Enrique Prat de la Riba (1870-1917), "maestro" de Sabino Arana (otro que tal), envenenó para siempre el problema catalán:
Revista FUERZA NUEVA, nº 488, 15-May-1976
... Si ha habido un político nefasto para la existencia de España como nación, ha sido Prat de la Riba, el doctrinario del separatismo y el incubador del nacionalismo vasco a través de los hermanos Arana…
Prat de la Riba era, aparte de corto en conocimientos filosóficos, un hombre que ha envenenado para siempre el problema catalán. Lo demostraremos. Prat de la Riba es el autor, con Pedro Muntañola, de un panfleto titulado “DOCTRINA CATALANISTA”. Allí se insulta a España, su pasado, sus gestas, con las más bestiales afirmaciones. Prat de la Riba glosaba así ese trabajo suyo:
“En aquel compendio pusimos toda la nueva doctrina, omitiendo solo la terminología propia, sustituida por la terminología más utilizada entonces: bajo los nombres viejos hicimos pasar la mercancía nueva y pasó”.
El mismo Prat de la Riba confiesa:
“Nuestras campañas fueron de un espíritu intensamente nacionalista: evitábamos todavía usar abiertamente la nomenclatura propia, pero íbamos destruyendo las preocupaciones, los prejuicios, y con calculado oportunismo, insinuábamos en sueltos, y artículos las nuevas doctrinas barajando a intento, región, nacionalidad y Patria, para acostumbrar poco a poco a los lectores”.
Enseña más su tesis, con esta simpleza:
“Son grandes, totales, irreductibles las diferencias que separan a Castilla y Cataluña, Cataluña y Galicia, Andalucía y Vasconia. Las separa, por no buscar nada más, lo que hace a los hombres extranjeros unos de otros, lo que, según decía San Agustín, en los tiempos de la gran unidad romana, nos hace preferir a la compañía de un extranjero la de nuestro perro que, al fin y al cabo, nos entiende. Las separa la lengua."
Prat de la Riba descubre el motivo de toda su pasión, que no es otra que el odio. Lo dice él mismo:
“Había que acabar de una vez con esa monstruosa bifurcación de nuestra alma, había que saber que éramos catalanes y que no éramos más que catalanes, sentir lo que no éramos, para saber claramente, honradamente, lo que éramos, lo que era Cataluña. Esta alma, esta sagrada fase del proceso de nacionalidad catalana, no la hizo el amor, como la primera, sino el odio”.
Y lo reitera:
“La obra de su reconstrucción tropezaba siempre con el mismo obstáculo, los males de Cataluña venían siempre del mismo sitio y se tocaron y repasaron todas las paredes de la prisión y estalló, potente, exaltada, vibrante, la protesta. La fuerza del amor a Cataluña, al chocar contra el obstáculo, se transformó en odio”.
De ahí que, con estas premisas, concluya:
“Esta es la filiación de nuestra doctrina. No son los equilibrios más o menos ingeniosos de federalismo, no son vagas descentralizaciones de que tanto se nos da; no son la bondad y la belleza de nuestras costumbres, ni las ventajas de nuestro derecho, ni las virtudes y el valor de nuestra lengua; no son los anhelos de buen gobierno y de administración civilizada. En Cataluña es el sentimiento de Patria catalana. Ser nosotros, ésta es la cuestión".
Y continúa:
“Descentralización, “self-government”, federalismo, Estado compuesto, autonomismo, particularismo, suben como el astro nuevo, pero no lo son. Una Cataluña libre podría ser uniformista, centralizadora, democrática, absolutista, católica, librepensadora, unitaria, federal, individualista, estatista, autonomista, imperialista, sin dejar de ser catalana. Son problemas interiores que se resuelven en la conciencia y en la voluntad de un pueblo como sus equivalentes se resuelven en el alma del hombre, sin que hombre ni pueblo dejen de ser el mismo hombre y el mismo pueblo, por el hecho de atravesar esos estados diferentes. No es cuestión de buen gobierno ni de administración, de libertad ni de igualdad, de progreso ni de tradición, es cuestión de patria.”
