Revista FUERZA NUEVA, nº 539, 7-May-1977
Marxismo y cristianismo (y IV)
C. B. “Comunidades de Base”
No hace mucho, en junio de 1975, en el nº 442, la redacción de FUERZA NUEVA publicó un excelente informe sobre “Las Comunidades de Base. Subversión en la Iglesia”. En junio del 71, “Iglesia-Mundo” (nº 7) había publicado ya un importantísimo estudio, al que nos referimos constantemente, sobre el mismo tema, “Comunidades de Base y Nueva Iglesia” (B.N.I.) realizado por su Equipo para la Investigación de Cuestiones Actuales, que, ampliado con unos valiosos anexos, fue editado por la Acción Católica Española en 1971.
Debieran estos documentos relevarnos de tratar de las C. B. en esta serie de estudios de la subversión contra la Iglesia, pero el tiempo transcurrido y la conveniencia de presentar el enlace de las C. B. con las otras subversiones en una planificación total, me mueven a volver sobre el tema, rogando, dispensen las repeticiones.
Introducción informativa
Las “Comunidades de Base” o “Grupos Proféticos” o “Comunidades de Catecumenado” o “Cristianos Solidarios”, que principiaron a proliferar hacia 1967, suelen ser pequeños grupos aparentemente independientes y espontáneos, desligados de la jerarquía, pero a menudo insertados aun en la Iglesia -para poder mentalizar desde dentro-, cuyas estructuras rechazan, que se constituyen en germen de una Nueva Iglesia, o Iglesia del Pueblo, reinterpretada e inventada desde la base. “Preconizan una Iglesia secularizada, desacralizada, antropologizada, comprometida, reducida a pequeñas comunidades de seglares, sin clero, sin manifestaciones de poder, sin idealismos”. Vienen a ser, pues, unas células ácratas religiosas. La subversión suelen extenderla a toda la sociedad y a su organización política. Rechazan toda colaboración con los gobiernos de los países “capitalistas”, pero no con los socialistas. “Cristianos para el marxismo” han abierto nuevas perspectivas a las C. B., con las que enlazan. En las C. B. el compromiso político es fundamental.
Las C. B. son células de diez a treinta miembros, que no tienen que ser necesariamente católicos ni creyentes y que pueden ser marxistas, a menudo nacidas de la acción de un “profeta”, seglar o “laico ordenado”, caso, por ejemplo, de la Comunidad de Moratalaz y del sacerdote marxista P. Mariano Gamo, o a la sombra de una revista como “Temoignage Chretien” o “Frères du Monde”, que difunde su ideología y sus tácticas. A ser posible, incluyen un “liberado” que lleva el peso de la actividad de la célula. A veces se agrupan un centenar de comunidades, en lo que en Francia han llamado “concertaciones”, organización paralela a las diócesis.
IDO-C e “Informations Catholiques Internationales”, que con “Échanges et Dialogue” patrocinan y tutelan las C. B., a las que controlan, pronto se dieron cuenta de que, al acelerar su evolución ácrata, se les escapaban de las manos, e intentaron restablecer una estructura eclesial para frenarla. Aunque las C. B. recelan de toda atadura, no tardaron, pues, en aparecer “Conversaciones”, “Colectivos” y Asambleas, con una organización aparente y otra subterránea, donde está él IDO-C, con secretariados permanentes regionales, nacionales y mundiales a cargo de “liberados” y una Comisión Permanente nacional que asume la dirección política. En España, el Secretariado General y la redacción del Boletín radican en las inquieta Salamanca, donde ya están implantados “Concilium” del IDO-C, y “Sígueme”.
Ejemplos de una actividad
El enlace se efectúa a través de los responsables de grupo. La coordinación es muy importante, sobre todo en el plano internacional. Boletines a distintos niveles, a veces muy importantes, como el de la Semana de Teología C. B. de Deusto o las actas de la “Asamblea del Clero comprometido” de Valencia, difunden las tácticas y codifican los acuerdos. En la imposibilidad de extenderme sobre esta actividad de organización, remito a “C. B. N. I.” en sus anexos I y II.
