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Tema: La Batalla del Ebro (1938), la anti-españa y el separatismo

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    La Batalla del Ebro (1938), la anti-españa y el separatismo

    "... La batalla del Ebro no tuvo otro objeto, a nuestro juicio, que oponer un fuerte parapeto ante Cataluña para defenderla del ataque de Franco, mortal desde que tomo Lérida, aplazada su culminación para después de obtener Valencia en la ofensiva de verano. Barcelona, la Cataluña que estaba en manos de la antiespaña, era indispensable al conglomerado traidor para salvar del desastre, por lo menos, ese territorio”… (J. Tarragó)


    Revista
    FUERZA NUEVA, nº 150, 22-Nov-1969

    LA BATALLA DEL EBRO, LA ANTI-ESPAÑA Y EL SEPARATISMO

    El 18 de noviembre de 1938 terminaba gloriosamente la batalla del Ebro, expulsadas las tropas rojas y limpiados los márgenes que, exactamente el 25 de julio, habían cruzado. Durante 116 días vivimos allí las operaciones más duras y decisivas de nuestra Cruzada. El éxito inicial de la operación roja, ocupando Ribarroja, Flix, Ascó, Mora de Ebro, Miravet, Benisanet, La Fatarella y Pinell de Bray, hasta las cercanías de Gandesa, Villalba de los Arcos, con la ocupación también de las sierras de Cavalls y Pándols, se deslizaron las tropas rojas en incursiones muy peligrosas. En la sierra de Pándols se entablaron espeluznantes combates y contraataques que sufrieron suertes alternas.

    Recordaré siempre las jornadas inolvidables en que, como combatiente de la IV de Navarra, participé en aquella ofensiva crítica del 14 al 15 de agosto. Las bajas rojas superaron las 5.000. Nuestra IV División de Navarra contó matemáticamente 840 muertos, 5.712 heridos y 2.600 enfermos. “Los barrancos de la Sierra de Pándols -escribe Enrique Castro Delgado- cubiertos de cadáveres llevaban a la historia este gran macizo montañoso como el teatro del más grande combate de la guerra. Con ello se puso fin al choque sangriento de las dos mejores unidades de los ejércitos en lucha”.

    Desde entonces, prácticamente, la iniciativa estuvo en manos nacionales. Jamás olvidaremos el entusiasmo y moral de combate que nos dio en aquellos días la presencia del Generalísimo Franco, que llegó al Coll del Moro, el día 2 de septiembre, instalando allí su observatorio y lugar de mando. Nuestra División ocupó La Fatarella, mientras otros efectivos conquistaban Flix y Ribarroja hasta limpiar totalmente aquella zona. Nuestro recuerdo imborrable para los millares de caídos. Para los valientes muchachos del Tercio de Requetés de Nuestra Señora de Montserrat, las divisiones navarras y todas las fuerzas nacionales que, al mando de los generales Barrón Ortiz, Delgado Serrano, Yagüe Blanco, García Valiño, Dávila, Vigón, y nuestro querido General -Jefe de la IV División de Navarra, Excmo. sr. don Camilo Alonso Vega, a las órdenes del Generalísimo Franco, supieron con inteligencia e intrepidez dirigir aquella batalla que desbarataba totalmente los planes de la masonería y del internacionalismo marxista.

    He querido celebrar el 1 de noviembre de este año (1969) visitando con mi mujer, hijos, y mis dos pequeños nietos, aquellos lugares inolvidables. Con enorme emoción nos hemos arrodillado en la capilla votiva al Apóstol Santiago, que fue erigida en el puesto de mando del Coll del Moro. He visitado de nuevo el audaz y soberbio monumento que sobre las aguas del Ebro, junto a Tortosa, rememora la inolvidable batalla en la colosal obra del escultor catalán Luis María Saumells. Recomendamos que tales lugares sean visitados y que sobre aquellas poblaciones, caminos y picos, se medite lo que realmente significó nuestra guerra. Para ello escribimos este recordatorio.


