LO QUE HAY DETRÁS DE LA VIOLENCIA EN INDIA






MULTICULTURALISMO Y RELATIVISMO COMO FACTORES A CONSIDERAR


Es a India a donde ahora nos mandan dirigir nuestros ojos. ¿Quién nos manda mirar a la India? Aquellos que programan el orden de prioridades y el itinerario del Nuevo Orden Mundial, seleccionando y promocionando las noticias en las que tenemos que reparar. Este mismo fin de semana pasado han sido tres las mujeres violadas y asesinadas en India (abrir el enlace: así nos lo cuentan los diarios). En noviembre pasado fueron dos niñas cristianas violadas y una de ellas asesinada, por hindúes (ver aquí).


A consecuencia de estos crímenes aborrecibles se ha activado la alarma mediática desde la centralita mundialista. Pero, eso sí, apenas se alude a la religión a la que pertenecían las víctimas: las dos niñas, recordamos, eran cristianas. Se ofrece todo este asunto bajo el prisma ideológico y la etiqueta de esa expresión ideologizada: "violencia de género". Al parecer, las violadas y asesinadas son mujeres; no hay que decir que cristianas. No queremos dejar de lamentar aquí estos crímenes. Por supuesto, fuesen o no cristianas, nosotros tenemos claro que estamos de parte de cualquier víctima y la violencia nos repugna tanto si se ejerce contra una india budista o contra un nonagenario chino confuciano. Pero la ideología de género encuentra aquí buen cacho y estas noticias, convenientemente manipuladas, reciben la cobertura que no se le presta, por ejemplo, a las masacres perpetradas en África contra comunidades cristianas.


Para que los occidentales podamos explicarnos la violación y el asesinato de mujeres en la India, los medios de comunicación de masas, asimilados a los fines planetarios que trata de imponer la ideología de género, publican artículos como, por ejemplo, éste: "Lo que está detrás de la violación y el asesinato de Amat" que firman dos mujeres: Montserrat Ortiz y María Zulaika, de la prestigiada Fundación Vicente Ferrer, institución que tiene una dilatada trayectoria y experiencia en la India. El artículo, en líneas generales, ofrece una aproximación a la situación de la mujer en la India. Como no soy especialista en asunto que imagino tan complejo, nada tengo que objetar al grueso de dicho artículo. Pero si en algo soy experto es en leer entre renglones; y unos renglones especialmente me han llamado la atención. Y dicen:


"En este país, con una raíz cultural profundamente patriarcal, las tradiciones y las diversas religiones tienen un gran arraigo social y los derechos de las mujeres se ven constantemente vulnerados."


Estas líneas insinúan que "la raíz [...] patriarcal" y el arraigo en India de "las tradiciones y las diversas religiones" es lo que está "detrás" de estos asesinatos. En la India coexisten (convivir sería demasiado decir) el politeísmo hunduísta, el islam, el sikhismo, el budismo, el jainismo, el bahaísmo, el zoroastrismo parsi, el judaísmo, el animismo, además de sociedades esotéricas como la francmasonería y la Sociedad Teosófica o Wicca (importadas por los anglosajones)... En medio de todas esas religiones también hay cristianos (no sólo católicos, claro). Sin entrar en detalles, este panorama que a bote pronto podemos desplegar ante los ojos nos ofrece un mosaico tan abigarrado de religiones, cultos y sectas que, en ese sentido, dejaría en mal lugar a los mismos Estados Unidos de Norteamérica, modelo de moderna sociedad multi-étnica, multi-cultural y multi-religiosa.






Podríamos decir que la India es una prefiguración de ese mundo multicultural y multi-religioso, esa Babel que semeja una olla hirviendo y que nos han metido con calzador en la misma Europa. Con "tradiciones y diversas religiones", las autoras del texto han despachado una cuestión con tal ligereza que uno se queda boquiabierto. Este artículo constituye una prueba del "modus operandi" del relativismo occidental que nunca ha reparado en detalles y, mucho menos todavía, jamás ha sido capaz intelectualmente de profundizar en la naturaleza de cada uno de los fenómenos religiosos y culturales. Prefiere confundirlo todo, como si todo valiese igual. A las autoras no se les ha ocurrido, ni mucho menos, detenerse a considerar el carácter tan diferente que, en lo que concierne a la consideración de la dignidad femenina, presenta el cristianismo a diferencia de cada una de las múltiples religiones que hay en India. Se mete a todas las tradiciones y religiones en el mismo saco y con ello se vuelve a poner sobre la mesa el "obscurantismo", el "atraso", el "patriarcalismo", el "machismo" que incuba la violencia y que -se supone- es patrimonio de toda religión. Como si las ideologías estuvieran exentas de gérmenes de violencia, también la "ideología de género" es, ante todo, un género de ideología.


Si de verdad quieren contarnos sus autoras "lo que está detrás de la violación y el asesinato de mujeres indias" -era el tema según el titular, ¿verdad?- harían mucho mejor en estudiar lo que cada una de las religiones piensa sobre la mujer y, después de hacerlo, ponerse a escribir. Pero es más fácil despachar la cuestión con el tópico, tan viejo y manoseado, que culpa a toda religión -por el hecho de ser religión- de todas las calamidades: de las guerras, de la violencia, de toda las lacras habidas y por haber. Para esta gente así, así es, mientras que los cataclismos naturales suelen achacarse y reprocharse a Dios.


Sin embargo, agradecemos el artículo de Montserrat Ortiz y María Zulaika. Pues a diferencia de los lectores pasivos a nosotros nos han abierto los ojos, para comprender por nosotros mismos -sin mediación ideologizada- lo que hay tras estos abyectos crímenes de mujeres. Y es que lo que está detrás de la violación y el asesinato de mujeres indias es, precisamente, una sociedad multi-cultural y multi-religiosa. Lo cual no es, tal y como pretende hacernos creer el pensamiento único, una utopía deseable, una idílica convivencia de lo diverso. Ni mucho menos.


Y, por otra parte, no todas las religiones son iguales. Ni mucho menos. Por más que se empeñen los relativistas en afirmar que todas las culturas y religiones son iguales no lo son. Hay religiones en las que las mujeres son utensilios y hay culturas en las que son esclavas: no todos los seguidores de esas religiones violan y asesinan mujeres, gracias a Dios, pero por su comprensión de lo que es la mujer (un objeto de placer, un ser impuro por la menstruación, etc., etcétera... para ellos es más fácil despreciarlas).


Y, por otro último, hay una sola religión para la cual la mujer ha alcanzado tal grado de plenitud, de perfección, de dignidad y de grandeza que solo una mujer ha sido, es y será (por los siglos de los siglos) alabada como Concebida Sin Pecado Original. Esa misma mujer es la Madre de Dios y es Reina y Señora de todo lo creado. Y todas las mujeres, por María Santísima, adquieren a los ojos de todos los varones que la alaban a Ella el estatuto sagrado de hijas amadas, esposas respetadas, madres abnegadas y vírgenes consagradas a Dios.

Las culturas no son iguales. Las tradiciones no son iguales. Las religiones no son iguales. Es que no hay color.





Indias cristianas, desfilan el Domingo de Ramos. Foto: Intereconomía.

LIBRO DE HORAS Y HORA DE LIBROS