Hace cosa de unos catorce estuve junto a un heterogéneo grupo de patriotas tradicionalistas (en el foro hay algún compañero de aventura que podría aportar más detalles) en la campaña de promoción del llamado "Proyecto Pueblo", que consistía en un proyecto autogestionario agrícola en una aldea de la Castilla valenciana. La idea era buena pero finalmente no terminó de cuajar. Sin embargo siempre hay que tener la cautela de no caer en el error del comunitarismo, lo cual supone aislarse de la realidad circundante y claudicar de los deberes relacionados con la lucha política para cultivar exclusivamente una sociedad cerrada y homogénea. Es algo muy típico de la sociedad norteaméricana, que no constituye otra cosa que la socialización de la nefasta filosofía narrativista (por la cual cada uno se autoconstruye su propia realidad llegando a una exacerbación del subjetivismo). El prof. José Miguel Gambra lo explica con maestría en este artículo, al cual me remito:
(...) Pero, aún hay otra postura, a mi entender errada y poco denunciada, que no se da ya entre los seguidores del progresismo eclesiástico, más o menos virulento, sino entre los mismos tradicionalistas. Ese error se produce por creer que la patria se extiende sólo hasta donde llega, de hecho, la comunidad de fines conforme a la doctrina cristiana. Me explico: para algunos sólo pertenecemos a la comunidad de quienes admitimos las doctrinas tradicionalistas y, por ello, tratan de vivir en el seno de las pequeñas siociedades tradicionalistas, con la sana intención de preservarse a sí mismos, y a sus familiares, del contagio del mundo hostil al cristianismo en que vivimos. Están dispuestos a emigrar, si las cosas se ponen feas en España, y sólo pretenden del resto de sus semejantes, definitivamente perdidos a sus ojos, que respeten su comunidad, sin considerarse obligados, en modo alguno, a defender la sociedad en que hemos nacido. En otras palabras, hay numerosos tradicionalistas que vienen a mantener, en la práctica y sin saberlo, la doctrina del comunitarismo, que es, a la postre, una forma de liberalismo bastante cómoda. No deben olvidar, sin embargo, que quien quiere salvar su alma la perderá.
Es maravilla ver cómo muchos católicos puntillosos, incapaces de matar una mosca o robar un céntimo, fieles cumplidores de sus deberes de estado y de sus deberes religiosos, no mueven un dedo, no dan un euro, no se molestan en lo más mínimo por la patria, en estas horas negras por las que atraviesa; con lo cual cometen, a mi juicio, un pecado de omisión semejante al de abandonar a los padres en los momentos de necesidad. Peor incluso, según muchos, porque, como dice Aristóteles, “la ciudad es anterior por naturaleza a la familia y a cada uno de nosotros”[14].
CARLISMO.ES - Documentos: El patriotismo clsico en la actualidad
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