Jesucristo, el Señor. Y cumple este servicio, este ministerio según la misericordia que le fue concedida; no en base a su valentía y contando con sus fuerzas, sino en la fe de que Dios lo mira y lo sostiene con misericordia en su debilidad”. “Hacerse humilde es reconocerse necesitados de Dios, pidiendo misericordia: es el punto de partida para que Dios actúe en nosotros”, resaltó el Papa. Además, el Santo Padre destacó que de esa humildad surge “la alegría de ser amados por el Señor y de amarlo. Es nuestro bien más precioso, nuestro tesoro”. “Somos solo vasos de barro, pero custodiamos en nuestro interior el tesoro más grande del mundo”, dijo luego y subrayó que “San Pablo, pecador arrepentido, humildemente reconoce que es frágil como un vaso de barro. Pero sabe que allí donde hay miseria humana, se abre la acción misericordiosa de Dios”.
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