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Tema: Subversión antirreligiosa y antifranquista de curas catalanes en el postconcilio

  1. #21
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    Re: Subversión antirreligiosa y antifranquista de curas catalanes en el postconcilio

    Casiano Just llegó a abad de Montserrat en 1966, dispuesto a superar las “hazañas” del nefasto Escarré


    Revista ¿QUÉ PASA? núm. 158, 7-Ene-1967

    Evidente contradicción entre Pablo VI y unas palabras del nuevo Abad Coadjutor de Montserrat Rvdmo. P. Dom Casiano María Just

    El día 21 de diciembre (1966) recibió la bendición abacial el nuevo Abad Coadjutor de Montserrat, Rdmo. P. Dom Casiano María Just, O. S. B. Según “El Correo Catalán”, el nuevo Abad dirigió unas palabras en las que prometía dedicar «una especial mención a la urgente tarea colectiva de encauzar la vida social, cultural y política de la juventud de nuestro pueblo».

    En verdad nos han sorprendido estas palabras. Hemos leído y releído la Regla de San Benito, y en ninguna de sus prescripciones ordena ni señala estos objetivos como propios de un Abad. Que sepamos, el Abad Coadjutor de Montserrat no es el Primado de Cataluña, ni siquiera tiene la más mínima jurisdicción pastoral sobre las diócesis catalanas. Repetidamente le ha sido denegada por la Santa Sede al Monasterio de Montserrat la pretensión de constituirse en “Abadía nullius”. Eclesiásticamente depende de Barcelona. Por tanto, ¿de dónde sale esta pretendida misión de orientar la vida social, cultural y política de la juventud?

    Pablo VI envió al nuevo Abad un expresivo telegrama, que, por cierto, no publicó “El Correo Catalán”. En este telegrama el Papa le dice textualmente: «Hace votos el Augusto Pontífice para que ese Monasterio-Santuario resplandezca más y más en virtudes de vida religiosa y de frutos espirituales.» El más lerdo se da cuenta de que lo que dice Pablo VI responde al ideal de San Benito, de lo propio de un cenobio benedictino, y de lo que más necesita Cataluña.

    Nosotros, los católicos catalanes, deseamos que el Monasterio de Montserrat no tenga que recibir tantas amonestaciones de la Santa Sede como ha recibido en los últimos años en materia litúrgica y otros aspectos que nos callamos, hasta llegar a los escándalos del Abad Escarré, que está separado de Montserrat no precisamente por el Estado y Gobierno español, sino por decisiones eclesiásticas que no desconocerá el nuevo Abad Coadjutor.

    Repetimos que las palabras del P. Casiano Just no encajan ni con la Regla de San Benito ni con el telegrama del Papa. Para orientar la vida cultural, social y política, hará muy bien el nuevo Abad si pone coto a los excesos de toda clase de la revista “Serra d’Or”, a lo que se dice en pláticas de ejercicios espirituales y otras actividades que él no desconocerá.

    Desde «¿QUE PASA?» reiteramos nuestro saludo al nuevo Abad, deseando que responda al ideal benedictino y a los deseos de Paulo VI, y que no se parezca al Abad Escarré, cuya actuación política y amistades con capitalistas no responden al ideal de la Iglesia de los pobres, a la que nos convocó Juan XXIII. De nuevo besamos el anillo abacial y nos encomendamos a sus oraciones y las de su Reverenda Comunidad. (…)

    A. RECASENS SALVAT


    Última edición por ALACRAN; 01/12/2024 a las 11:09
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

  2. #22
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    Re: Subversión antirreligiosa y antifranquista de curas catalanes en el postconcilio

    "Show cismático en Barcelona"

    Revista FUERZA NUEVA, nº 137, 23-Ago-1969

    Frente al “show” cismático

    En Barcelona está incubada, y realmente consumada, a nuestro entender, una auténtica hendidura cismática. Ya nadie lo duda. Una pluma tan poco sospechosa como la de Manuel de Unciti, en “Vida Nueva”, no puede menos que confesarlo con estas palabras:

    “¿Habrá que hablar de algunos “gérmenes de cisma” por utilizar aún recientes palabras de Pablo VI con referencia a la Iglesia universal? Tal vez no sea aún el caso y ojalá que nunca haya que quitar ese “aún”. Las noticias, no del todo controladas, que día a día van llegando, no son tranquilizadoras. Se habla de un pequeño grupo de sacerdotes y seglares católicos que rechaza al prelado (el “charnego” mons. Marcelo Glez.) porque su designación para la sede de Barcelona se hizo de acuerdo con el privilegio tradicional de intervención del poder civil en el nombramiento de los obispos. Ese grupo, que quiere decididamente seguir en comunión con la Iglesia universal, apela a una directa sumisión al Papa hasta que sea posible contar con un pastor propio, nombrado sin intervención de poderes extraños a la Iglesia.

    Se dice que este mismo grupo desaprueba el nombramiento de los cuatro obispos auxiliares de la Iglesia de Barcelona, porque en su designación no fue democráticamente consultada la base de la comunidad eclesial diocesana. Se dice, por fin, que el llamado “Forum Sacerdotal” no ha visto con buenos ojos la reclusión voluntaria de seis sacerdotes para realizar la huelga de hambre, ya conocida; huelga que terminó el viernes día 13. La razón invocada para esta desaprobación es espectacular. Se dice que dicen que HAY QUE IMPEDIR QUE EL MOVIMIENTO DE RESISTENCIA A LA JERARQUÍA POR ELLOS ORGANIZADA PUEDA DIVIDIRSE Y FRACCIONARSE… Todo esto es mucho más que perturbador, sin duda. Si no en sus motivaciones, difíciles de enjuiciar, sí como postura de cara al futuro”.

    Lo espectacular, en realidad, no es solamente todo ese berenjenal del “Fórum”, de la huelga de hambre, de los obispos auxiliares y del “aún”, que tanto puntualiza Manuel de Unciti. También es espectacular que a ese pseudo-teólogo, en un semanario que se dice católico, no le parezcan perturbadoras los motivaciones y actuación de esta secta y sus cipayos.

    De hecho, nosotros creemos que el “cisma” hace tiempo que funciona con toda impunidad y conocimiento superior. Cuando el nombramiento de los obispos auxiliares se difundieron millares y millares de octavillas denunciando que tales nombramientos habían sido efectuados “sin consulta ni aquiescencia de las comunidades de fieles”. No puedo olvidarse que el antedicho “Fórum Sacerdotal” se celebró en el Seminario Conciliar, cuyos dominios deben pertenecer a su Rector, Dr. Ventosa Aguilar, al obispo Torrella -el que fue suspendido por su indisciplina en el ejercicio del ministerio sacerdotal por el Patriarca-Obispo de Madrid-, y en definitiva al Arzobispo Dr. Marcelo González Martín.

