Sólo me ha dejado cargar una foto.
Una pena, porque tengo miles
No sé qué me sucede
Bueno, espero que lo disfruten
Gracias
“LOS INDIANOS”.José G. Rodríguez Escudero1.- LA TRADICIÓN. EL DESEMBARCO. LOS POLVOS DE TALCO.
Era tan significativo y considerable el flujo de pobladores desde La Palma a Cuba, que las comunicaciones entre la Gran Antilla y la canaria eran más importantes incluso que con el resto del Archipiélago a finales del siglo XIX y XX. Como nos recuerda Rodríguez Brito: “En 1900 salían regularmente desde el puerto palmero con destino a La Habana siete servicios mensuales, frente a los cuatro servicios interinsulares o el único que unía a La Palma con Cádiz”.
La pintura de Juan Bautista Fierro Van de Walle (1841-1930) –custodiada en el Museo Insular de la capital palmera- es, “posiblemente el icono más representativo en la pintura canaria sobre la iconografía del indiano, es decir, del emigrante isleño que, después de haber hecho fortuna en América, regresaba al terruño haciendo visible ostentación de su riqueza; y, en suma, el contraste entre el triunfo personal y el atraso secular de la sociedad campesina canaria”. Ya lo dice el Diccionario: “Dícese del emigrante que vuelve rico de América”.
La popular parodia que, de forma tradicional, se celebra en Santa Cruz de La Palma cada Lunes de Carnaval, el “Lunes Blanco”, tiene como único y divertido fin -de forma, eso sí, respetuosa, cariñosa y elegante, por lo menos en sus orígenes- la caricaturización del desembarco de los emigrantes palmeros, “señores muy conocidos con sus esposas y sus hijos vestidos de isleños que regresaban a Cuba al son del ritmo de allí”.
El alcalde de la capital ya lo decía en el prólogo de uno de los programas oficiales: “…cuando se habla del Carnaval de La Palma, se debe hacer mención expresa a su tradicional Día de Los Indianos, acto que a lo largo del tiempo ha ido calando en nuestra costumbre popular, uniendo, año tras año, a la gran mayoría de los palmeros que, con sus blancas vestimentas y sumergidos en una batalla de polvos, llenan de vida y de júbilo la ciudad. Acto singular y propio que hace diferente nuestro carnaval y que ha despertado el interés y curiosidad de muchas personas…”
Esta escena pictórica ha sido asumida, con acierto, como imagen-símbolo que mejor identifica a “Los Indianos”. Así, durante varias ediciones, el cartel anunciador de ese día de las “Carnestolendas” santacruceras, publicado por el Excmo. Ayuntamiento de esta ciudad, se ha convertido en todo un símbolo de estas fiestas. Numerosos participantes también portaban un alfiler pinchado en la solapa de las chaquetas o guayaberas con esta insignia en metal.
A esta curiosa celebración se unió más tarde la ancestral costumbre de los empolvados, peculiar tradición de los carnavales de Santa Cruz de La Palma, que se extendió por el resto de la Isla.
El contemporáneo de Fierro Van de Walle, Isaac Viera (1858-1941), señala cómo en los días de las Fiestas Lustrales en honor a la Patrona de la Isla, Nuestra Señora de Las Nieves, discurrían por las calles numerosos “indianos con el indispensable sombrero ‘Panamá’, venidos de Cuba a gozar los festejos que el pueblo palmero consagra a la venerada imagen”, a “La Morenita”.
“Era la época – escribe la investigadora llanense Hernández Pérez-, que los grandes veleros surcaban el Atlántico haciendo la carrera de Indias, tiempos de ensueño, esplendor y riqueza enfrentados a la decadencia de una España que veía desmembrarse su imperio de ultramar. El lema que atrajo a la emigración a América fue la conocida frase ‘cinco años y una fortuna’”, sugiriendo el retorno del indiano a disfrutar de la Bajada Lustral (cada cinco años).
Esta ingeniosa tradición, concebida tal y como la conocemos actualmente con la generalizada denominación del Desembarco de Los Indianos es una expresión festiva y una explosión de regocijo popular, una gigantesca cabalgata blanca bajo una nube inmensa de polvo. Se trata, en definitiva, de una idea “muy exportable”: es económica y no presenta dificultad alguna en cuanto a su indumentaria y puesta a punto.
Es una lástima que el Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma no haya patentado esta idea tan nuestra, por lo menos es lo que tenemos entendido. Posiblemente, al no tratarse de la “Negra Tomasa”, por ejemplo, que sí podría ser registrada -un símbolo físico inseparable de nuestras fiestas blancas-, sino de una costumbre multitudinaria, etc., puede que no sea esto posible.
Por este motivo, se está observando una ascendente proliferación de “indianos” fuera de las barreras insulares. “Los Indianos son de La Palma y ‘punto’”, como dicen los más exacerbados, dolidos por las copias que se están viendo “por ahí fuera”. Si algún avispado “patenta la idea” o “registra la propiedad”, como se ha oído hace ya algunos años por estas fechas, “se acabarían nuestras fiestas más multitudinarias y participativas”. También se oye que, “para conseguirlo, sería necesario que el Ministerio designara a nuestros “Indianos” como “Fiestas de Interés Turístico Nacional”, o por qué no, “Internacional”, como algo más lógico”. Son estas fiestas las que nos hacen diferentes a los otros Carnavales copiados de los de Brasil.
