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Tema: In memoriam: Almirante Luis Carrero Blanco.

  1. #21
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    Re: Respuesta: In memoriam: Almirante Luis Carrero Blanco.

    Retomo este hilo con dos artículos de relevantes políticos de la época, escritos en el aniversario (1974) de su asesinato. Nótese el tono conciliador y la visión transicionista y aperturista que ambos proyectan sobre Carrero y sobre la España de entonces.
    El primer artículo es de Torcuato Fdez Miranda:

    EMPEZAR A COMPRENDERLE...
    Es lógico que en el aniversario del brutal asesinato que segó su vida, nos acerquemos al recuerdo e intentemos traer a la memoria la nobilísima figura del presidente Carrero Blanco; acepto, por ello, como un honor la invitación que me hace «La Vanguardia».

    Es todavía muy pronto para poder comprender lo que fue la vida del almirante en la Historia de España. La Presidencia del Gobierno duró seis meses y sólo mostró la quilla emergente de un gran submarino, que durante lustros permaneció en una curiosa e incitante semisombra, llena de mesura, sencillez y modestia, que contribuyó mucho a la eficacia de su labor, pero también al desconocimiento de su verdadera valía. A Carrero sólo puede entendérsele en función de su simbiosis con el Caudillo, treinta y dos años a su lado; desde una personalidad celada, pero vigorosa; en la sombra de la lealtad; eficacísima, llena de prudencia y colmada de sagacidad. No es fácil captar la realidad de una persona así, y se tardará en comprenderle en su talla insólita de gran político.

    Sólo se puede vivir como él vivió si se posee una personalidad recia y propia, que en el servicio entregado de la persona a quien sirvió lejos de anularse se afianzó. Sólo entendiendo a la par la gigantesca figura histórica del Caudillo y la recia personalidad de Carrero, se podrá ver la dimensión histórica de ambos y alcanzar el sentido de la vida de éste. Bajo la sombra del Caudillo se forjó una de las biografías políticas más recia, personal y propia. Es esto, entre otras muchas cosas, lo que tendrá que ver la historia, si se quiere ver lo que ha sido este hombre, en más de una ocasión mal comprendido.

    Su manera de ser le llevó a irritar con frecuencia a la clase política y no se cuidó del contrapunto de la publicidad de su figura ante el pueblo, pues rara vez se adelantó, y nunca de buen grado, a las candilejas de la popularidad. Diríase que hizo suyo el pensamiento de José Antonio: el político de temple nunca dudará en la opción entre la popularidad y el servicio a su pueblo, elegirá siempre a éste.

    Su personalidad, llena de una gran complejidad de resortes, desorientaba a quienes se precipitaban en el juicio fácil, suficiente o irritado. Parecía a veces dudar demasiado, no decidirse, cuidar de acentuar su posición subordinada, de continuar con excesos su paciencia o acariciar su perplejidad; se llegó a decir que le costaba trabajo mandar; y pocos hombres ha habido tan seguros de sí, tan claros en sus ideas y propósitos, tan duros en el momento de la personalidad, tan flexibles en la espera, el aguante o la resistencia ante las situaciones adversas; entonces diríase que la certeza de la responsabilidad le daba fuerza y que sabía que la seguridad en que descansaba no le faltaría. Fue, antes que nada, la lealtad encarnada servida desde una gran mesura, con fortaleza hecha de paciencia, desde una acción a tempo exacto hecha de prudencia y sagacidad. Logró desde sí y sus cualidades la confianza inmarcesible de Franco en cuyo servicio vivió toda una vigorosa vida política. No se entenderá la figura de Carrero mientras no se vea su vida como absorbida por Franco y no obstante vivida con personalidad recia e indomable.

    Lo que él hizo, cómo lo hizo, con qué entrega y con cuán grande peculiaridad personal, es un ejemplo de hacer y vivir políticos que urge empezar a poner en claro; España necesita saber con exactitud la lección viva de Carrero, pues no está sobrada de lecciones como las que se desprenden de esa vida, la vida de nuestro capitán de la Armada y duque de Carrero Blanco. Una lección de sosiego, prudencia y sagacidad, de renuncia, entrega y servicio en la lealtad total, con el vigor y fuerza en el ejercicio de la veracidad que no lo hacía cómodo en su servicio, pero sí seguro por su lealtad sin fisuras.

    Con frecuencia se ha dicho que Carrero Blanco era un hombre de principios; ésta es sólo una verdad a medias, fácil para inducir a nuevos errores sobre él. Era, sí, un hombre de principios, pero era antes un hombre de honor. Entre quien se guía sólo por principios y quien se guía por honor hay una diferencia quizá sutil, pero muy profunda y sustancial. La que media entre la rigidez y la fortaleza, entre la presunción y la magnanimidad. El hombre de honor posee aquel talante que le hace ser pronto a comprender lo que cada situación exige y estar abierto a la ayuda que los demás pueden prestarle; lo cual le cura de toda rigidez o puritanismo de principio. La compleja personalidad del presidente Carrero Blanco parecía haberse forjado paso a paso, en la meditación de aquellos versos de Hesíodo en los «Trabajos y Días»:
    El mejor es el que por sí solo comprende todas las cosas,
    es noble quien obedece al que aconseja bien,
    el que ni comprende por sí, ni escucha a otro es un hombre inútil.

    Bien está, ¿está bien?, que en vida de Carrero muchos no hayan querido o podido comprenderle. Es hora de comenzar de veras su homenaje. A mí sólo uno me parece digno de él: empezar a comprenderle. Frente a él hay una doble injusticia: quienes siguen sin querer comprenderle, y quienes parecen querer utilizarle. Sólo comprenderle, es digno homenaje para él: empezar a dibujar en sus líneas verdaderas, complejas y humanas, con luces y sombras, la grandeza de una recia personalidad española que no merece seguir viviendo como recuerdo, en la semisombra que él aceptó en vida por servicio en su lealtad, sino en la memoria de su figura completa y entera. En la memoria viva de los españoles, memoria de la Patria.”

    Torcuato FERNANDEZ-MIRANDA, ex vicepresidente del Gobierno, Diciembre de 1974





    Última edición por ALACRAN; 23/03/2017 a las 13:30
    Pious dio el Víctor.
    Hombre en su siglo. Los sujetos eminentemente raros dependen de los tiempos. No todos tuvieron el que merecían, y muchos aunque lo tuvieron, no acertaron a lograrlo. Fueron dignos algunos de mejor siglo, que no todo lo bueno triunfa siempre; tienen las cosas su vez, hasta las eminencias son al uso, pero lleva una ventaja lo sabio, que es eterno, y si éste no es su siglo, muchos otros lo serán. (Gracián)

  2. #22
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    Re: In memoriam: Almirante Luis Carrero Blanco.

    Artículo de López Rodó, haciendo de Carrero Blanco la pieza clave para la "anhelada" Transición y para el fortalecimiento de Juan Carlos

    DIMENSIÓN HISTÓRICA DE UN GOBERNANTE EJEMPLAR
    “El almirante Carrero era una pieza singular de la magna estrategia institucional de Franco. Pese a su personal modestia, a su repugnancia a la ostentación y a la publicidad, o quizá por esas cualidades, le incumbía la misión histórica de ser el engranaje que articulara el presente con el futuro.