Interés cínico
Esto no significa que el cinismo pragmático de Prat de la Riba fuera un obstáculo para entender que, arrancada de España, Cataluña no tenía posibilidades de existencia. Y así lo manifestó en “La Veu de Catalunya” del 6 de marzo de 1899:
“Hoy interesa a la nacionalidad catalana que el Estado español subsista porque la amenaza de descuartizamiento de las naciones moribundas afecta indirectamente a nuestra Patria; porque Cataluña podría, ciertamente, fuera de España, formando parte de otro país más bien gobernado, multiplicar esplendorosamente sus fuerzas económicas, pero los elementos de la personalidad nacional que más estimamos nosotros habrían de luchar con enemigos mucho más poderosos y temibles que los que hoy los combaten dentro de España… Se lo decimos nosotros, que hemos sido víctimas del Estado español, que nunca hemos tenido por él ni pizca de amor ni simpatía, porque se ha constituido y desarrollado a expensas de nuestro pueblo; nosotros que nos sentimos miembros de otra raza, de otra nacionalidad, hoy como ayer, como siempre, hondamente diferenciados de la nacionalidad española o castellana, que el Estado español representa; nosotros, que jamás hemos saboreado como propias sus glorias, ni jamás hemos llorado como nuestras sus derrotas”.
Porque para Prat de la Riba, como para los separatistas actuales –a pesar de sus amistades con ministros de la actual [1976] Administración-, ésta es su aberración:
“El sentimiento de Patria, vivo en todos los catalanes, nos hacía sentir que patria y nación era una misma cosa y que Cataluña era nuestra nación, igual que nuestra patria. Después de esto, no tengo que añadir una palabra más; si existe un espíritu colectivo, un alma social catalana, que ha sabido crear una lengua, un derecho, un arte catalanes: he dicho todo lo que quería decir, lo que quería demostrar, eso es, que existe una nacionalidad catalana”. Más claramente: “Consecuencia de toda la doctrina aquí expuesta es la reivindicación de un Estado catalán en unión federativa con los Estados de las otras nacionalidades de España”.
Exactamente igual pensaban Francisco Cambó (m. 1947), José Puig y Cadafalch (m. 1956) y Francisco Macíá (m. 1933).
A pesar de todos los vaivenes y cabriolas de estos saltimbanquis, con las salvedades que cada uno merece en sus matizaciones. Esta simple enumeración de textos de Prat de la Riba, reduciendo en sus debidas proporciones lo que en el aspecto cultural pudo hacer desde la Mancomunidad –para politizarlo en dirección separatista-, se agrava cuando se comprueba la mentalidad rigurosamente capitalista, plutocrática, antisocial, de Prat de la Riba.
En su biografía escrita por Oliver Bertrán, ante el problema social de su tiempo, Prat de la Riba, refiriéndose a los obreros decía:
“Si hablamos, no lo hagan ni con un mínimo de algodón: garrotazo limpio y basta”...
Jaime TARRAGÓ
Última edición por ALACRAN; 11/02/2020 a las 23:34
"... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)
El "Catecismo catalanista" de Prat de la Riba:
Revista FUERZA NUEVA, nº 425, 1-Mar-1975
PRAT DE LA RIBA: PREMIO AL SEPARATISMO CATALÁN
... Antonio Rovira Virgili, izquierdista de confianza, definía así a Prat de la Riba: “Prat de la Riba es el prototipo de catalanista radical, en el más propio y exacto sentido de las palabras, porque él buscó y encontró el cimiento del catalanismo en la raíz misma de nuestro pueblo, es decir, en su sustantividad nacional. En los que le precedieron el sentido catalán estaba aún en las hojas -catalanismo costumbrista- o en las ramas -catalanismo literario, artístico, histórico, jurídico-. Con Prat de la Riba, el catalanismo llega a la raíz misma del árbol de Cataluña y se convierte en catalanismo espiritual, es decir, nacionalismo. Por encima del modesto concepto regionalista del problema catalán, por encima de la orientación a tientas, Prat de la Riba hizo la rotunda, desnuda y creadora afirmación de la nacionalidad catalana. Lo que en los catalanistas del periodo prenacionalista era timidez de espíritu o debilidad de la idea, se convirtió con él en franca osadía”.
Alejandro Lerroux, el 25 de junio de 1916, en el congreso, reproducía unas palabras textuales de Prat de la Riba: “Somos separatistas, pero sólo en el terreno filosófico. Sostenemos el derecho de separatismo; lo que hay es que en el momento histórico actual no nos parece conveniente”. Lerroux ponía estas frases en boca de Prat de la Riba, pronunciadas en 1901...
Prat de la Riba se retrata en “Doctrina catalanista”, que escribió junto con Pedro Muntañola. Espigamos unas cuantas preguntas:
P. ¿Cuál es la patria de los catalanes?
R. Cataluña.
P. ¿Tiene algún fundamento la distinción entre patria pequeña y patria grande?
R. Ninguno; el hombre tiene una sola patria, del mismo modo que tiene un solo padre y una sola familia. La que
generalmente se llama patria grande no es sino el Estado compuesto de varias agrupaciones sociales que tienen
la condición de verdaderas patrias.