En la actualidad, en cualquier lugar del territorio palmero se “corre” el Carnaval, con música y con “polvos de talco”. Se producen auténticas batallas “incruentas y blancas” de miles de kilos de oloroso polvo de talco inundan todos los rincones, especialmente los de la capital durante este “día grande”. Es una de las máximas expresiones de alegría del palmero, a pesar de que arrojar salvados, polvos y harinas se encuentra entre los más antiguos ritos del Carnaval en España desde el siglo XIV. Actualmente no existe otro lugar conocido en el que se lleve a cabo un espectáculo de estas características asumido como propio por un pueblo orgulloso actuando al unísono, sin ningún programa que lo limite. El pueblo comienza a andar por voluntad propia y es cuando empiezan “los Indianos”. El resto son “copias”.
El mencionado arcediano José Viera y Clavijo es uno de los primeros que escriben en Canarias sobre esta costumbre carnavalera: “Todo son juegos, chanzas, diversiones/ya arrojan al cabello limpios talcos/ya al pulcro rostro rostro harina y almidones/ya la agragea a la pulida espalda…”.
Hernández Pérez hace un exhaustivo y completo estudio sobre los “empolvados, huevos rellenos, agua e inmundicias y otras costumbres del carnaval canario”, en su obra, que recomendamos, titulada La Palma. Sus Fiestas y Tradiciones.
También allí se recoge una de las primeras manifestaciones directas de empolvados que conocemos. El periódico El Ómnibus, el 30 de marzo de 1867 publica una crónica fechada en Santa Cruz de La Palma que dice, entre otras cosas: “… todos los juegos se reducen á tirar á las ventanas huevos llenos de harina ó polvos de olor (especie de bombardeo); entrar en las casas a empolvar y bailar; máscaras y parrandas por la calle…”.
El carnaval de las clases más adineradas se festejaba en los interiores de las sociedades y clubes de Santa Cruz de La Palma. Sin embargo, para el otro carnaval que se celebraba simultáneamente en la calle, las autoridades no cesaban de promulgar edictos y decretos que finalmente acabaron por abolir esta costumbre en todas las islas.
Un ejemplo es el decreto nacional de 1799 en el que se dice que “ninguna persona osada de tirar en las calles, sitio público de plazas, paseos ni otros sitios, huevos con agua, harina, lodo ni otras cosas con que se pueda incomodar a las gentes y manchar los vestidos…”
En definitiva, los empolvados eran muy molestos y había que erradicarlos. El periódico palmero El Tiempo, de 26 de enero de 1928, publicó una nota de la Alcaldía de la capital que decía: “Relacionado con la prohibición hecha por el Sr. Delegado de arrojar polvos y harinas… antigua tradición que no está en consonancia con la cultura de esta ciudad, el Sr. Pérez González nos ha manifestado que está dispuesto a castigar con dureza y energía cualquier intento de desobediencia de esta prohibición.”.
Los vestigios de prensa que han llegado hasta nuestros días nos relatan incansablemente los intentos del pueblo por recuperar nuevamente la tradición de los empolvados en La Palma, donde sólo se conserva con fuerza y naturalidad. De este auge, nos da muestra el que, de las fábricas llegaban los paquetes de polvo con etiquetas que decían: “Especiales para La Palma”. La Casa Duque, incluso, llegó a traer para su venta, paquetes de hasta 25 kilos.
El periódico palmero el Diario de Avisos, el 21 de febrero de 1963 publicaba: “Es la costumbre tan conocida y tan querida por los palmeros y las palmeras de ‘tirar polvos’…”. También el 22 de febrero de 1965 aparecía el artículo “Correr los Carnavales”, en el que un visitante sorprendido decía: “si algo pude saborear fue el contenido íntegro de un saco de polvo… que me largaron encima unos alborotadores juerguistas…”.”No hay, a lo largo de todo el calendario canario, festejos que estén más fuertemente prendidos al ánimo de la gran mayoría de los palmeros…”. “Algo está pasando con los polvos de talco que antaño nublaban la ciudad que daba gusto verla durante una semana…”.
Ya en la actualidad, concretamente de la pluma del tinerfeño Elfidio Alonso, salía un libro en 1985 titulado Estudio sobre el folklore canario, donde, en referencia a los empolvados de la Palma, escribe: “Los más viejos del lugar creen que esta costumbre de lanzarse polvos de talco tuvo que ver con un hecho ocurrido en el siglo XIX, cuando un barco, que portaba sacos de harina en malas condiciones, dejó en tierra toda la partida…”. Sigue narrando cómo los lugareños la usaron como divertimento del Carnaval, que se estaba celebrando por entonces en Santa Cruz de La Palma.
Se informa de cómo “la costumbre de arrojar polvo de talco sólo respetaba a la persona que tuviera luto, para ninguna más había indulgencia”.
También se oía decir que este empolvado exagerado tenía su origen en los delicados polvos cosméticos de maquillaje que usaban las damas palmeras llegadas del Caribe, muy morenas por el sol de allí, a fin de ocultarlo y de presentarse ante la expectante sociedad de La Palma con la tez lo más blanca posible. Éste era un signo social de diferenciación y distinción entre los amos y los esclavos y sirvientes negros que componían la rica comitiva.
Recuerda Esther Curbelo cómo un Lunes de Carnaval de finales de la década de los 60 se habían presentado algunas parejas de amigos en los salones del Real Club Náutico de la capital palmera. El grupo estaba formado por varios matrimonios muy conocidos: Julieta Guerra y Gonzalo Cabrera, Manolo Cabrera y Estela, Alfredo y Aramita, Yolanda Cabrera y Pedro Vidal...
Todo había empezado antes, cuando Gonzalo le preguntó al hermano de Yolanda, Manolo Cabrera: “¿Qué haces este año?¡Con la chispa que hay aquí, en la ciudad, no hay que traer nada de Tenerife!¿Por qué no hacemos algo que tenga que ver con los cubanos?¿Quién no tiene una guayabera en su casa?...”
