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Tema: Ernesto Jiménez Caballero

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    Ernesto Jiménez Caballero

    Este año se cumplirá 110 años del nacimiento de Enresto Jiménez Caballero. Desde Hispanismo.org quisiera dedicarle algunos hilos de este brillante pensador hispánico.
    Vita hominis brevis:
    ideo honesta mors est immortalitas

    Que no me abandone la Fe,
    cuando toque a bayoneta,
    que en tres días sitiamos Madrid
    y en otros quince la capital, Lisboa.


    Sic Semper Tyrannis

  2. #2
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    Respuesta: Ernesto Jiménez Caballero

    Ernesto Giménez Caballero

    1899-1988
    Ideólogo, político y profesor español, nacido en Madrid el 2 de agosto de 1899, en una familia industrial por parte de padre y de propietarios agrícolas por parte de madre. Su padre (nacido circunstancialmente en La Habana y fallecido en 1935), Ernesto Giménez, había sabido construir una próspero negocio de artes gráficas a partir de una humilde imprenta (en la calle Huertas de Madrid, en la casa donde se cree vivió Cervantes): en los años veinte ya había adquirido una fábrica de papel en Cegama (Guipuzcoa) y talleres de manipulados, y la familia había pasado a vivir al mismo edificio de la Plaza de las Cortes donde lo hacía el millonario Juan March y tendría su sede Acción Española en 1931. El padre impresor hizo seguir a su primogénito cursos prácticos de artes gráficas mientras estudiaba el bachillerato en el Instituto de San Isidro, que no sirvieron para que perpetuase el negocio familiar, pero sí para acercarle al terreno editorial y literario. En 1919 Giménez Caballero se licenció en Letras en la Universidad de Madrid y continuó sus estudios para graduarse en Filosofía. Fue compañero de curso de Javier Zubiri y llegó a colaborar en la revista Filosofía y Letras, que habían promovido estudiantes ligeramente mayores, como Pedro Sáinz Rodríguez o Vicente Aleixandre. Fue Américo Castro el profesor con el que mantuvo más relación mientras fue estudiante, y fue Castro quien facilitó al recién licenciado un puesto en la Universidad de Estrasburgo, como profesor de Lengua y Literatura, ciudad en la que vivió durante el curso 1920-21.
    Vuelto a España ingreso en la milicia para cumplir el servicio militar: le destinaron a Marruecos, donde acababa de producirse «el desastre de Annual». Tras dieciocho meses en el ejército escribió el libro Notas marruecas de un soldado (1923): él mismo lo compuso como tipógrafo en la imprenta de su padre y, nada más aparecer, en marzo de 1923, se agotó en dos semanas y convirtió de repente a su autor en un escritor serio y famoso. El ejército acusó a Giménez Caballero por desacato, y fue arrestado en una prisión militar de Madrid mientras se decidía la petición del fiscal, una condena de dieciocho años. Tras el pronunciamiento militar de septiembre de 1923, y por mediación del propio general Primo de Rivera, acabó siendo absuelto, pudiendo reintegrarse durante el curso 1923-24 a la plaza de profesor que le conservaban en Estrasburgo. En 1929 escribió que había vuelto entonces a Europa «como una misión patriótica, para lograr la levadura, el 'fermento' europeo que pudiera rejuvenecer a España»: pero en esta segunda estancia europea quedó desencantado del pensamiento germánico, que a raudales comenzaba a importar la Revista de Occidente de Ortega, y rechazó aquel «culto ariánico» que condenaba a los intelectuales españoles a la imitación y el seguidismo.
    Pero la estancia en Estrasburgo no fue estéril: allí conoció a una italiana, Edith Sironi, hermana del cónsul de Italia e hija de un físico famoso, con la que se casó en Madrid el 4 de mayo de 1925. Esta relación fue determinante en su progresivo acercamiento a Roma y a Italia. Publicó por entonces varios ensayos y reseñas en Revista de Occidente (donde agradece a Ortega «aceptarle aun no siendo hijo de un vikingo») y El Sol (estos recogidos en 1927 en un libro singular, Carteles, que firmó con el pseudónimo Gecé y publicó Espasa-Calpe).
    Colaboró desde su primer número (junio de 1926) en la Revista de las Españas, que publicaba La Unión Ibero-Americana en Madrid (y se imprimía en la imprenta familiar). La revista buscaba estrechar las relaciones entre los pueblos hermanos de España, Portugal y las Naciones americanas. Allí mantuvo como sección estable una «Revista Literaria», luego desdoblada en dos, la «Revista Literaria Ibérica» y la «Revista Literaria Americana» (de la que se encargó Guillermo de Torre y más tarde Benjamín Jarnés).
    La relación con Guillermo de Torre (que en 1925, tras abandonar el ultraísmo, había publicado su famoso libro Literaturas europeas de vanguardia, que popularizó los conceptos de «Vanguardia» y «vanguardismo») dio como resultado la aparición el 1º de enero de 1927 de La Gaceta Literaria, la revista cuya «criatura fue llamada Generación del 27». Giménez Caballero dirigía esta publicación quincenal, que tenía a Guillermo de Torre por subdirector (hasta que las desavenencias determinaron su marcha a la Argentina en agosto de 1927, donde se casó con la pintora Norah Borges, hermana de Jorge Luis). A Guillermo de Torre le sustituyó César Muñoz Arconada, a través del cual conocería ese mismo 1927 a Ramiro Ledesma Ramos:
    «César Muñoz Arconada que, al marchar Guillermo de Torre a Buenos Aires, quedó de Secretario un tiempo, al principio se sintió fascista y me ayudó a traducir En torno al casticismo de Italia, título unamunesco que puse a la obra de Curzio Malaparte, y que llevaba como Prólogo mi Manifiesto del 15 de febrero de 1929. Libro que publicaría Rafael Caro Raggio, el cuñado de Baroja, tras leerlo y aprobarlo el gran don Pío. Arconada fue el que me presentaría a Ramiro Ledesma Ramos, su vecino de Cuatro Caminos, calle de Santa Juliana, 6, y empleado de correos y estudiante de Filosofía y Matemáticas. Pero Arconada, en su pobreza y lirismo y sus amores románticos por Greta Garbo, derivaría al comunismo, con pureza y humildad.» [Md 78]
