Voy a contestarle simplemente por aquellos lectores, que como Leolfredo sospecho, no vean todavía la gravedad del problema.

Podría darle mil argumentos. ¿Hay sacrificio en el nuevo rito revolucionario? No lo sé. No voy a entrar ahora con argumentos a favor o en contra. Lo que si es una realidad es los frutos. Y eso que la misa es la parte visible del iceberg. Porque durante todo el siglo XIX y medio siglo XX esta misa ha estado presente pero el propio espíritu de la jerarquía cada vez era menos sano y retrocecía ante las herejías.

Es un hecho que estamos en una situación de ruina y desolación. En los estertores de una forma de vida que desconozco sus consecuencias a futuro pero que es evidente que la falta de vocaciones y las templos vacíos llevarán a obscuras consecuencias. Y usted lo sabe. Y ante tal magnitud no podemos quedarnos en « donde están dos o tres en mi nombre [...]», porque los protestantes también se reunen en su nombre. Porque si el aire está viciado y envenenado eso afecta a la salud. « No todo aquel que me dice: ¡Oh, Señor, Señor! entrará por eso en el reino de los cielos».
Sé perfectamente que las misas tradicionales en España se cuentan con los dedos de las manos. Por caso, ¿debe ser obstáculo para luchar por conseguir la verdadera misa? Yo no voy a ser quien le prohiba a Leolfredo u otro usuario que vaya a esas misas, pero si él se da cuenta de la vertiginosa diferencia irá comprendiendo la gravedad de la situación. Y de lo difícil que es ser virtuoso en estos tiempos.

Pero claro, con medias tintas, con tibiezas y siendo acomodaticios y buscando justificaciones, pues seguiremos en caída libre.