Ejemplos de los resultados de esta coordinación de actividades son, en el plano español, la lucha para controlar los nombramientos de obispos auxiliares en 1969, en que se pretende sean elegidos por la base y no designados por la Santa Sede; la “Operación Concordato” en 1974, que vimos ya en la entrega segunda, pretensión de negociar directamente con el Estado español un Concordato revolucionario a espaldas de Roma; la “Operación Moisés” en 1966, contra la disciplina en la Iglesia, y el terreno mundial, cumplimentando y secundando las consignas del IDO-C, el intento de intervenir y doblar el Sínodo de Obispos en Roma, en 1971, con otro paralelo, o las maniobras para alentar una fantástica dimisión de S. S. Pablo VI, ataques todos a la Iglesia instituida y a su unidad y universalidad.
A la multitud de las C. B., hay que añadir numerosos movimientos y disidencias diferentes en su composición a aquéllas y entre sí, pero de parecida intención contestataria, desacralizadora, antieclesial; constituidas sobre todo por clérigos y religiosos que rechazan la disciplina y el celibato y pretenden la libre contestación, el compromiso político, la militancia marxista. Enlazan con las C. B., a las que a menudo pretende encuadrar. Todos estos movimientos, que integran a clérigos conocidos y hasta jerarquías que tienen aún un pie dentro de la Iglesia, contribuyen poderosamente a su erosión. Suelen tener mayor volumen de afiliados que las C. B., mayor organización y enlaces, superior nivel intelectual. Están orientados a menudo por IDO-C. y respaldados por numerosas revistas. Citaremos, por ejemplo, el movimiento “Échanges et Dialogue”, que encuadra más de mil sacerdotes activistas en Francia, con la consigna “tuer le clerc”, que controla la amplia “Asamblea Europea de Sacerdotes” (A. E. S.) y que enlazó con la “Asamblea Peninsular de Comunidades Cristianas” de Valencia, en 1969, como colabora con grupos similares en los cinco continentes, o bien la “Sociedad de Sacerdotes para un Ministerio libre” de la Federación Nacional de EE.UU., que agrupa a 35.000 sacerdotes de los 60.000 del país. Iglesia paralela: o “Frères du Monde”, que controla a muchas células C. B. en veinte países del Tercer Mundo. Es interesante saber que -sobre todo en Francia- muchos de estos movimientos aparecieron o se expansionaron con la explosión anárquica de los estudiantes libertarios de París, en mayo del 68.
“Échanges et Dialogue” y la A. E. S. organizaron, entre 1969 y 71, Asambleas de Sacerdotes Contestatarios en Coire, Roma, Milán, Ámsterdam y Namur, y en 1971, otra paralela al Sínodo de Obispos en el Vaticano, con la ayuda de IDO-C y la colaboración personal de González Ruiz, Congar, Rahner, etc., para proporcionar a los restantes movimientos, incluidos el español, bases doctrinales, directrices y consignas, y para impulsar y coordinar los movimientos nacionales de subversión religiosa.
En España
En España, la primera asamblea tuvo lugar en el inevitable Montserrat, en 1967, con mediano resultado debido a las intemperancias políticas del clero nacionalista catalán y vasco. Siguió luego la de Segovia, en 1968 y otras menores. Pero la más importante fue la “1ª Asamblea Peninsular de Comunidades Cristianas en Valencia en 1969, muy radical y con participaciones extranjeras. Siguió en el mismo año la Semana de Teología C. B. de Deusto, en Bilbao, importante bajo el punto de vista ideológico, con la participación de Girardi, Gomis, Llanos, Caffarena, Basilio de Rubí y el equipo de “Fe y Secularidad”, que ya encontramos en la Asamblea de C. P. S. en El Escorial. En 1970, se celebró otro concilio de “Teología de C. B.” en Segovia, en el que fue ponente el obispo monseñor Palenzuela, quien estuvo también con los cristianos marxistas de El Escorial en 1972. Esta presencia simultánea enlazando varios movimientos - C. B., C. P. S., IDO-C- se repite. Es el caso también de los PP. Montero, Dalmau, González Ruiz, Calderón, etc., indicio de planificación general.