    Repetimos que el “cisma” funciona, con todas las implicaciones que solamente un canonista podría deducir a efectos incluso de validez de los Sacramentos que administran y de la Misa que celebran. No serán tan ingenuos que públicamente rompan con la jerarquía diocesana y nacional. De hecho, prescinden de las mismas y actúan contra ellas. Lo más grave es que eso se conoce y se tolera sin más. Ahí está, por ejemplo, la homilía que se pronunció el 11 de junio en la parroquia de San José Oriol, con un estilo grisáceo y típicamente nebuloso pero en que se difumina la figura de la Iglesia, convirtiéndola en una comunidad sin “superestructuras cada vez más alejadas de la gente”, que para el que no es tonto se entiende bien lo que significa.

    De ahí el desmayo, la desmoralización, el decaimiento de la fe en Barcelona, que ha sido entregada fríamente en el último trienio a aquéllos que, eclesiásticamente desde muy lejos, preparaban este desastre imprevisible con una autoridad eclesiástica que simplemente no hubiera sido conscientemente cómplice o inverosímilmente ciega para llegar hasta donde se han llegado. (…)

    Jaime Tarragó



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  3. #23
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    Re: Subversión antirreligiosa y antifranquista de curas catalanes en el postconcilio

    Sobre cescandalosos ambios en moralidad; disparates de periodistas, del escritor Gironella, etc.



    Revista FUERZA NUEVA, nº 141, 20-Sep-1969

    La Iglesia, el Estado y la moralidad

    Un grupo de matrimonios amigos, con nuestras mujeres e hijos, hemos aprovechado unos días del mes de septiembre para recorrer con nuestros modestos “600” gran parte de la Costa Brava para terminar la excursión en Manresa y Montserrat. También, de paso, hemos estado en Horta de Avinyó. Nuestras hijas tenían interés de que visitáramos la tumba de Josefina Villaseca, actualmente inhumada en la sencilla iglesia parroquial, la joven víctima de su integridad y pureza, por cuya causa fue asesinada allá por el año 1952.

    La ejemplaridad de esta niña nos ha recordado que el actual obispo de Vich, en 23 de agosto de 1954, publicaba una exhortación sobre la conducta cristiana en las costumbres públicas. Hablaba allí de que para él “existen las espinas de aquellos que hacen caso omiso de la moral cristiana y se lanzan frenéticamente a las locas costumbres introducidas por el diablo y sus cómplices. Tales espinas son muy dolorosas y no nos dejan vivir en paz. Y tampoco nos dejarían morir en paz si no habláramos con toda la energía de nuestra alma, a fin de que nadie pueda justificar sus errores, ni con nuestro silencio ni con nuestra suavidad… La moral es la misma. Y Nos proclamamos con energía que tampoco cedemos y que no admitimos como buena ninguna de las claudicaciones que se han introducido. La moral no la han hecho los fieles ni Nos mismo: es cosa de Dios. Él juzgará a todos y dará cada uno su merecido”.

    Por aquellos tiempos, en Vich había una eclesiástico, que bajo el sinónimo de “Darío” publicaba libros como “¿Bailamos o no bailamos?” y “Cine”, que hoy (1969), enrojecerían de indignación a cualquier “moralista” a lo Jorge Llimona, que impunemente desconoce y niega que “la moral es la misma”, como decía el Dr. Masnou en 1954. Hoy, en la diócesis de Vich, en vez de aquellos libros candorosos e impolutos, sin que claven espinas en la conciencia de ningún responsable, se publican los libros de Mosén José Dalmau, contra toda norma de Derecho Canónico, en flagrante contradicción con la doctrina de la Iglesia y continuando su ministerio al frente de una parroquia de la diócesis vicense.

    Pero nosotros continuamos creyendo en lo que afirmaba el Obispo de Vich en 1954. Además, estamos seguros de que el hundimiento de la moralidad pública tiene una trascendencia no sólo religiosa, sino familiar social y política. El P. Semard, en “L’Humanité”, del 8 de noviembre de 1924, afirmaba: “Los comunistas desean que la mujer se libere lo más pronto posible de su hogar, que no se produzca en ella la maternidad más que de una forma consciente y razonada”. Esta frase tiene un extraño parecido con lo de la “paternidad responsable”, ¿no les parece?

    En el Congreso Masónico Feminista de 1900 se dijo: “Nos hace falta la coeducación de los sexos. Queremos la unión libre en el amor joven y sano. El matrimonio podrá ser suprimido sin inconveniente. Libertad absoluta de aborto…” Algunos de estos conceptos coinciden con frases del Padre Jorge Llimona, sólo con el desfase de que en aquellos tiempos no se conocían las píldoras anticonceptivas…

    Sea como sea, entendemos que la corrupción moral de la niñez, de la juventud masculina y femenina, de los matrimonios, de los conceptos básicos de la vida moral, representa uno de los peligros más característicos para deshonrar una Nación y encenegarla definitivamente. Como que entendemos que en esta materia ante el silencio de unos que tienen obligación grave de hablar, y la tolerancia de otros, el desbordamiento ya sobrepasa los límites permisibles, lógicamente hay que apuntar como máximos responsables del desbarajuste moral y del confusionismo doctrinal que estamos padeciendo a los pseudointelectuales, que muy elegantemente propinan la más viscosa inmoralidad en el terreno ideológico y en la desorientación de la opinión pública. Ni la Iglesia ni el Estado pueden cruzarse de brazos ante estos problemas que afectan a la misma vida moral de las familias y de la sociedad entera.

    Por ejemplo, José María Gironella

    A la labor disolvente de muchas páginas de su novelística, ha sobrevenido la escalada de ataques descarados a la misma esencia de la Iglesia y a la vida moral. Así, por ejemplo, en “La Vanguardia” del 9 de febrero de este año, Gironella se permitía discutir lo indiscutible del depósito sagrado de la fe, acusando a la Iglesia como obstáculo para el ecumenismo. Estas son sus palabras: “Existe un obstáculo insuperable: los dogmas. ¿Qué hacer? La Iglesia católica no parece dispuesta a renunciar a ninguno de ellos, ni siquiera al de la infalibilidad pontificia, que, por cierto, no fue definido ¡hasta 1870!; partiendo de esta base, cualquier especulación es vana y los esfuerzos de los teólogos se estrellaran contra un muro. Y se estrellará contra un muro el deseo latente de los pueblos de sentirse todos, en la mente y en la práctica, hijos de un mismo Padre”.