    Tenía las condiciones idóneas para esa delicada tarea. Ningún otro político permaneció tanto tiempo al lado del Jefe del Estado. Ninguno estuvo más compenetrado con su obra. Los treinta y tantos años de colaboración inmediata con Franco, el haber sido observador directo y aun actor principal en muchas ocasiones, de los hechos más sobresalientes de un período pródigo en acontecimientos y cambios, tanto en la vida española como en la mundial, el conocimiento y trato de personas relevantes de distintos ámbitos y en muy diferentes momentos, le proporcionaron una experiencia irreemplazable. A lo largo de su trayectoria pública, tuvo no escasas oportunidades de enjuiciar los distintos problemas con los que España se enfrentaba.

    Desde la perspectiva de este diciembre de 1974, es fácil comprender el gran acierto que supuso mantener a España fuera de la II Guerra Mundial resistiendo —como él mismo afirmó en un discurso— a «las instigaciones de dentro que no faltaron, pues no pocos creyeron en 1941 que era el momento de encaramarse al carro del vencedor». Siendo jefe de Operaciones del Estado Mayor de la Armada, se manifestó, contra corriente, a favor de la neutralidad, sin dejarse llevar de brillantes fantasías ni de apasionamientos bisoños, fundando su opinión en un análisis concienzudo de visión clara del curso previsible de los acontecimientos, y prudencia y sentido común para no aconsejar que el país se embarcase en aventuras que certeramente consideró condenadas al fracaso.

    Esas cualidades se reforzaron con los años. Las claves de su manera de servir a España se aprecian muy especialmente en su callada y eficaz participación en la tarea de construir un nuevo Estado a partir del montón de escombros que era la España rota de 1939. El proceso institucional no ha sido corto ni ha estado libre de dificultades. Hubo de ir sorteando escollo tras escollo y, en esa navegación, el almirante Carrero dejó constancia de sus firmes convicciones políticas. Hubo de oponerse a extremismos de distinto signo, empezando por los intentos de mimetismo totalitario de los primeros —y no tan primeros— tiempos. En más de una ocasión le oí comentar el desatino de actitudes extremistas dentro del Régimen, a pesar de la buena fe de quienes las adoptasen porque —son aproximadamente sus palabras— nos llevarían a un golpe militar que equivaldría a empezar de nuevo, ¡pero sin Franco!

    Hito fundamental de esta conformación del Estado orientada hacia el futuro, fue la designación del Príncipe de España comió sucesor a título de rey. La decisión sucesoria prudentemente prevista por Franco y hacia la que se encaminó de forma gradual y con paso firme, encontró también no pocos obstáculos e incomprensiones. Hasta la misma víspera del 22 de julio de 1969 no faltaron quienes alentaban a diversos pretendientes en contra de la legalidad constitucional, jugando la carta de personas carentes de la nacionalidad española, que es uno de los requisitos establecidos en la Ley de Sucesión. Tampoco faltaron los regencialistas, que pretendían erigir en sistema político lo que no es más que una figura supletoria, una excepción momentánea al orden regular de sucesión. Frente a unos y otros, el almirante Carrero adoptó siempre una actitud contundente, exenta de oportunismos, ambigüedades y dobleces.

    Ahora que el Príncipe de España es el símbolo de un futuro libre de la ansiedad del «¿Qué pasará después de Franco?», no es difícil la adhesión a don Juan Carlos. Pero esto no siempre fue así de natural. El almirante Carrero colaboró decisivamente desde un principio a que el designio de Franco se hiciera realidad, dejando en la cuneta del camino la situación bélica y sus posibles derivaciones.

    En circunstancias fáciles y menos fáciles se dirigió al país a través de las instituciones. No acudió a las Cortes y al Consejo Nacional a hacer recuento de éxitos y aciertos, sino a exponer con objetividad la situación política y económica, sin ocultar los problemas ni las dificultades detrás del fogonazo de rutilantes discursos. Pero tanto como sus palabras —prosa limpia y tersa—, sus hechos inequívocos y consecuentes con sus convicciones, respaldarán el juicio que la historia emita sobre sus «servicios al Estado».

    El almirante Carrero tenía por vocación el hábito de los horizontes amplios de la mar. En las cubiertas de los barcos hay que afirmar el paso. Parece como si hubiese trasladado por instinto ese modo de caminar seguro a los asuntos de Gobierno que le ocuparon la mayor parte de su vida. Enemigo de piruetas y verbalismos, era consciente de que no deben hacerse experimentos a costa del pueblo. Con toda la falibilidad que acompaña siempre al hombre, puede afirmarse que no falló en las opciones políticas fundamentales de lo que ha constituido la andadura del Estado a lo largo de un tercio de siglo.

    La misión histórica de Carrero quedó truncada brutalmente el 20 de diciembre de hace un año, en el preciso día en que se iba a dar el paso definitivo para la regulación del derecho de participación política de los españoles a través de las asociaciones y del proceso electoral. El encarnaba la seguridad de la transición. El blanco fue certeramente elegido por sus asesinos. Afortunadamente, las previsiones legales están claras y la sucesión se producirá en su día sin traumas ni convulsiones, haciendo vano el intento de los autores del magnicidio. Pero es indudable que algo insustituible se quebró sin remedio con su muerte. Como si al abrir su vida a la eternidad, se hubiese evaporado la serena sensación de confianza que su acusada personalidad irradiaba al país.

    Para alejar toda sombra de vacilación o de duda en la solidez de nuestro sistema institucional, para mantener una fe esperanzada en el futuro de España, la evocación de la figura del almirante Carrero es un benéfico acicate. Sólo por eso vale ya la pena mirar hacia el pasado. Su ejemplaridad de gobernante, por encima de partidismos, de atolondramientos e improvisaciones, de provechos personales y de popularidades efímeras, constituye una gran lección política de valor permanente.

    Laureano LÓPEZ RODO
    http://hemeroteca-paginas.lavanguard...741220-009.pdf
    Última edición por ALACRAN; 23/03/2017 a las 13:28
    Kontrapoder, DOBLE AGUILA y Pious dieron el Víctor.
    Hombre en su siglo. Los sujetos eminentemente raros dependen de los tiempos. No todos tuvieron el que merecían, y muchos aunque lo tuvieron, no acertaron a lograrlo. Fueron dignos algunos de mejor siglo, que no todo lo bueno triunfa siempre; tienen las cosas su vez, hasta las eminencias son al uso, pero lleva una ventaja lo sabio, que es eterno, y si éste no es su siglo, muchos otros lo serán. (Gracián)

  3. #23
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    Re: In memoriam: Almirante Luis Carrero Blanco.

    En eso que se suele decir de estar leyéndose el pensamiento y que no es otra cosa que casualidad, ayer estuve viendo este NO-DO sobre la muerte de Carrero:

    https://www.youtube.com/watch?v=jE7C7EAqMHo

    Ciertamente era un hombre para la "apertura" del Régimen, pero no es lo mismo que "traición", la llevada a cabo por Suárez y su camarilla por encargo de quien todos sabemos. Con Luis Carrero las cosas hubiesen sido diferentes actuando sobre el mismo país y para dar una salida, al tiempo que continuidad sin rupturismos. Cualquier persona con dos dedos de frente y a ser posible con un mínimo sentido común, podía entender que una vez muerto Franco, el franquismo como corriente personal de él no tendría continuidad. Pasa en cualquier casa, dentro de cualquier familia, cuando fallece el padre y la madre y los hijos han de rehacer la vida, ¿cómo se procede, reordenando o terminando todos a bofetadas? El franquismo fue una necesidad histórica ante una emergencia nacional de proporciones apocalípticas, pero una vez lograda la calma procedía a la transición, no a una nueva debacle. Hoy en el Código Penal está incorporada como figura delictiva el odio. En mi opinión no se pueden legislar los sentimientos, eso es propio de tiranías totalitaristas, pero ya que está se debería pensar que la mayor fábrica de odio ha sido la llamada "Ley para la Memoria Histórica" que tiene un inductor bien identificado e identificable, y no digo autor intelectual porque la cortedad del susodicho es tan manifiesta que dudo mucho que no haya sido un simple instrumento en las zarpas de otros. Con dicha ley se ha vuelto a abrir la "Caja de Pandora" al completo en una España que todavía estaba convaleciente, y cuyos resultados son absolutamente impredecibles, pues puede pasar de todo, repetir el "31", repetir el "36" o recrear el "39". Y no como alternativas, sino como sucesión de acontecimientos. Se ha hecho todo lo posible por borrar la Historia, ahora hay que pensar en reescribirla.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  4. #24
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    Re: In memoriam: Almirante Luis Carrero Blanco.