Pues dicho y hecho. Así comenzaron buscando la ropa que contenía un baúl de cedro que había llegado desde Cuba con unos familiares. Allí dentro encontraron “vestidos finos de gasa de algodón con floritas bordadas a mano en color violeta, sombreritos, guayaberas y otras vituallas. Todo fue la simiente de la figura del indiano…”
Ya estaban disfrazados de Indianos y no paraban de decir que habían desembarcado del correo procedente de Cuba. Esther nos cuenta que estaban “ataviados a la usanza de la famosa isla del Caribe. Ellas con ropas blancas o color crema, faldas escuálidas y rastreras al tobillo en gasa de algodón, medias y zapatos blancos, sombreritos enterrados en la cabeza, adornados con floritas de gasa o tul, algún bolsito, guantes y abanico de fina madera calada”. Continuaba diciendo que “los hombres se lucían con ‘jipijapes’ de paja, guayaberas y chalecos de algodón o lino fino, leontinas, cuervos, bastones y calzado blanco. Con las manos hacían sonar con maestría simpáticas maracas…” Es curioso -según la nota de los editores del libro conmemorativo del Club Náutico Pasos de un Siglo…, Poggio Capote y Hernández Correa- cómo el sombrero ecuatoriano popularmente llamado ‘jipijapa’, “en La Palma se ha conservado una variante acabada en –e que cambia además su género de femenino a masculino”. Se trata de un tipo de sombrero de paja y de ala ancha que se tenía por originario de un cantón al sur de la provincia ecuatoriana de Manabí, llamado San Lorenzo de Jipijapa o Xipixapa.
El grupo de aquellos primeros indianos –compuesto por queridos y respetados vecinos de la capital- se encaramaba entonces en la tarima del Real Club Náutico y entonaban:
“…Toca, toca, Lolita.Toca, toca este vals.¡Ay, mamá, ¿cómo quiere ustedque toque este valssi es la primera vezque lo voy a tocar?Toca, toca, Lolita.Toca, toca este vals...”
Esther Curbelo seguía transcribiendo las palabras de Yolanda Cabrera:
“Salíamos a la calle ya almorzados a la usanza cubana, a veces de pie y otras montados en un coche antiguo verde y descapotable que nos prestaba Germán García, de Breña Alta. Entrar en el Club y tocar la marcha Toca, Toca, Lolita en el rellano de los espejos, nos animaba muchísimo…¡Era todo tan bonito! No usábamos pamelas de ala ancha, no; eran sombreritos encasquetados a la cabeza…”
“El Desembarco de Los Indianos” toma parte oficialmente como tal en el programa de festejos carnavaleros de 1966 organizados por el Ayuntamiento de la capital palmera, denominados entonces “Fiestas de Invierno”. Es aquí cuando se preparan formalmente, donde la comisión de fiestas del “recibimiento de los indianos también celebró asambleas y los residentes desempolvaron los trajes, les sacaron la naftalina o los hicieron.” Los indianos, con su singular vestimenta, “traen a las Fiestas el sabor de la América lejana”.
Hay que tener mucho cuidado con la indumentaria que está proliferando en las últimas ediciones. Se trata de parodiar al indiano rico y es preciso ponerse las grandes galas para dar “sana envidia o no” y hacer ostentación de la riqueza (aunque no la haya) ante familiares, amigos y vecinos en general que se quedaron allá en el terruño. El que fue pobre al Caribe buscando trabajo, debe de regresar triunfante como un gran señor a La Palma. Aquí no cabe ponerse camisas “hawaianas”, ni sombreros “mexicanos”, ni muchos de los atuendos que nada tienen que ver con las Antillas… Debe de haber mucho oro, joyas, encajes, perlas, pamelas, relojes, baúles, loros, billetes, sirvientes, habanos, abanicos, leontinas… Por supuesto todo ello de bisutería y confeccionado por materiales que se adapten a todos los bolsillos… Pero debe de primar la gracia, el lujo, el orgullo… pero no la utilización de elementos ajenos al asunto. Hay que tener mucho cuidado. Se debería de ofrecer programas informativos en las televisiones, radios o medios de comunicación locales para asesorarnos a todos los participantes de cómo se debería de ir y lo que se debería de evitar. Crear incluso de talleres de costuras municipales, etc. Creo que de esta forma preservaríamos la continuación en el futuro de este número señero y auténtico del Carnaval de la capital de La Palma. En caso contrario, esto se “desmadraría”, olvidaría su origen y perdería su razón de ser, es decir, sería el principio del fin para este popular y anhelado acto anual.
Desde las diez de la mañana del Lunes Blanco de Carnaval comienza en el atrio del Ayuntamiento “La Espera”, con entrega de “distinciones a Ministros, Embajadores y Cónsules llegados a la isla para tan importante empolve. Se garantiza jolgorio y se requiere rigurosísima etiqueta…”. Se inicia la fiesta con recitales de música cubana, degustación de melaza y otros productos típicos en la Plaza de España, actuaciones teatrales, etc. y por fin, el “recibimiento oficial de La Negra Tomasa” (figura emblemática de las fiestas: Embajadora de Cuba, o de “Fidel Castro”).