    Después de un sarcasmo tan intolerable como este, la Oficina de Prensa del Arzobispado de Barcelona no ha dicho esta boca es mía. Claro, no se trataba de prohibir con procedimientos totalitarios una misa en desagravio por la defenestración sacrílega de un crucifijo, ni siquiera de prohibir una conferencia religiosa de Blas Piñar. Por lo visto, atacar los dogmas de la Iglesia por parte de la autoridad eclesiástica de Barcelona se puede hacer impunemente sin que se produzca el más mínimo resuello de desautorización eclesiástica.

    Gironella ha continuado su magisterio. Ahora su cátedra es el “pódium” de una “boite”, entre minifalderas y música “pop”. Un resumen del contenido de las lecciones de Gironella lo resumía “Tele-Exprés”, del 24 de marzo. He ahí la suculenta ensalada, mezcla de las mayores aberraciones que Gironella ofreció a su público: “No debemos engañarnos. Los jóvenes, sin darse cuenta, también han celebrado su concilio, con la diferencia de que ellos no sólo revisan la liturgia, el índice de libros prohibidos, el catecismo, la necesidad de acercamiento de las Iglesias y demás, sino que analizan, incluso, los dogmas; es decir, lo que para nosotros era dogmático”.

    Y añade este ejemplo: “La camaradería creciente entre los dos sexos, su indiscriminación -en la indumentaria, en las cabelleras, en el léxico, en la gesticulación, etc., no es más que el signo externo de algo que la juventud presiente: que en un futuro más o menos lejano, se va a romper por la base el concepto de “pareja humana”. En efecto, cuando los hijos no nazcan en el vientre de la madre se trastocará radicalmente el milenario concepto de maternidad, de paternidad y, en consecuencia, el del amor y el de célula familiar”. (…)

    Sí, naturalmente, todo esto repugna a nuestra conciencia, que es fruto de una cultura atávica. Pero es un hecho irreversible. Nadie podrá impedir que los Severo Ochoa de turno prosigan en sus laboratorios y que, con sus descubrimientos, cambien no sólo el rumbo de la historia, sino el concepto de humanismo y que influyan sobre la intimidad del cerebro del hombre. Ahí están, por ejemplo, los microelectrodos… Influirán casi a placer sobre la conducta, sobre los centros de agresividad. ¿Puede alguien aquilatar la revolución que ha significado la televisión? Pues no es nada, comparado con lo que se acerca, y que revolucionará nuestra psique, nuestros reflejos. Ha nacido ya la reflexología. El mundo psicodélico forma parte de ella. ¿Para bien? ¿Para mal? Que juzguen los moralistas; pero también a ellos les aplicarán microelectrodos o, según qué enfermedad contraigan, los hibernarán”.

    El avisador lector deducirá lo que estas doctrinas siembran entre nuestra juventud. Y no es el menor de los bienes de una nación su fe y su moral. La Iglesia tiene sus pastores con obligación de vigilar y custodiar tesoros tan sagrados. Pero también un Estado católico, cuya inspiración arranca y se asienta sobre la Ley de Principios Fundamentales tiene obligaciones en este sentido. Más grave que el gamberrismo y la pornografía grosera es la propaganda de principios disolventes que lógicamente conducen a los mismos.

    El actual señor obispo de Gerona, en su exhortación pastoral del 10 de agosto de 1968, glosando la “Humanae vitae”, consigna: “El camino a seguir, en la moralización de las relaciones entre el hombre y la mujer, aparece abierto a un trabajo largo y difícil; pero no imposible. En su realización deben colaborar todos los hombres de buena voluntad; pero una parte importante corresponde a las autoridades públicas. A ellas tocas salvaguardar la honestidad de las costumbres y crear un clima favorable a la castidad. Cualquier forma de pornografía y cualesquiera espectáculos licenciosos deben encontrar una repulsa decidida de todas las personas conscientes; pero, sobre todo, de aquellas autoridades civiles que, por sus convicciones católicas, tienen el grave deber de velar por la verdadera consecución de un auténtico bien común”.

    Nos han confortado enormemente las palabras de la ilustre Dr. Jubany. Cuando tantos sacerdotes, con sus teorías y declaraciones públicas, desmontan los principios y la práctica de la castidad, resulta un reconocimiento muy honroso para el Estado encargarle de la honestidad de las costumbres y de un clima favorable a tan fundamental virtud. No menos ensancha el pecho a la esperanza la práctica aceptación de que existen autoridades civiles con convicciones católicas.

    Cuando el propio obispo de Gerona, en la revista “Vida Católica” y en “El Correo Catalán” ha reivindicado el nombramiento de los obispos unilateralmente, y sin que se comprenda la utilidad de evidenciar posibles fallos de artículos concordatarios, que en todo caso exigen un replanteamiento global de las relaciones entre Iglesia y Estado en sus supremos niveles y no a través de la vía estrecha de sensacionalismos periodísticos locales, y los fieles católicos sufren el doloroso experimento de que se les mutilan ancestrales y venerables tradiciones religiosas, como procesiones, desatenciones a las autoridades civiles, e insultos gravemente injuriosos al Ejército desde la “Hoja Parroquial” (9-I-1966), del Obispado de Gerona, alegra que ahora se confíe en la eficacia de la gestión pública en orden a la moralidad.

    Máxime, cuando antiguos dirigentes de Acción Católica de Barcelona, como Juan Francisco López Castro, en “La Vanguardia”, del 13 de septiembre de 1968, opinando sobre la encíclica “Humanae vitae”, manifiesta con una lamentable amnesia de lo que obliga el sexto mandamiento del Decálogo: “Diez laboratorios españoles han presupuestado una producción de 40 millones de unidades (píldoras anovulatorias) para 1968”. Claro, además, que no son todas para regular la natalidad, sino en buena parte para facilitar lo que ahora se llama “relaciones interpersonales” de los jóvenes y que antes de los viejos catecismos se definía con palabras tan atroces como fornicación.