    Fue Ortega quien abrió el primer número de La Gaceta Literaria, «Sobre un periódico de las letras», revista que en sólo unos meses iba a convertirse en referencia de las vanguardias y contó con una nómina impresionante de colaboradores: Antonio Espina, Benjamín Jarnés, José Moreno Villa, Melchor Fernández Almagro, Amado Alonso, Luis Buñuel, Salvador Dalí, Jorge Guillén, José Bergamín, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Pedro Salinas, Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Rosa Chacel, Vicente Aleixandre, Gerardo Diego, Ramiro Ledesma Ramos, Juan Aparicio, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Menéndez Pidal, Américo Castro, Gregorio Marañón, Luis de Araquistain, Max Aub, Corpus Barga... [De Unamuno, exiliado en Francia, sólo se publicó una carta sobre Góngora, en el número 11, aunque se le dedicó un número extraordinario el 15 de marzo de 1930.]
    «El primer gran trueno lo provocó nuestro Editorial Madrid, meridiano intelectual de Hispanoamérica (15 de abril de 1927), escrito por Guillermo de Torre, rechazando el galicismo de latinoamérica. La revista Martín Fierro, que creo dirigía Jorge Luis Borges, futuro cuñado de Guillermo, arremetió contra nosotros seguido por bastantes escritores, y luego otras publicaciones hispanoamericanas. Duró mucho aquella tormenta.» [Md 63]
    Giménez Caballero procuraba desde La Gaceta potenciar el iberismo que anhelaba, organizando en diciembre de 1927 una exposición del libro catalán en Madrid, y a principios de 1928 otra del libro portugués. Por esos meses se aprecia en La Gaceta un incremento de la presencia de asuntos que tienen que ver con Italia: el 15 de febrero aparece una entrevista de Giménez Caballero con Marinetti, que visitaba Madrid, el 15 de marzo se combinan en una misma página los reportajes de dos corresponsales: «El fascismo y los escritores italianos» y «El comunismo y los escritores rusos». Dos meses después vuelve Giménez Caballero a Italia, en una visita decisiva para la evolución de su pensamiento político: en los dos números de agosto de 1928 publicó esa etapa italiana, luego recogida en el libro Circuito imperial (1929).
    En 1928 fundó el primer Cine-Club de España. Allí se estrenó el primer film surrealista: Un chien andalou de Buñuel y Dalí. Giménez Caballero realizó la película Esencia de la Verbena, con Ramón Gómez de la Serna como actor y un Noticiario del almuerzo ofrecido en Canarias 41 –hoy 45–, sede de La Gaceta y de la imprenta familiar, en el que reunió a representantes de las tres generaciones del 98, del 15 y del 27 para filmarlas luego en la azotea.
    Giménez Caballero no sólo promovía el nuevo arte, sino que hizo sus pinitos en él, practicando de creador en Yo, inspector de alcantarillas (1928), doscientas páginas que mezclan versos libres y relatos: «más que el surrealismo reveló un influjo freudiano muy de moda en 1927 pero sirviéndome de él, al relatar, con delicada y alta literatura, lo que profesores y psiquiatras tenían y siguen teniendo al alcance de sus diarias experiencias.» [Md 67]
    La Gaceta abordó la edición de libros, promovió exposiciones, organizó banquetes y abrió La Galería.
    «La Galería era un establecimiento en la calle Miguel Moya, 4 (plaza del Callao madrileña) cuyos socios capitalistas fueron Sangróniz, Ignacio Olague y Manuel Conde. Desde allí lancé tres fabulosos negocios para un inmediato porvenir: la Arquitectura funcional y rascaciélica, el Mueble metálico y la Artesanía española. Pero la revolución republicana malogró La Galería pues mis socios no estaban para tal contingencia. Y hubo que traspasarla a un restorán de nombre Or-kom-pom. Pero tenía tal predestinación a la fama que en ese local se compuso la letra del Himno de Falange, ya que la música en el órgano de la iglesia de Cegama, ya que Juanito Tellería, su autor, estaba vinculado, como sus hermanos, a nuestra Papelera.» [Md 74]
    «La Gaceta fue la precursora del Vanguardismo en la Literatura, Arte y Política. Una política que por dos años resultó unitiva y espiritual y desde 1930 divergente, pues la juventud se fue politizando. Y de La Gaceta saldrían los inspiradores del comunismo y del fascismo en España.» [Md 66]
    A finales de 1929 La Gaceta Literaria pasó a depender del grupo CIAP, «que preparaba la otra revolución, la del berenguerismo y la República, con dinero hebraico», el del banquero Bauer: el monárquico Pedro Sáinz Rodríguez fue impuesto como co-director. Al proclamarse en 1931 la República las posiciones políticas de Giménez Caballero, su defensa del fascismo, el ser miembro fundador de La Conquista del Estado, determinaron que sus colaboradores le fuesen dejando solo, y aunque La Gaceta se mantuvo hasta 1932, Giménez Caballero tuvo que escribir en solitario seis números (112, 115, 117, 119, 121 y 122) que llevan como subtíitulo El Robinsón literario de España.
    Ernesto Giménez Caballero, «el D'Annunzio español», «el primer fascista español» (honor o deshonor que algunos atribuyen a Rafael Sánchez Mazas), mantuvo una gran admiración por los judíos, en particular por los judíos hispanoparlantes, por los sefarditas. En La Gaceta Literaria mantuvo una constante atención por lo sefardita, rechazando el antisemitismo (en el que se mantenía por ejemplo Pío Baroja). Incluso Primo de Rivera le envió a una gira por los Balcanes para pronunciar conferencias a las comunidades sefardíes.
