En efecto, es triste pero es así:
El rey hijo de Jaume I está sin profanar
El análisis con una microcámara en el sepulcro de Pere el Gran constata que los restos permanecen intactos desde hace 700 años - Cataluña abrirá la tumba en el monasterio de Santes Creus, la única de reyes de la Corona de Aragón no asaltada
Pantalla junto al sepulcro de Pere el Gran que muestra los restos del cráneo. efe/sellart
LEVANTE-EMV VALENCIA Los estudios previos de inspección y análisis realizados a la tumba de Pere el Gran (Valencia, 1240 - Vilafranca del Penedès, 1285) indican que se trataría de la única tumba de los reyes medievales de la Corona de Aragón que no ha sido profanada y, por lo tanto, "podría aportar datos inéditos del rey" y, a su vez, ayudar a desvelar los enigmas sobre los restos del sepulcro de Jaume I, su padre.
El departamento de Cultura del Gobierno catalán, bajo la dirección del Museo de Historia de Cataluña (MHC), anunció ayer que restaurará las tumbas reales del Monasterio de Santes Creus (Aiguamúrcia, Tarragona), coincidiendo con el 850 aniversario del monumento, que se celebra en 2010. Las tumbas, que datan del siglo XIV, corresponden a los reyes Pere el Gran (III de Aragón, II de Cataluña y I de Valencia), Jaume II (hijo del anterior) y su esposa Blanca d'Anjou y al almirante Roger de Lauria.
El conseller Joan Manuel Tresserras destacó ayer especialmente la apertura de la tumba de Pere el Gran, hijo de Jaume I y Violant d'Hongria, para su restauración y estudio.
En este sentido, los estudios previos de inspección y análisis -se ha introducido una pequeña cámara en el sepulcro- "parecen corroborar que se trataría de la única tumba real de la Corona de época medieval que no ha sido profanada".
Este hecho se ha constatado tras una analítica de gases y una endoscopia con la citada cámara, la cual ha demostrado que, aunque hubo intentos de saqueo, la tumba sigue intacta desde hace más de 700 años.
Las imágenes muestran la presencia de unos restos humanos cubiertos por un tejido y contenidos dentro de una estructura de ataúd, probablemente de madera y sin tapa, y permiten intuir la presencia de un cráneo y de un posible capacete o casco.
El proyecto de restauración prevé la apertura de la tumba -una de las últimas de un rey medieval todavía por estudiar- lo que supondrá "una oportunidad única para obtener datos sin precedentes sobre la vida y el físico del rey", como su ADN, sus características físicas, las enfermedades que sufrió, la causa de su muerte o su dieta.
También se utilizarán las nuevas tecnologías para hacer una reconstrucción facial del rey, que fue enterrado como un emperador en "un sepulcro muy sofisticado", consistente en una bañera de pórfido, elaborada en época antigua, probablemente con piedra procedente de Egipto, y de las que sólo quedan once en toda Europa.
El ADN de Pere III permitirá aclarar los enigmas de Jaume I
La coordinadora del proyecto de investigación en Santes Creus, Marina Miquel, aseguró ayer que la obtención del perfil genético de Pere el Gran servirá para tratar de demostrar si los restos que se conservan en el vecino Monasterio de Poblet, en Vimbodí (Tarragona), pertenecen realmente a su padre, Jaume I, el fundador del Reino de Valencia, donde nació Pere en 1240.
Las dudas acerca de la autenticidad de los restos se deben a que los panteones de los reyes de la antigua Corona de Aragón -excepto el de Pere III- fueron saqueados en el siglo XIX, por lo que los huesos de más de cien monarcas se dispersaron y mezclaron.
El caso más llamativo es lo sucedido en Poblet con Jaume I. En la época de Espartero las tumbas fueron saqueadas -pensaban que había joyas en el interior- y los restos de los reyes, esparcidos por el suelo. como burla pública. El sacerdote de l'Espluga de Francolí -municipio contiguo- rescató los huesos y separó, al parecer, los de Jaume I.
Tras su paso por la Catedral de Tarragona, el esqueleto fue devuelto al monasterio de Poblet en 1951. Fue entonces, según los historiadores, cuando se colocaron dos calaveras en el sepulcro al tener dudas sobre cuál podría ser la del Conqueridor.
El equipo que analizó en Poblet los restos del Príncipe de Viana -resultaron falsos- quiso también investigar la tumba de Jaume I, pero el abad se ha mostrado reacio a abrir el sepulcro. a. g./efevalencia
El Mercantil valenciano
Quedaría, Mefistófeles, por saber en qué época y quiénes fueron los que cometieron tan bárbara profanación. Aunque tiene todo el aspecto de ser una profanación masónica, como las que se cometieron con otras tumbas, como la de la Madre Petra. Por lo curioso que es, pongo aquí un artículo interesante sobre este asunto, aunque es alejarse un poco de la temática de Jaime I el Conqueridor:
PROFANACIONES DE TUMBAS EN LA GUERRA CIVIL.