    Artículo de López Rodó, haciendo de Carrero Blanco la pieza clave para la "anhelada" Transición y para el fortalecimiento de Juan Carlos
    Si, pero habría que aclarar, que en 1973 (cuando aún vivía el almirante) don Juan Carlos era muy "franquista", y en todo caso, admirador de la Democracia (orgánica) y no de la inorgánica.

    Su familia siempre ha dicho, que si hubiera vivido, don Luis habría dimitido al comprobar la deriva destructora del Régimen que imprimió don Juan Carlos; pero yo no lo tengo tan claro. Si algo era, incluso por encima de monárquico, es dos cosas: católico y fiel a la obra de Franco. Desde luego hubiera sido muy difícil acabar con el Franquismo mediante un Referéndum "para la reforma política", o legalizar partidos comunistas y separatistas, o crear Comunidades Autónomas; me temo que el escollo habría sido enorme, nada que ver con Arias-Navarro desde luego.

    Pero nunca lo sabremos.......aunque Kissinger lo tenía muy claro (parece) y por eso pasó lo que pasó.
    Última edición por DOBLE AGUILA; 24/03/2017 a las 01:36
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  5. #25
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    Re: In memoriam: Almirante Luis Carrero Blanco.

    En cuanto a Torcuato, según he leído (y oído) a de la Cierva y Jesús Palacios, murió bastante preocupado y totalmente olvidado en Inglaterra dado el cariz que estaba tomando "su" democracia; a la que según parece, había que "repristinar".
    Última edición por DOBLE AGUILA; 24/03/2017 a las 01:35

  6. #26
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    Re: In memoriam: Almirante Luis Carrero Blanco.

    Cita Iniciado por DOBLE AGUILA Ver mensaje
    Si, pero habría que aclarar, que en 1973 (cuando aún vivía el almirante) don Juan Carlos era muy "franquista", y en todo caso, admirador de la Democracia (orgánica) y no de la inorgánica.

    Su familia siempre ha dicho, que si hubiera vivido, don Luis habría dimitido al comprobar la deriva destructora del Régimen que imprimió don Juan Carlos; pero yo no lo tengo tan claro. Si algo era, incluso por encima de monárquico, es dos cosas: católico y fiel a la obra de Franco. Desde luego hubiera sido muy difícil acabar con el Franquismo mediante un Referéndum "para la reforma política", o legalizar partidos comunistas y separatistas, o crear Comunidades Autónomas; me temo que el escollo habría sido enorme, nada que ver con Arias-Navarro desde luego.

    Pero nunca lo sabremos.......aunque Kissinger lo tenía muy claro (parece) y por eso pasó lo que pasó.
    Totalmente de acuerdo, DOBLE AGUILA.

    Cualquiera que tenga memoria o repase las hemerotecas ve un cambio de ambiente político entre los años 1973 (Carrero Blanco) y 1974 (Arias Navarro). Es sintomático que bajo Arias Navarro dentro del propio Régimen se hablara abiertamente y generalizara la palabra bunker contra segmentos anti-evolucionistas. Eso no pasaba con Carrero, simplemente un año antes. Ante eso no tengo más remedio que pensar que Carrero era "el obstáculo" (katejon) para la evolución que ya abiertamente se propalaba incluso desde TVE y políticos en cenas, simposios, mesas redondas, clubs políticos, etc.

    Vamos que parece como si toda la caterva de conspiradores (los Arias, Fraga, Areilza, López Rodó, de la Cierva, Martin Villa, Rosón., Cisneros, y cientos de enanos más...) hubieran estado deseando la desaparición de Carrero para asegurarse el futuro.

    En cuanto a Torcuato, según he leído (y oído) a de la Cierva y Jesús Palacios, murió bastante preocupado y totalmente olvidado en Inglaterra dado el cariz que estaba tomando "su" democracia; a la que según parece, había que "repristinar".
    ¿¿Qué entendía ése por "repristinar"??
    Tengo entendido que era famoso por patentar palabras épicas en sus discursos que luego la prensa comentaba.
    Última edición por ALACRAN; 24/03/2017 a las 11:22
    Valmadian, DOBLE AGUILA y Pious dieron el Víctor.
    Hombre en su siglo. Los sujetos eminentemente raros dependen de los tiempos. No todos tuvieron el que merecían, y muchos aunque lo tuvieron, no acertaron a lograrlo. Fueron dignos algunos de mejor siglo, que no todo lo bueno triunfa siempre; tienen las cosas su vez, hasta las eminencias son al uso, pero lleva una ventaja lo sabio, que es eterno, y si éste no es su siglo, muchos otros lo serán. (Gracián)

  7. #27
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    Re: In memoriam: Almirante Luis Carrero Blanco.

    Cita Iniciado por DOBLE AGUILA Ver mensaje
    En cuanto a Torcuato, según he leído (y oído) a de la Cierva y Jesús Palacios, murió bastante preocupado y totalmente olvidado en Inglaterra dado el cariz que estaba tomando "su" democracia; a la que según parece, había que "repristinar".
    Sobre las aportaciones de "de la Cierva" hay que mantener una cierta reserva. Por ejemplo, la descripción del entierro del Almirante Carrero que hace en su libro Tarancón al Paredón. El Búnker contra la apertura, editado por ARC Editores, nº 10 de la Cole., "Episodios Históricos de España", 1ª ed., 1996, no refleja exactamente algunas cuestiones. Achaca a base de descalificativos "ad hominen" toda clase de barrabasadas a quienes manifestaban su indignación, mencionando expresamente a los seguidores de Blas Piñar al cual, en cambio hasta pondera, mientras calla que la mayor parte de los insultos a Tarancón salieron de otros ámbitos ideológicos. Sale con la peregrina teoría de que en el entierro los asistentes no eran demasiados y guardaban un profundo y respetuoso silencio. Da la sensación de que no estuvo allí, desde luego no en primera fila ni en pleno núcleo de los acontecimientos, parece más bien hablar de memoria y de inspirarse en los documentales, empezando por el del NO-DO que, como es de suponer, metió la tijera oportunamente.

    Y eso lo sé porque yo si estuve en pleno ajo. Entonces era casi un crío, pero formaba parte de las tropas que desfilaron allí. NO dice ni mu de que en los jardines de la Embajada de los EEUU había marines armados hasta los dientes. Tampoco que en las azoteas de las casas de Castellana se perfilaban francotiradores, que nosotros mismos desfilábamos con CETME en lugar de con el mauser, más decorativo que operativo, que llevábamos dos cargadores con un total de cuarenta municiones, y que teníamos instrucciones de esperar órdenes antes de abrir fuego si llegaba a ser preciso. Tampoco dice nada de que había un ambiente de histeria general entre los ¿100.000? asistentes, que generales y coroneles se nos echaron al cuello llorando mientras la multitud pedía a gritos la intervención del Ejército. No dice nada, se lo calla todo, pero la jornada fue de órdago a la grande y pudo haber pasado de todo.

