Revista ¿QUÉ PASA? núm. 183, 1-Jul-1967
¿Es compatible el proyectado homenaje a Prat de la Riba, con los artículos 2.° y 5.° de la Ley Orgánica del Estado y las demás leyes fundamentales? - ¿Quién resucita el separatismo y a los teóricos de la desintegración de la patria? - ¿Han sido invalidados el pensamiento y las doctrinas de José Antonio, Vázquez de Mella, Onésimo Redondo y Calvo Sotelo?
Por A. RECASENS SALVAT
A la hora menos pensada, la prensa de Barcelona viene anunciando que para el próximo agosto (1967) se preparan actos de homenaje a la memoria de Enrique Prat de la Riba. Se quiere recordar su gestión al frente de la Diputación y de la Mancomunidad de Cataluña, que fue disuelta por el General don Miguel Primo de Rivera al instaurarse la Dictadura, el único periodo que puede recordarse con satisfacción de la monarquía que nos llevó a la República y al Comunismo.
Con pretexto del cincuentenario de la muerte de Prat de la Riba, se quiere recordar los servicios administrativos y culturales en que quizá fue acertado. Pero… Prat de la Riba fue antes que nada un político teorizante, el autor de “La Nacionalitat Catalana”. Y esto ya no es tan inocente, dado que el fruto de sus ideas ha desespañolizado a gran número de catalanes. En el fondo, es la teoría justificadora del separatismo; es incompatible con la ideología de José Antonio Primo de Rivera, Vázquez de Mella, Onésimo Redondo, Calvo Sotelo, y lo que es más, con el artículo 3º de la Ley Orgánica del Estado, aprobada solemnemente por las Cortes Españolas y por referéndum nacional (1966).
Prat de la Riba, fundador del separatismo catalán
En su libro «La Nacionalitat Catalana», Prat de la Riba afirma textualmente: «Cataluña tenía lengua, derecho, arte propios, tenía un espíritu nacional, un carácter nacional, un pensamiento nacional. Cataluña, pues, era una nación. Y el sentimiento de patria, vivo en todos los catalanes, nos hacía sentir que patria y nación eran una misma cosa y que Cataluña era nuestra nación, igual que nuestra patria.» ESTE ES PRAT DE LA RIBA. Que después, por tácticas políticas, no desarrollara su programa del todo, porque no pudo, y que fundara unas bibliotecas populares, jamás podrá justificar al hombre que rompía la unidad de la patria con la teoría revolucionaria del principio de las nacionalidades.
La respuesta de Vázquez de Mella
El tradicionalismo, de tanta tradición fuerista y regionalista, jamás admitió lo que Prat de la Riba escribió, sembró, ocasionando a España la tragedia de luchas fratricidas entre los hijos de la misma patria. Vázquez de Mella, en 30 de junio de 1916, pronunció un discurso en el Congreso, en el que dijo: «Si afirmáis que Cataluña es una nación, que reúne caracteres históricos inconfundibles, que forma una unidad histórica general e independiente, como yo lo afirmaba antes, del conjunto de todas las regiones de España, la consecuencia inmediata será que Cataluña tiene derecho a formar un Estado independiente, y el señor Prat de la Riba, en su libro sobre la nacionalidad lo afirma rotundamente: «a cada nación, un Estado»; y en el prólogo del libro, Durán y Ventosa lo afirma más terminantemente todavía: «Toda nación tiene derecho a un Estado independiente y a que no la rija el Estado de una nación extraña.» Aquí nos encontramos frente a frente. Yo creo que España es un conjunto de regiones que han confundido parte de su vida en una unidad superior que se llama España, y esa unidad histórica tiene derecho a que la rija un solo Estado. Somos regionalistas nacionales y afirmamos la unidad de la nación y del Estado como cosa sustantiva e intangible; pero no somos nacionalistas regionales, que disgregan y dividen la unidad del Estado. En esto nos distinguimos.»
¿Cómo se puede hacer un homenaje por organismos políticos del Estado español en el autor de las doctrinas disolventes de la unidad de España?
Habla Jose Antonio Primo de Rivera
José Antonio Primo de Rivera —el cronista le recuerda con emoción por haber asistido al acto fundacional de Falange Española en el teatro de la Comedia, en sus tiempos de universitario, (…) en un discurso al Parlamento republicano decía elocuentemente: «Nosotros amamos a Cataluña por española, y porque amamos a Cataluña la queremos más española cada vez, como al País vasco, como a las demás regiones. Simplemente por eso: porque nosotros entendemos que una nación no es meramente el atractivo de la tierra donde nacimos, no es una emoción directa y sentimental que sentimos todos en la proximidad de nuestro terruño, sino que una NACION es una unidad en lo universal, es el grado a que se remonta un pueblo cuando cumple un destino universal en la historia. Nosotros entendemos eso así, queremos que todos los pueblos de España sientan no ya el patriotismo elemental con que nos tira la tierra, sino el patriotismo de la misión, el patriotismo de lo trascendental, el patriotismo de la gran España.»
En la norma programática de la Falange, en su punto dos, cuando España sufría la vergüenza de los Estatutos, de las huelgas revolucionarias, de los asesinatos e incendios, José Antonio Primo de Rivera lanzaba esta afirmación imborrable, y en su primera parte todavía vigente: «España es una unidad de destino en lo universal. Toda conspiración contra esa unidad es repulsiva. Todo separatismo es un crimen que no perdonaremos. La Constitución vigente, en cuanto incita a las disgregaciones, atenta contra la unidad de destino de España. Por eso exigimos su anulación fulminante.»