    A la sombra y en la presencia de la tumba de Josefina Vilaseca nos propusimos levantar este clamor por nuestra dignidad personal y nacional. Repetimos lo que decía el obispo de Vich, Dr. Masnou, en 1954: “Nos hemos convencido de que va en auge el número de los que establecen la vivisección de su vida moral, creando compartimentos en su conciencia, uno para Dios y los actos religiosos y otros para las supuestas exigencias humanas, en las que Dios, gracias a las enseñanzas del liberalismo teórico o práctico, nada tiene que hacer… Los pecados se cometerán; pero el pecado de silenciar, tomar postura cómoda, ceder en principios ante el descaro y agobio de los demás, no lo cometerá la Iglesia”.

    Así nos lo decían en 1954. Y como “la moral es la misma” y “la Iglesia no cambia ni cede”, como afirmaba entonces el mismo prelado, nos ha parecido oportuno recordarlo, huérfanos de otras voces más autorizadas, en esta hora.

    Porque España, ni religiosamente ni políticamente, puede ni debe vivir en el estercolero de la “dolce vita”.

    Jaime TARRAGÓ

    Última edición por ALACRAN; 31/01/2025 a las 13:36
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    "De doña Elisa Lamas a Casimiro Martí"


    Revista FUERZA NUEVA, nº142, 27-Sep-1969

    DE DOÑA ELISA LAMAS A CASIMIRO MARTÍ

    Quizás el lector no sepa exactamente quién es doña Elisa Lamas. Exactamente, bajo este seudónimo se oculta la personalidad de doña María Elisa Maseda de Jiménez de Parga, esposa del conocido profesor barcelonés don Manuel Jiménez de Parga. En realidad, el nombre literario de doña Elisa Lamas poco ha sonado. Pero ahora se ha cumplido el aniversario en que doña Elisa Lamas, desde “La Vanguardia”, del 28 de agosto de 1968, publicó unas declaraciones que produjeron en Barcelona el impacto de un chirrido malsonante, singularmente por tratarse de una mujer española, y por el tono de desafío y de irreverencia contra Pablo VI y su encíclica “Humanae vitae”.

    Doña Elisa Lamas no se paró en barras en sus ataques graves y directos contra las enseñanzas definitivas del Papa. Empezó por negarle incluso el carácter de enseñanza autorizada para toda la Iglesia a la encíclica citada, como manifiestamente expresa Pablo VI. Estas son las palabras exactas doña Elisa Lamas:

    En mi opinión, el momento de que el Papa haga declaraciones personales en asuntos de tanta trascendencia, ha pasado. El Concilio Vaticano II ha supuesto una nueva etapa en la vida de la Iglesia Católica, una etapa de más madurez, en la que los católicos debemos sentirnos una comunidad, el Pueblo de Dios, una vez superadas las circunstancias históricas que nos hicieron perder esa perspectiva grandiosa. Ya no existe un conjunto de seglares ignorantes en su casi totalidad por un lado, y un cuerpo de clérigos preparados con estudios especiales para dirigirlo, por otro, como fue el caso después de la conversión masiva del Imperio Romano primero, la de los pueblos germánicos después, y de la Contrarreforma. Se ha repetido mucho estos días que una encíclica no es en sí enseñanza infalible, aunque puede contener doctrina infalible. La “Humanae vitae” no incluye ninguna enseñanza de este tipo. El Papa puede muy bien reformarla si llega a la conclusión de que los supuestos científicos en que se apoya no son exactos, y las consecuencias que de ellos extraen tampoco son, por lo tanto, exactas”.

    No solamente doña Elisa Lamas se mete en el fondo de los juicios teológicos sobre la infalibilidad de la encíclica, sino que con evidente ligereza se permite lanzar a la opinión pública los más graves juicios temerarios sobre la conciencia de las familias católicas, hasta una postura de caricatura realmente risible. Doña Elisa Lamas considera que la encíclica “Humanae vitae” ha sido un chaparrón para los católicos. Ella misma nos lo dirá:

    Confusión y tristeza entre los católicos practicantes. Compasión teñida de condescendencia entre los no practicantes, los cristianos de otras Iglesias y los indiferentes. Les damos lástima. Debo añadir que ni uno sólo de los matrimonios católicos con quienes he hablado considera que está obligado a adoptar como regla de conducta práctica las normas dadas en la encíclica. Algunos piensan, apoyándose en el párrafo 15, buscarse una posibilidad de utilizar las progesteronas como medio de fijar los periodos agenéticos para dar así al método Ogino una base de seguridad de que carece por sí solo. Nadie hasta ahora me ha dicho que considere un deber de conciencia dar su opinión. Esto, para mí, es gravísimo”. (…)
    En cuanto a la vida de la Iglesia, es difícil hacer pronósticos. ¿Peligro de cisma? No creo. ¿Peligro de que baje la vida de oración y sacramentos? Lo temo muchísimo. Los matrimonios que no encuentran solución afectiva a su caso, se apartarán de la práctica religiosa. Por todo ello, yo me quedo tranquila, hablando con claridad. Debemos evitar entre todos un nuevo caso Galileo. (…) Entonces se leyó mal la Biblia. Con todo mi corazón pido a S. S. Pablo VI que no leamos hoy mal la naturaleza humana”.

    Al recordar estas declaraciones queremos indicar y suponemos que en su día la Secretaría de Estado de la Santa Sede y el Nuncio de Su Santidad presentarían una protesta diplomática, por publicarse unos juicios ofensivos totalmente a las enseñanzas pontificias y al propio Pablo VI, al ser discutido en forma tan inconsistente, desde las páginas del primer rotativo de Barcelona. También es de suponer que la Administración, a través de su órgano competente, abriría el correspondiente expediente, pues la negación de la autoridad doctrinal del Papa es incompatible con nuestras Leyes Fundamentales. Una cosa es subrayar unas diferencias con afirmaciones pontificias sobre asuntos marginales al magisterio propio y exclusivo de Sumo Pontífice, y otra, de suma gravedad, vilipendiar, escarnecer y tocar a rebato de pública insubordinación contra un documento de la mayor autoridad sobre moral. Pensamos que especialmente la Santa Sede no tiene dos pesas, según se trate de católicos de determinadas tendencias… (…)


    Los comentarios de un “morfólogo”

    Desde el 23 de octubre del pasado año (1968) es motivo de escándalo y subversión el conflicto de la parroquia del Isolotto (Florencia, Italia) y los seguidores de don Mazzi. Todos sabemos cómo el cardenal arzobispo de Florencia, monseñor Florit, la Conferencia Episcopal Italiana y el propio Pablo VI, directa o indirectamente han condenado la actitud de la “comunidad” de Isolotto.