    Por eso yo al señor Ricardo de la Cierva siempre lo leo con suma reserva, pues quien hizo un cesto, hizo ciento, y habría que fijarse en otros muchos temas para comprobar no ya quécuenta, sino más bien cómo lo cuenta.
    Kontrapoder, DOBLE AGUILA y Pious dieron el Víctor.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

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  8. #28
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    Re: In memoriam: Almirante Luis Carrero Blanco.

    En todos lados cocen habas. Los 70 ya habian consolidado el crecimiento español frente al resto de Occidente. Ya estaban acomodadas las capas sociales "acomodadas", establecidas. Y entre ellas, de seguro habría unos cuantos deseando ciertos cambios en pos de su ambición. Las miles de personas que desfilaron ante el féretro del Almirante Presidente del Gobierno lo hicieron por un sentimiento de fidelidad a la decencia, a una persona que representaba lo que la inmensa mayoría deseaba para ser gobernado. Miles de personas que hicieron posible y heredaron un inmenso esfuerzo y sacrificio para que España prosperase.
    Otros sentires serían de los que intervenieron de algún modo en su cobarde y terrible muerte....A un hombre que iba a misa a diario, una mañana en su regreso de la misma. Qué asquerosidad. La USA, enfrente; yo me creo que tuvo algo que ver. Cómo iba a gustarles una persona tan integra, que les habría contestado sobre Gibraltar....

    Más de uno, como al Kissinger ese, les daría ya urticaria eso de arrodillarse frente a un crucifijo para jurar el cargo, como lo hizo el Almirante. Tenían que acabar con tanta sujeción a Cristo. Más liberalidad.

    Su asesinato fue otra pieza más del desmantelamiento que se fue sucediendo, y que aún sigue.

    Lo que no hay derecho, es que por las redes se siga insultando y riendose de aquel atentado, de su muerte. Ahora que parece que según a qué o quien se ataque sera delito....Pues a este hombre, que dio tanto a su Patria, hoy se insulta su memoria. Jóvenes faltando al respeto a aquel militar que a su edad ya estaba embarcado, poniendo su vida en peligro por sus ideales, trabajando duro y formandose para sus ascensos, bien merecidos.
    Pero por mucho que digan, lo que nunca van a poder robarle será su admirable carrera militar, ni su comportamiento familiar, ni su catolicismo. Estos son los hechos, y los hechos nunca los cambiaran, ni con sus insultos, ni aún relegandole al olvido. Las personas "grandes" siempre reflotan.

    Y las personas que no son capaces de respetar el daño que pueden hacer a su familia con su letra, ni de reconocer la valía de una persona, aún siendo de ideología contraria a la tuya, son tristes mediocres. Máxime cuando ni siquiera han vivido en el tiempo que él lo hizo. Por cierto, muy propio de este país tan libertario, que no tiene en cuenta mofarse de la memoria de sus asesinos indultados en la época de Suarez, de esos criminales no se ríen.
    Cuando se lo cargaron algo verían en el, a pesar de apoyar al Bórbon y la democratización nacionalista....quizás una honradez estorbante.
    DOBLE AGUILA dio el Víctor.


    Tándem Aquila Vincit
    ———————————



    Salve, llena de gracia; el Señor es contigo..
    Bendita tú eres entre todas las mujeres que fueron, son y serán; Reina Virginal, Madre Santísima, Virgen Pura..El Espíritu Santo vendra sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá; por eso el santo Ser que nacerá será llamado Hijo de Dios.

    Y el Oriente, Luz Verdadera vino al mundo e ilumina a todo hombre y toda mujer como Sol de justicia.

    TÚ DIOS mío solo ayúdanos, que nosotros haremos para Su camino.

  9. #29
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    Re: In memoriam: Almirante Luis Carrero Blanco.

    Si puede ser eso que dices sobre de la Cierva; que aunque yo le tengo una gran admiración como historiador (franquista), no era nada amigo de los fuerzanovistas "de a pié" ; aunque tengo que decir que me extrañaría mucho que no estuviera allí personalmente aquel día.



    Y eso lo sé porque yo si estuve en pleno ajo. Entonces era casi un crío, pero formaba parte de las tropas que desfilaron allí. NO dice ni mu de que en los jardines de la Embajada de los EEUU había marines armados hasta los dientes. Tampoco que en las azoteas de las casas de Castellana se perfilaban francotiradores, que nosotros mismos desfilábamos con CETME en lugar de con el mauser, más decorativo que operativo, que llevábamos dos cargadores con un total de cuarenta municiones, y que teníamos instrucciones de esperar órdenes antes de abrir fuego si llegaba a ser preciso. Tampoco dice nada de que había un ambiente de histeria general entre los ¿100.000? asistentes, que generales y coroneles se nos echaron al cuello llorando mientras la multitud pedía a gritos la intervención del Ejército. No dice nada, se lo calla todo, pero la jornada fue de órdago a la grande y pudo haber pasado de todo.
    Sé que desfilaron los de la AGRUMAD de Infantería de Marina (los de Arturo Soria) como es lógico, y supongo que el batallón del Ministerio del Ejército y el Regimiento decano de Infantería "Inmemorial" Nº1 (que entonces no era "del Rey") también habría (supongo) personal del Ministerio del Aire lo más seguro.

    Pero por curiosidad Valmadian, ¿Quien mandaba las Fuerzas de Acompañamiento? (o sea el que mandaba el desfile) ¿El jefe de la Brunete?.
    Última edición por DOBLE AGUILA; 25/03/2017 a las 02:36

  10. #30
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    Re: In memoriam: Almirante Luis Carrero Blanco.

    Compruebo que en el 73, el Jefe de la Brunete era el cartagenero Gómez de Salazar (que luego fue último Gobernador del Sahara Occidental, y posteriormente Presidente del Tribunal que juzgó el Golpe del 23f [1] )

    http://www.boe.es/boe/dias/1973/10/0...9490-19490.pdf




    [1] Entonces (1981), hay que aclarar para la mayoría que no tiene por qué saber de estas cosas, el Estamento Militar tenía su propio "Tribunal Supremo" distinto (e independiente) del Civil que se llamaba Consejo Supremo de Justicia Militar (donde estuvo destinado un familiar directo mío) y que ya no existe.
    Como a la jarfia de politicastros vendidos al dinero y a la traición, les pareció MUY POCA PENA la que aquél Tribunal Superior Militar (que era el que tenía la jurisdicción) había dictado sobre los golpistas; se les "ocurrió", con la aquiescencia del Señor Don Juan Carlos de Borbón y Borbón, volver a juzgarles, revisar las penas Y AUMENTARLAS EXTRAORDINARIAMENTE mediante el Tribunal Supremo QUE NO TENÍA JURISDICCIÓN MILITAR en una de las canalladas más increíbles e irregulares que se han cometido en la historia de la judicatura de este país y del mundo entero.

    El Consejo de Guerra del 23-F condena al General Milans del Bosch y al Coronel Tejero a 30 años de cárcel - La Hemeroteca del Buitre
    El Tribunal Supremo sentencia definitivamente el 23-F agravando la condena contra el general Armada: 30 años de cárcel - La Hemeroteca del Buitre

    Suárez malmetiendo (y Julio Merino respondiéndole):
    La revista EL HERALDO ESPAÑOL responsabiliza a Suárez del 23-F, después de que este disienta de la sentencia por "blanda" - La Hemeroteca del Buitre
    Última edición por DOBLE AGUILA; 25/03/2017 a las 02:34
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  11. #31
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    Re: In memoriam: Almirante Luis Carrero Blanco.

