Revista ¿QUÉ PASA? núm. 200, 28-Oct-1967
Carta abierta al Reverendísimo don Casius M. Just, Abad benedictino del Monasterio de Montserrat
Reverendísimo padre abad: En la homilía de la misa conventual de las once de la mañana del domingo día 8 de octubre de 1967, celebrada en el Monasterio de Nuestra Señora de Montserrat, un benedictino se despachaba en estos términos: «Los que leen ¿QUE PASA? y colaboran con tal semanario se colocan ante un caso de conciencia.» Luego, a través de un corto, pero rebuscado, circunloquio, vino a decir en sustancia que hasta podía ser grave... (era notoria la intención de acomplejar a los fieles) y que los redactores eran poco menos que unos herejes —¿o entendí mal?—, pero lo que sí quedaron bien grabadas en mí fueron sus últimas palabras: «... y no son cristianos, ya que se hallan fuera de la línea del Concilio».
Y estas mismas palabras, corregidas y aumentadas, me fueron confirmadas, luego, en un confesonario del propio Monasterio. No cabía duda: la Orden Benedictina, usando (o abusando) de su sagrado ministerio, me colocó ante un caso de conciencia: yo, lector asiduo de ¿QUE PASA?, como de otras publicaciones, no soy cristiano y me hallo fuera de la LINEA CONCILIAR.
La misión de un sacerdote (y de un abad) es enseñar lo que Cristo realmente enseñó, sin adulteraciones, que en esto está la herejía, y, en consecuencia, resolver dudas y casos de conciencia como el que ustedes acaban de plantearme. En conciencia, tienen la obligación moral de explicarme en qué consiste eso de la «línea conciliar» y responder a las preguntas que voy a formularles y que me he hecho a través de lo que veo, oigo y palpo.
¿Qué debo entender por «línea conciliar»: arrancar despiadadamente la fe del pueblo sencillo y fiel en el Cristo Histórico de Belén, de Cana, del Sermón del monte, del Cenáculo, de Getsemaní, del Calvario, que está realmente presente en su Carne y en su Sangre en el Santísimo Sacramento del Altar... y enseñar ese falso Cristo universal, vaporoso, vago, etéreo, ese cristo-cósmico de Teilhard de Chardin, el profeta del Anticristo, cuya síntesis de sus obras se reduce tan sólo a haber traducido a léxico pseudo-científico y altisonante las ideas rosacrucianas del siglo XIX para ser inoculadas como «virus maligno» en el seno de la una, santa, católica y apostólica Iglesia de Cristo?
¿Qué debo entender, reverendísimo padre abad de Montserrat, por «línea conciliar»; hacer que la Iglesia tenga comercio con la cabra (masónica) y con el cerdo (comunista) y que del contubernio (que en Teología Moral se llama «bestialidad») surja el espiroqueta-pálido del «progresismo»? ¿O tal vez laborar por ese ecumenismo mundial, o federación de Iglesias, concebido por el H. Saint-Yves d’Alveydre, en el que serían tratadas por un igual todas las sectas existentes en el mundo (con cambio a la par), pero... la única que no tendría lugar sería precisamente la verdadera Iglesia de Cristo a la que se trata de ahogar por asfixia?
¿O será tal vez «línea conciliar» mantener y publicar revistas de rico formato con espíritu pseudo-católico en las que, con eufemismo diabólico y bajo la capa del arte, no se recatan de publicar pornografía y obscenidad, sostenidas no pocas de ellas por ayudas sectarias procedentes de Francia, Alemania, Inglaterra, Estados Unidos... y también por alguna subvención recibida de Varsovia y hasta de Moscú, al objeto de hacer un «lavado de cerebro» a la gente sencilla, devota y fiel, descristianizar al pueblo y desacralizar a la Iglesia?
¿Qué debo entender por «línea» conciliar: COLAR MOSQUITOS en Garabandal, retardando la dedicatoria de una basílica a Nuestra Señora del Carmen e impidiendo florezca y se propague la fe y la verdadera devoción a la Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia y REINA y Señora de todo lo creado, y la piedad; PERO TRAGARSE CAMELLOS y... no tener, en cambio, la virilidad y valentía de escribir una Pastoral contra el bikini y la minifalda, que no es más que un escupir a la cara de Dios; contra el homosexualismo, la píldora anticonceptiva y contra esa ola de pornografía e impiedad que está asolando al mundo, a los propios seminarios católicos y... hasta se ha infiltrado dentro de prestigiosas órdenes religiosas?
¿Debo entender, reverendísimo padre abad de Montserrat, por «línea conciliar» la manifestación del 11 de mayo de 1966, verdadera payasada organizada por el Movimiento Pax y por «grupos de presión», enemigos seculares de la Santa Iglesia Católica, para desprestigiar el régimen y convertir España en una nueva Cuba de Fidel Castro, en la cual manifestación un grupito formado por unos 65 curas progresistas y unos 30 comunistas y masones, disfrazados de cura, invitaban al motín y a la sedición, en la que quedó bien patente a los ojos del mundo que el cura-progresista no es más que un activista revolucionario?
