DÓCILES A LAS MOCIONES DEL ESPÍRITU SANTO
CUANDO LA TRAICIÓN TIENE SOTANA, EL ESPÍRITU SANTO SE SIRVE DEL REQUETÉ
El 17 de abril de 1897 D. Victoriano Guisasola y Menéndez venía como Obispo de la Diócesis de Jaén para suceder a D. Manuel María González y Sánchez. En el año 1899, D. Victoriano creó el seminario de San Eufrasio en Jaén, iniciando la construcción del monumental edificio según los planos de D. Justino Flores.
En la imagen, D. Victoriano Guissasola, obispo de Jaén que hostigó a los carlistas más fieles a la Santa Iglesia.
D. Victoriano era liberal, muy afecto al podrido sistema canovista que había impuesto en el trono de España a la línea ilegítima de Isabel II tras el Sexenio Revolucionario. A buen seguro que su ascenso a la jerarquía eclesiástica le venía como recompensa por su adscripción al sistema impostor del caciquismo, como premio a su contemporización con el sistema, galardón otorgado por los políticos de la Restauración -dignos antecesores de los que luego vinieron en 1978.
Retrato del heroico combatiente carlista castillero, D. Rufino Peinado... Convertido en tiempos de paz en director de los periódicos "El Libertador" y, más tarde, de "El Combate".
Cierto episodio de su estancia en la Diócesis de Jaén nos cuenta el veterano combatiente carlista de Castillo de Locubín, D. Rufino Peinado y Peinado. Después de combatir en el norte, ser vencido y conocer el exilio en Francia, D. Rufino regresa a la patria chica y se instala en Jaén capital. Jaén está dividida en aquellos entonces en dos grandes facciones que agrupan muchas tendencias y etiquetas políticas más concretas: los liberales y los carlistas. El clero de Jaén y sus pueblos milita en su mayor parte en las filas del carlismo, pero no faltan los oportunistas y los Iskariotes. Así nos cuenta D. Rufino uno de los sucesos en que se puede ver que, pese a la vileza de algunos sacerdotes cobardes y convenencieros, la Santa Iglesia Católica pervive, gracias al impulso del Espíritu Santo que tantas veces se sirve de los seglares católicos -como el mismo D. Rufino- para burlar a los sacerdotes indignos.
"Mientras mis actividades principales eran las qeu he referido, también hice periodismo en Jaén. Allí fundé y dirigí otra "Semana Católica", y más adelante un diario, "El Libertador", que luego cambió de nombre y se llamó "El Combate".
Aunque siempre me he creído pacífico, sobre todo después que curé del sarampión guerrero, don Quijote se mezcla a menudo en mis cosas, y así me salieron aquellos retumbantes titulares. Verdaderamente no sabría decir a quién pretendíamos libertar, ni lo que hubiera que combatir en Jaén.
La "Semana Católica" no hay que explicar lo que representaba; tampoco necesito decir que el diario era carlista rabioso. La economía de estas publicaciones fue muy pobre, aunque no llegaron a costar dinero a quienes las patrocinaban. A mi salida de Jaén, la dirección de "El Combate" pasó a la familia Sáenz.
Había peste de periódicos en el Jaén de entonces, y todos se mantenían de las amistades y compromisos políticos, como malvivieron los míos. Los había de todos los colores: "El Liberal", "El Pueblo Católico", "La Regeneración", "Lábaro Andaluz", "El Látigo Rojo"..., desde el negro neo-rabioso, hasta el de escándalo y chantaje.
"El Libertador" murió airadamente en aras de la libertad, y en el curso de unos instantes le sustituyó "El Combate". Nombrado para la mitra de Jaén el señor Guissasola, parece que la debía a sus amistades en la fracción liberal, y a ser alfonsino viejo. Quiso hacer de "El Libertador" su instrumento, pero la presencia en su redacción del canónigo Morrondo, y mi dirección, le daban un tufo de carlismo que no gustaba a Su Ilustrísima. Había, pues, una lucha sorda entre el obispado y nuestro periódico, paralela a la que se desarrollaba entre el Cabildo Catedralicio y el prelado.
Cierto día, Morrondo leyó, en un periódico católico de Valencia, un artículo virulento titulado "Obispos liberales, Obispos arrianos", dirigido contra la hornada de obispos que había sacado el gobierno Canalejas, entre ellos el nuestro. Como no me fiaba de Morrondo ni de sus intenciones, envié el artículo a la censura del cura de San Bartolomé, que era el censor de la diócesis, quien me lo devolvió diciendo que aún se odían decir más cosas sin incurrir en entredicho. Con este seguro publicamos el dichoso artículo, haciendo constar al pie su procedencia; mas, no bien llegó a manos del obispo, se armó un escándalo mayúsculo.
Su Ilustrísima convocó una junta de teólogos que examinaran el caso nefando. La presidía Morrondo, y entre los convocados se encontraba el cura de San Bartolomé. No obstante la presencia de los responsables del enredo, la venerable reunión acordó la excomunión del periódico, y el oficio en que se me comunicaba la pena venía firmado por Morrondo. Era la venganza del Obispo contra nosotros: que muriera a manos del propio instigador, uno de los puntales del carlismo jaenero y del periódico.
Enterado a tiempo de lo que ocurría, y usando un ardid de periodista viejo, cuando todos esperaban el "mea culpa" salió a la calle "El Combate", con una cabeza anunciando ser fiel continuación de "El Libertador", que dejaba de publicarse por razones que no era menester explicar. Quedaron chasqueados Su Ilustrísima y susno menos ilustres teólogos, presididos por el que incitara a publicar el artículo, y asistidos por el que autorizó la publicación de él. Aunque por mis años y experiencia conocía la baja talla moral y la servil cobardía de buena parte del clero, el lance me dejó la boca amarga para mucho tiempo."
D. Rufino, el director de "El Libertador", había sido inducido a publicar el dicho artículo por el cura Morrondo. D. Rufino, prudente de él, llevó el artículo al cura censor de San Bartolomé para no incurrir en nada que pudiera faltar al respeto debido al Señor Obispo. El cura de San Bartolomé dio su consentimiento. Después, tanto Morrondo como el cura censor, reunidos con el Señor Obispo quisieron estrangular la vida del periódico "El Libertador", auténtica voz del catolicismo íntegro que ellos no podían representar por sus intereses bastardos.
Sin ningún género de duda, la rápida salida de "El Combate" en sustitución de "El Libertador" fue una moción del Espíritu Santo que no quiso que la Santa Causa pereciese por estas intrigas del demonio. Y es que algunas veces el demonio se viste con sotana.
Pero las conspiraciones de sus secuaces no pueden obstaculizar el empuje de una obra, cuando esa obra es de Dios y Dios Espíritu Santo la inspira. Pidamos insistentemente al Espíritu Santo que no deje nunca de inspirar vocaciones sacerdotales, fortaleciendo a nuestros sacerdotes para que sean Santos y Dignos Sacerdotes de Jesucristo Nuestro Señor, y nunca servidores del maligno -por idolatrar las modas y las novedades, o por la razón que sea.
Maestro Gelimer
LIBRO DE HORAS Y HORA DE LIBROS
Marcadores