Barcelona / Roquetas, junio 2015, mes del Sagrado Corazón. Las elecciones locales celebradas el pasado día 24 de mayo han traído cambios notables, al menos en apariencia, al escenario político municipal. Para quienes analizan estas elecciones en clave nacional (admitiendo así, de paso, que en el régimen liberal-democrático la autonomía municipal es tan falsa y falaz como la representatividad de los partidos políticos), las últimas pueden representar el surgimiento de un nuevo bipartidismo, posiblemente fugaz, en que Ciudadanos y Podemos vendrían a sustituir al PP y al PSOE; y, en el caso catalán, a arrebatar poder y votos al nacionalismo que lleva casi cuarenta años oprimiendo y saqueando a este viejo Principado.

El surgimiento de estos dos nuevos partidos políticos (Podemos ha concurrido bajo siglas diversas a la gran mayoría de los ayuntamientos catalanes; Ciutadans-Ciudadanos, por su parte, ha recurrido incluso a candidatos "paracaidistas", desconocidos en los municipios respectivos o reclutados a última hora, para aprovechar el gran tirón mediático de su jefe de filas y rostro público) ha venido acompañado de un resultado inesperado: el retroceso de las candidaturas de la Plataforma per Catalunya (PxC, que contaban con el apoyo de la Comunión Tradicionalista), que no han alcanzado el número de concejales electos de las votaciones anteriores. Las actas de concejal obtenidas son, por municipios:

El Vendrell: 3 concejales.
Salt: 2 concejales.
Mataró: 1 concejal.
Amposta: 1 concejal.
Sant Miquel de Fluvià: 1 concejal.
Roquetes: 1 concejal.

En Roquetas la Junta Electoral de Zona ha estimado el recurso de la Plataforma por Cataluña contra la anulación de dos votos, con lo que el carlista Ramón Martí (en la fotografía) continúa como concejal y arrebata la mayoría absoluta al partido fascista separatista ERC (Esquerra Republicana de Catalunya). Este dato abona la sospecha de graves irregularidades en el recuento de votos, a la que FARO se ha referido en otras ocasiones.

Al tratarse de las únicas candidaturas verdaderamente municipalistas, antinacionalistas y antisistema, y en vista de su éxito en elecciones anteriores, las de la Plataforma por Cataluña han sufrido primero una campaña en contra por parte de los medios del régimen (en el caso de los catalanes, totalmente comprados por el establishment nacionalista-socialista; en el caso de los nacionales, demasiado preocupados por el hundimiento del Partido Popular y del PSC-PSOE) y después el silencio y la falta de visibilidad, a pesar de la esforzada labor de calle por parte de sus militantes, simpatizantes y candidatos. Uno de éstos, que se quedó a las puertas de la elección por muy pocos votos, comentaba: "Es difícil competir con quien domina los medios. La gente ya no tiene en su casa libros ni crucifijos, pero sí dos o tres televisores. El sentido común que se manifiesta en la conversación en la calle pronto queda extraviado en cuanto se llega a casa y se enciende el televisor. Parece que no pocos votantes han preferido eslóganes vacíos creados fuera de su municipio en vez del trabajo serio y honrado de los concejales". Los slogans y lemas vacíos, efectivamente, han superado a los programas de gobierno municipales serios y trabajados de la PxC, que respondían a las necesidades reales de los vecinos. La ilusión (los ilusos) ha superado esta vez a la abstención; será, sin duda, superada a su vez por la decepción.

También debe contabilizarse el daño inevitable ocasionado por la expulsión de la PxC, a causa de graves irregularidades, del que fuera su portavoz, Josep Anglada Rius, en febrero de 2014. Los partidos políticos del sistema han contado, además, con dinero abundante para su campaña. El voto cautivo de la amplia red clientelar asentada desde hace años (ICV-PSC, CiU y ERC, principalmente, a los que hay que añadir sus más recientes milicias, las CUP) ha visto considerablemente mermados sus resultados, pero aún aguanta. Aunque no ha podido evitar la fragmentación de los ayuntamientos, hasta con nueve partidos o coaliciones distintos. La particular ley electoral que sufre España, impuesta en la última fase de la Transición para favorecer a los partidos políticos (que entonces carecían de bases, militancia o arraigo) produce estos resultados. Simplemente un último dato: con un 10% menos de participación, que habría sido la normal, la Plataforma por Cataluña habría obtenido 30 concejales más, incluso a pesar de todas las otras circunstancias.

Dadas las dificultades sumariamente expuestas, las nueve actas de regidores alcanzadas por la PxC pueden ser un referente de municipalismo tradicionalista y de catalanidad hispánica sobre el que reconstruir una acción más amplia.​

Agencia FARO