    Cita Iniciado por DOBLE AGUILA Ver mensaje
    Si puede ser eso que dices sobre de la Cierva; que aunque yo le tengo una gran admiración como historiador (franquista), no era nada amigo de los fuerzanovistas "de a pié" ; aunque tengo que decir que me extrañaría mucho que no estuviera allí personalmente aquel día.
    A "de la Cierva" nunca lo tuve por franquista, sino por liberal, pero tampoco es de extrañar considerando el color que había ido tomando el "Régimen" y sin el que hubiese sido imposible el suicidio político, traición a las claras. No digo que no estuviera en persona, sino que en su relato de los acontecimientos parece que no estuvo y, desde luego, no creo que se mezclase con la marea de gente que era donde se produjeron los hechos que relata a su manera. Por aquel entonces, Fuerza Nueva era una editorial, no un partido político, que no existían al menos oficialmente a excepción de FET y de las JONS, luego, mucha "militancia" no podía tener, pero si había, en cambio, mucha camisa azul mahón sin boina roja en la hombrera.


    Sé que desfilaron los de la AGRUMAD de Infantería de Marina (los de Arturo Soria) como es lógico, y supongo que el batallón del Ministerio del Ejército y el Regimiento decano de Infantería "Inmemorial" Nº1 (que entonces no era "del Rey") también habría (supongo) personal del Ministerio del Aire lo más seguro.
    Del arma del Aire desfiló una sección de la 11ª Escuadrilla de la Iª región Aérea.

    Pero por curiosidad Valmadian, ¿Quien mandaba las Fuerzas de Acompañamiento? (o sea el que mandaba el desfile) ¿El jefe de la Brunete?.
    Ya te entiendo, pero no lo sé pues han pasado muchos años y, como comenté, por entonces yo era poco más que un crío.
    Kontrapoder y DOBLE AGUILA dieron el Víctor.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


    Nada sin Dios

  12. #32
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    Re: In memoriam: Almirante Luis Carrero Blanco.

    Tengo entendido que era famoso por patentar palabras épicas en sus discursos que luego la prensa comentaba.
    Si, yo también tengo entendido eso; era muy aficionado a la metáfora y la alegoría (un señor muy culto, además de gran técnico en derecho) y por eso tiraba de recursos literarios como en este famoso discurso (de las nieblas) que es el de su salida del Gobierno; aunque después de Franco volvería:

    ArtÃ*culo: Del ejemplo vivo del almirante Carrero surge mi talante futuro en el comportamiento polÃ*tico que hoy inicio - ABC - 05/01/1974 - Archivo Linz de la Transición española • Fundación Juan March

    Parece ser que Franco (que era gallego y bastante zorro) le pilló la ironía, y cuando le despidió le dijo con sorna: "Miranda, que los picachos están despejados eh?" mientras se pasaba la mano por la cara.

    Total, que yo tampoco sé muy bien a lo que se refería con "repristinar".....¿reformular?
    Última edición por DOBLE AGUILA; 25/03/2017 a las 03:17

  13. #33
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    Re: In memoriam: Almirante Luis Carrero Blanco.

    A "de la Cierva" nunca lo tuve por franquista, sino por liberal, pero tampoco es de extrañar considerando el color que había ido tomando el "Régimen" y sin el que hubiese sido imposible el suicidio político, traición a las claras. No digo que no estuviera en persona, sino que en su relato de los acontecimientos parece que no estuvo y, desde luego, no creo que se mezclase con la marea de gente que era donde se produjeron los hechos que relata a su manera. Por aquel entonces, Fuerza Nueva era una editorial, no un partido político, que no existían al menos oficialmente a excepción de FET y de las JONS, luego, mucha "militancia" no podía tener, pero si había, en cambio, mucha camisa azul mahón sin boina roja en la hombrera.
    Efectivamente tienes toda la razón; donde dije "fuerzanovistas" quise decir "franquistas" (de a pié). Un lapsus
    Tampoco trató muy bien a Tejero y los demás no; ni mucho menos.

  14. #34
    Avatar de Pious
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    Re: In memoriam: Almirante Luis Carrero Blanco.

    Da que pensar este documento:

    Franco emite decreto de Sucesión

    La semana pasada, España emitió un decreto-ley que regula la sucesión al poder, especificando que el viceprimer ministro de Franco se convertirá automáticamente en el primer primer ministro post-franquista.

    La Ley:

    - prevé que tras la muerte de Franco, el Viceprimer Ministro, actualmente el ultraconservador Carrero-Blanco, le sucederá inmediatamente para un plazo de cinco años;

    - replica los títulos y prerrogativas de Franco, por tanto, al parecer, aparentemente reconfirmando su intención de no compartirlos con nadie;

    - repite una ley de 1969 en la que el príncipe Juan Carlos será proclamado rey el plazo de ocho días después de la muerte de Franco.

    Las principales consecuencias de la ley son:

    - señalar la intención de Franco de proyectar su sistema más allá de su muerte designando a su colaborador más cercano, Carrero-Blanco, como Primer Ministro;

    - reforzar la posición de Juan Carlos como futuro Rey contra el Consejo de Regencia o sus eventuales rivales;

    - para, por otra parte, reducir el poder político real de Juan Carlos al tomar una decisión ahora en la Premiership.

    Desde el punto de vista de la actual relación de fuerzas políticas en España, el decreto constituye un rechazo a los tecnócratas como el ministro de Desarrollo López Rodó y el canciller López Bravo [los dos opusinos]. Habían tratado de tener un primer ministro nombrado ahora, antes de la muerte de Franco, a fin de reforzar la eficacia del gobierno. Su campaña cautelosa para la evolución política en España también parece estar bloqueado por la retención de la plena autoridad de Franco durante su tiempo de vida y por su designación de un ultra-conservadora para hacerse cargo después de su muerte.

    Franco ha elegido una vez más para hacer las cosas a su manera, actuar sin el consejo de la mayoría de sus asesores y para la satisfacción inmediata de unos pocos.


    [Página 943]

    Una vez que Franco se haya ido, sin embargo, Juan Carlos puede como resultado del decreto estar en mejor posición para actuar. Aunque no puede, bajo esta ley, elegir al primer primer ministro post-franquista, puede, actuando con el Consejo de Regencia, destituirlo.

    [Y para evitar ese engorro y las consecuencias políticas que traería, la CIA le hizo el trabajo sucio al rey. No en vano era "el mejor espía que tenía en nómina en España"]



    Fuente: Archivos Nacionales, Materiales Presidenciales Nixon, Archivos NSC, Caja 706, Archivos País-Europa, España, Vol. IV. Confidencial. Envío para información. Haig firmó el memorándum para Kissinger. [En] una anotación estampada en el memorando se puede leer: “El presidente ha visto”.


    Juan Carlos se hizo confidente de la Casa Blanca y se convirtió en su gran apuesta para controlar España

    https://history.state.gov/historical....2.1.12.41.5.5

    Juan Carlos pactó en secreto los términos de la Marcha Verde con Hassan II | El Español





    Carrero Blanco, cuyo pseudónimo era Juan de la Cosa, era un personaje molesto para los poderes globales.



    El almirante quería dotar a España de disuasión nuclear, posicionando al país como potencia militar soberana.
    http://www.abc.es/archivo/20130308/a...303071834.html

    En el atentado de Carrero Blanco se encontró el explosivo C4, usado exclusivamente por el ejército de Estados Unidos.
    http://www.cronicapopular.es/2011/12...to-de-carrero/

    El C4 se introdujo y fue manipulado en la base de Rota (Cádiz). Los propios etarras se sorprendieron de la potencia.
    http://gaceta.es/noticias/explosivo-...-19122016-2131

    El día antes del magnicidio, Kissinger y Carrero Blanco se habían reunido en Madrid. Carrero Blanco no cedió a las 'exigencias' de Kissinger.