En el programa de la edición de 2010 se lee:
“10:00 h. La Espera (regreso de los Indianos). Te esperamos en la Plaza de España de Santa Cruz de La Palma para recibir a los viejos amigos, vecinos y familiares que marcharon a América en busca de fortuna. Hoy llegan para alborotar la ciudad con sus ritmos cubanos”
Más tarde, después del almuerzo -momento mágico en el que “disfrazados de indianos”, las familias y los grupos de amigos, asociaciones, comparsas, grupos… se concentran en casas, sociedades, bodegas, etc.-, se reparten varias toneladas de polvos de talco gratis en los camiones dispuestos por la corporación municipal justo antes de que dé comienzo el Gran Desfile de Indianos desde la Avenida homónima hasta la Plaza de la Alameda. Es aquí, junto al Barco de la Virgen de Las Nieves, donde tiene lugar la gran verbena del Desembarco. Hace unos años el Consistorio capitalino cambió el nombre de Carretera de Bajamar por el de Avenida de los Indianos. Un acierto. Queda perpetuada así para la posteridad la importancia que el indiano tuvo para nuestra historia, cultura, economía, música, gastronomía…
En el recinto principal de las fiestas comenzarán las verbenas y el festival de música cubana hasta el día siguiente, quedando toda la ciudad blanca y resbaladiza, como después de una gran nevada.
Nuevamente nos referimos al trabajo de Hernández Pérez: “en un principio, los polvos de talco estaban alejados de este cortejo decimonónico. En los años ochenta se recupera, con implantación anual, para el programa oficial del Ayuntamiento “La Llegada de Los Indianos”, a la que se entremezcló la vieja tradición de los polvos; hoy, ‘la batalla de polvos de talco y la llegada o desembarco de los indianos’ se ha convertido en el número más representativo del carnaval de La Palma”.
2.- EL CUADRO DE “LOS INDIANOS”.
Esta obra del mentado Fierro Van de Walle es un dibujo a tinta y acuarela de 22 x 29 cms, cuya firma aparece junto con la fecha de su ejecución, 1911, en el ángulo inferior derecho: “J. B. Fierro”. Actualmente se custodia en una de las salas del Museo Insular de La Palma, dependencias del extinto Convento Real y Grande de la Inmaculada Concepción, conocido popularmente como Convento de San Francisco de Santa Cruz de La Palma.
El autor -un artista aficionado- había sido capitán de las Milicias Insulares, jefe del Partido Liberal, Diputado Provincial por La Palma, presidente de la prestigiosa Sociedad “La Cosmológica” de la capital palmera, llegando a convertirse en su Director Honorario como reconocimiento a su labor.
Su estilo pictórico, caracterizado por la deliberada ingenuidad, tanto en la representación de la realidad como en los colores empleados, esto es, primitivo y “naïf”, relata, por lo general, tipos y costumbres populares con técnica y perspectiva inocente y candorosa. A través de su mirada podemos observar cómo aflora el humor, el fino sarcasmo, la pizca de mordacidad, una suave parodia y caricaturización de las escenas costumbristas y figuras, fiestas, personajes populares, vistas urbanas… Ejemplos de este quehacer tan personal, tan suyo, son las siguientes obras: El ciclista de Puntallana y La ermita de la Concepción de Buenavista en fiestas (1884), Vista de Santa Cruz de La Palma desde el Barranco de los Dolores (1884), Convento y plaza de Santo Domingo (1885).
Se trata de un amplio catálogo de obras de un alto valor documental y etnográfico. Es importante la valoración que los estudiosos de las costumbres y tradiciones, folkloristas en general, han hecho sobre su más celebrada obra: la indumentaria tradicional de los diferentes municipios de La Palma, fechada en torno a 1860.
Fue también cronista y narrador de su tiempo y representó los acontecimientos más importantes de la vida de su Santa Cruz de La Palma natal y de la Isla: Bahía de Santa Cruz de La Palma el 2 de mayo de 1876; Amarre del cable telegráfico en 1883. Como todos sabemos, la capital palmera fue la pionera en las Islas de los grandes avances del siglo XIX.
Su interés por lo etnográfico y lo social se plasma en pinturas como Los Indianos (1911), en la que queda representada la llegada a su “terruño amado” de un matrimonio de indianos, ahora ricos, y sus dos hijos, recién desembarcados y procedentes del Caribe.
Aquí coexisten una serie de valores típicos y tópicos que J. B. Fierro, con gran sentido descriptivo y documental, se deleita en detallarnos. Son los elementos que distinguen al “indiano”: el color blanco impoluto de su impecable traje de lino, el sombrero “Panamá” de fina paja tejida, el distinguido pañuelo doblado en el bolsillo de su lujosa casaca que combina con la sombrilla que porta bajo el brazo, los botines de piel, su gran anillo en el dedo medio de su mano izquierda, con la que sujeta la jaula redonda de un exótico loro verde y rojo… Su esposa e hijos llevan blondas, joyas, mantilla, encajes, mitones, abanicos, sombreros de flores, regalos, botines, quitasoles a la moda de La Habana, etc.
En contraposición a esta sugerente escena de la familia de acaudalados indianos y a las “novedades del Nuevo Mundo” que ésta representa, se exhibe ahora a los personajes de la tierra, que contemplan atónitos a los recién llegados, sorprendidos en sus labores cotidianas e identificados por su indumentaria campesina tradicional. Detrás de ellos, aparece el único que parece haberse dado cuenta de la llegada y toma parte activa de la escena. Es precisamente el campesino descalzo, con mandil, chaleco y montera que, cabizbajo por el peso del gran baúl de cedro y por el del paquete blanco que porta en su brazo derecho, fuma también, no un habano, sino una cachimba. Se marca así también otra enorme diferencia. Más que ayudarlos, parece un esclavo que soporta el gran peso del equipaje de sus amos en época colonial.
A lo lejos, los vecinos se agolpan curiosos a las puertas de las humildes casas típicas de campo palmense, ávidos por conocer y admirar el “espectáculo”. En primer término, dos mujeres de “pueblo”, vestidas a la antigua usanza; una con un gran cesto de paja sobre su cabeza y otra con montera. Parecen haber sido extraídas de su espléndido catálogo de trajes típicos anteriormente mencionado.