Los separatismos y las disgregaciones que denuncia José Antonio son precisamente todo lo que sembró, propagó, divulgó y difundió Enrique Prat de la Riba, cuyo nombre, que algunos quieren resucitar, se hace no por las escuelas, carreteras y bibliotecas que fundara, sino por su ideología separatista, disgregadora, disolvente de la unidad de la Patria.
Onésimo Redondo, ¿qué diría de ese homenaje a Prat de la Riba?
Lo sabemos perfectamente. Basta leer sus artículos publicados en «Libertad». En uno de ellos dice: «Sería deplorable signo de decadencia, anuncio de muerte próxima, que España tratase el asunto catalán y tomase una resolución sin quedar bien esclarecido con las palabras oficiales y con los hechos que no queremos ni oír hablar de nacionalismo separatista.» Lo que Onésimo Redondo no quería oír hablar en 9 de mayo de 1932, hoy, para vergüenza de todos, hemos de ver cómo, por muy camufladas que se presenten las formas, se organiza desde la Diputación Provincial de Barcelona, después de un millón de muertos, y después que millares de catalanes tuvimos que pasar la frontera para empuñar las armas y rescatar a Cataluña del comunismo y de la «Generalitat», que no era otra cosa sino algo del ideal todavía incompleto del separatismo de Prat de la Riba. Onésimo Redondo decía, con frase que todavía tiene actualidad: «Cataluña no es de Maciá, ni de la Esquerra, ni de los catalanes. Cataluña es de España. España no sería España sin Cataluña, como no lo sería sin Castilla o Andalucía. Esta afirmación de unidad hispana es lo primero que importa y lo que todos debemos sostener, ofreciendo para ello nuestras vidas con presteza.»
Al paso que vamos (1967), la integridad hispana, en un tiempo más o menos lejano, puede volver a sufrir peligros, si desde la prensa, publicaciones en general y, oficialmente, desde instituciones oficiales, se presentan a la juventud y al pueblo, en general los ejemplos nefastos y las doctrinas desgarradoras de la patria, como son las de Prat de la Riba, tan incomprensiblemente rehabilitado en estos momentos, no sabemos con qué fines. Desde luego, no con los de fomentar la unidad de la patria ni la adhesión al espíritu del Movimiento.
Calvo Sotelo, incompatible con Prat de la Riba
En una de sus frases memorables, Calvo Sotelo dijo: «España sin Cataluña no sería España. Cataluña sin España no sería Cataluña.» Prontos a cumplirse los treinta y un años de su asesinato por el Gobierno de Casares Quiroga, como irrisión al recuerdo del protomártir de la Cruzada, paladín de la unidad de España, se olvida el sacrificio de nuestros caídos y se evoca a aquellos que con sus doctrinas prepararon las hecatombes provocadas por el separatismo y sus discípulos abiertos o encubiertos.
La Ley Organica del Estado
España ha aprobado por sus Cortes y por el referéndum nacional la Ley Orgánica del Estado. Su artículo 2.° nos dice: «La soberanía nacional es una e indivisible, sin que sea susceptible de delegación ni cesión.» El artículo 3.° aclara: «Son fines fundamentales del Estado: la defensa de la unidad entre los hombres y entre las tierras de España; el mantenimiento de la integridad, independencia y seguridad de la nación.»
No hay nadie en el mundo que pueda demostrar que las teorías separatistas de Prat de la Riba pueden encuadrarse ni tolerarse, si deben ser acatados y tienen vigencia estos artículos de la Ley Orgánica del Estado.
Lo que va de ayer a hoy (1967)
En 28 de julio de 1939, Año de la Victoria, don Miguel Matéu, Alcalde de Barcelona, y el Conde de Montseny, Presidente de la Diputación Provincial de Barcelona, publicaban una nota de conjunto, invitando a todos los barceloneses para asistir al desfile del Tercio de Nuestra Señora de Montserrat. Era una nota vibrante, de las primeras autoridades de Barcelona, que sentían los ideales y el espíritu de la Cruzada. Por esto, aquella Diputación y aquel Ayuntamiento pedían «muestras de pública gratitud en el mismo culto para realizar juntos, en apretado haz, bajo el mando del Caudillo y con la protección de Dios, el sueño sagrado e inviolable de nuestros caídos. Y que junto a los vítores que acojan mañana al desfilar por nuestras calles a los supervivientes de la Centuria y del Tercio, no falte la oración por los que murieron, que así será más palmaria aun la unidad espiritual que a todos nos solidariza».
Esta unidad espiritual se mantenía sobre unidad política sobre la unidad de la patria entonces Barcelona políticamente sentía a España y a la verdadera Cataluña que no tiene nada que ver con el separatismo ni con ideología de Prat nadie se lo hubiera ocurrido inventar un homenaje a Prat de la Riba, porque políticamente sentían el Estado Nacional y la plena identificación con los principios preconizados por el Caudillo, recientes los millares de asesinados y las ruinas de la Cataluña víctima de las ideas de los comunistas y de los discípulos y consecuencias de las doctrinas de Prat de la Riba. Barcelona, entonces, tenía una vibración política, y las fuerzas del Movimiento un fervor, que ahora notamos ausente en muchos lugares, hasta el extremo de que pueda producirse lo que estoy comentando en esta crónica. Por aquí se empieza. Si ahora el homenaje a Prat de la Riba y lo que ello significa prospera, no hay que ser profeta para pronosticar que otra vez grupos subversivos atenten contra la paz y la unidad de España. (…)
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