    Kissinger: "Cuando España es importante, es peligrosa"



    Fuente: http://www.abc.es/archivo/20130308/a...303071834.html

    Última edición por Pious; 03/02/2018 a las 18:53
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  15. #35
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    Re: In memoriam: Almirante Luis Carrero Blanco.

    Artículo sobre Carrero Blanco escrito por un rojo (imagino que subvencionado) en el digital "El Diario". Más allá del tono del escrito, la lógica escandalización del historiador etc lo cierto es que esas citas de Carrero, tanto si son verdaderas como si son falsas, son verdades como puños. También resulta curiosa, ante la situación de la II Guerra Mundial, su propuesta de "plan de hegemonía de la raza blanca", que evidentemente no se llevó a cabo y acabó siendo otra cosa. Las partes del texto subrayadas son mías:

    El 9 de junio de 1973 Franco dejaba de ser presidente del Gobierno y entregaba el relevo a quien llevaba siendo su mano derecha desde hacía varias décadas. El almirante Luis Carrero Blanco se convertía en el sucesor político del dictador. El nuevo presidente tenía un mandato para el que se sentía plenamente capacitado: garantizar la continuidad de aquel régimen totalitario tras la muerte del tirano. Nada más jurar su cargo ante el todavía pero ya decrépito Jefe del Estado, Carrero se reunió durante 45 minutos con el entonces príncipe Juan Carlos de Borbón, el hombre que estaba llamado a jugar el papel de marioneta en el franquismo sin Franco. El veterano marino tenía 69 años y estaba convencido de que el futuro de España pasaba por una monarquía de corte autoritario que él tutelaría como siempre había hecho, con mano de hierro. Aquel plan se vio frustrado siete meses después, cuando ETA acabó con su vida en Madrid.
    ¿Cómo habría sido aquel postfranquismo dirigido por Carrero? Es imposible saber la respuesta, pero repasando su carrera, su ideología y sus discursos podemos entender mejor por qué la figura del almirante suponía una seria preocupación para los sectores sociales y políticos que deseaban el regreso de la democracia a nuestro país. Una preocupación que también se respiraba en la mismísima Casa Blanca y que provocó dudas sobre la participación directa o indirecta de la CIA en el atentado que le eliminó de la ecuación.

    El golpe de Estado


    La sublevación de una parte del Ejército contra la República sorprendió a Luis Carrero Blanco en Madrid. El entonces capitán de corbeta y profesor de la Escuela de Guerra Naval había coincidido con Franco en uno de los episodios de la guerra de Marruecos: el desembarco de Alcazarseguer, en abril de 1925. Posteriormente, a comienzos de los años 30, volvió a tratar con el futuro dictador mientras este ocupaba la Comandancia General de Baleares. A pesar de ello y de no comulgar con el régimen republicano, no hay constancia de que participara directamente en la sublevación. Aun así, tras el rápido fracaso del golpe en la capital, Carrero se refugió sucesivamente en las embajadas de México y Francia. En el verano de 1937 logró escapar a la zona controlada por los golpistas y se sumó a su ejército, combatiendo al mando de buques como el submarino General Sanjurjo o el crucero Canarias.

    Consejos a Franco sobre entrar en la II Guerra Mundial


    Tras la victoria franquista, de la mano de un destacado líder falangista, Carrero entró a formar parte del Consejo Nacional de la FET y de las JONS. El 12 de junio de 1940 España expresó su apoyo implícito a Hitler y Mussolini en la II Guerra Mundial, dejando de considerarse “neutral” y pasando a declararse estado “no beligerante”.

    Llegada de Himmler a Madrid. Archivo Wunderlich-Fototeca Patrimonio HistóricoEn noviembre de ese año, Carrero Blanco redactó para Franco el primero de una serie de informes sobre política internacional. En él, a diferencia de lo que han mantenido algunos historiadores e investigadores, Carrero no hizo una defensa a ultranza de la neutralidad de España en el conflicto. Tal y como destacan otros académicos como Antonio Téllez Molina, lo que hizo es aconsejar al dictador que retrasara su entrada en la guerra hasta que Berlín y Roma controlaran el Mediterráneo para así garantizar el abastecimiento de alimentos, materias primas y armamento: “En resumen —escribió Carrero— todo parece indicar que, antes de la caída del Canal de Suez, España no entrará en la guerra, pero que tan pronto como dicho Canal pase a poder de las potencias del Eje, cambiarán fundamentalmente los aspectos de la cuestión y cabe pensar en que V.E. decida nuestra intervención en el conflicto”.

    Tiene claro cuál es su bando en la guerra


    Impresionado por sus informes, Franco nombró a Carrero Jefe del Estado Mayor y le incluyó en su círculo de confianza al otorgarle el cargo de subsecretario de la Presidencia. Ocupando ya ambos puestos, el cada vez más influyente militar continuó desgranando sus preferencias en los informes que entregaba al dictador. En ellos explicaba por qué nazis alemanes y fascistas italianos merecían todo el apoyo de nuestro país: “Porque el Eje lucha hoy contra todo lo que es el fondo anti-España”. Y esa “anti-España”, para Carrero, la representaban las democracias occidentales y la URSS: “Ha llegado a constituirse por una acción personal de Roosevelt, al servicio de las logias y de los judíos, es realmente el frente del poder judaico, donde alzan sus banderas todo el complejo de democracias, masonería, liberalismo, plutocracia y comunismo, que han sido las armas clásicas de que el Judaísmo se ha valido para provocar una situación de catástrofe que pudiera cristalizar en el derrumbamiento de la Civilización Cristiana”.

    El antisemita


    El odio visceral a los judíos del futuro almirante no solo quedó reflejado en informes como el anteriormente citado. En 1941 publicó el libro España y el mar en el que realizaba una auténtica oda antisemita: “España, paladín de la Fe de Cristo, está otra vez en pie contra el verdadero enemigo: el Judaísmo. Se trata de una fase más de la lucha que secularmente sacude al Mundo. Porque el Mundo, aunque no lo parezca, aunque en apariencia sus contiendas tengan su origen en causas muy distintas, vive una constante guerra de tipo esencialmente religioso. Es la lucha del Cristianismo contra el Judaísmo. Guerra a muerte, como tiene que ser la lucha del Bien contra el Mal, de la verdad contra la mentira, de la luz contra la oscuridad”.

    Portada del libro de Carrero Blanco.

    El represor

    El consejero de Franco empezó a ser consciente a finales de 1942 de que la guerra no iba como “su España” esperaba y deseaba. Siguió defendiendo el compromiso del régimen franquista con Hitler: “Es evidente que España tiene una decidida voluntad de intervención al lado del Eje, por cuanto este combate a nuestros enemigos naturales que son ese complejo de democracias, masonería, liberalismo, plutocracia y comunismo, armas con las que el poder judaico trata de aniquilar la Civilización Cristiana…”, pero ahora insistía especialmente en que “la situación actual” del país impedía una “intervención normal” en la contienda. Por lo que pudiera pasar en la contienda, aconsejaba a Franco que estuviera prevenido para endurecer todavía más la represión interna: “Cortando en seco cualquier intento de perturbación y disidencia a que los posibles vaivenes de la marcha de la guerra puedan dar pábulo”.