    En 1931 aparece como uno de los firmantes del manifiesto inicial de La conquista del Estado, donde fue colaborador activo hasta que Ramiro Ledesma Ramos decidió apartarle de su movimiento político. En 1932 publica Genio de España (exaltaciones a una resurrección nacional. Y del mundo). En marzo de 1933 es uno de los impulsores de El Fascio, publica La nueva catolicidad (teoría general sobre el fascismo en España) en octubre de 1933 participa en la fundación de Falange Española y desde diciembre colabora en la revista F. E.
    En 1935 obtuvo la cátedra de Literatura del Instituto Cardenal Cisneros de Madrid: «Yo había hablado dos veces con don Miguel [de Unamuno], en la Cacharrería del Ateneo, mientras hacía pajaritas y apretaba bolitas de pan. Pero ya no le torné a contemplar, admirar y agradecer hasta mi oposición a cátedra de Literatura en el Cisneros de Madrid. Era el presidente. 1935. Y además, lo era de una Liga Antifascista de los Derechos del Hombre, y yo alternaba la oposición con el I Congreso de Falange, llevando la pistola en la cartera al Instituto de San Isidro, donde opositábamos 300 para esa cátedra. Sobre don Miguel llovieron las más altas presiones hasta de Alcalá Zamora para que no me votara. Unamuno decidió la oposición levantándose y exclamando: "Voto a Giménez Caballero, que sabe más que todos."» (Retratos españoles, págs. 98-99).
    Al estallar la guerra se hallaba en Madrid, distanciado de Falange y de José Antonio. En noviembre de 1936, vía Italia, logró llegar a Salamanca, donde Franco le confió, a las órdenes del general Millán Astray, la organización de la propaganda. Con dinero procedente del negocio familiar y la colaboración de antiguos camaradas, como Juan Aparicio, pudo organizar el núcleo de lo que sería la eficiente estructura de la propaganda del bando que acabaría por ganar la guerra. En Pamplona, tras el cursillo correspondiente, se convirtió en alférez provisional.
    En abril de 1937 colaboró activamente en «la Unificación», redactando incluso (si hemos de creerle) el decreto firmado por Franco, por el que el Caudillo se convertía en jefe único del partido único, resultado de la conjunción de los falangistas-jonsistas con los requetés: Falange Española Tradicionalista de las JONS, organización de cuyo secretariado pasó a formar parte.
    Al terminar la guerra volvió a desempeñar su cátedra en Madrid, actividad que simultaneaba con los cargos de consejero nacional del Movimiento, procurador en Cortes y consejero de Educación, pero su influencia en la política ya había declinado, sin duda por su peculiar estilo y extravagancia, aunque mantuvo una notable prolijidad literaria.
    A finales de 1941, en plena guerra mundial, protagonizó uno de los episodios más surrealistas de la política europea, recogido por extenso en sus Memorias de un dictador (1979). Había acudido a Weimar, invitado al Europaische Schrisfsteller Vereinigung (23-26 octubre 1941), presidido por el ministro Goebbels. El hispanista Arturo Farinelli le presentó a Magda, la esposa de Goebbels, «una mujer maravillosa que me impresionó desde el primer instante», a la que sondeó sobre sus planes. Se trataba de «catolizar a Hitler» y lograr la paz mediante un matrimonio. Para navidades ya estaba de vuelta en Berlín, tras haber consultado su plan con Franco y con el Vaticano. «Dos días antes de Nochebuena, Goebbels me invitó a cenar en su hogar, con su esposa y sus hijos.» Giménez Caballero había llevado como regaló al lugarteniente de Hitler un capote: «Antes de sentarnos a la mesa, durante los aperitivos, enseñé al pequeño y cojito Jerarca del Propagandismo germánico a manejar el capote, el modo de ceñirlo para el paseillo y de veroniquearlo. Y a los niños les monté un Belén junto a la chimenea. Magda estaba radiante y conmovida.» Tras la cena quedó a solas con la esposa, y al poco tuvo ocasión de presentarle su acabado plan:
    «Guardó un breve silencio que yo acogí para encarecer la urgente reanudación de la estirpe hispano-austriaca, que traería el armisticio a Europa, con un enlace tradicional y revolucionario. –Y ¿cuál sería la candidata a emperatriz? –Sólo podría ser una. En la línea de princesas hispanas como Ingunda y Brunequilda y Gelesvinta y Eugenia... Sólo una, por su limpieza de sangre, por su profunda fe católica, y, sobre todo, porque arrastraría a todas las juventudes españolas: ¡la hermana de José Antonio Primo de Rivera!... Nada respondió Magda. De pronto, sus ojos se humedecieron. Y tomó mis manos y las estrechó. Y, en voz muy baja, me dijo así: –Su visión es extraordinaria... Su misión también... Y además, audaz, valiente y concreta... Calló de nuevo para proseguir: –Mi marido está encantado con usted. Y el Führer desea conocerle. Yo les hablé de esto que ahora vuelve a proponerme de esta manera ya concreta y certeramente personificada. Y que sería posible... –¿Sería posible? ¿Sería posible? ¡Magda!... –Sería posible... si Hitler no tuviera un balazo en un genital, de la primera guerra... que le ha invalidado para siempre... Imposible, gran amigo, imposible. ¡No habría continuidad de estirpe!... –¿Y Eva Braun? –Un piadoso enmascaramiento para la galería... Me levanté. Tomé sus manos. –Entonces, ¿adiós para siempre, Magda? –¿Y por qué para siempre?– Y depositó sus manos sobre mis labios y luego los suyos.» [Md 173-175]
    Coincidiendo con el declinar político de la Falange y el ascenso de la tecnocracia desarrollista del Opus Dei, en 1957 es nombrado agregado cultural en Paraguay y Brasil y a partir de 1958 ejerce como Embajador de España en Paraguay, hasta su jubilación en 1969. Obtuvo dos veces el Premio Nacional de Literatura. En 1985 obtuvo con su libro Retratos españoles (bastante parecidos) el Premio Espejo de España (ex aequo con Emilio Romero), concedido por un jurado compuesto por Manuel Fraga Iribarne, teniente general Díez Alegría, Ramón Garriga Alemany, José Manuel Lara Hernández y Rafael Borrás Betriu. Ernesto Giménez Caballero falleció en Madrid en 1988.