    La anti-españa en acción

    La batalla del Ebro no era una batalla más. Tiene fondo, misterio, secreto. Ha sido poco explicada a la opinión pública lo que había detrás de aquella batalla. A nuestro entender, nadie como Tomás Borrás, con su pluma acerada y siempre al servicio de España, lo ha interpretado. Textualmente reproducimos su comentario insuperado. Dice así Tomás Borrás:

    Los mejores tratadistas militares no comprenden cómo pudo Negrín arrojar entre las manos maniobreras de Franco los mejores efectivos que le quedaban, pues era seguro que Franco aprovecharía la ocasión, como lo aprovechó en Brunete, en Belchite, en Teruel, para, literalmente, aniquilar al contrario, fin, este último, de toda guerra. Demuestran los tratadistas militares, al analizar la batalla del Ebro, que aquellos cien mil rojos no hubieran podido llevar a cabo el programa que se ofrecía a los inmolados por sus capitostes. Veinte kilómetros a favor de una sorpresa y a favor de una desproporción numérica infinita, era todo lo que pudieron conseguir. A los dos días tuvieron que atrincherarse, y era Franco el que les lanzaba una fulminante contraofensiva. Esto lo hubiera previsto un sargento recién salido de un cursillo y tenía tres precedentes en la misma guerra. No se explican los tratadistas el planteamiento estratégico de la batalla del Ebro. Si no se podía hacer nada de lo que se cacareaba, ¿a qué esa batalla, que aceleró para los rojos la pérdida de la partida?...”

    La batalla del Ebro no tuvo otro objeto, a nuestro juicio, que oponer un fuerte parapeto ante Cataluña para defenderla del ataque de Franco, mortal desde que tomo Lérida, aplazada su culminación para después de obtener Valencia en la ofensiva de verano. Barcelona, la Cataluña que estaba en manos de la antiespaña, era indispensable al conglomerado traidor para salvar del desastre, por lo menos, ese territorio. Porque el antecedente lejano y la justificación de la batalla del Ebro es el Pacto de San Sebastián (1930), anterior a la República: el compromiso de todos los que se asocian para implantar una República en la cual Cataluña será independiente, como asimismo las provincias vascongadas. Londres aspira a la hegemonía entre un pequeño aunque importantísimo trozo de España: el norte vascongado (hierro, carbón, metalurgia, puerto estratégico); así como Francia aspira, si no puede asimilar a Cataluña, por lo menos a constituir con ella un estado tapón, bajo su férula, que la aísle de España y que acreciente su riquezas al mismo tiempo que merma considerablemente el potencial y la energética española; de esa España que siempre debe permanecer en situación de absoluta inseguridad respecto de Francia.


    Ojeada histórica

    El sueño de toda su vida, desde que las Galias se organizan en Estado es esa línea del Ebro, aunque no sea más que la línea catalana, por la que Francia se desvela continuamente. Una de sus constantes históricas.

    Carlomagno quiere apoderarse de la línea del Ebro y combate continuamente, unas veces con las armas, otras con la política, por llevar los límites de Francia al borde del famoso río. Organiza la Marca Hispánica e intima con ella cuando no puede adjudicársela por la insobornable personalidad del catalán y por su fiero sentido de la independencia, como buen español. Siempre Francia miró con ansiosos ojos a Cataluña. Repasad la Historia. Recordad las luchas de Felipe IV (otra modalidad de la batalla del Ebro) en los siglos XVII y XVIII, cuando Cataluña es escindida y se le arranca definitivamente la Cerdaña y el Rosellón; y cuando el flujo y reflujo de la frontera le hace unas veces, en parte, gala, y otras, hispana; y cuando viene Felipe V a borrar los montes que constituían ya baluarte de unos y de otros. Recuérdense las luchas carlistas, en las que Francia ayuda a los cristinos e isabelinos para debilitar a España, naturalmente, más para ver si la línea del Ebro puede utilizarse en beneficio de una intervención suya.

    Y, sobre todo, en la Época Moderna, recuérdese que Napoleón, cuando vio arruinado su plan para asimilarse a España, llamó a José I y le propone que sea rey… del territorio comprendido desde la orilla izquierda del Ebro, para lo cual le promete las fuerzas militares que necesite. Y José I lo rechaza, y por eso la primera guerra contemporánea de la Independencia no culmina en un esfuerzo máximo de toda España para salvar a Cataluña de la rapiña francesa.

    ¿Y qué ha sido la segunda República sino un asunto francés por medio de Cataluña? El separatismo catalán fue asimismo fraguado, alentado, sostenido, protegido por París. ¡Aquel diputado Brousse, enlace entre los separatistas -pequeño pero bien dotado grupo- y el Quai d’Orsay!