    Pues bien, en “El Correo Catalán”del pasado 30 de agosto (1969), con aparente mesura de estilo pero sin una palabra de desaprobación a la estúpida rebeldía, Casimiro Martí, el firmante del documento a los Padres Conciliares contra la Jerarquía Eclesiástica de España y el Estado español, se permite presentar unos comentarios parcialísimamente favorables a los protagonistas de Isolotto. Casimiro Martí, en su escrito “De una morfología clerical a una morfología comunitaria” no duda en señalar y denunciar el “enorme peso de inercia (que) se opone muchas veces a que ese paso adelante se practique en la Iglesia… Es de desear que el futuro, con el esfuerzo de todos, abra las puertas a una mejor esperanza, para la cual el último gesto del cardenal Florít parece ofrecer un fundamento”.

    Para Casimiro Martí, nada tiene que reprocharse a los rebeldes.Toda la acusación de su escrito se dirige a discutir la misma naturaleza de la constitución de la Iglesia, pues se atreve a afirmar: “El caso del Isolotto es uno entre los mil casos en los que el perdedor es el que asume la tarea de la renovación”. ¿Qué les parece? No importa que un escritor progresista como Mario Gozzini diga que “los límites, los excesos, las ingenuidades de la “comunidad” del Isolotto son evidentes”. Que Giorgio la Pira haya recordado a Don Mazzi que “allí donde está Pedro y el Obispo allí está la Iglesia” (…)

    Esto, que los comentaristas han reflejado por doquier, no ha tenido en “El Correo Catalán”de Barcelona, en la pluma de su redactor religioso Casimiro Martí, un mínimo comentario de seriedad objetiva. Se ha presentado bajo un prisma de justificación que se trasluce en todo el escrito. Esto es grave. Porque se trata de“El Correo Catalán”. ¿Qué dice a ello el “Fomento de Prensa Tradicionalista S. A.”? Todavía la gravedad se tiñe de más dramatismo y compromiso si se considera que Casimiro Martí es profesor de la Facultad Teológica de Barcelona y muchas otras prebendas de indudable influencia. ¿No tiene la Oficina de Prensa del Arzobispado de Barcelona obligación de puntualizar la información unilateral con que se desvía a la opinión pública de Barcelona ante un caso tan desgraciado como el del Isolotto?


    El “Isolotto” de Tarrasa


    Si la “morfología comunitaria” de Casimiro Martí fuera verdad –“el caso del Isolotto es uno entre los mil casos en los que el perdedor es el que asume la tarea de la renovación”-, los incidentes, las pancartas, las arengas, las interrupciones a la misa, los encierros, las posturas de resistencia, los enfrentamientos, los escritos subversivos de los “grupos de cristianos de la parroquia”, los abandonos del templo que se vienen sucediendo en la iglesia de San Cristóbal, de Tarrasa, oponiéndose al nombramiento del Rvdo. Llauradó como párroco de aquella feligresía, tendrían su más plena justificación. A doctrinas como la aludida y a actuaciones, en aquella parroquia en particular, de agitadores muy conocidos y con públicas bulas de tolerancias inexplicables, hay que atribuir que tales hechos se puedan repetir y multiplicar indefinidamente.

    En fin, en Barcelona, desde las declaraciones de doña Elisa Lamas al escrito de Casimiro Martí hay disparos del mayor calibre contra el Papa y el carácter de la Iglesia. Lo de la parroquia de San Cristóbal, de Tarrasa, es una mera anécdota, cuando se tienen tragaderas para dejar impunes tales declaraciones y permitir que se ocupen cátedras de la Facultad Teológica y desempeñen la misión de informadores religiosos conocidos detractores de la jerarquía eclesiástica y del Estado español como Casimiro Martí. Desde luego, hay materia de sobra para picar pleitos, a los que tan aficionado parece ser el profesor Manuel Jiménez de Parga.


    Pero nosotros ventilaríamos el asunto desde otro ángulo más eficiente. ¿Qué hace y que dice el Vicario Episcopal para la vida y ministerio de los sacerdotes, don Juan Batlles, otro de los firmantes de escritos contra los obispos de España y la autoridad civil, que no desautoriza hechos como los de San Cristóbal, de Tarrasa, y, lo que es primordial, no descalifica la presentación del caso del Isolotto en forma tan irregular?

    Desde luego, para estas faenas necesitaríamos maestros en la doma de reses bravas, como yo vi en la inmensa sabana de las llanuras argentinas. Hay problemas que solamente quienes saben manejar las bridas y no tienen miedo al vértigo, con sangre fría para saber que, en definitiva, dominarán a la bestia, se pueden resolver. Los problemas de autoridad provienen de la falta de autoridad. Cuando se ataca el Papa y se ensalza al Isolotto, con las reproducciones a lo San Cristóbal, de Tarrasa, se demuestra que ha fracasado un sistema de gobierno y unos nombramientos evidentemente equivocados y nefastos, en favor de aquellos que en sus actuaciones se distinguieron por ser cabecillas de demagogia estampando sus firmas en un documento subversivo en grado máximo.

    Jaime TARRAGÓ

    Última edición por ALACRAN; 17/02/2025 a las 13:04
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    Re: Subversión antirreligiosa y antifranquista de curas catalanes en el postconcilio

    Temas variados...


    Revista
    QUÉ PASA, nº 150, 12-Nov-1966

    Los discípulos del pope Gapón siguen ejercitándose en la archidiócesis barcelonesa

    Toda la prensa española, más o menos, informó oportunamente de la manifestación pública, no autorizada, que tuvo efecto en Tarrasa el pasado domingo día 6 (Nov. 1966). Unas trescientas personas formaban la manifestación, que tenía por móvil pedir la libertad del obrero de la localidad Juan Martínez Martínez, que se halla detenido a resultas del sumario instruido por los delitos contra la seguridad del Estado que se perpetraron el día 26 de octubre al ser tomada la Universidad de Barcelona por personas ajenas a la misma y dedicar su recinto a la celebración de una asamblea popular de claros propósitos revolucionarios.

    A la cabeza de la manifestación ilegal de Tarrasa iban cuatro clérigos, a saber: don Juan Roses Grau, vicario de la Parroquia de San Lorenzo; don José María Bastida Canals, vicario de la Parroquia de San Pedro; don Agustín Romero, vicario de la Parroquia de San Cristóbal, y don Arsenio Fernández Díaz, coadjutor de la Parroquia de Las Arenas; cuatro de Tarrasa. Tres de los citados clérigos manifestantes se ataviaban de seglares; sólo don Juan Roses Grau vestía «clerchi» con alzacuello.