En todo el mundo se han multiplicado las C. B. de un modo increíble, ha sido una verdadera explosión subversiva. En España, un boletín de información del Secretariado General, difícil de obtener, da cuenta del número y actividades de las C. B. Había ya, en 1970, Comunidades en medio centenar de diócesis, cuya relación puede verse en el artículo de FUERZA NUEVA arriba citado. En CIO (nº 220 de 12-VII-75), bajo el título “La otra Iglesia en Madrid”, se da la relación nominal de ochenta C. B. del centenar existente. En Cataluña son muy numerosas; se destacan por su actividad la C. B. del Besós-Maresma, con Jaime Cuspinera; la Comunidad de Can Anglada, en Tarrasa; la del Campo de la Bota, con Fco. Botey; la de Centelles con Jaime Rodry, etc.
A pesar del anticlericalismo de las C. B. y de su propósito de suprimir el clero, seminarios y conventos, están desempeñando un importante papel en ellas sacerdotes y religiosas “mentalizados”. Las C. B. intentan infiltrarse en parroquias, órdenes religiosas, movimientos apostólicos, de acuerdo con una técnica muy estudiada y minuciosa, típicamente marxista: lavado de cerebro y mentalización.
En una primera fase, siguen con un pie dentro de la Iglesia, para tranquilizar catecúmenos y jerarquías y para poder contaminar desde dentro, a veces con el beneplácito de la jerarquía que espera poder controlarlas. Es el caso, citado, de Madrid y así lo que sucede en Suramérica después de Medellín, con las Comunidades Eclesiales de Base, C. E, B., que pronto pasan de controladas a controladoras.
El compromiso político
En las C. B., sorprendentemente, se admite un pluralismo religioso -católicos, protestantes, agnósticos, ateos, marxistas- porque “es construyendo el mundo como se construye la Iglesia”, pero, en cambio, un único compromiso político, que es el aglutinante y no la fe, el marxismo, ya que éste, como sostienen también los cristianos para el socialismo, es la única política científica que ha de permitir construir el nuevo mundo. Por tanto, la colaboración con los marxistas debe buscarse, ya que se trata de construir juntos “algo nuevo”.
Para las C. B., la contestación de Iglesia y Sociedad es global, inseparable, es un combate único. La aceptación del compromiso revolucionario supone el aceptar la lucha de clases como método y motor, lucha que ha sido condenada por la Iglesia institucional, como ratificó en su día Juan XXIII. Se combate a la Iglesia porque rechaza el marxismo, ateo. Los males de la sociedad se achacan a la traición de la Iglesia al contenido político revolucionario del Evangelio; por lo tanto, hay que destruirla.
Como en el caso de PAX, como con los C. P. S., vemos cómo con la ayuda de unos endebles sofismas se infiltra como motor y meta el marxismo.
***
La ideología religiosa de las C. B., debido a su anarquismo fundamental, es variada y plural, aunque bajo la influencia oculta del IDO-C. y la de las Asambleas y Congresos tiende a unificarse.
En las C. B. toda la autoridad radica en la base, que reinventa la teología e interpreta libremente las Escrituras, prescindiendo de los “teólogos tecnócratas”, ya que el objetivo primero es la desclerificación, la secularización. La reforma de la moral compete también al seglar, no al clérigo. El Derecho Canónico no se reforma, se suprime.
La liturgia, el culto, quedan reducidos a casi nada o desaparecen. La Eucaristía, desacralizada, se celebra en un domicilio particular sin ornamentos, sentados alrededor de una mesa, después de cenar, con pan corriente y vino común. De los sacramentos, el bautismo de los niños se rechaza, porque coarta su libertad futura y porque crea diferencias, bautizados y no bautizados. La penitencia con confesión desaparece. El vínculo matrimonial queda roto con la desaparición del amor. Los votos religiosos son una nota anacrónica, sobre todo las monjas. Deshumanizan, cerrando a las realidades temporales. No hay distinción entre sacerdote y laico. Se puede aun admitir un sacerdocio a media jornada, aunque el final ha de ser la desaparición del clero, con la supresión de los seminarios, que son sustituidos por la Comunidad de Base, de los conventos, etc. Los sacerdotes y obispos eventuales son formados, elegidos por un tiempo limitado y cesados por la base. El clérigo de transición no ha de ser célibe y gozará de las libertades de trabajo, contestación, compromiso, político. Esto último es fundamental, se ha de solidarizar con la lucha popular.