En su atuendo es posible distinguir las prendas más representativas de la ropa femenina: las enaguas blancas bordadas, faldas recogidas a la cintura, sombrero de paja en la mano, justillos, toca, pañuelo sobre los hombros, etc.
Le sirve de fondo un paisaje rural, detalladamente recreado por el autor, donde no faltan las palmeras, las “piteras”, el campo sembrado de trigo, paredes de piedra volcánica tan reiteradas a lo largo de nuestros campos de La Palma, techos de teja roja… Detrás, la inconfundible silueta de la montaña de Tenagua (Puntallana), que surge por el norte sobre la bahía de Santa Cruz de La Palma. “La perspectiva acientífica y la representación en perfil de las figuras situadas en primer término, rígidas y estereotipadas, acentúan el primitivismo de la composición”.
También en el magnífico y completo Museo Insular, se guarda otra versión de este tema, firmado así mismo por Fierro en 1911 (23 x 16,5 cms) y simplificada con las imágenes del indiano – sin su familia -, del porteador y de una “maga”.
3.- “LOS OTROS INDIANOS” LA POLÉMICA
NOTA: No pensaba publicar aquí esta tercera parte, que escribí muy molesto en el año 2005, justo cuando empezó la polémica debida a la copia de Las Palmas; y lo hago para atender a un amigo muy “insistente” que me llamó –de broma- hasta “cobarde” si no lo hacía. Va dedicada a ti. Está claro que la opinión va cambiando y madurando con el tiempo y es probable que, si la escribiera en la actualidad, tendría otro enfoque y tal vez sería algo diferente. Como todo esto que aquí plasmé cobra actualidad y es lo mismo que estoy volviendo a oír, pues lo cuelgo para se vea cómo la historia se repite. Gracias.
La introducción del carnaval en La Palma se produjo desde los primeros momentos de la conquista de la Isla y de su incorporación a la Corona de Castilla en 1492, a través de los nuevos colonos, portugueses, flamencos, castellanos, andaluces, catalanes, italianos, etc. Esta mezcolanza de identidades y de etnias también quedó reflejada en las diversas costumbres de sus tierras de origen que aquí se asentaron y convivieron pacíficamente, en la mayoría de los casos. Así sucedió con el “variopinto” carnaval.
El orgullo del palmero, dicen, es producto de un elaborado catálogo de inmejorables intenciones de supervivencia, de diferentes razas y costumbres, de un gusto extraordinario por las tradiciones, el folklore, el buen quehacer, la gastronomía, etc. de un orgullo reverencial por todo lo suyo.
Llegó a ser la isla ilustrada por excelencia, la más industriosa, la referencia obligada de las artes, las letras, las ciencias…; el honor de tener el primer Ayuntamiento democrático de España; el tercer puerto más importante en la época de Carlos V –es decir, casi del mundo-; su capital, la primera ciudad canaria en tener electricidad, cinematógrafo, teléfono, periódico, telégrafo, laboratorio bacteriológico, central hidroeléctrica, etc.; su Patrona, la más rica y más celebrada de las Vírgenes canarias; fue la isla más comercial del Archipiélago; sus trajes folklóricos, reputados como los más elegantes, vistosos y lujosos; ciudad que tuvo el único Juzgado de Indias de toda la región… y así un largo (digo bien, largo) etcétera. Creo que no es el momento más adecuado para hacer una infinita relación de merecidos piropos y verdaderas alabanzas. Nada de esto se escribe en las Enciclopedias Canarias. Es absurdo cómo se olvida la historia cuando se habla de La Palma. En muchas circunstancias es así y ahí está la prueba. Pregunten a los alumnos de cualquier Isla y, lo que es peor, pregunten a los alumnos palmeros… Nada saben ya de su tierra. Es precisamente esto lo que ha suscitado históricas envidias (muchos dicen, con razón “corrosivas”) a nuestro alrededor.
Todos estos aspectos, y muchísimos más (¡creedme!), han moldeado a los habitantes de la Isla Bonita (¡encima!) -por cierto, la más alta del mundo en comparación con su superficie (¡también!), un estigma de diferenciación que la han hecho especial, dando como resultado unos rasgos y caracteres propios y distintivos transmitidos a un pueblo con una fuerte personalidad e idiosincrasia. Una colectividad que es, ante todo, amante de lo suyo.
Tampoco iban a ser menos sus Fiestas. Casi no existe una celebración festiva en La Palma que no tenga algo único, irrepetible, ansiado por otros pueblos. Uno de estos ejemplos, es sin lugar a dudas, el popular y tan esperado número de “Los Indianos”. A pesar de ser un acto relativamente moderno como ahora se representa, se ha convertido en un tesoro del que se siente orgulloso y feliz de compartir con todos los foráneos que acuden a “Benahoare” para disfrutarlo al máximo.
Se dice que, si la “Casa de La Palma” en la ciudad grancanaria de Las Palmas (no entiendo cómo hay “Casas de una isla” dentro del Archipiélago; esto está muy bien para otras regiones o países…) hubiera hecho su fiesta de Indianos “intramuros”, un acto social interior para celebrar una de las celebraciones del “orgullo palmero” fuera de La Palma, no estaríamos hablando de ello. Lo indignante es que haya sido “extramuros”, ahí reside el intento de ignominia, deshonor y descrédito a un hecho público tan querido y tan tradicional, a pesar de su relativa corta vida.
