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ReynoDeGranada
Y ahora paso a hablar de Villalar.Bien, por lo que sé, los comuneros que se rebelaron en Castilla fueron patriotas que se dignaron a defender sus fueros frente a un rey que, nada más llegar, hizo gala de un nepotismo nunca antes visto por los castellanos.
No solo defendieron sus fueros, sino concibieron, por medio de su representación institucional en la Santa Junta, un ambicioso programa político que Joseph Pérez analiza bien en su libro "La Revolución de las Comunidades Castellanas (1520-1521)". Iba más allá de exigirle a un monarca extranjero que no sacase capitales del reino, no diese oficios y beneficios a los flamencos, que no se vaya de Castilla a coronarse emperador etc. Era modificar la relación entre rey y reino. Hablo de eso en mi entrada: http://hispanismo.org/historia-y-antropologia/23273-las-comunidades-de-castilla-simple-revuelta-o-primera-revolucion-moderna.html
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ReynoDeGranada
Carlos V subió los impuestos para financiar su elección como Emperador, lo cual encendió los ánimos de los castellanos, a los que durante más de 10 años reprimió con una crueldad que bien que se ahorró para con Lutero y los protestantes (de hecho intentó dialogar con ellos).
Carlos jamás reprimió cruelmente a los comuneros: pocos procesos y aún menos ejecuciones. Joseph Pérez dice:
"En conjunto, desde el 24 de abril de 1521 hasta el 16 de julio de 1522, fecha en que se produjo el regreso del emperador, la represión dirigida por el poder central no había hecho más que siete víctimas. Habría que añadir el nombre de Francisco Pardo, exceptuado de Zamora, que se suicidó en su celda, en junio de 15211, y sobre todo a los comuneros condenados por tribunales extraordinarios —como el doctor Zumel en Toledo— y por la justicia señorial"
"Es indudable que la justicia real se mostró más indulgente, ante todo porque ofrecía a los acusados mayores garantías. Con excepción de Padilla, Bravo y Francisco Maldonado, todos los demás culpables pudieron presentar su defensa contando con la colaboración de un abogado. Por otra parte, la justicia real sólo procesó a los exceptuados de las grandes ciudades, quienes, como ya hemos visto, gozaban muchas veces de una protección con la que no podía contar la masa anónima sometida a la justicia señorial. Si se producía algún error, los acusados tenían la posibilidad de apelar y, además, desde la publicación de las listas de proscripción los virreyes concedieron varías amnistías suplementarias. Aparte de las condenas a muerte seguidas de ejecución a las que ya hemos hecho mención, sólo tenemos constancia de otras tres sentencias pronunciadas contra exceptuados durante este período. Una de ellas fue la del doctor Zúñiga, profesor de la Universidad de Salamanca, cuyos bienes fueron confiscados y su cátedra declarada vacante6. Las otras dos fueron las de Francisco de Ocampo, comunero de Zamora, el 23 de noviembre de 1521, y la de Juan Osorio, comendador de Dosbarrios, el 23 de junio de 1522; ambos fueron condenados a muerte. En todos los demás casos el proceso quedó en la etapa de instrucción del sumario"
"La gravedad de estos delitos autorizaba al emperador a castigar con la máxima dureza a todos los individuos y colectividades culpables de haber provocado o apoyado la insurrección. Sin embargo, el soberano estaba dispuesto a mostrarse clemente. No olvidaba que muchas ciudades le habían permanecido leales y que aquellas que se habían declarado en rebeldía finalmente habían depuesto su actitud, colaborando además positivamente a la expulsión del ejército francés invasor de Navarra. Por todas estas razones renunciaba a castigar a todos los culpables y a tomar medidas contra las ciudades, suprimiendo sus privilegios y el derecho que recaía en algunas de ellas de estar representadas en las Cortes."
"Quedaban, pues, por comparecer ante los tribunales las dos terceras partes de los proscritos. Muchos de ellos habían huido y serían juzgados por rebeldía. Los que fueron encarcelados o se entregaron voluntariamente a las autoridades con posterioridad al 1 de noviembre de 1522 se beneficiaron a menudo con circunstancias atenuantes. Los acusados, cuando eran juzgados personalmente, ya no eran condenados a muerte (más adelante examinaremos el caso particular del obispo de Zamora); los tribunales comenzaron incluso a pronunciar sentencias absolutorias y a reconocer la valides de las amnistías individuales concedidas por los virreyes con anterioridad al regreso de Carlos V. La represión fue haciéndose así menos dura. Un año después de la proclamación del Perdón, el emperador ofreció a los antiguos comuneros la posibilidad de reparar sus faltas a cambio de pagos de multas de composición más o menos elevadas, según los casos. Fueron muchos los rebeldes que aprovecharon esta oportunidad. En fin, las jurisdicciones especiales no mostraron tampoco gran severidad contra los eclesiásticos o los miembros de las Órdenes Militares comprometidos en la insurrección. El Perdón general inauguró, pues, el camino del apaciguamiento mucho más que el de la venganza"
"De un total de 293 exceptuados, a quienes el Perdón de 1522 condenó a ser juzgados, únicamente 22 fueron ejecutados, 23 si contamos al obispo de Zamora, cuyo caso exige un estudio detallado. Veinte comuneros murieron en prisión antes de ser juzgados y cerca de 50 pudieron rehabilitarse mediante el pago de las multas de composición; absoluciones y amnistías sucesivas devolvieron gradualmente la libertad a cerca de 100 proscritos. Nos vemos obligados a dar cifras únicamente aproximativas, ya que las investigaciones no siempre permiten seguir la huella de cada uno de los exceptuados después de la promulgación del Perdón. (...) A grandes rasgos fueron unos 100 comuneros o quizá menos los que finalmente pagaron poco o mucho su participación en la rebelión, pese a que no siempre se trataba de los mayores responsables. Los demás consiguieron salvar su vida y muchas veces también una parte de sus bienes y casi siempre obtuvieron una libertad más o menos vigilada. Tratándose de una revolución que puso en cuestión los mismos fundamentos del Estado y amenazó con subvertir el orden social establecido, la represión no fue excesivamente dura, al menos al nivel individual"
Recomiendo que leas el excelente libro de Joseph Pérez, que para descargarlo tenés que buscarlo en Scribd, copiar el link, pegarlo en esta pagina: https://simply-debrid.com/generate
y después le das a "generar link" y ya está.
Rebate esos tópicos populares sobre el tema y coincide con Maravall: acá no hay revuelta, acá hay revolución. Saludos.
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