Entonces, ¿qué hacemos quienes vivimos en localidades donde jamás se celebra la misa tradicional? Yo jamás he ido a ninguna (bueno, supongo que de pequeña iría, pero no me acuerdo). En mi parroquia no escucho a los sacerdotes ninguna herejía. Lo nefasto viene de la forma en que acuden (o acudimos) los fieles. No sé cuántos pecados de ira cometo en cada misa. Al menos, tantos como las veces que escucho los tonos de los móviles. Ni les cuento cuando alguien tiene la desvergüenza de contestar. También cuando cantan durante la comunión, porque yo quiero estar pendiente de Él que está conmigo pero ni tapándome los oídos escapo de las sentimentaloides letras. Y si pienso en cuántos fragmentos de hostias consagradas quedarán en el suelo o en los bolsillos de la gente.
De los sacerdotes no puedo decir nada malo, salvo que no entran a fondo en nada, especialmente cuando las lecturas tienen visos escatológicos. Pero pecan de temor humano por no cantar las cuarenta de una vez o, al menos advertir, de que no se pueden tener los teléfonos encendidos. Y de que no reponen reclinatorios para recibir la comunión.
Por otro lado, como tantas veces, me he ido a buscar "misa tradicional", por si no enterándome yo había de pronto alguna en mi ciudad. Y he encontrado una página de Facebook. Hay fotos de una misa tradicional en una capilla de la catedral sevillana. Pues el obispo la ha favorecido. Estupendo. Sin embargo (pido disculpas por si es otro obispo de otra diócesis andaluza), ¿no fue el obispo de Sevilla quien le puso esparadrapo en la boca y le ha cortado los dedos para escribir, al Padre Santiago González?
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