    Empieza a cambiar de chaqueta y apela a “la hegemonía blanca”


    Las sucesivas derrotas de sus camaradas alemanes llevaron a Carrero a ir cambiando el tono y el fondo de sus informes. En 1944 ya no culpaba a los judíos ni a las democracias del conflicto bélico, sino a “la astucia soviética” y al “plan Lenin”. Aun así, seguía despreciando abiertamente el sistema democrático: “Utopía es, y enorme, el suponer que todos los hombres (y hasta las mujeres) de una nación están capacitados para exponer su opinión, en sufragio universal, sobre cómo debe gobernarse su país”. Viendo imposible el triunfo de Hitler, Carrero sugirió a Franco buscar un acuerdo con Estados Unidos y Gran Bretaña al que se pudiera incorporar la Alemania nazi. Un acuerdo basado en lo que llamó “Plan de hegemonía de la raza blanca”. Su apuesta era una “comunidad europea” para hacer frente al comunismo y repartirse áreas de influencia con EEUU. El objetivo, según él, debía ser que “los blancos civilicen cristianamente a los pueblos de su zona de influencia” y apelar a la “ayuda mutua de los blancos para combatir a la URSS y al Japón”.

    Carrero Blanco jura su cargo bajo la mirada del dictador.

    Guarda las esvásticas en un cajón

    La derrota alemana empujó al subsecretario a buscar la supervivencia de su dictadura congraciándose con Estados Unidos y Gran Bretaña: “De momento y con urgencia es el catolicismo y el anticomunismo lo que conviene esgrimir y a lo que hay que sacar todo el partido posible”, aconsejó a su “Caudillo”. Carrero sabía que el catolicismo les distanciaba del nazismo y el anticomunismo les alineaba con los Aliados: “Inglaterra y los EEUU nos necesitan para luchar contra el imperialismo ruso”. Entre 1945 y 1947 su lema fue “orden, unidad y aguantar”.

    Defensor y protector de los líderes nazis


    Ese cambio de estrategia era puro maquillaje. Carrero, como el resto de dirigentes del régimen, trató de proteger a los nazis que se habían refugiado en nuestro país. De los más de 700 alemanes cuya repatriación fue exigida por los Aliados, la España franquista entregó a poco más de 200. “La mayoría eran de segunda y tercera categoría”, aclaraba el periodista José María Irujo, que investigó a fondo el tema: “Los más importantes, en cambio, esto es, los de primera categoría, recibieron el apoyo de la policía española, de la Iglesia y de los altos cargos del gobierno de Franco”.

    Otto Skorzeny en Berlín en 1943. Creative CommonsCarrero Blanco impidió la extradición de, al menos, tres de estos hombres: Alfred Menzell, Joaquim von Knobloch y Kurt Meyer. El consejero de Franco justificó así, ante el ministro de Asuntos Exteriores, la necesidad de salvar a uno de ellos: “Su inclusión en la lista debe ser un error de funcionarios y creo que procede en justicia rectificarlo, máxime cuando se trata de una persona que combatió por nosotros en nuestra guerra”. Carrero mantuvo buenas relaciones, durante décadas, con estos y otros nazis afincados en España como el célebre coronel de las Waffen-SS Otto Skorzeny.

    El verdadero Carrero habla a través de Juan de la Cosa


    Teniendo que guardar las formas ante las victoriosas democracias occidentales, Carrero recurrió a numerosos pseudónimos para trasladar sus opiniones más radicales en el diario Arriba o en Radio Nacional de España: Hispanus, Ginés de Buitrago, Juan Español y, el más célebre de todos, Juan de la Cosa. Bajo esas falsas identidades arremetió contra las naciones democráticas, los judíos e incluso cuestionó las condenas impuestas en Núremberg a los líderes nazis, tachándolas de “crimen” y de “venganza”.

    Libro publicado por Carrero Blanco con el seudónimo Juan de la Cosa.

    La monarquía totalitaria

    En 1947 la Guerra Fría ya era una realidad y había terminado dando la razón al perspicaz marino. Estados Unidos y Gran Bretaña ya veían al dictador como un posible aliado frente al enemigo soviético y relegaron a un aspecto secundario la situación de opresión y represión que sufrían los españoles. Ese mismo año Carrero convenció a Franco para aprobar la Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado que debía garantizar la continuidad del régimen más allá de la muerte de su creador. El futuro pasaba por una monarquía que perpetuara todos y cada uno de los principios del “Movimiento”.

    Más franquista que Franco


    Su peso político y su responsabilidad en los crímenes perpetrados por el régimen no pararon de crecer. El dictador le nombró vicepresidente del Gobierno en 1967. Desde ese momento y hasta el día de su muerte, pasando por su breve etapa como presidente, mantuvo su determinación de mantener inalterable el régimen dictatorial.
    Así lo resumió en una intervención pública en 1968: “Que nadie, ni desde fuera ni desde dentro, abrigue la más mínima esperanza de poder alterar en ningún aspecto el sistema institucional porque, aunque el pueblo no lo toleraría nunca, quedan en último extremo las fuerzas armadas”. La teoría la llevó a la práctica con la durísima represión ejercida sobre los movimientos estudiantiles, obreros y nacionalistas que no paraban de crecer desde finales de los años 60. Una represión que se tradujo en decenas de muertes y en torturas y penas de prisión para centenares de hombres y mujeres.

    https://www.eldiario.es/sociedad/car...0_9065742.html
    ReynoDeGranada dio el Víctor.

  16. #36
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    Re: In memoriam: Almirante Luis Carrero Blanco.

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Artículo escrito a los cuatro años del asesinato, cuando los asesinos del presidente del Gobierno campaban a sus anchas, una vez amnistiados por las Cortes democráticas de Juan Carlos



    Revista FUERZA NUEVA, nº 572, 24-Dic-1977

    ELOGIO Y NOSTALGIA DEL ALMIRANTE CARRERO BLANCO (UN ESPAÑOL DE VENTURA)

    José María Nin de Cardona

    Había nacido frente a las bravías costas cantábricas, bajo el empuje viril de los vientos marinos y el rugir incesante del dolor de las olas al quebrarse contra el acantilado. Su destino estaba escrito y muy pronto supo decidir su inquebrantable vocación: el mar… Desde las horas tempranas de la mocedad hizo acopio de virtudes poco comunes al resto de los hombres. Precozmente se forjó silencioso, prudente y espiritual. En cualesquiera de sus actos era sumamente sencillo advertir su esclarecida estirpe marinera. Sabido es que tan sólo a los hombres de la mar y a los filósofos auténticos la Providencia les otorga esos dones: la firme creencia en Dios, la serenidad de la mirada y el saber adentrarse, lo mismo que Sócrates, por la inequívoca senda de la interioridad.

    Pertenecía, pues, a la legión de los escogidos: los hombres de singular ventura. Fue extremadamente parco, de increíble humildad franciscana y, sobre todo, radicalmente honesto. Tuvo, además, ánimo permanente para escuchar y sufrir a cuantos le molestaban y criticaban con acerbos juicios. Amó apasionadamente a la verdad con auténtico estremecimiento místico, puesto que sabía, y lo sabía muy bien, que la verdad es siempre un reflejo vertical u oblicuo de Dios. Y es de lamentar que, todavía, no hayan sido glosados, por corazón sincero y pluma experta, sus silencios de oro, su saber estar siempre distante de la galería, lejos del exhibicionismo peculiar -tan al uso en nuestros días- de la clase política.