    Bibliografía de Ernesto Giménez Caballero
    • Notas marruecas de un soldado, Imp. Ernesto Giménez, Madrid 1923, 254 págs.
    • Carteles [por Gecé], Espasa Calpe, Madrid 1927, 302 págs.
    • Los toros, las castañuelas y la Virgen, Caro Raggio, Madrid 1927, 192 págs.
    • Yo, inspector de alcantarillas (epiplasmas), Biblioteca Nueva, Madrid 1928, 222 págs.
    • Hércules jugando a los dados, La Nave, Madrid 1928, 215 págs.
    • Julepe de menta, La Lectura, Madrid 1929, 117 págs.
    • Prólogo a Curzio Malaparte, En torno al casticismo en Italia, Tipografía de Caro Raggio, Madrid 1929, XXVII+156 págs.
    • Circuito imperial, La Gaceta Literaria [Cuadernos de La Gaceta Literaria. La Joven España, 1], Madrid 1929, 124 págs.
    • Trabalenguas sobre España, itinerarios de Touring-Car, guía de Touring-Club, Baedeker espiritual de España, Ernesto Giménez, Madrid 1931, 358 págs.
    • Manuel Azaña: profecías españolas, La Gaceta Literaria, Madrid 1932, 238 págs.
    • Genio de España. Exaltaciones a una resurrección nacional y del mundo, Ediciones de La Gaceta Literaria, Madrid 1932, 341 págs. 2ª ed., Ediciones de La Gaceta Literaria, Madrid 1934, 270 págs. 3ª ed., Ediciones Jerarquía, Zaragoza 1938 (II Año Triunfal), 288 págs. 4ª ed., Ediciones Jerarquía, Barcelona 1939 (Año de la Victoria), XXIII+249 págs. 5ª ed., Ediciones Jerarquía, Barcelona 1939, XXIII+249 págs. 6ª ed., 1939. 7ª ed., Doncel, Madrid 1971, 230 págs. 8ª ed., Planeta, Barcelona 1983, 244 págs. (con Prólogo de Fernando Sánchez Dragó y epílogo de Rafael García Serrano).
    • La nueva catolicidad. Teoría general sobre el fascismo en Europa: en España, Ediciones de La Gaceta Literaria, Madrid 1933, 220 págs.
    • El Belén de Salzillo en Murcia (origen de los nacimientos en España), Gaceta Literaria, Madrid 1934, 134 págs.
    • Arte y Estado, Gráfica Universal, Madrid 1935, 260 págs.
    • Exaltación del matrimonio. Diálogos de amor entre Laura y Don Juan, E. Giméne, Madrid 1936, 123 págs. E. Giménez, Madrid 1939, 120 págs. 2ª ed. Studium, Madrid 1976, 99 págs. 3ª ed. Fundación Universitaria Española, Madrid 1982, 99 págs.
    • Exaltaciones sobre Madrid, Jerarquía, s.l. 1937, 24 págs.
    • La Falange, hecha hombre, conquista el Estado, Salamanca 1937, 15 págs.
    • Prólogo a Pío Baroja, Comunistas, judíos y demás ralea, Reconquista, Valladolid 1938, 286 págs. 2ª ed., Cumbre, Valladolid 1939, 286 págs.
    • España y Franco, Los Combatientes [Fe y acción, fascículo doctrinal, 1], Cegama 1938, 31 págs.
    • Camisa azul y boína colorada, Los Combatientes [Fe y acción, fascículo doctrinal, 2], Madrid 1939, 48 págs.
    • La Legión C.T.V., Los Combatientes [Fe y Acción doctrinal, fascículo 4], s.l. 1939, 85 págs.
    • ¡Hay Pirineos! Notas de un alférez en la IV de Navarra sobre la conquista de Port-Bou, Editora Nacional, Madrid 1939, 93 págs.
    • Los secretos de la Falange, Yunque, Barcelona 1939, 155 págs.
    • Roma madre, Jerarquía, Madrid 1939, XXXII+236 págs.
    • Lengua y Literatura de España y su Imperio, 3 vols., EGC, Madrid 1940-1944, 304+228+299 págs. Nueva edición, Madrid 1950, 7 vols. Madrid 1951, 4 vols.
    • La Infantería española, Vicesecretaría de Educación Popular, Madrid 1941, 156 págs.
    • Amor a Cataluña, Ruta, Madrid 1942, 226 págs.
    • España nuestra. El libro de las juventudes españolas, Vicesecretaría de Educación Popular, Madrid 1943, 261 págs.
    • Despierta Inglaterra: mensaje a Lord Holland, Ediciones Toledo, Madrid 1943, 37 págs.
    • El cine y la cultura humana, Conferencias y Ensayos [nº 21], Bilbao 1944, 48 págs.
    • Amor a Andalucía, Editora Nacional, Madrid 1944, 206 págs.
    • Madrid nuestro, Vicesecretaría de Educación Popular, Madrid 1944, 253 págs.
    • Afirmaciones sobre Asturias, Tipografía de la Residencia Provincial, Oviedo 1945, 48 páginas.
    • Don Ernesto o el procurador del pueblo en las Cortes Españolas, Ediciones y Publicaciones Españolas, Madrid 1947, 250 págs.
    • Amor a Galicia progenitora de Cervantes, Editora Nacional, Madrid 1947, 75 págs.
    • Amor a Argentina o El genio de España en América, Editora Nacional, Madrid 1948, 151 págs.
    • Amor a México, 1948
    • Amor a Portugal, Cultura Hispánica, Madrid 1949, 269 págs.
    • La Europa de Estrasburgo (visión española del problema europeo), Instituto de Estudios Políticos, Madrid 1950, 154 págs.
    • Valladolid (la ciudad más romántica de España), Publicaciones Españolas [Temas españoles, 75], Madrid 1954, 28 págs.
    • Maravillosa Bolivia, clave de América, Cultura Hispánica, Madrid 1957, 182 págs.
    • Revelación del Paraguay, 1958
    • El dinero y España, Afrodisio Aguado, Madrid 1964, 318 págs.
    • Paulo VI y su Iglesia, Ministerio de Educación Nacional, Madrid 1965, 40 págs.
    • Genio hispánico y mestizaje, Editora Nacional, Madrid 1965, 130 págs.
    • Las mujeres de América, Editora Nacional, Madrid 1971, 446 págs.
    • Asunción, capital de América, Cultura Hispánica, Madrid 1971, 30 págs.
    • Junto a la tumba de Larra, Salvat [Biblioteca Básica Salvat, Libro RTV, 99], Estella 1971, 158 págs.
    • Rizal, Publicaciones Españolas [Temas españoles, 525], Madrid 1971, 36 págs.
    • Cabra, la cordobesa: balcón poético de España, Publicaciones Españolas [Temas españoles, 533], Madrid 1973, 53 págs.
    • Cartageneras, Publicaciones Españolas [Temas españoles, 541], Madrid 1975, 74 págs.
    • Memorias de un dictador, Planeta (Espejo de España, 49), Barcelona 1979, 330 págs. Planeta (Documento, 45), Barcelona 1981, 299 págs.
    • Retratos españoles (bastante parecidos), Planeta (Espejo de España, 104), Barcelona 1985, 236 págs.