Cuando en La Laguna (ciudad universitaria de Tenerife) se veía de lejos un estudiante “empolvado”, se decía: “¡ahí va un palmero!”. Esto sucedía en todas las Universidades de España y Colegios Mayores durante las “carnestolendas”. Todo un símbolo de identidad de un pueblo. Cuando en algún lugar una persona, hombre o mujer, se vestía de blanco riguroso o de colores o tonos muy claros, se decía “¡parece un indiano palmero!”. Son tan sólo simples ejemplos de lo que todos, en el fondo, sabemos y tenemos asumido con cariño.
Aquellos “Vapores del lunes”-porque atracaban en el muelle de Santa Cruz de La Palma en ese día- trasladaban numerosos indianos de regreso a su terruño amado, sobre todo en las Fiestas Lustrales de “la Virgen Morenita”. Si la llegada de algún paquebote coincidía con los carnavales, entonces el acicalado pasajero indiano sufría el riesgo de ser “enjarinado”.
Por supuesto que hay “de todo” como en todos los sitios… pero el palmero, como se está viendo estos días, se enorgullece de tener lo que tiene y lucha por mantener las tradiciones y se esfuerza para que el nombre de La Palma quede en el lugar que le corresponde. No se puede ir por ahí usurpando lo que por derecho propio corresponde a la tradición festiva de otro pueblo. Como comunicaba el recientemente fallecido Jaime Pérez García, Cronista Oficial de la capital palmera, “cada isla tiene sus singularidades carnavaleras, que en La Palma han sido desde tiempos inmemoriales, los polvos. Ninguna isla debe usurpar lo que por derecho propio corresponde a la tradición festiva de un pueblo, desvirtuando números propios que, en este caso, singularizan a La Palma” (Diario de Avisos, 26 de enero de 2005).
A modo de ejemplo significativo sobre el sentimiento de toda una población, ante un hecho inaudito sin precedentes que atenta contra su integridad cultural e histórica, sirva de pequeño ejemplo este extracto de prensa que he recopilado en 2004 y 2005, cuando se inició la polémica por la copia de ¿Los Indianos? en Las Palmas:
“Malestar por los Indianos ‘canariones’”(Canarias 7, 26/02/04): “Hablando en términos bélicos, podría decirse que el Desfile de Los Indianos que se celebró el pasado lunes en la capital grancanaria sentó como una auténtica bomba. El enfado y la irritación son generales… se considera como una usurpación del número más singular y representativos de los carnavales de la Isla Bonita…”
“Los Indianos ¿en Gran Canaria?”(El Día, 25/02/04): “Estos canariones ya no saben qué hacer para tocar las narices. El Carnaval de Gran Canaria decidió ‘copiar’ de forma descarada y tremendamente irrespetuosa el acto de Los Indianos… para ultrajar una parte importante de la historia y del sentimiento de los palmeros…”
“De nuevo, Los Indianos” (Diario de Avisos, 26/02/04): “… anda bastante gente algo mosqueada con que el Ayuntamiento de Las Palmas haya incluido en el programa de sus fiestas la celebración de los Indianos… por la cifra debió ser el mogollón más concurrido de sus fiestas.”
“Las Palmas reabre la polémica al incluir en su Carnaval a Los Indianos” (Diario de Avisos, 26/01/05): “… se reedita así una polémica que muchos creyeron dar por zanjada el año pasado, cuando se formuló una manifestación oficial en los mismos términos, expresando que la celebración de este número fuera de la isla es inconveniente, por cuanto el mismo pertenece al acervo festivo, histórico y cultural del pueblo palmero, que lo ha creado y no quiere renunciar a sus condicionantes, fecha y lugar”.
“Los Palmeros plantan cara a la usurpación del Día de los Indianos” (El Día, 27/01/05). “El Pleno del ayuntamiento de la capital de la Isla Bonita aprobó ayer una declaración institucional urgente para pedir la supresión del ‘Pasacalles de los Indianos’ del Carnaval de Las Palmas, incluido por segundo año consecutivo en el programa, que coincide el lunes 7 de febrero con el tradicional acto”
“Cabrera pide a los palmeros en Gran Canaria que no desvirtúen los Indianos” (Diario de Avisos, 27/01/05): “El Alcalde de Santa Cruz de La Palma, que ayer mantuvo varios contactos con miembros del Club de La Palma en Gran Canaria, hace un llamamiento público a todos los palmeros que residen en esa Isla para que ‘si verdaderamente sienten el Día de Los Indianos, no participen de esa fiesta en la calle tal y como está previsto (…) me han explicado que ellos no son responsables, el acto se les ha ido de las manos por querer seguir disfrutando de ese día tan especial para los palmeros en Gran Canaria”.
Y así un largo etcétera.
Para más “inri”, “la burda copia de Los Indianos de la preciosa calle Triana de la hermana y querida ciudad de Las Palmas de Gran Canaria”, fue emitida el año 2004 en interminables reportajes ofrecidos por la prensa canaria, con grandes fotos a todo color, etc. También por las diferentes televisiones (exceptuando TVE) que arrojaron aún más dolor e indignación a unos abatidos palmeros, históricamente hartos de que todo lo suyo sea manipulado, tergiversado, ignorado y menospreciado. Hasta la saciedad aparecían “falsos indianos”, muchos de ellos incluso protestando por “tanto polvo”, diciendo: “Para todo están los Indianos de la Palma…”, “a ver si los palmeros aprenden a divertirse”, “a partir de ahora tendrán que venir a Triana para que sepan disfrutar…”, “menos mal que se ha recuperado la tradición en Las Palmas de los polvos y de los indianos”… Y así una indignante relación de vejaciones.
En el programa oficial del carnaval de la capital grancanaria de 2004 había aparecido por primera vez en su historia el “desembarco de los Indianos”. Todo un atropello.
