La mayoría de los "principios" ecologetas no son más que lo reflejado por Crichton: una manera sutil y muy efectiva de decir a los "tercermundistas" que no pueden aspirar a desarrollarse, porque provocarían demasiada contaminación (y quién sabe si no está lejano el día en que tengamos que pagar un impuesto, otro más, por respirar, también es otra buena excusa para limitar la libertad individual en beneficio del ESTADO omnipresente, etc.).
La explotación de los recursos naturales del Tercer Mundo es el mayor negocio de los financieros. A falta de planteamientos racionales para justificarse inventaron el Ecologismo dogmático, uno de los métodos más efectivos actualmente para la consolidación de la Sinarquía Mammonista. De esta forma se preservan los privilegios económicos y se sostiene el sistema de beneficios de la Jerarquía Iluminista.
El ecologismo es el peón, la pantalla y arma que se usa para que el mercado de materias primas no se descontrole y no se cuestione el papel de los mercados financieros internacionales.
El general Maxwell D. Taylos (1901-1987) destacado miembro del CFR (Council Foreing Relations) afirmó en 1981, con absoluto cinismo genocida: "yo he tachado ya a miles de millones de personas. Gente que está en sitios de África, Asia y Latinoamérica. No podemos salvarlos. La crisis de población y la escasez de alimentos nos dice que ni siquiera deberíamos de intentarlo. Es una pérdida de tiempo".
Con un largo expediente, Taylor (IIGM, Corea y Vietnam) llegó a consejero militar de Kennedy quien le encargó una investigación de la desastrosa intentona de desembarco en Bahía Cochinos. Como jefe de Estado Mayor Conjunto fue uno de los "arquitectos" de la Operación Mangosta para coordinar las operaciones anticastristas que incluía atentados terroristas y acabó en fracaso. El resultado de sus acciones fue la consolidación del totalitarismo castrista y la pérdida de unos cientos de vidas (supongo que ya las habría tachado anteriormente, ni siquiera intentaría salvarlas).
En sus últimos años el masón Fabre d'Olivet instituyó una "religión" de corte sincrético y pagano inspiradora de muchas de las patrañas de este tipo que sufrimos hoy.
Fabre formuló en la Teodosia Universal de la que sólo se conservan fragmentos. Partiendo de los ritos masónicos creó una especie de simbolismo ecologista denominado El Celeste Cultivo, estupidez que explicó en su obra: "La Verdadera Masonería y la Cultura Celeste" En la que vinculaba su sistema a las teorías pitagóricas y a una particular parafernalia de supuesto misticismo orientalista basado en Confuncio y Lao Tse así como a una inventada tradición iniciática egipcia.
Los "misterios" de "El Celeste Cultivo" se constreñían a las tres potencias: providencia, voluntad y destino.
Al igual que la masonería especulativa, la iniciación implicaba tres grados: pórtico (aspirante), labrador (segundo grado) y cultivador (tercer grado).
La palabra sagrada para los tres grados era Hermes y el signo de admisión general consistía en poner un dedo de la mano derecha sobre la boca para expresar el silencio exigido por los misterios.
Estas ideas nigromantes recuerdan mucho a lo que hoy se nos muestra como el dogma ecologista, fundamentado en el "totalitarismo verde" de raigambre cuáquera y esotérico-masónica, que hay que aceptar por decreto en las sociedades ricas ahogando económicamente a las pobres.
Una de las sectas ecologistas hoy triunfantes es la fundada por el cínico jerarca Albert Arnold Gore Jr, Al Gore. ex vicepresidente de los EEUU. La Academia sueca ha tenido la caradura de entregarle su Premio Noble de la Paz y, en España, siguiendo esa grotesca línea, se le ha concedido el Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional.
Por si fuera poco entre sus extensas propiedades cuenta con explotaciones mineras de zinc, altamente contaminantes, y la principal financiera de sus campañas electorales fue la Occidental Petroleum, faltaría más.
Como es natural en estos casos, Gore, es hijo de un jerarca, pues el método sinárquico casi siempre se fundamenta en criterios aristocráticos hereditarios.