P. ¿España no es, pues, la patria de los catalanes?
R. No es más que el Estado o agrupación política a la cual pertenecen.
P. ¿Qué diferencia hay entre el Estado y la Patria?
R. El Estado es una entidad política, artificial, voluntaria; la patria es una comunidad histórica, natural, necesaria.
La primera es obra de los hombres; la segunda es fruto de las leyes a las que Dios ha sujetado la vida de las
generaciones humanas.
P. ¿CUÁL ES ESTE ELEMENTO ENEMIGO DE CATALUÑA Y QUE DESNATURALIZA SU CARÁCTER?
R. EL ESTADO ESPAÑOL.
P. ¿Quiénes fueron sus autores?
R. Fernando V e Isabel la Católica.
(...).
P. La lengua catalana, ¿Es idioma o dialecto?
R Es un idioma. La motejarán de dialecto, algunos por ignorancia, otros por mala fe, considerándola como una
corrupción de la lengua oficial, que es la castellana... La lengua catalana es más antigua que la castellana.
(…)
P. ¿Qué frase célebre resume nuestras aspiraciones y constituye el lema de nuestra bandera?
R Cataluña para los catalanes.
P. ¿Qué significa esta frase?
R. Qué en Cataluña deben gobernar los catalanes y no como hoy los castellanos o los políticos a la castellana, como si fuésemos menores de edad o no supiésemos.
A nadie puede sorprender que Prat de la Riba haya sido el más activo disolvente y eficaz demagogo que ha destruido la unión moral de Cataluña y ha originado no solamente la Lliga, sino toda la deletérea devastación de la Esquerra, hasta las locuras separatistas y las alianzas con la FAI, con el PSUC, en plena colonización soviética. Los actuales (1975) panegiristas de Prat de la Riba, especialistas en el doble juego, enquistados en la Administración, se apoyan en algunas frases en que nombraba a España y en ciertas condecoraciones que recibió del liberalismo dinástico. Pero ya era proverbial entre los catalanistas que Prat de la Riba era un táctico, que sabía engañar para salir con la suya. Y la suya era lo que hemos transcrito, literalmente de su “Doctrina Catalanista”.
Por si fuera poco, los hermanos Arana se decidieron por el nacionalismo vasco por la influencia personal y directa de Enrique Prat de la Riba. Ante tantos méritos, ya se comprende que cuando algunos quieren echar por la ventana (1975) todo lo que significa la victoria de Franco y el 18 de Julio de 1936, haya prisa para colocar ostensiblemente una escultura de Prat de la Riba, como burla a la sangre y a la vergüenza de Cataluña, que tuvo que sufrir las consecuencias de lo que (1931-1939) plantó este hombre nefasto.
Su seguidor Francisco Cambó, meses antes del Alzamiento (1936), en una conferencia en el Ateneo de Barcelona, certificaba: “Los notarios me dicen que ya ni se compran fincas, ni se aumentan los capitales de las sociedades, ni se realizan otras operaciones que las hipotecarias. Existe una terrible crisis en la agricultura, en la industria textil y algodonera. Falta trabajo. No se construye. Los que tienen unos ahorros los retiran porque creer que así guardan seguros sus caudales, aunque no obtengan renta alguna”. La “derecha civilizada” -la Lliga y algunos banqueros metidos en menesteres plutocráticos y empresas multinacionales- no tienen aspiraciones más altas que las que se concretan entre el bolsillo y el estómago. Pero hasta aquí, además de haber pulverizado la espiritualidad de Cataluña y sus intereses legítimos económicos, es la herencia de Prat de la Riba.
¿Conviene celebrarlo con homenajes públicos, con intervención oficial, con monumentos y con significativas reposiciones de las ideologías de aquellos hombres que hundieron a España y a Cataluña en la bacanal de odio y en la catástrofe que podía enunciar el (comunista) Ilya Ehrenburg, cuando decía que “España es hoy fuente de esperanzas” y que “las horas decisivas no están muy lejos”?
Esta es la magia del aperturismo que estamos viviendo (1975). O lo que es lo mismo, la irrefrenable llamada al vértigo del suicidio que padecen algunos desmemoriados de conveniencia...
Jaime TARRAGÓ
Última edición por ALACRAN; 24/03/2020 a las 13:47
"... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)
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