Si de algo me alegra de todo este esperpéntico y desafortunado asunto de las “descaradas copias”-en la edición de 2010 ya las tenemos en La Gomera, en Tinajo (Lanzarote), en lugares de Gran Canaria como Gáldar y Las Palmas, y probablemente en muchos más sitios-, es que todas las fuerzas políticas palmeras, toda la prensa local, las asociaciones de vecinos, y yo diría, por lo que se trasluce de las informaciones, de lo que se oye en la calle, en los trabajos, en peluquerías, en oficinas y bancos, en los mercados…, de lo que se lee en las papeletas que eran distribuidas por todos lados, en los correos electrónicos, en los mensajes cortos de los móviles (SMS)… que todo un pueblo está unido por el mismo sentimiento de indignación, es decir, está vivo y dispuesto a luchar por un mismo propósito. Parece como si el orgullo de La Palma estuviese en juego y eso es algo que se ha ido palpado en todos los rincones de la ciudad y de la Isla. Se llegó a hablar incluso de manifestaciones para que el Cabildo de La Palma dejase de subvencionar a la “Casa de La Palma” en Las Palmas, algo insólito. No sé si ya se ha conseguido. Aún más, para que se boicoteen los productos grancanarios, etc. Creo que se está llegando a unos límites peligrosos y hay que poner freno a todo esto.
(Repito que todo esto lo escribí hace un lustro. He querido ser lo más fiel posible a todo aquello que reflejé en la prensa local y en varias páginas de Internet. No estoy seguro de tener aquellos brios ni las ideas tan claras como entonces).
Ante todo, pienso que debe primar el diálogo y dejar aparcados los rencores y despejar los malentendidos… El final debe ser y tiene que ser el que todos los palmeros unidos estamos anhelando: el que, de una vez por todas, nos dejen en paz –como hasta ahora- y se haga justicia. El sentimiento de que “cada vez somos menos canarios” se acentúa en La Palma con este tipo de estupideces ajenas que lo que hacen es minar el estado de ánimo de una colectividad y generar violencia innecesaria.
Espero que el año que viene no se vuelva a repetir. Es de justicia.
La propia Yolanda Cabrera le decía a Esther Curbelo: “Fuimos nosotros, los hermanos Cabrera, los pioneros del indiano, y tengo mi sensibilidad herida ante la apropiación indebida que de ella se ha hecho hoy, a comienzos del siglo XXI. Las gentes de Santa Cruz de La Palma, con sus autoridades, tienen que defenderla y custodiarla ante los intrusos que pretenden desvirtuarla…Yo llamé a Las Palmas para protestar por lo que ocurrió en este año 2004, porque pusieron a los indianos en el programa de las fiestas de esa ciudad como número propio”
(Así terminaba este artículo que generó muchos comentarios durante varios años consecutivos en algunas páginas virtuales)
Uno de los comentarios fue éste, fechado el Lunes, 06 de Marzo de 2006 a las 11:58 AM.
“Vivo en Gran Canaria y he participado en dos ocasiones en la fiesta de los indianos de Las Palmas de Gran Canaria. Antes que nada quisiera decir que es mi deseo participar en la fiesta de los indianos de Santa Cruz de La Palma aunque leyendo artículos como el que comento no se si me sentiría acogido, pero bueno. Como bien dice el articulista la fiesta de los indianos en Gran Canaria fue iniciada promovida por la Casa de La Palma. El autor deslegitima a esta casa en primer lugar que este tipo de organización es propia de otras "regiones" o países. En este caso discrepo pues cada colectivo se organiza como quiere. Al tiempo considera un pueblo a los habitantes de La Palma entendido esto como colectividad. Yo como estoy en contra del insularismo considero a los palmeros como el pueblo canario en La Palma, a los tinerfeños el pueblo canario en Tenerife y a los grancanarios el pueblo canario en Gran Canaria y así con el resto de las islas. Es cierto que la fiesta promovida por los palmeros residentes en Gran Canaria ha tenido un gran éxito y se ha dotado de sus singularidades como es la participación de la banda de Agaete pero eso no debe significar despojo ninguno para La Palma, más bien al contrario. Recordar también que esta fiesta se realizaba en más lugares de nuestro Archipiélago además de en La Palma, Gran Canaria inclusive aunque es cierto que se conservó en Gran Canaria. Las fiestas no son de nadie, son del pueblo, del pueblo canario. He escuchado algunos comentarios del tipo: "A ver si hacemos la rama de Agaete en La Palma". Pues, que quieren que les diga, a mi me parecería estupendo, ver una fiesta popular celebrarse en otra isla además de en la mía. La simpatía que ya siento hacia los palmeros aumentaría. Por último expresar mi deseo de que Canarias se piense a sí misma como el conjunto que es por encima de desconfianzas y temores hacia el otro. Somos todos un mismo pueblo. Saludos”
A lo que contesté yo, el lunes, 06 de Marzo de 2006 a las 14:57 PM