    ¡Quién iba a decirnos en España que el sacerdocio político-social a lo Pope Gapon ruso de 1905 iba a proliferar en tan arriscado y contumaz discipulado como ese que viene manifestándose en la archidiócesis barcelonesa!


    ***
    ES URGENTE DELIMITAR LA RELIGION Y LA POLITICA

    Todos recordamos la reunión clandestina, sin permiso de la autoridad del Prelado ni el permiso legal de la autoridad gubernativa, con muchas señoritas y estudiantes que, al margen de las actividades religiosas en que se basa el Derecho Canónico y el vigente Concordato entre España y la Santa Sede, con fines puramente políticos e izquierdistas, que tuvo lugar en el Convento de los PP. Capuchinos de Barcelona. Asimismo, está viva en España la repulsa colectiva contra la manifestación política de los sacerdotes en la Vía Layetana, de Barcelona, acompañados de corresponsales extranjeros convocados previamente, condenada públicamente por el Cardenal Quiroga Palacios, Presidente de la Conferencia Episcopal Española y el Comité Ejecutivo de la misma.

    Que el instinto popular no se equivocó sobre de dónde salían las inspiraciones secretas de estos complots impropios de todo ciudadano digno y normal nos lo viene a demostrar la declaración del Partido Comunista español en el exilio, publicado en el mes de junio de este año (1966), avalando estas agitaciones y patrocinándolas como cosa propia con estas palabras que copiamos textualmente: «Los monjes capuchinos de Sarriá y los sacerdotes que se manifestaron en Barcelona reflejan el estado de ánimo de vastos sectores católicos que quieren luchar con el pueblo que carece de libertad. Sin embargo, la alta jerarquía de la Iglesia va por detrás del sentimiento general de los católicos y de las resoluciones conciliares».

    Esta afirmación del Partido Comunista, hecha públicamente, demuestra la tenebrosa complicidad de la reunión de los Padres Capuchinos, de la manifestación denigrante de los sacerdotes capitaneados por Mosén José Dalmáu y el fondo exacto de los puntos que presentaban —y continúan subterráneamente— en el documento de la «Operación Moisés». Ahondar la división entre sacerdotes y Obispos, partir la Iglesia por la mitad, fomentar la lucha interna en el seno de la Iglesia, es lo que respira la consigna del Partido Comunista de España y lo que en las actividades señaladas se ha logrado y se quiere más y más profundizar y exacerbar.


    ***

    WIFREDO ESPINA, EN «EL CORREO CATALAN», TENDENCIOSO

    Wifredo Espina ha dicho en «El Correo Catalán» que existe escasa confianza con respecto a la fuerza decisiva de los sindicatos en nuestra sociedad. No acabamos de entender una serie de tópicos cuando se habla de sindicalismo. A nuestros sindicatos se les quiere negar representatividad.

    Es curioso que cuando la CNT, la FAI y la UGT, nunca la prensa católica en general, había planteado este problema. Nunca, que sepamos, «Informations Catholiques Internationales» ni «Temoignage Chretien» han debatido la autenticidad de la CGT francesa ni ningún otro sindicato en otras épocas. El escritor francés Lucien Rioux, en su libro «Oú en est le syndicalisme» comenta que «de doce millones de asalariados, el sindicalismo francés agrupa dos millones o dos y medio de afiliados». Esto sucede, con variantes, en los Estados Unidos de Norteamérica, Italia y Alemania Occidental.

    ¿Por qué no se denuncia la contradicción de que estas «minorías» sindicales impongan huelgas generales, de correos, de transportes? ¿Qué gato encerrado hay en este silencio de comentaristas como Wifredo Espina?

    Decir que nuestros obreros tienen un interés más bien moderado por las elecciones sindicales no es decir nada. En conjunto, el número de obreros verdaderamente interesados, deseosos de un sindicalismo realista, es un hecho que se puede constatar. Son muchos los militantes de la JOC y de la HOAC, o de los que últimamente eran llamados «comisiones obreras», fuertemente coaligados ellos entre sí, que intervienen con gran sentido de eficacia. Decir que hay postulados de justicia social para alcanzar esto es normal en todos, los países y, por también en el nuestro.

    Lo que nos sorprende es que «El Correo Catalán» no propugne la doctrina social tradicionalista como le correspondería. ¿O es que Wifredo Espina aspira a que «L’Espoir» también le elogie como a Casimiro Martí y José Bigordá?

    —A. R. S.



    Última edición por ALACRAN; Hace 4 semanas a las 11:05
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

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    Re: Subversión antirreligiosa y antifranquista de curas catalanes en el postconcilio

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    "Radiografías de un “Boletín”, de una encuesta y de un libro"



    Revista
    FUERZA NUEVA, nº 144, 11-Oct-1969

    RADIOGRAFÍAS DE UN “BOLETÍN”, DE UNA ENCUESTA Y DE UN LIBRO

    Lo peor que puede suceder a una nación católica es el resquebrajamiento y corrupción de los órdenes religiosos, de los valores morales y de los mecanismos de la propia autoridad de la Iglesia que deben velar por la pureza de la fe y el mantenimiento de la ética social según las normas de la doctrina católica. Que nuestro periodismo, de por sí vocacionado a ventilar los problemas de la res pública, en su conjunto actual de la economía, de lo social, de lo internacional, actualmente deba dedicar buena parte de su carga polémica a plantear la tragedia que significa la desmembración de aquellos principios que han informado nuestro ethos nacional, por culpa de una sistemática actuación de religiosos y eclesiásticos que influyen en un malestar creciente en conciencias, familias, y la misma convivencia social, no es un intrusismo de unos seglares que pretendamos dictar normas a la Jerarquía ni enjuiciar la propia vida interna de la Iglesia. Es un deber que como católicos, como políticos y como padres de familia tenemos ante una amenaza que nos proviene de algo descaradamente anormal, que se ha convertido en enemigo, cuando en realidad la verdadera fe católica es toda la razón de nuestra propia vida y de los conceptos del entramado moral de nuestra historia presente y futura. Tres ejemplos demostrarán cómo, desde el mismo campo religioso se amenaza a nuestras convicciones católicas con todas sus implicaciones privadas y públicas.


    El “Boletín” del provincial padre Enrique Rifá, S. J.