    Filmografía de Ernesto Giménez Caballero
    • Noticiario de cine club (1930) Director y guión. Documental, b&n, mudo, 35mm, producido por EGC. Cinematografía: EGC. Intervienen: Rafael Alberti, Álvaro de Albornoz, José María Alfaro, Luis Araquistain, Marqués de Auñón, Pío Baroja, José Bergamín, Clara Campoamor, José Castillejo, Américo Castro, Conde de Bailén, Salvador Dalí, Gerardo Diego, Gala Eluard, Vicente Escudero, Juan Estelrich, Ernesto Giménez Caballero, Marqués de Guad-el-Jelú, Ramón Gómez de la Serna, Hermann, Julio Just, Conde de Keyserling, Rafael Marquina, Ramón Menéndez Pidal, Edgar Neville, Santiago Rusiñol, Pedro Salinas, Pedro Sangro, José Antonio de Sangróniz, Antonio María Sbert, Pedro Sáinz Rodríguez, Ricardo Urgoiti, Ramón Pérez de Ayala, Ros de Olano, Julio Álvarez del Vayo. Exteriores: Chinchón (Madrid), Paseo de Gracia (Barcelona), Madrid, Pastrana (Guadalajara), Avila.
    • Esencia de la verbena (1930) Director. Corto, b&n, mono, 35 mm. Intervienen: Polita Bedrosan, Goyanes, Ramón Gómez de la Serna, Samuel Ros.
    • Los judíos de patria española (1931) Director y guión. Documental, b&n, mudo, 35mm, producido por EGC. Intervienen: Señor Agramonte, Kalmi Baruch, Luzuriaga, Ramón Menéndez Pidal, Saul Mezán, Manuel L. Ortega, Ángel Pulido, Samuel Ros, Fernando de los Ríos, Señor Saavedra. Exteriores: Córdoba, Sevilla, Toledo, Yepes.
    • La sustitución de la enseñanza religiosa en España (1932) Director y guión (en colaboración con Joaquín del Valle). Documental, b&n, mudo, 35 mm (375 metros), producido por EGC. Cinematografía: Tomás Terol. Exteriores: Madrid.
    • Paraguay, corazón de América (1961) Director y guión. Documental, 35 mm, producido por No-Do. Locutor: Ignacio Mateo. Música de José Pagán y Antonio Ramírez Ángel. Cinematografía: Juan Manuel de la Chica, Joaquín Hualde. Exteriores: Paraguay.
    • Aranjuez (1971) Director y guión. Documental, color, 35mm, producido por No-Do. Locutores: José Ángel de Juanes, Adelina Luna. Cinematografía: Juan Manuel de la Chica, Emilio García de Castro. Exteriores: Aranjuez, El Escorial, El Pardo, La Granja.
    • Cabra, la cordobesa (1973) Director y guión. Documental, color, 35 mm, producido por No-Do. Locutor: Matías Prats. Música de Pablo Sorozabal. Cinematografía: Fernando Martín de las Heras y José Luis Sánchez de Blas. Exteriores: Cabra (Córdoba).
    • Revelación del Escorial (1974) Director y guión. Documental, color, 35 mm, producido por No-Do. Locutor: Matías Prats. Música de Pablo Sorozabal. Cinematografía: Fernando Martín de las Heras y José Luis Sánchez de Blas. Exteriores: Burgos, Covadonga, El Escorial, Granada, León, Navarra, Nájera, Oviedo, Tarragona, Toledo.
    Sobre Ernesto Giménez Caballero
    • Douglas W. Foard (1939-), Ernesto Giménez Caballero (o la revolución del poeta). Estudio sobre el Nacionalismo Cultural Hispánico en el siglo XX, Instituto de Estudios Políticos, Madrid 1975, 241 págs.
    • Lucy Tandy, Ernesto Giménez Caballero y La Gaceta Literaria (o la generación del 27), Turner, Madrid 1977, 170 págs.
    • María Luisa López-Vidriero, Bibliografía de Ernesto Giménez Caballero, Universidad Complutense [Trabajos del Departamento de Bibliografía, serie A, nº 6], Madrid 1982, 50 págs.
    • Enrique Selva, Ernesto Giménez Caballero, entre la vanguardia y el fascismo, Pre-Textos, Valencia 2000, 330 págs.
    Textos de Ernesto Giménez Caballero en el Proyecto filosofía en español
    http://www.filosofia.org/ave/001/a018.htm
    Vita hominis brevis:
    ideo honesta mors est immortalitas