En 1980 en su Carta Abierta al Movimiento Ecologista, (Murray bookchin) insigne anarcotrotskista y pionero del movimiento llamado "ecología social" denunciaba la transformación del Ecologismo en un negocio: "La ecología está siendo usada contra la sensibilidad ecológica; las prácticas y las formas ecológicas de organización están siendo usadas para conquistar amplias audiencias, no para educarlas ...
Muchos de los autodenominados fundadores del movimiento antinuclear se han convertido en los que A. Kopkind ha definido como managerial radicals, es decir, en los manipuladores de un consenso político que opera dentro del sistema so pretexto de oponerse al mismo ...
En nombre de las opciones energéticas blandas, de una descentralización espúria y de una sestructuras tipo partido inherentemente jerárquicas, recrean los peores hábitos y formas que fomentan la pasividad, la obediencia y la vulnerabilidad del público ante los mass media"
Y por último, los dogmáticos ecologetas nunca reparan en las consecuencias de las medidas que intentan imponer a toda costa y NUNCA son responsables de las mismas, gozan de plena impunidad.
Desde hace años, por ejemplo, se pretende la prohibición mundial de los CFC (para proteger la capa de ozono, dicen) así desaparecerán los refrigerantes baratos del mercado lo que no afectará, o en escasa medida, a los bolsillos occidentales pero hará que se estropeen los ya escasos alimentos del Tercer Mundo por lo que más gente morirá por intoxicación.
Ningún ecologeta se preocupa de estos asuntillos, quizás porque a su pijotería de progre occidental le importe más el lince ibérico o la gallina vasca que las vidas de unos niños, negros, chinos o indios a cuyos aldeas no les conducen sus flamantes nuevos GPS.
Que aprendan de sus propios errores es algo que no se le puede pedir a los dogmáticos ecologetas, hay que entenderlo, viven, y muy bien, de ello. Es de esperar que quienes se ven engañados por el dogma reparen en ello.
A finales de los '60 e inicios de los '70 se tomaron de forma progresiva medidas internacionales instando la prohibición de usar DDT (al que casualmente le caducaba la patente). Resulta que el DDT era, y aún lo es, el mejor y más seguro agente antimosquitos, incluso puede llegar a comerse, con moderación claro está, sin efecto alguno.
Pero la dogmática ecologeta ha condenado a la muerte, principalmente por malaria, casi erradicada antes de la restricción, a entre 30 y 50 millones de personas, mayormente niños, lo que supone más muertes que cualquier otro genocidio.
La malaria, endémica en Grecia e Italia pudo erradicarse gracias al DDT, en Sri Lanka la los casos de malaria descendieron espectacularmente gracias al producto DDT, de 2.800.000 en 1948 a 17 en 1963.
En la India bajó de 100 millones de casos en 1935 a 300,000 en 1969. Bangla Desh ya se había declarado zona libre de dicha enfermedad.
Mientras tanto los movimientos ecologetas presionaron para que se prohibiera el uso del DDT a sabiendas de que era falso que tuviera efectos cancerígenos, pero consiguieron anular las ayudas internacionales a los países que lo usaran.
El sustituto presentado fue el Paratión: mucho más caro y con patente en vigor, caro e infinitamente más peligroso. Al no estar acostumbrados al uso de pesticidas tan tóxicos cien trabajadores agrícolas perecieron en los primeros meses de uso del nuevo producto. Y se prohibió inmediatamente.
Recientemente (15 septiembre 2006) la OMS anunció que el DDT volvería a ser parte del programa para erradicar la malaria. Se fumigará el interior de residencias y matar los mosquitos transmisores.
¿A quién se le pedirán responsabilidades por el genocidio? ¿qué asociación o movimiento ecologeta pedirá perdón?
Ya sabemos la respuesta, los dogmáticos ecologetas dirán pio, pío, pío, yo no he sido.
Eso sí inventarán nuevas patrañas para seguir viviendo del cuento y aumentando el control sobre la vida individual.
Un último dato, según la Oficina de la Ciencia de la Casa Blanca, el coste por el "miedo ecologeta esotérico" provocado por la falaz afirmación de varias asociaciones ecologetas de que los cables de alto voltaje provocan cáncer se ha evaluado en unos 25.000 millones de $, el equivalente a mantener 35 millones de personas del Tercer Mudo vivas durante todo un año.
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