Pero a lo que se ataca es a toda la Iglesia. Unas veces, sin justificarlo, se la declara constantiniana y corrompida; otras, que está deshumanizada y es alienante; otras, que está desfasada, que no responde a las exigencias del mundo moderno, secularizado y adulto. La crítica se hace con criterios socio-políticos, siguiendo el materialismo marxista. Método evidentemente inadecuado. De lo que se trata es de destruirla, no de reformarla. Sin embargo, a veces se propone convocar un nuevo Concilio, en el que hablarán los seglares.
La Iglesia no necesita templos. Debe desprenderse de todas sus instituciones docentes, de sus seminarios. La parroquia, alienante, será sustituida por una red de C. B.; se prescindirá de las obras que tutelaba: escuelas, patronatos, caridad, bibliotecas, que serán estatizadas. Como la instrucción ha de ser laica, las órdenes religiosas que se dedican a la enseñanza suprimirán toda alusión confesional. Las obras apostólicas, las misiones, sustituirán la acción evangelizadora, desfasada, por un compromiso temporal, revolucionario. Los cristianos deben abandonar toda acción política y social que implique la defensa de los principios cristianos, porque impide la hermandad con los demás hombres, especialmente con los marxistas. Es decir, exactamente lo que recomendaron Castro y el Che Guevara a los cristianos para el socialismo sudamericano.
Más allá de lo que creían muchos
Estas metas, las más extremas, claro, van más allá de lo que pretendía PAX y de las viejas aspiraciones masónicas. Ahora ya sabemos lo que quería insinuar La Pasionaria en el Círculo Grimau de La Habana, cuando decía que “las nuevas corrientes que han asomado entre los católicos franceses, totalmente divididos, pueden ser nuestra gran solución para España”. Estas metas están tomadas de las actas de los Congresos C. B. y de las revistas afectas, sobre todo del artículo de Grotaers, del IDO-C ya citado. Vamos a probar con un ejemplo real que no hemos exagerado.
Cuando en 1974 la “Operación Concordato”, antes ya citada, fracasó, replicaron las “Comunidades Cristianas de las Españas”, “que abarcan la mayoría de las diócesis españolas”, con un manifiesto multicopiado en las oficinas del Arzobispado de Madrid, según parece, en el que, después de declarar “legítimos representantes del pueblo de Dios en España a los elementos más comprometidos de la Conferencia Episcopal Española” y de atacar cualquier Concordato directo entre la Santa Sede y el Estado español, se aboga por conseguir:
• Un entendimiento sin intermediarios (léase Santa Sede) entre la “auténtica” Iglesia española y el Estado español.
• El reconocimiento de la libertad religiosa, reflejado en la supresión de los documentos religiosos (partidas de bautismo, certificados de matrimonio, etc.)
• Legítima opción a leyes que admitan el divorcio, aborto y otras libertades que son admitidas por otras religiones, por la moral moderna y por los no creyentes.
• Abolición de todo tipo de censura.
• Supresión de la enseñanza religiosa obligatoria en los Centros Oficiales.
• Supresión de todo tipo de privilegios y subvenciones a la Iglesia católica y a sus jerarquías, para conseguir una fraterna igualdad con las demás religiones.
• Independencia de la Iglesia frente al Estado con la denuncia profética y el compromiso político.
• Por una Iglesia del Pueblo.
Las Comunidades de Base son el instrumento para la destrucción de la Iglesia instituida y el germen de una Nueva Iglesia. “La destrucción es inevitable por la incapacidad congénita de la Iglesia para comprender y aceptar los signos de los tiempos”. Las C. B., a medida que destruyen, van inventando, con la colaboración de los clérigos comprometidos, una iglesia paralela. Una vez concluida la destrucción de las estructuras eclesiales, su misión habrá concluido; solo quedará la Nueva Iglesia.
Pero la teología de la Nueva Iglesia rechaza todo apriorismo anterior. Se trata también de una nueva religión. Se habla ya de religión sin Dios y sin Iglesia. El cristianismo sería sólo una actitud vital. El cristiano dará testimonio por la acción y por el compromiso. (…) Antropocentrismo sustituyendo a teocentrismo. “Muerte de Dios”. La figura del ateo adquiere una nueva dimensión, es un hombre que camina en vanguardia, que tiene la valentía de vivir los problemas del mundo sin la ayuda de un “Dios explicación”. Materialismo marxista.
La Nueva Iglesia no parece pueda ser otra que la Iglesia de las Tinieblas. (…)
José MALUQUER CUETO
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