    ***
    La batalla del Ebro se planeó según el razonamiento siguiente: pronto estallará la guerra universal. Si Franco no ha logrado Cataluña, ha de negociar bajo la presión internacional, contra la que no tiene más que dos salidas, porque, destruidas Alemania e Italia, no hallará apoyo en nadie. Esas dos salidas son: o hacer una inmensa Numancia de España, o ceder. En la negociación se le puede dejar el resto de España, pero Cataluña pasará a la zona de influencia de Francia, ya que ésta ha ayudado a fondo a los “leales”, cerrándose con ello el milenario ciclo para asimilarse la discutida línea del Ebro. Después, a su tiempo, se obtendrán las Baleares y el Levante peninsular. Balcanizada, España no volverá a ser.

    Y para plantar ante Franco un acantilado que destrozase el oleaje de sus divisiones, cien mil hombres escogidos y fabulosamente dotados cruzan el Ebro y se disponen, no a derrotar a Franco ni a salvar a Valencia, sino a resistir lo que se necesite hasta que la gran guerra estalle; y con la gran guerra, Cataluña puede ser separada de España de la que es principal parte. Y asimismo para mermar al Ejército -tan escaso- de la Cruzada; así no pensaría en los arreglos del porvenir. Esto era. Aunque no contaron ni con Dios, ni con Franco, ni con sus soldados. Así, el antemural destinado a proteger el rapto de Cataluña durante año y medio, duró menos de cuatro meses.


    Otras pruebas del intervencionismo extranjero

    Recordaré siempre que, en unos días de permiso del frente de batalla, pude asistir a la conferencia que pronunció en San Sebastián el Rvdo. Doctor Juan Tusquets, que lucía su flamante uniforme falangista con las insignias de su condición sacerdotal, y con el mismo uniforme otros sacerdotes catalanes, como los Rvdos. Ramón Cunill y Guillermo Aleu. Por cierto que al doctor Tusquets le gasté una broma por lógicas e inocentes rivalidades tradicionalistas. Pero él entonces se presentaba muy falangista, hasta el extremo que don Ramón Serrano Suñer prologara uno de sus libros. En aquella luminosa conferencia, recuerdo como el doctor Tusquets enumeró las intervenciones extranjeras en el separatismo catalán. Sus palabras se sintetizaban así:

    “1- El levantamiento de Maciá en Prats de Molló (1926) fue obra en absoluto del Grande Oriente Francés, y su defensa ante los tribunales de la nación vecina por el significado masón Torres, artífice de la alianza entre la masonería francesa y el Soviet;

    2- El sustancioso párrafo de la autodefensa que pronunció el propio Maciá ante los tribunales franceses, en el cual pronosticó que acaso en plazo no muy lejano, cuando Francia se vea amenazada o atacada por las naciones reaccionarias o fascistas, Cataluña será la Bélgica española;

    3- El viaje de Maciá a Rusia, acompañado de Ventura Gassol y demás héroes de la futura Cataluña;

    4- La beligerancia que los masones Alcalá Zamora, Marcelino Domingo, Lerroux, Azaña, Martínez Barrio, Casares Quiroga, De los Ríos, etc., concedieron a catalanistas y vasquistas durante la gestación de la República y especialmente en el vergonzoso Pacto de San Sebastián (1930);

    y 5- La parte considerable que tomó Cataluña, y más concretamente la Esquerra, habilidosamente secundada por los radicales y por algunos prohombres de Acción Catalana y aún de la Lliga en la proclamación de la República.

    Parte menos visible, aunque no por ello menos eficaz, tuvo el vasquismo. A cada aldabonazo de la secta contra la Monarquía sonreían gozosos los viejos políticos. Pues, ¿no se dieron Alba y la Lliga, entre ovaciones a los Segadors, el abrazo que se recuerda con el nombre de Pacto de las Ramblas? ¿Cómo no vieron, cómo no vimos, que semejantes propagandas desataban la tormenta que haría astillas un trono secular? Quien siembra vientos recoge tempestades. El Dr. Tusquets aclaraba después que el señor Alba y casi todas las personalidades de la Lliga se habían adherido desde el primer instante al Movimiento Nacional. Pero la historia es historia. Y las malas doctrinas y hombres que un día tan trágicamente se equivocaron quedan incapacitados para señalar directrices. No hay que olvidarlo.