    Su figura, cuando el sosiego impere de nuevo en la geografía ibérica, adquirirá dimensiones colosales. Se romperá el “silencio oficial” que ahora (1977) cerca su entrañable recuerdo y será posible comprender el excepcional dominio que el esclarecido capitán general de la Armada Española tuvo sobre sí mismo. Cualesquiera que se acerque a sus escritos (1), con un indispensable bagaje de estremecedora espiritualidad, tendrá noticia al momento de que, efectivamente, siempre tuvo muy presente el primer presidente de Gobierno designado por el Generalísimo Franco de que, ciertamente, los hombres abandonados a sus instintos, salvo las excepciones que confirman la regla, se entregan mejor al error que a la verdad.

    Sucede, como un egregio pensador de nuestros días ha subrayado (2), que el hombre, cuando se considera como una realidad que se trasciende a sí misma y no como un puro acontecimiento vital, se percata de que la verdad es una gracia que hay que saber aceptar, y no como un artificio mental, social o histórico; aunque siempre sea la mente, la razón o la vida quien reciba la insinuación polar de su luz. La verdad, con su vertiente de felicidad y de dolor -hay verdades profundamente amargas-, constituyó, en todo momento, la estrella que orientó la gentil singladura de la vida plena, fecunda y leal de nuestro almirante.

    ***
    Es harto evidente, y apenas si es preciso exponer mayor y más sólida argumentación filosófico-política, que la figura del almirante Carrero Blanco fue, conjuntamente con la del Generalísimo Franco, el vértice de la estructura de la vida española de los últimos cuarenta años. Esos cuarenta años de política consecuente, de autoridad, de orden, de economía floreciente y, muy especialmente, de prestigio internacional -no vamos a caer en el fácil triunfalismo de enumerar los diferentes jefes de Estado extranjeros que giraron visita oficial al Palacio del Pardo-. Pocos políticos españoles han tenido la fortuna, la inspiración o la genialidad de saber darse a entender, en la formulación de sus propósitos y proyectos, con tanta claridad y precisión como nuestro ilustre marino. Tan potente fue su voz, tan noble su visión del futuro -hoy (1977) dramático presente- y tan drástico su grito ante los primeros atisbos de sorprendente deslealtad y traición que, efectivamente, las sucias manos de unos asesinos a sueldo -hoy en la impunidad más increíble (difícilmente registrada en Código Penal alguno de la Tierra)-, creyendo poder sepultarlo en el olvido, le dieron la mayor gloria que, en definitiva, cabe alcanzar a un político, lo mismo que al lidiador vestido de grana y oro, la muerte en la arena…

    Sus más feroces detractores, esos que difícilmente perdonan el más leve error o defecto, le tacharon, sin preocuparse de más, de “frío, distante y maquiavélico”. ¡Cuán grande fue la torpeza de los políticos cesantes, de los enanos de turno, de los consabidos envidiosos de su gloria y de su acierto…! Como hombre de inmensa espiritualidad, de recta profesión de fe evangélica, de hombre predispuesto siempre al cumplimiento de las órdenes de Cristo, supo, ciertamente, reservarse para sí una amplia zona de soledad, de vida interior. Y esto, precisamente esto, fue lo que muchos no alcanzaron a vislumbrar un poco más allá de su imagen pública.

    ***
    Caballero Andante –así, con mayúscula- de nuestras tierras y de nuestros mares, tuvo en España su adorada Dulcinea y advirtió, cuando los espíritus ingenuos le estigmatizaban de atroz agorero, que, efectivamente, “de todas las naciones del mundo, España es la única que después de haber vivido el Comunismo pudo liberarse de él. Todas las demás, Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria, Yugoslavia, Rumanía, Albania, Alemania Oriental, China, Corea del Norte, Tíbet y el Vietnam del Norte que, a la terminación de la segunda guerra mundial, quedaron bajo el poder comunista, no han podido sacudir su yugo, pese a que del estado de desesperación de sus poblaciones dio buena medida el infructuoso levantamiento de los patriotas húngaros del otoño de 1956” (3).

    Político realista, sensible y humano, supo reconocer, con admirable objetividad, que España, para ser grande de verdad, tenía que acabar con el más grave de los problemas que pueden acongojar la mente de cualesquiera gobernante de la tierra: la “existencia de la injusticia social”. “¿Existe realmente la “injusticia social”?, ¿es una realidad o un tópico esa fuerza de subversión que el Oriente comunista explota en su propio y exclusivo provecho? Por desgracia -subraya el egregio almirante (4)-, la injusticia social existe aún, y los Estados cristianos no han sido capaces hasta ahora de evitarla, lo cual, forzoso es reconocerlo, tiene difícil justificación, porque la injusticia social, el hecho de que existan seres que no tienen qué llevarse a la boca, cuando otros nadan en la abundancia, es la antítesis del Cristianismo”.

    ***
    Somos conscientes de que, aquí y ahora, ligeramente hemos esbozado tan sólo algunas de las cualidades humanas más notables de quien, por derecho propio, ocupa uno de los lugares más enhiestos de la Historia de España. No entrañan estas líneas otra finalidad, como el amable lector puede suponer, que rendir un pequeño homenaje de nostalgia y de elogio a quien, de haber vivido, sin duda alguna, habría podido impedir el dramático “vuelco histórico” que, desde el 20 de noviembre de 1975 a nuestros días (1977), España ha padecido. De todas formas, como radical consuelo, recordemos que en pocos pueblos como España existe tan estrecha comunión entre muertos y vivos, entre el ruido y el silencio, entre el apego a lo que fuimos y a los que fueron y el despegue hacia lo que podemos ser…

    En fin, ha señalado Adolfo Muñoz Alonso (5), “la honra de una vida puede ganarse con un bello morir, como quería el poeta florentino, pero la cifra de una vocación intelectual o política no se esclarece a la luz intermitente de la ordenación de sus escritos o en el repaso sentimental de sus itinerarios., La característica del genio reside en la efectiva virtualidad póstuma de su pensamiento ejemplarizado”.

    Por eso mismo, cosa que puede afirmarse dogmáticamente, un hombre póstumo es lo que sea en los otros, no precisamente lo que sea con los otros.

    La vida, la obra y la muerte del almirante Carrero Blanco confirman la veracidad del aserto que, hace más de un milenio pronunciase un pensador heleno: “Muchas cosas maravillosas en el mundo hay, pero ninguna tan grande como el hombre…”


    NOTAS BIBLIOGRÁFICAS

    (1) Almirante Carrero Blanco: “Discursos y escritos, 1943-1973”. Instituto de Estudios Políticos. Madrid, 1974, 680 páginas. “Juan de la Cosa”: “Comentarios de un español”. Fuerza Nueva Editorial, S. A., Madrid, 1973, 339 páginas.
    (2) Muñoz Alonso, Adolfo: “Andamios para las ideas”. Aula de Ideas. Murcia, 1952, pág. 97 y siguientes.
    (3) Almirante Carrero Blanco: “Discursos y escritos, 1943-1973”, pág. 623
    (4) “Juan de la Cosa”: “Comentarios de un español”, pág. 132
    (5) Muñoz Alonso, Adolfo: “Un pensador para un pueblo”. Editorial Almena, Madrid 1969, Tercera edición, pag. 18.

    Última edición por ALACRAN; Hace 6 días a las 14:47
    Hombre en su siglo. Los sujetos eminentemente raros dependen de los tiempos. No todos tuvieron el que merecían, y muchos aunque lo tuvieron, no acertaron a lograrlo. Fueron dignos algunos de mejor siglo, que no todo lo bueno triunfa siempre; tienen las cosas su vez, hasta las eminencias son al uso, pero lleva una ventaja lo sabio, que es eterno, y si éste no es su siglo, muchos otros lo serán. (Gracián)

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