Un estudio, a punto de publicarse, describe estas prácticas macabras de los milicianos durante la Guerra Civil:
Tumbas de santos, profanadas
Restos de santos fallecidos desde el siglo IV hasta el XX, cuerpos incorruptos que se veneraban desde hacía cientos de años, fueron profanados de las formas más crueles y macabras que se pueda imaginar
Martirio de las cosas, en la iglesia de Usagre
(Badajoz). A la izquierda, iglesia de Baena
(Córdoba), tras los destrozos de los milicianos
Ya se hizo eco de ello la Carta Colectiva de los obispos españoles en el año 1937. En esta Carta, redactada por el cardenal Isidro Gomá y Tomás, y considerada por muchos el documento más significativo de la Iglesia en España en lo que a la Guerra Civil se refiere, se afirma lo siguiente: «Ha sido espantosa la profanación de las sagradas reliquias. Han sido destrozados o quemados los cuerpos de san Narciso de Gerona, san Pascual Bailón, la Beata Beatriz de Silva, san Bernardo Calvó y otros. Las formas de profanación son inverosímiles, y casi no se conciben sin sugestión diabólica».
En el Arzobispado de Toledo, el sacerdote don Jorge López Teulón, ha realizado una investigación que ha permitido recoger los hechos de forma cronológica, y tener así una idea completa de lo que sucedió con los cuerpos de los santos, generalmente incorruptos antes de su profanación. Todas las historias tienen algo en común: la mofa macabra, más allá de lo que la imaginación pueda alcanzar. El objetivo, según las pocas declaraciones de los milicianos obtenidas, era «acabar con supersticiones», pues se trataba de santos, por lo general, muy venerados en la zona.
Entre ellos están san Narciso de Gerona, del siglo IV, o san Julián de Cuenca, que murió a principios del siglo XIII. Los cuerpos de ambos fueron quemados y, en el caso de san Narciso de Gerona, se cree que sus cenizas fueron lanzadas al río Onyar, pues los restos nunca aparecieron. Los restos quemados de san Julián de Cuenca fueron rescatados por el portero del palacio episcopal, que los escondió debajo de su colchón, hasta que terminó la guerra.
Un santo muy conocido cuyos restos fueron profanados es san Pascual Bailón, del siglo XVI. Fraile franciscano, nacido en Zaragoza, recorrió diversos conventos en el Levante español. Su cuerpo incorrupto se conservaba delante de su antigua celda del monasterio. Los milicianos lo arrojaron a una hoguera y hoy sólo se conserva una escultura inspirada en el cuerpo incorrupto que se veneraba antes de la guerra.
Otro ejemplo que ilustra lo macabro de estas prácticas fue lo sucedido con el cuerpo de la Sierva de Dios Isabel de la Madre de Dios, cuyos restos eran muy venerados. El cuerpo de esta religiosa agustina recoleta, fallecida en el siglo XVII, siendo priora del convento de Serradilla, en Cáceres, ya había sido profanado con la llegada de las tropas francesas a España. Pero los milicianos fueron aún más crueles, y, sacando el cuerpo a la huerta del convento, comenzaron a darle golpes y culatazos hasta romperle algunos huesos. Cuando otros milicianos les llamaron la atención por ensañarse con un cadáver, lo dejaron allí tirado.
«Todo esto no es sino el principio de un estudio que está por hacer», afirma el sacerdote don Jorge López Teulón, pues «es imposible encontrar información completa. Quedan muchos otros testimonios e historias, como la profanación del cuerpo de san Francisco de Borja, en la iglesia de los jesuitas de Madrid, la del cuerpo del santo obispo José Torras y Bages, o los restos de san Olegario». Sin embargo, la publicación de estos hechos ya supone un paso adelante en el objetivo de narrar esta terrible parte de nuestra historia, cuya memoria es justo reivindicar.
A. Llamas Palacios
Un caso insólito: la Beata Petra de San José
Con su sugestiva personalidad y su entrega sin condiciones a los más pobres, la Beata Petra de San José sintió que el Señor le llamaba a fundar la Congregación de Madres de Desamparados, en 1881. Fundó 11 casas, y falleció a los 60 años en el mismo santuario de San José de la Montaña, en Barcelona. Allí, en el año 1936, los milicianos entraron, saquearon e incendiaron todo lo que encontraron a su paso y expulsaron a las religiosas. Éstas, al volver, se encontraron algunos restos quemados del ataúd de su fundadora, y pensaron que su cuerpo había sido destruido por las llamas. Así lo creyeron durante 47 años. El 19 de febrero de 1981, una religiosa Sierva de Jesús, sor Soledad Díaz, habló, en Zaragoza, con una religiosa de la Congregación, que le aseguró que los restos de la Madre Petra no habían sido quemados, sino robados. Según esta religiosa, en el año 1952, cuidando enfermos en Valencia, se encontró con un caso muy difícil de un enfermo que rechazaba los cuidados y la insultaba. Un día, le confesó que , era masón y que, comisionado por su logia, había viajado de Valencia a Barcelona junto con otros compañeros, y había robado los restos de la Madre Petra. En Barcelona, la Madre Petra despertaba una gran devoción y querían acabar con «esas supersticiones». Sin embargo, no destruyeron los restos, sino que los enterraron en un campo próximo al pueblo valenciano de Puzol. Aquel hombre murió arrepentido y reconciliado con Dios.
La noticia, evidentemente, revolucionó a la Congregación de Madres de Desamparados y, con la ayuda del arzobispo de Valencia, entonces monseñor Miguel Roca Cabañellas, se nombró un tribunal para el caso. Efectivamente, en el año 1983, se localizó el campo y lograron exhumarse los restos, en un acto que tuvo lugar en presencia del propio arzobispo y más autoridades. De nuevo, los restos de la Madre Petra descansan en el camarín de la iglesia de San José de la Montaña.
ALFA Y OMEGA
(La negrita la puse yo).
Enhorabuena a Reke por recordarnos la figura grandiosa de Jaime I el Conquistador.
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