¿Es acaso «línea conciliar» hacer un cerco de hierro a un señor obispo (¡o arzobispo!) para estropear lo que aún está sano, sometiéndole a «grupos de presión» y haciéndole un continuo «chantaje» al objeto de que se tome todo, o por lo menos parte, de su ministerio pastoral como juego de «dominó» en el que se puede decir tranquilamente: «paso»? Y ¿no estaría formado el «cerco de hierro» por un triángulo en cuyos vértices se hallarían un provincial, un abad y un cura ambicioso por ser obispo y, al ver que fallaba el juego, hubo por reacción la rabieta y la ley del pataleo? Fe de erratas: donde decía: «Volem bisbes catalans, debió decir: «volem bisbes progressistes» para entregar la Archidiócesis a las fuerzas del mal. ¡Y menos cuento, señores! ¿De acuerdo, padre abad?
Si no tiene importancia el comulgar de pie o de rodillas (opinión que no comparte ni la misma «Pasionaria»), ¿es «línea conciliar» abusar del sagrado ministerio, dando la comunión a los que se ponen de pie y negándola a los que más cristiana, digna y devotamente se postran de rodillas, como ocurre, entre otras varias, en las iglesias del Sagrado Corazón de Jesús de la calle de Caspe y de la calle Balmes, junto a Rosellón, ambas de los reverendos padres jesuitas; en San Felipe Neri y en la propia Basílica de Nuestra Señora de Montserrat? ¿Se hace esto en nombre de la libertad religiosa? ¡Dios nos libre de una dictadura democrática! Dios nos libre de esa «democracia cristiana...» que los que dan consignas a los «progresistas» quieren implantar a toda costa para ahogar, no importa el camino ni los medios, a toda publicación de carácter religioso que no responda a los fines de la «sinarquía»!
Y éstos son los medios: el oro que todo lo corrompe y compra los medios de difusión (en el caso Garabandal tenemos un ejemplo patente), la adulteración y el engaño, la difamación y la calumnia, el desprestigio organizado, la destitución, el pacto del hambre, la zancadilla, tal como reza en el libro de proverbios: «Armemos lazos al justo...», la persecución implacable y... el asesinato. «NO QUEREMOS HACER MARTIRES, SINO LAVADOS DE CEREBRO Y APOSTATAS» —dicen los jefes de la «Sinarquía»—, pero cuando no logran hacer apóstatas hacen mártires fríamente, satánicamente... sin piedad.
¿Qué debo entender por «línea conciliar»: renegar de la santa sotana y del santo bonete (Y DEL SANTO BONETE!, padre abad) que simbolizan la túnica del Señor y su corona de Espinas con la que expió el pecado de orgullo y «autosuficiencia» de los judas de la segunda mitad del siglo XX, y disfrazarse con el cursi «clergyman» como payasos del que se ríen las chicas no menos que los obreros y... también los comunistas y masones, si bien éstos callan y se frotan las manos porque saben que, a la corta o a la larga, es una puñalada dirigida en el corazón del sacramento de la penitencia?
¿Es «línea conciliar» destruir obras e instituciones sólidas y de auténtica tradición católica para convertirlas, insensible pero implacablemente, en centros de racionalismo, comenzando por destituir a eficientes, santos y sabios directores, devotos verdaderos de Madre María, y sustituirlos por botarates sin edad y formación
suficientes, sin las dotes necesarias que entienden que hacer el hombre consiste tan sólo en no creer en milagros y cerrar los ojos a los verdaderos carismas, y en una plática ya no se recatan de desprestigiar al sacramento de la penitencia diciendo que «los confesores han llegado a la conclusión de que el 25 por 100 o más de las personas que se acercan a un confesonario están completamente locos»? ¡Vivan la psiquiatría y el psicoanálisis! Creo que sobran comentarios, padre abad.