    Que no me abandone la Fe,
    cuando toque a bayoneta,
    que en tres días sitiamos Madrid
    y en otros quince la capital, Lisboa.


    Sic Semper Tyrannis

  3. #3
    Avatar de Arnau Jara
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    16 mar, 05
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    Respuesta: Ernesto Jiménez Caballero

    Ernesto Giménez Caballero

    Hijo de un modesto empleado de imprenta que prosperó en el negocio de las artes gráficas creando su propia empresa, Ernesto Giménez Caballero se licenció y doctoró en Filosofía y Letras en la Universidad Central de Madrid. A los 20 años, recién acabada la Gran Guerra, ejerció de profesor de español en la Universidad de Estrasburgo. Más tarde ganó la cátedra de Literatura del Instituto Cardenal Cisneros de Madrid. Fue también profesor de Literatura en la Escuela Oficial de Periodismo y ejerció durante varios años como diplomático en Iberoamérica.

    Animador de la vida intelectual de la década de 1920, fue un impulsor de las vanguardias literarias en España, tales como el surrealismo, el ultraísmo y el futurismo. Su Yo, inspector de alcantarillas es probablemente la primera publicación surrealista española. También se interesó por el cine, realizó varios documentales y cortos y fundó el primer cine-club en España, en el que se estrenó La edad de oro, de Buñuel, causa de altercados a la salida del Cine Callao. Destacó también como cartelista, inventor de los carteles literarios futuristas que firmaba como Gecé. En 1923 publica Notas marruecas de un soldado, donde ya destaca por su narración de las memorias personales después de haber servido en la guerra de África. El libro, editado por él mismo y que le hizo famoso de la noche a la mañana, le supuso un proceso militar por desacato. Siempre tuvo a gala mencionar que en aquellas páginas, por vez primera en España, se reclamaba la asociación con fines políticos de los ex combatientes de la Guerra de Marruecos. Tras el pronunciamiento de Primo de Rivera, Giménez Caballero fue absuelto por el propio general, que se declaró lector y partidario de las ideas que Giménez Caballero había expresado en el libro.

    Poco después de publicar, en 1927, Los toros, las castañuelas y la Virgen, afirmación esteticista de los valores castizos, fundó la más importantes de las revistas de vanguardia españolas, La Gaceta Literaria, en la que colaboraron Federico García Lorca y Salvador Dalí y, en general, lo mejor del 27 español, de derecha y de izquierda.

    Giménez Caballero fue también uno de los primeros intelectuales españoles en abrazar abiertamente las ideas fascistas, de las que se sentía el «Precursor hispanida». Participó de forma destacada en la fundación de las JONS y en el nacimiento del movimiento falangista. De su caletre salió la idea de unificar el falangismo con el tradicionalismo. Intelectualmente brillante, fue uno de los más excéntricos ideólogos del fascismo español. Intentó desarrollar un pensamiento anejo al fascismo que se presenta como alternativa del liberalismo o de las experiencias revolucionarias, donde el pueblo latino intenta trascender tanto al materialismo socialista como a las doctrinas individualistas. Aunque renuente a utilizar el término fascismo en la década de los veinte, su pensamiento irá basculando objetivamente hacia un «fascismo panlatino» que sirva las bases para un fuerte nacionalismo español, en obras como Genio de España (1932) o La nueva catolicidad (1933).
    Tras la guerra civil, su acción política se orientó, forzado por las circunstancias, al terreno diplomático. Ocupó la agregaduría cultural en la embajada española en Paraguay, luego en Brasil y en 1958 fue nombrado embajador de Paraguay, cargo en el que se mantuvo durante 14 años hasta su retiro. Era una forma elegante de mantenerle apartado de la política española.
    En 1985 obtuvo su último premio literario, el Premio Espejo de España, por su obra Retratos españoles (bastante parecidos).
    Murió en Madrid a la edad de 88 años.