    El colonialismo separatista en la actualidad (1969)

    Nadie puede pensar que el intervencionismo extranjero no continúe en la actualidad azuzando el separatismo. En Londres funciona el bufo “Consell Nacional Catalá”, presidido por J. M. Batista y Roca, con domicilio en Cambridge. Este “Consell”, hace tiempo, hizo una “declaración” de conformidad con que Gibraltar permanezca bajo el dominio británico. Así se expresa el “Catalan National Committee”. Desde allí se vomita literatura separatista de odio a España.

    En Montpellier, Francia, el año pasado, se editó un libro de Batista Roca titulado “La desintegració d’Espanya i les idees de Toynbee”, en el que se dice textualmente que “un cambio de régimen ya no es suficiente… Es una cuestión de vida o muerte. Si nuestro pueblo vuelve a producir un Prat de la Riba o un Maciá, nos salvaremos. Si no, nos hundiremos con los castellanos… Los catalanes encontramos unas nuevas perspectivas de libertad y de progreso económico y cultural… con la integración a Europa, que es la antítesis de la sumisión a Castilla. La unión con Europa es el complemento de la separación de España”. Más recientemente, en 27 de julio de este año, para promover y fomentar este odio a España, se ha celebrado en Toluges (Francia) una reunión bajo la presencia de Pablo Casals y José Carner.

    Es de suponer que la Administración tomará los medios necesarios, diplomáticos y políticos, para neutralizar este intervencionismo intolerable y criminal contra la unidad y soberanía españolas: continúa la batalla del Ebro. Comenta Tomás Borrás:

    Lo que ocurre después de la Cruzada corrobora la idea obsesiva que originó la batalla del Ebro. Vistos los hechos como han transcurrido, en la perspectiva de atrás adelante, se explican muchas cosas, que nadie puede adivinar cuando aún no sucedieron, porque la presciencia no es patrimonio humano. Francia monta en cólera contra España, contra la España de Franco. Organiza el cerco diplomático, económico, hasta negarse al trato personal con nuestra Patria. Cierra su frontera con nosotros, establece en Toulouse una universidad terrorista con escuelas en todo el largo pirenaico; introduce saboteadores y asesinos en nuestro territorio; llega, en 1947, a lanzar un verdadero Ejército -otro- organizado en su suelo, que invade la raya y trata de apoderarse del más pequeño pueblecito para que así pueda Francia reconocer un gobierno rojo y plantar a Franco un conflicto internacional… ¿No recordáis aquellos debates en el Parlamento francés en que se puso el descubierto que legiones de oficiales de la Armé habían sido mandos del ejército rojo en la batalla del Ebro? ¿No se sabe que la artillería de la batalla del Ebro era francesa?”

    Una cosa es el legítimo amor a Cataluña, el auténtico regionalismo regionalista, y otro, el separatismo, que es un peón más del marxismo internacional y de las potencias extranjeras que quieren la debilidad y el quebrantamiento de España. Por esto hemos querido rememorar el aniversario de la batalla del Ebro a la luz de las circunstancias actuales. “Tremendos meses los de septiembre y octubre de 1938. No hubo día ni noche sin combate -escribe Manuel Aznar en su “Historia”-. Se fue reconquistando el terreno Palma palmo a palmo; el rendimiento que dieron las tropas no puede superarse desde el punto de vista de lo que cruelmente suele llamarse material humano; docenas de miles de toneladas de metralla cayeron sobre el martirizado campo de Gandesa, Corbera y Villalba de los Arcos; las sierras de Cavalls y de Pándols fueron sacudidas por enormes estremecimientos, como si una formidable convulsión subterránea amenazara destruir aquel trozo de tierra española”. Pero allí se salvó a Cataluña, a pesar de los errores del llamado catalanismo histórico y de la desespañolización que arranca en la Lliga y termina en el PSUC y la CNT-FAI, pasando por la Acció Catalana, primero, y la Esquerra, después.

    Cuando actualmente (1969) se toleran publicaciones y actuaciones de clara raíz separatista, no podemos olvidar que, más que verdaderos catalanes, se trata de cipayos y mercenarios al servicio de potencias extranjeras.

    Jaime TARRAGÓ



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    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

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