Y así podría seguir preguntando una semana entera, pues lo escrito es tan sólo a guisa de prólogo; quedará tiempo: pisotear rosarios y hacerlos añicos; desmantelar iglesias con infernal furia iconoclasta, igual que hizo la «canalla marxista», cometer robos sacrílegos como la Santa Imagen de la Virgen de Nuria, haciéndose cómplice de la «canalla progresista» a la que se oculta criminal y cobardemente (el día menos pensado también volará la imagen de «La Moreneta», y si no, ¡al tiempo!); arrancar de la santa Basílica la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, como ordenó el paranoico abad Escarré; decir en plena misa de un domingo que «lo que hoy hace Roma es un continuo rectificar de sus errores pasados»; decir un párroco en una reunión de feligreses que «el mal de España consiste en no haber tenido cincuenta años de República en lugar de los siete que tuvo»; decir que «la Eucaristía es un símbolo» (igual que dijo Calvino); introducir la «misa ye-yé», que no es otra cosa que una burla soez y sacrílega en la que de nuevo se vuelve a coronar de espinas al Señor con música de fondo formada por los ruidos gangosos y aguardentosos de la guitarra eléctrica, instrumento de gamberros; educar a los feligreses en el sentido de que los milagros (¡y del Evangelio!) o son un fraude (hipótesis del H. Renán) o son símbolo (hipótesis del jefe del racionalismo, Adolfo von Harnack)..., etc., etc., etc. ¿Es esto «línea conciliar»? ¿De qué Concilio? ¿Del Vaticano II? ¡Ah, no; del Vaticano II, no! ¿De qué Concilio?, sigo preguntando. Se lo vamos a decir muy alto y muy claro a España entera:
De ese «concilio» celebrado en las caliginosas y satánicas mansiones del Kremlin de Moscú, y en las tenebrosas y luciferinas mansiones de la Kábala y del Gran Oriente de Francia, en las altas masonerías de Inglaterra y en el gran Kaal de New York; en ese «concilio» que empezó ya en la segunda mitad del siglo XIX y tuvo a fines del mismo una síntesis teórica en el diabólico-iluminado Saint Yves d’Alveydre (auténtica fuente maestra de Teilhard de Chardin) y tuvo una síntesis práctica, en conclusiones y consignas, en la ciudad de los rascacielos (octubre de 1918), por ese plan diabólico preparado desde muchísimos años para que Lucifer, tridente en mano, pudiera introducirse en el seno de la Iglesia de Cristo y hacer morir de asfixia su Cuerpo Místico como de asfixia murió su Fundador clavado en una Cruz por las fuerzas del mal; de ese «concilio» que ya denunciaron Papas tan grandes como León XIII y San Pío X, Pío XI, Pío XII y que costó un cáncer a Juan XXIII cuando ¡al fin! se dio cuenta del complot que le habían urdido (lean, por favor, las encíclicas «Humanum Genus» y, sobre todo, la «Pascendi», que se hace desaparecer de las librerías, y en la que se ve el espíritu profético de aquel Papa santo; de este «concilio» cuyas consignas son cumplidas al detalle por la SECTA PROGRESISTA que tiene por patrono a Judas Iscariote y opera dentro de los mismos templos católicos; secta cuyos componentes, endurecidos, no creen en la Sagrada Eucaristía, como tampoco creía el apóstol renegado y reprobó, que huyen de Madre María, a la que tratan de abofetear, como incluseros y amargados (¡oh, monstruosidad infrahumana que será terriblemente castigada antes de fenecer el presente milenio!) y que son traidores a la Cátedra de Pedro, y en el nuevo Getsemaní de la segunda mitad del siglo XX entregan de nuevo a Cristo atado, en su cuerpo místico, con un beso falso a las fuerzas del mal (sionismo, masonería, sectas protestantes, comunismo…) que, desde el Infierno, tienen en «jaque continuo» al Vicario de Cristo en la tierra con el «chantaje» y la amenaza de la revolución en marcha, de la anarquía reinante y provocada y del espectro pavoroso del CISMA (esto explica tanta tolerancia y claudicación) … mientras el Papa Pablo VI visiblemente enfermo, lleva la Cruz por el camino del Calvario, sobre la cual se sientan los «progresistas» para hacérsela más pesada…
Es por esto por lo que leo ¿QUE PASA?, padre Abad, y lo hago porque lo reputo un deber de conciencia, pues es de las publicaciones religiosas más DECENTES que hay en España, que no tiene que obedecer, como otras, a la voz de su amo, que se esconde en un antro tenebroso allende las fronteras. Ellos defienden al verdadero cristianismo con aquel ardor y amor que hacían exclamar a Tomás: «subamos a Jerusalén y muramos con El», y a la una, santa, católica y apostólica Iglesia de Cristo en medio del confusionismo reinante y de tantos lobos rapaces vestidos con piel de oveja. (…)
Termino: Dice el Rvdo. P. Abad, que «si bien «Serra d’Or», portador del espíritu de la abadía, no habla explícitamente de la Virgen es porque cada benedictino la lleva en el «corazón». Pero esa falacia se me antoja trasnochada frente a la verdad que enseñó Jesucristo cuando dijo: «DE LA ABUNDANCIA DEL CORAZON HABLA LA BOCA.» Pues bien, si según su propia confesión, esa revista no habla de la Virgen explícitamente (mejor se la arrincona al cuarto de los trastos viejos o inservibles) y, por contra, tiene el tupé (iba a escribir el cinismo) de publicar estampas pornográficas (sin eufemismos Dom Mauro M. Boix, que ya somos mayorcitos y estamos de vuelta) y hacer apologías del impúdico Teilhard de Chardin, profeta del Anticristo, dígame en buena lógica ¿qué hay en el corazón de esa comunidad benedictina?
Vuestra Reverencia tiene la palabra.
Respetuosamente,
PABLO MARIA DE LA PORCION.
Barcelona, octubre de 1967
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