    Obras [editar]

    Libros
    • Notas marruecas de un soldado, Imp. Ernesto Giménez (autoeditado), Madrid 1923..
    • Carteles [por Gecé], Espasa Calpe, Madrid 1927.
    • Los toros, las castañuelas y la Virgen, Caro Raggio, Madrid 1927.
    • Yo, inspector de alcantarillas (epiplasmas), Biblioteca Nueva, Madrid 1928.
    • Hércules jugando a los dados, La Nave, Madrid 1928.
    • Julepe de menta, La Lectura, Madrid 1929
    • Genio de España,Ediciones de La Gaceta Literaria, Madrid 1932.
    • Lengua y literatura de la hispanidad, (Tres volúmenes) Síntesis, Madrid 1953.
    • Memorias de un dictador, Planeta, Barcelona 1979.
    • Retratos españoles (bastante parecidos), Planeta, Barcelona 1985.
    • Cartageneras, Ediciones Isabor, Murcia, 2007.
    • Sprinters, Ediciones Isabor, Murcia, 2008 (en prensa).
    Artículos «Datos para una solución» (Revista de Occidente, 1927)

    http://es.wikipedia.org/wiki/Ernesto...9nez_Caballero
    Vita hominis brevis:
    ideo honesta mors est immortalitas

    Que no me abandone la Fe,
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    ERNESTO GIMENEZ CABALLERO POR FRANCISCO ARIAS SOLIS
    ERNESTO GIMENEZ CABALLERO (1899-1988)


    “Y bajo el gris y bajo el fondo negro una abstracta oblicua rosa.” Ernesto Giménez Caballero. LA VOZ DE UN VANGUARDISTA Ernesto Jiménez Caballero ha sido quizá el más importante exaltador lírico del fascismo, con sus libros: La nueva catolicidad (1932) y el inefable Genio de España (1932); aunque es autor muy prolífico, quizá estos dos libros merecen destacarse por reflejar –sobre todo el segundo- lo que fue la emoción fascista en un determinado momento histórico. El escritor madrileño que se autodenomina “nieto del 98” sobresale por su talento de narrador, por su labor de publicista de vanguardias a través de La Gaceta Literaria, y por la de ideólogo fascista (el primero que hubo en España), cuya capacidad de acumular contradicciones en una sola página permanece imbatida en lo que va de siglo. Ernesto Giménez Caballero, escritor, historiador de nuestra literatura y uno de nuestros primeros vanguardistas, nace en Madrid el 2 de agosto de 1899. Terminados los estudios en letras y derecho en la Central, va en 1921 de soldado a Marruecos. Fruto de estas experiencias, es su primer libro, Notas marruecas de un soldado, de 1923, reseñado muy elogiosamente por Unamuno en la revista España. Notas marruecas de un soldado es uno de los pocos libros escritos por aquellos años sobre el tema de la guerra de Marruecos que todavía puede resistir una comparación con el mejor de ellos, El blocao, de José Díaz Fernández. Tras una estancia como lector de español en Estrasburgo, vuelve Giménez Caballero a Madrid para dedicarse de forma sistemática a la literatura, colaborando desde 1925 en El Sol. Trabajos que son recogidos en un volumen titulado Carteles (1927), que es un claro indicio de los contactos que ha tenido el autor con el vanguardismo artístico y literario. El talante novedoso y el dinamismo alegre e irracionalista que imprimió Giménez Caballero al vanguardismo son, asimismo características fundamentales de la revista fundada y dirigida por él, la Gaceta Literaria, que nació el 1 de enero de 1927, con una clara predilección por cualquier muestra de dinamismo cultural que diera la juventud. La presencia de Giménez Caballero se adivinaba siempre veloz en la revista, tal como describiera a su fundador Juan Ramón Jiménez en Españoles de tres mundos: “Escurridizo, tirante, ubicuo este madrileño futurero, fotografiado siempre desde sitio atrevido”. Cuando en 1928 llega a Roma experimenta una conversión política y psicológica. La sensación de integridad anímica que le da su estancia en Roma ira perfilándose hasta el momento en que el advenimiento de la República le obliga a tomar la postura inequívoca que le convertirá en el precursor por excelencia de la nueva reacción española. El resultado fue que las personas que habían colaborado en su Gaceta Literaria abandonaron casi por completo a Giménez Caballero en 1931. Antonio Espina fue el primer colaborador que abandonó la revista por incompatibilidades de pensamiento. En el número 15 de abril 1929 se insertó la siguiente nota: “Nuestro compañero Antonio Espina deja de colaborar en nuestro periódico porque desea ser político y alejarse -no sabemos si temporalmente- de la literatura y el arte”. Entre sus obras destacan sus libros vanguardistas: Carteles, Los toros, las castañuelas y la Virgen (1927), Yo, inspector de alcantarillas (1928), Julepe de menta (1929). Su Carta a un compañero de la joven España (1929) fue el manifiesto del que surgiría el nacional-sindicalismo y toda la ideología fascista a través de los libros como Circuito imperial (1929), La nueva catolicidad, Genio de España, Manuel Azaña (1932), Roma madre (1939), España nuestra (1943). Escribió también La Europa de Estrasburgo (1949), Norteamérica sonríe a España (1952), Lengua y Literatura de la Hispanidad, así como Revelación del Paraguay (1958), donde estuvo varios años de embajador. Sus últimas obras fueron: Cabra la cordobesa, balcón poético de España (1973), por la que obtuvo el premio Juan Valera, Bolívar ante un español, Literatura hispanoamericana, Memorias de un dictador y Retratos españoles (bastante parecidos), Premio Espejo de España 1985, compartido con Emilio Romero. Giménez Caballero obtuvo dos veces el Premio Nacional de Literatura. ¿Dónde y cómo se inserta en esta trayectoria artística e ideológica la obra más importante de Giménez Caballero, Yo, inspector de alcantarillas? La respuesta no resulta nada fácil dado que la prosa vanguardista de los años 20 está prácticamente sin estudiar. Por otra parte, en Yo, inspector de alcantarillas hay una gran variedad de estilos, enfoques y tendencias que refleja las corrientes y contracorrientes literarias (ramonianos, cubistas, surrealistas, etc.) del momento. Empieza evocando a André Breton y el autor nombra a otros “amigos que buscaban sus naufragios como los míos”. Son Joyce, Eluard, Unamuno, Gracián, Joan Miró y Freud. Ernesto Giménez Caballero murió en Madrid el 14 de mayo de 1988. “Un día -decía el escritor madrileño-, cuando yo haya desaparecido, las Academias -hasta la Española- me rendirán la justicia que creo haberme ganado”.