    A la Compañía de Jesús de Cataluña ya no le bastan las hazañas del padre Juan Gobernet, escandalizando en Lérida y amparado y patrocinado por una carta inverosímil del padre Rifá. Tampoco le calman las conferencias en sus locales de Joaquín Ruiz-Giménez, Enrique Miret Magdalena, del ex cura Luis Evely, uno de los gerifaltes internacionales de los llamados “grupos proféticos”. Tampoco se satisfacen con los jesuitas Comas, Muntané y Velasco, que “gallardamente” se presentaron como acusadores ante el Tribunal de Orden Público contra unos jóvenes congregantes casi imberbes, por un asunto de materia estrictamente religiosa. Tampoco bastan “glorias” como las actuaciones de un padre García Nieto y los desenlaces a lo Enterría…

    Era necesaria la publicación del “Butlletí Assamblea Tarraconense”, cuyo número primero nos acaba de entregar un padre jesuita de Lérida. En primer lugar, sorprende y nos parece de difícil concordancia con la tradición y las propias Constituciones de la Compañía de Jesús, la organización de una asamblea. Aunque sea consultiva. Durante muchos años, la Compañía de Jesús ha funcionado sin asambleas, y, por cierto, bastante mejor que con las luces que proyecta actualmente el fracasadísimo provincialato del padre Rifá, a juzgar por las afirmaciones que pone a la consideración de los asambleístas, muchas de ellas imposibles de conectar con la propia fe católica y el sentir cristiano, que hasta ahora había sido nota específica de aquéllos que, a lo menos en una selección de sus miembros, hacen voto de obediencia a la Santa Sede, por cuya causa disolvió la Compañía de Jesús en España la II República, restablecida la primera por el Generalísimo Franco. Detalle que no se debe olvidar.

    En este “Boletín”, en su página tercera, se publica este punto de partida, sometido a la reflexión de los 1.422 jesuitas de la Provincia Tarraconense. Fíjese bien el lector en la preguntita que ofrece el padre Enrique Rifá a sus subordinados. Tomen nota de ella la Conferencia Episcopal Española, el Nuncio monseñor Dadaglio y la Secretaría de Estado de Su Santidad, a la que rogamos transmita a pablo VI este “estado de la cuestión” a lo padre Enrique Rifá. La pregunta literalmente dice así: “¿QUÉ SIGNIFICA EN LA PRÁCTICA LA DISPONIBILIDAD A LA IGLESIA JERÁRQUICA EN UN PAÍS DONDE MUCHA GENTE DUDA QUE LOS OBISPOS REPRESENTEN AL PUEBLO DE DIOS?” La herejía es notoria. Que esto se publique en un “Boletín” oficial de la Compañía de Jesús traspasa todas las fronteras del asombro. (…)

    A la incalificable afirmación digna de “La Traca” en sus groserías, de “Heraldo de Madrid” en su sectarismo resabiado o de las elegancias masónicas de algunos colaboradores de “El Sol”, se añaden en el “Boletín” del padre Rifá estas otras afirmaciones: “LA IGLESIA ESPAÑOLA SE DEBE LIBERAR DE UN MAL PLANTEAMIENTO DE BASE: LA SUPUESTA UNANIMIDAD CRISTIANA DE LOS CIUDADANOS”. Exactamente todo al revés de lo que el Legado Pontificio Cardenal dell’Acqua decía solemnemente el pasado 24 de septiembre en Vitoria: “Mi saludo, lleno de los mejores deseos, al dilecto pueblo español, orgulloso de pertenecer a la Iglesia Católica y filialmente cercano al Papa… Los católicos españoles han de sentirse muy investidos de una gran misión: la de dar a conocer, la de hacer amar cada día más, sin complejos de inferioridad, con alegría interior y constructiva la Iglesia, la cual los considera con razón como a hijos predilectos”. Al día siguiente, como si replicara directamente al padre Rifá, el Cardenal Primado decía solemnemente con motivo de prestar su juramento como Consejero de Estado: “No solamente España es un Estado de Derecho plenamente, es un Estado también confesional que está integrado por una inmensa mayoría, casi absoluta, de católicos”. (…)

    Esta línea de cristianismo en nuestros gobernantes ha tenido fecunda continuidad, y en nombre del propio Pablo VI la manifestó en su homilía el Legado Pontificio Cardenal dell’Acqua: “Al Excelentísimo Jefe de Estado, a todas lo respetables autoridades, mi deferente saludo… Es un día de confianza y esperanza para las autoridades civiles, bien conscientes de lo que representa para el progreso ordenado y pacífico de la comunidad diocesana, una Iglesia nueva, es decir, un nuevo hogar donde se forja no sólo la educación religiosa sino también la formación cívica”.

    (…) ¿Cómo se explica, pues, que el Padre Provincial de la Compañía de Jesús en la Provincia Tarraconense envenene a sus jesuitas con teorías contradictorias con la fe en algunos aspectos y con la comunión con la Santa Sede y el Episcopado español en otros muchos? ¿Cómo se explica?


    Con censura del Arzobispado de Barcelona

    Varias veces hemos tenido que poner de relieve el contenido evidentemente confusionista y a nuestro juicio subversivo de la revista “Correspondencia”, publicada con licencia eclesiástica del Arzobispado de Barcelona. Recientemente, en el número del pasado agosto (1969), en la misma se incluye una “encuesta sobre el celibato”, presentada por el director de dicha publicación, Olegario Bellavista, que nos dicen que además de párroco de una iglesia de Cornellá. Las preguntas están formuladas así:
    “¿Eres partidario de un celibato tal como ha sido hasta ahora entre nosotros o preferirías, además de los sacerdotes célibes, sacerdotes casados? ¿Razones? Actualmente, si la Iglesia dejara en libertad a los sacerdotes para contraer matrimonio, ¿te casarías? ¿O te plantearías la posibilidad de tu matrimonio? ¿Eres partidario de que los sacerdotes que previa la dispensa de Roma se han casado, tuvieran la posibilidad -si ellos así lo solicitaran- de poder volver a ejercer su ministerio sacerdotal? ¿Razones?”.

