• Toros en Cataluña: por una vez hay que alegrarse de una resolución del Tribunal Constitucional



Madrid / Barcelona, 20 octubre 2016, San Juan Cancio, confesor.Seis años le ha llevado al Tribunal Constitucional resolver el recurso presentado en su día contra la ley autonómica 28/2010 de 3 de agosto, mediante la cual el llamado Parlamento de Cataluña modificaba la ley de protección de los animales y prohibía las corridas de toros.

El Tribunal Constitucional, de todos es sabido, es un tribunal político cuyos miembros son designados por los partidos del régimen imperante (incluyendo a los separatistas). Tiene además que interpretar laConstitución de 1978, tan mala como todas las constituciones escritas e incluso peor que muchas de ellas. Responsabilidad de dicho tribunal (y de los que han fabricado, y firmado, la Constitución y las demás leyesde facto) son numerosas decisiones nefastas, entre ellas la que ha llevado a ETA-Bildu a las instituciones, o las que han reiterado la legalidad del asesinato de los no nacidos. Por citar sólo dos ejemplos.

En esta ocasión sus magistrados han tomado la decisión más beneficiosa, por ocho votos a favor y tres en contra: declarar inconstitucional la prohibición autonómica. La ponencia, sin embargo, deja claro que se trata de una cuestión de competencias. Desde que se estableció el régimen autonómico, los gobiernos regionales que ha sufrido Cataluña se han distinguido por exceder las suyas e invadir las del Gobierno de la nación y sus órganos. Ilegalidad generalmente tolerada y consentida, y que en los últimos tiempos, en la permanente huida hacia adelante del establishment autonómico más corrupto y endeudado de España, ha alcanzado histéricas proporciones de motín permanente.

El Principado de Cataluña (lo recordaba FARO hace dos días, citando amundotoro) es tan taurino como el resto de España. Sus festejos populares están entrañablemente unidos a los toros. Los aficionados catalanes a la fiesta brava son multitud. Sus plazas (las que quedan, pues la labor destructiva del nacionalismo dura ya mucho) son magníficas. Ese carácter popular, consuetudinario, tradicional e inmemorial --y no las declaraciones formales de patrimonio cultural inmaterial o las cuestiones de competencias entre las distintas administraciones-- es el que hace intocables, en estricta justicia y verdadero derecho, los festejos taurinos en España. Sancionados por el sufragio universal de los siglos, por usar la frase magnífica de Juan Vázquez de Mella. Ninguno de los efímeros gobiernos de la Usurpación y de la Revolución, sean nacionales o autonómicos, debería atreverse a ir contra ellos. Pero, si se atreven contra la Religión verdadera y contra la misma ley natural, no iban a quedar incólumes los toros, a pesar de la gran afición que hasta hace pocos años les tenían incluso los más recalcitrantes izquierdistas.

Enhorabuena, pues, a los aficionados catalanes, que tanto han luchado contra la tiránica prohibición de la fiesta brava en su región. Pero esta pequeña victoria no garantiza nada: con su habitual impudicia (y con el habitual consentimiento de la derecha), los rojo-separatistas que desgobiernan autonomía y ciudades están anunciando que procurarán que la resolución del Tribunal Constitucional no se cumpla.

Y es que no hay nadie más anticatalán que los nacionalistas catalanes, ni más antiespañol que los constitucionalistas, ni más antitaurino que los adheridos al pensamiento débil; éste hoy dominante en todos los ámbitos de la política y la "cultura" oficiales de nuestra desgraciada Patria.

Agencia FARO