    Francisco Arias Solis e-mail: aarias@arrakis.es

    http://blogs.diariovasco.com/index.p...por_francisco_
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    EL HOMBRE DE LAS VANGUARDIAS

    Un libro contundente restaura la memoria de Ernesto Giménez Caballero

    Luis Miguez Macho

    Nacido en 1899 y muerto en 1988, su adscripción al bando vencedor de la Guerra Civil ha lanzado un manto de silencio sobre quien fue un intelectual reconocido en los años 20 y 30.

    Lo peor de la actual ofensiva política de la "memoria histórica" no es el afán por remover tumbas en las que están mezcladas víctimas inocentes y culpables de nuestra última gran tragedia nacional; lo peor es el rencor revanchista que revela ¡setenta años después! en quienes no pudieron participar en aquello por edad y que hoy se sirven de esta excusa para establecer un canon al revés de personajes innombrables, no sólo políticos, sino también del mundo intelectual y artístico, a los que, en vez de memoria, se les aplica una brutal e injustificada damnatio memoriae.

    Un buen ejemplo de estas injusticias es el velo de silencio que ha caído sobre Ernesto Giménez Caballero, fallecido hace ahora veinte años. Mientras otros miembros de su generación son recordados y jaleados por la political correctness (PC, en sus muy expresivas siglas anglosajonas), él, pionero de las vanguardias literarias y del cine en España, escritor original y de indudable talento, ingenioso, desconcertante y muchas veces desternillante, ni siquiera es nombrado.

    ¿Cuál fue su pecado? Pues que, a diferencia de esos otros miembros de su generación, en vez de optar por el comunismo, lo hizo por el fascismo. Y aquí nos topamos con la intolerable asimetría que Jean-François Revel denunció en una de sus últimas obras, La gran mascarada. Ensayo sobre la supervivencia de la utopía socialista (Taurus, 2000): haber cantado las alabanzas de Iósif Stalin, con o sin arrepentimiento posterior, no perjudica la fama de nadie, pero haber hecho lo propio con Benito Mussolini, y no digamos ya con Adolf Hitler, es causa de condenación perpetua e irremisible, salvo que se consiga borrar de alguna manera ese pasado (por ejemplo, olvidando mencionar hasta provecta edad el haber formado parte de las Waffen-SS, como le ocurrió a un reputado escritor alemán que se había pasado la vida dando lecciones de antifascismo a sus compatriotas).

    Si la adhesión a la ideología democrática occidental es la vara por la que se mide la respetabilidad, la misma proscripción deberían merecer los comunistas que los fascistas y los nacionalsocialistas. Y si se considera que no todos los totalitarismos del siglo XX son iguales y se pretende hacer distinciones entre ellos, el criterio no puede ser el de las supuestas buenas intenciones, sino el de la vesania criminal y el número de víctimas, en lo cual ninguno supera al comunismo.

    En realidad, la ideología no debería usarse en ningún caso como criterio para juzgar la valía de los intelectuales y los artistas, de la misma forma en que hay acuerdo en no usar su vida privada con tal fin. Medir a los autores por su orientación política y por sus cualidades morales despoblaría el Parnaso.

    La generosa tarea de devolver el lugar que merece a un escritor maldito

    En sociedades como la nuestra, dominadas por la tiranía de lo políticamente correcto que ha hecho de lo revolucionario una moda y de la contracultura la forma de cultura hegemónica, la única rebeldía genuina que queda es la reivindicación de la tradición y de los malditos por defenderla o por profesar las otras ideologías proscritas. Y a esa rebeldía se adscribe mi colega de la Universidad de Murcia el profesor Jerónimo Molina Cano, que se ha propuesto la generosa tarea de restaurar la memoria de Ernesto Giménez Caballero.

    En esta línea acaba de publicar en la editorial sevillana Los Papeles del Sitio el libro En la cabellera de un cometa llamado Ernesto Giménez Caballero, seguido de Giménez Caballero y Murcia. Pulcra y elegantemente editado, sus dos partes se dejan leer casi de un tirón y son la mejor presentación de la figura y la obra del escritor madrileño que cabe concebir para todos aquellos a los que se nos ha logrado ocultar su relevancia para la cultura española.

    Lo primero que hay que aclarar es que el profesor Molina Cano no es coetáneo de Giménez Caballero, sino, más o menos, de mi edad; ni siquiera llegó a conocer personalmente a éste. Por eso la primera parte del libro incluye un significativo relato autobiográfico de cómo se despertó en el autor el interés por un anciano que acababa de fallecer rodeado de una aureola de verdadera marginación cultural y social.

    A partir de ahí, el libro expone la vida y el pensamiento de Giménez Caballero de una manera ágil y entretenida, manteniendo siempre la referencia al contexto histórico en el que se desarrollan los acontecimientos que se mencionan. La segunda parte, centrada en las relaciones del escritor con Murcia -pues murciano es el profesor Molina Cano-, se lee también con agrado, a pesar de su carácter más local, ya que el ambiente cultural de provincias que retrata es el que, con una u otras variaciones, se vivía en la época en muchas otras partes del país.

    En lo que a mí respecta, el empeño del profesor Molina Cano por restaurar la memoria de Ernesto Giménez Caballero está conseguido. Sólo me queda desearle igual éxito en la recuperación de sus obras para el lector actual.


    9 de noviembre de 2008
    http://www.elsemanaldigital.com/arti...articulo=89452
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    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Última edición por ALACRAN; 02/03/2009 a las 10:57
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

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