    Estas vergonzosas y canallescas preguntas son las que, con permiso del Arzobispado de Barcelona, se ofrecen a los lectores de “Correspondencia”, autorizadas por el P. Serafín Alemany Esteve, del Oratorio de San Felipe Neri, cuya decadencia es visible en Barcelona. Pero el criterio del padre Serafín Alemany anda por unos caminos muy distintos y alejados de los de Pablo VI, que acaba de decir en su discurso del 17 del pasado septiembre:

    “Se ha puesto demasiado en discusión el celibato y se va debilitando demasiado la fuerza de la ascética cristiana y el carácter irreversible de los compromisos sacros contraídos ante Dios y ante la Iglesia. Y quizá se ha recurrido también demasiado a formas excesivas de publicidad de encuestas, de experiencias irregulares, de presiones en la opinión pública, para que pueda hallarse el camino justo de la renovación con sentido de responsabilidad y con acertada luz católica”.

    Por lo visto, ahora al padre Serafín Alemany, con su nuevo “hobby” de dedicarse a presentar pleitos de solidaridad para apoyar al digno esposo de doña María Elisa Maceda (Jiménez de Parga), la amazona de los ataques que todos conocemos contra la doctrina de la “Humanae vitae”, esta pornográfica encuesta le debe parecer apta para lactantes.

    He ahí otro capítulo por donde se amenaza seriamente la fe del pueblo español, ambientándole para un clero que pierde su celibato y el prestigio de su moralidad social.


    Un libro editado por la Abadía de Montserrat

    Para que nada falte en este carnaval de disparates, el pasado 8 de septiembre subimos a Montserrat, donde un sobrino mío hizo la primera comunión. Adquirí un libro titulado “Repensem la nostra fe”, editado oficialmente por dicha Abadía. En un día de fiesta y de excursión, poco tiempo se tiene para leer, máxime cuando se va acompañado de la esposa, de hijos, de sobrinos y otros familiares. Pero una circunstancial ojeada me hizo fijar en dos o tres capítulos, que estoy seguro son incompatibles con la doctrina de la Iglesia. Me fijé especialmente en el capítulo que ocupa las páginas 81-85 de dicho libro.

    No puede menos que, cuando por la tarde fui otra vez a la Basílica, dirigirme a un Padre benedictino de mediana edad, con el que coincidí. No le conozco ni me conoce. Pero, aparte en un altar lateral, le manifesté mi sorpresa por los conceptos aludidos. No supo más que contestarme así, como transcrito literalmente. “Mire señor, este capítulo es una de las hojas que semanalmente se han publicado, cuyo conjunto forman el libro que usted tiene. Este capítulo -páginas 81-85, cuando se publicó, fue oficialmente desaprobado y desautorizado por la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe. Me consta que nuestro reverendísimo Padre Abad recibió oficialmente el dictamen de dicha Comisión. Y que también se enteraron del mismo los obispos de Cataluña, particularmente el de Barcelona. Esta sola medida bastaría para que dicha hoja no se hubiera divulgado más y que ahora no se hubiera reproducido en este libro. Pero, fíjese bien -el Padre me cogió del libro y me mostró el “nihil obstat” que firma el P. Guido María Camps, O.S.B., y la autorización del obispo auxiliar de Barcelona, Dr. José Capmany, en fecha de 1 de abril de 1969-. La prohibición, si no recuerdo mal, se recibió allá por la primavera de 1968 -continúa el citado Padre benedictino-. Si el Padre Abad se permite burlar así un aviso tan serio y si el obispo auxiliar de Barcelona, Dr. Capmany, en su actuación, prácticamente prescinde y contraría a un organismo episcopal del cual él teóricamente depende y debe acatamiento y respeto, ¿qué quiere que yo le diga, que soy un pobre monje marginado y sin voz? Rece usted por nosotros”.

    Esta es la única explicación que recibí de algo que indica una anarquía eclesiástica sin precedentes.


    Palabras finales

    El Arzobispo de Barcelona, Dr. Marcelo González Martín, en el pontifical de la festividad de la Merced, dijo solemnemente que necesitamos “más teología y menos sociología; más fe y menos afanes reivindicativos; más amor de Dios para que haya más puro amor del prójimo, y no simplemente socializantes teorías que, con el pretexto de construir un mundo mejor, se olvidan de poner los cimientos (…)

    Estas palabras son espléndidas y dignas de aplauso. Pero el boletín del Padre Rifá, antes citado, es un enfrentamiento y una negación absoluta de las mismas, y se publica en la Archidiócesis de Barcelona. La revista “Correspondencia” está dirigida por un sacerdote barcelonés y se publica con licencia eclesiástica del mismísimo Arzobispado. El libro de Montserrat antes indicado, que incluye un texto prohibido por la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe, está avalado por la autorización del obispo auxiliar, Dr. Capmany. Si las palabras del Dr. Marcelo son tan acertadas, ¿cómo los hechos son tan contradictorios y escandalosos?

    Esto nos afecta como católicos doblados con la categoría intransferible de ciudadanos españoles. Desde un punto de vista político, ¿qué podemos fiar para la vida pública de nuestra nación con una Compañía de Jesús en la Provincia Tarraconense que desconoce el sentido auténtico de la Jerarquía, negándole la razón de su obediencia, con un clero perturbado con encuestas sexomaníacas, con una Abadía de Montserrat que deforma verdades esenciales del cristianismo, cuya divulgación prohíbe el más alto organismo eclesiástico del Episcopado en esta materia, pero que absurdamente autoriza el obispo auxiliar de Barcelona, que, según la leyenda, es “integrista” y “de derechas”, a pesar de que fue censor eclesiástico de la revista “El Ciervo”?

    Todo esto ocurre. No sabemos qué confianza ni qué medidas debe tomar el Estado español -que es católico, como acaba de proclamar de nuevo el Cardenal Primado, y los ciudadanos que somos padres de familia-, al sufrir esta contradicción cruel e inexplicable entre las palabras episcopales y los hechos que suceden bajo su inmediata jurisdicción. No sabemos hasta qué punto se puede cumplimentar y llevar a la realidad lo que dijo el cardenal Dell’Acqua, al hablarnos de que en los templos “se forja no sólo la educación religiosa sino también la formación cívica”. ¿Qué formación cívica se puede forjar con demagógico y herético “Boletín” del Padre Enrique Rifá, S.J., con la revista “Correspondencia”, planteando posibles futuros matrimonios de sacerdotes secularizados y con publicaciones de Montserrat en que se discuten y se trituran los mismos fundamentos de la más elemental educación religiosa? ¿Con qué pretexto se nos querrá cloroformizar ante estas incalificables deslealtades a la doctrina católica y al sentido español del catolicismo, pues, otra vez quedarán probablemente impunes?

    Jaime TARRAGÓ


    Última edición por ALACRAN; Hace 2 semanas a las 13:44
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