Las Cortes de Aragón regularán el derecho a la "muerte digna" tras tomar en consideración el Pleno la proposición de ley de Izquierda Unida que defendió el único diputado de la coalición, Adolfo Barrena, quien, entre otras majaderías, soltó frases como: "la vida es un fenómeno natural, no es un regalo divino, como pretenden hacer creer algunas confesiones" o esta otra: "Morir dignamente es más que morir libre de dolor, es más que contar con los medicamentos que se requieran; es el último derecho que debemos y podemos ejercer". Y se quedó tan satisfecho.
El portavoz de Chunta Aragonesista, Chesús Bernal, mostró su apoyo a esta proposición de ley y, para no ser menos que el de IU, expresó que "una de las seguridades que se han manifestado a lo largo de la Historia de la Humanidad es que la muerte es algo indisolublemente unido a la vida". "La muerte no hay que tomarla como algo especialmente trágico, sino que hay que tomarla como parte del final de la vida", continuó Bernal, quien opinó que "hay que asumirla como algo natural". A esto añadió que "la vida es un derecho, no un deber". Por último se preguntó si hay algo más "íntimo" que decidir libremente el destino de la propia vida.
El socialista Eduardo Alonso se sumó al disparate añadiendo que el envejecimiento de la población ha incrementado el número de pacientes con enfermedades terminales (se ve que le molestan) y comentó que "hay una inseguridad jurídica" sobre el tema, aunque el derecho a la muerte digna cuenta con un gran "respaldo social" (eso dice él, claro).
Alonso consideró positivo abrir un debate en el Parlamento autónomo sobre el tema y recomendó hacerlo sobre casos como el gallego Ramón Sampedro o el denominado Caso Leganés (vaya par de modelos) y expresó que "es un tema de máxima actualidad", dado que la comunidad científica va a premiar los logros en la lucha contra el dolor en la próxima edición de los Premios Príncipes de Asturias (que es lo que hay que hacer, combatir el dolor siempre que sea posible y aceptar en todo caso la voluntad de Dios).
El portavoz del PAR, Javier Callau, señaló que la iniciativa de IU propone "lo que se hace habitualmente" en los centros sanitarios con personal y medios especializados en cuidados paliativos y, siguiendo la tónica de su partiducho, se abstuvo.
El portavoz sanitario del PP, Ricardo Canals, rechazó la iniciativa y expresó que el PP "no se fía en este tema de Izquierda Unida" (¿en los demás sí?), tras lo que consideró que la proposición de ley "es una trampa".
Canals preguntó cuándo empieza el proceso de muerte y señaló que "hemos pasado de aceptar la muerte como un proceso natural a rechazar la muerte exigiendo a la medicina que nos libere de ella". También opinó que los centros sanitarios se han convertido en "un centro místico" donde se va a nacer y morir (no sé qué carajo quiso decir con eso, pero tampoco me importa, la verdad). Afirmó que la iniciativa legislativa de IU "es un plagio" de la ley aprobada por el Parlamento andaluz sobre el tema y recomendó a Barrena que lleve la propuesta a las Cortes Generales, donde, digo yo, sería rechazada con la boca pequeña por el PP para luego, una vez aprobada, tragársela con entusiasmo y darla por buena si alguna vez volvieran al poder. Exactamente como ya hicieron con el aborto, por ejemplo.