El heavy tiene kura
El padre Vicente Esplugues oficia misa con sus pendientes en las orejas, sus tatuajes y su look duro. Y llega como nadie a los feligreses
JOSÉ ANTONIO GUERRERO MADRID Domingo, 1 diciembre 2013, 09:48
<img
El cura rockero, tras un concierto. / RC
¿Pero de verdad que ese tío de la camiseta de ACDC es cura? ¿el calvo grande de los dos pendientes? ¿pero cura-cura, de los que dan misa? Vicente Esplugues (Valencia, 1970) suelta una carcajada cada vez que recuerda alguno de esos episodios en que el duro jevimetalero que lleva dentro y exhibe por fuera ha jugado una curiosa pasada al sacerdote que también es las 24 horas del día.
Que Vicente es un cura rockero dan fe sus pantalones de camuflaje, sus botas negras de cuero, su par de zarcillos en las orejas, sus tatuajes en las pantorrillas (un trasgo asturiano y una calavera), sus camisetas de Extremoduro, Barón Rojo, Led Zeppelin, Fito y su colección de discos, desde el metal de los alemanes Ramstein hasta el rock urbano de los navarros Marea.
Vicente es uno de esos pastores que el aire fresco del fenómeno Francisco reclama para la nueva evangelización, un tipo cercano que habla como habla la gente y al que los jóvenes entienden a la primera. Su imagen no es, desde luego, la más ortodoxa de la iglesia española, acostumbrada a ver impartir la comunión a párrocos con más alma de doncamilo que de robeiniesta. Pocos curas habrá en nuestros templos que luzcan pendiente y que tras las salves marianas y del podéis ir en paz se metan un electrizante chute de heavy metal, aunque las campanas que suenen sean las del mismísimo infierno dobladas por AC/DC. Tampoco las gafas negras de pasta, su rasurada cabeza y su metro ochentaylargos le ayudan a pasar desapercibido en las misas y en los conciertos, en los que, incluso, ha tenido que sacar el carné de cura para parar los pies a alguna chavala con la tentación de ligar un viernes por la noche.
Forofo del Valencia, el vicario más kañero del noreste de Madrid, es el más pequeño de seis hermanos que se quedó huérfano de madre con cinco años y al que su padre, cuando supo que el hijo radical y contestatario quería probar lo de estudiar para sacerdote tras participar en unos encuentros con los misioneros de Verbum Dei, le soltó cabreado: Así que ya te han manipulado esos hijoputas. No le hizo ninguna gracia, pero luego vino a mi ordenación y ahora lo lleva fenomenal, cuenta Vicente que hoy, tras oficiar la misa dominical de niños de las diez y media en la parroquia Nuestra Señora de las Américas, soplará las velas de su 43 cumpleaños a ritmo de lo último de El Drogas, el exlíder de Barricada. Luego, seguramente, escribirá en su blog Escuelilla de vida que recoge las impresiones de alguien que cree que se puede evangelizar desde el púlpito o desde la barra de un bar.
Ayudar con la palabra
Vicente, que nació en El Cabañal -ese barrio marinero de la resistencia valenciana que combatió los planes urbanísticos de Rita Barberá- ha militado siempre en el rock y en el lado más frágil de la vida. También en el más rojo. Porque si en la banda sonora de su vida suenan los acordes de Metallica, Soziedad Alkoholika y la Internacional, el motor de su existencia es Jesucristo, el Evangelio y los más necesitados. Como misionero vivió la miseria extrema en Camerún y Venezuela, y ahora en Madrid ejerce como pescador de hombres con la Palabra de Dios (Verbum Dei) y con la máxima de ayudar y reconfortar al pobre, sea material o espiritual: ancianos enfermos, matrimonios en crisis, jóvenes que se hacen preguntas y no tienen respuestas, parados sin esperanza y sin dinero y también a hombres y mujeres con la vida más o menos resuelta, pero que les falta gasolina en el corazón y la encuentran en este tiarrón cuya estética despierta cero prejuicios entre los feligreses. Y, pese a todo, no ha perdido el sentido del humor. Si yo tenía una melena gloriosa justo hasta que me ordené sacerdote, pero fue ponerme el obispo las manos sobre la cabeza y me la carbonizó. Menudo diablillo.
https://www.lasprovincias.es/rc/2013...1946-ntrc.html
Marcadores