“Querido don José Fidel. Ante todo quiero darle las gracias por su comentario. Quisiera también hacer las siguientes puntualizaciones. Su opinión merece todo mi elogio y la comparto casi plenamente. La intención de mis líneas no ha sido otra que recoger el sentimiento casi unánime de lo que se oye en las calles, en los bares, en los trabajos y en muchos lugares de La Palma sobre lo que está sucediendo en el Carnaval de Las Palmas. Incluso aquéllas procedentes de amigos grancanarios y palmeros que viven en el resto del Archipiélago, que no son pocos. No es mi cometido ni mi intención el deslegitimar, no lo interprete así, por favor, a la Casa de La Palma, ni mucho menos. Una cosa es que no entienda que exista (es como la Casa de Leganés en el centro de Madrid, o la Casa de Teror en Las Palmas, o ejemplos así) y otra muy diferente es faltarle el respeto o menospreciarla o algo por el estilo. Respeto y quiero muchísimo a los palmeros que la han hecho posible, por su amor a La Palma y a las costumbres del terruño amado. Pido disculpas si me he explicado mal. Lo siento. En cuanto a ser todos un pueblo, comparto su opinión. Imagínese, mi madre es sevillana, mi abuelo de Badajoz, mi abuela de Madrid, y tengo tíos de todas partes... Una mezcolanza que nos ha enriquecido a todos los que componemos mi gran familia y nos ha hecho tener una visión muy amplia de la vida, muy lejos de la insularidad entendida como "encerramiento o falta de amplitud de miras....". Eso sí, me siento muy palmero y orgulloso de serlo, pero también canario, etc. Lo que he tratado de transmitir es que no vaya aquí a suceder lo que pasó con la copla palmera "La Virgen de Las Nieves, la más bonita, la más morena..." Aquellos palmeros que peregrinando a Candelaria la cantaron por cariño y devoción a la Patrona de Canarias, cambiando la advocación en la letra, nunca supusieron que años más tarde iban a ser tildados de "copiones". No sé si a los hermanos de El Hierro les haría gracia que la casa de esa isla en Tenerife, por cierto, empezara con el Baile de la Virgen de Los Reyes, con la misma indumentaria, tambores, etc. y que así se saliera como una cabalgata por las calles. O por ejemplo, si a los hermanos conejeros, en su Casa de La Gomera, si la hubiera, les diese por celebrar "Los Buches" en las calles de San Sebastián, haciendo sombra a los originales de Lanzarote. Así con el silbo gomero y sus chácaras, el Baile del Vivo en El Hierro… y así una infinidad de tradiciones arraigadas en cada una de las Islas. Entiendo y respeto mucho lo que Vd. dice de "La Rama de Agaete", pero creo que para querernos un poco más todos como pueblo unido, no es conveniente ir generando este tipo de polémicas que no llevan a nada bueno. Si se quiere disfrutar de la estupenda fiesta de Agaete, hay que ir a Agaete. Desde La Palma se ha pedido por medio de todos los cauces y "por activa y pasiva", desde todos los estamentos, tanto oficiales como privados, etc. que no se siga celebrando el Día de Indianos en las Palmas. Este año se le ha cambiado el nombre en el programa, pero... el resultado es el mismo. Todos los visitantes que pasan sus vacaciones en Las Palmas, relacionarán los Indianos, los polvos de talco y esa manera de disfrutar, no con los palmeros, sino con los grancanarios. Llegará el momento en que a los palmeros se nos llame "copiones" , tiempo al tiempo. Si esto no hubiera sido así, yo no estaría escribiendo estos textos. Si hay malestar, se comenta, se informa, etc. se agotan los cauces normales que existen entre personas civilizadas, encima que se quieren y que son parte integrante de un pueblo... pero y ¿si no se hace caso de esto...? no entiendo cómo se ha seguido haciendo. Bueno, para terminar, le ruego a Vd. don José Fidel y a aquellos que han sentido lo mismo, que me perdonen si el texto ha estado plagado de sarcasmo y de un tono hostil, fue fruto de aquel momento de indefensión y de bochorno en el que escribí el artículo, pero mi intención no ha sido sino informar, no denigrar. Un abrazo muy grande desde La Palma y por favor, venga Vd y su familia y amigos a Santa Cruz de La Palma en Los Indianos. Será muy bien recibido, ya verá. Saludos y gracias”
Es curioso cómo pasa el tiempo, cómo van cambiando las ideas y las opiniones y cómo la historia se repite nuevamente.
Espero que les haya gustado, o por lo menos, entretenido y, sea como fuere, les deseo y un ¡¡ FELIZ CARNAVAL!! y, por supuesto, unos ¡¡ FELICES INDIANOS!!
BIBLIOGRAFÍA:
ALLOZA MORENO, Manuel Ángel. La Pintura en Canarias en el siglo XIX, Santa Cruz de Tenerife, 1981
ALONSO QUINTERO, Elfidio. Estudios sobre el folklore canario, Edirca, Las Palmas de Gran Canaria, 1985
CURBELO LORENZO, María Esther. “Recordatorios: el Carnaval en los años setenta”, Pasos de un Siglo. Real Nuevo Club Náutico de Santa Cruz de La Palma, 1904-2004, Santa Cruz de La Palma: CajaCanarias, Excmo. Cabildo Insular de La Palma, 2005
FRAGA GONZÁLEZ, María del Carmen, «La pintura en Santa Cruz de LaPalma», Homenaje a Alfonso Trujillo, Santa Cruz de Tenerife, 1982
HERNÁNDEZ PÉREZ, María Victoria. La Isla de La Palma. Las Fiestas y Tradiciones, C.C.P.C., 2001
MARTÍN GONZÁLEZ, Miguel Ángel. La Historia de Santa Cruz de La Palma. , C.C.P.C., 1999
PÉREZ GARCIA, Jaime. Fastos Biográficos de La Palma. La Laguna- Santa Cruz de La Palma, 1985 y 1990, t. I y II
RODRÍGUEZ BRITO, W. La agricultura en la isla de La Palma, Instituto de Estudios Canarios, La Laguna, 1982.
SÁNCHEZ, María Ángeles. Fiestas populares. España día a día, Maeva Ediciones, Madrid, 1998
VIERA, Isaac. Costumbres Canarias, Santa Cruz de Tenerife, 1916
VV.AA. El Arte en Canarias. Una mirada retrospectiva. Gobierno de Canarias, 2001.
Sólo me ha dejado cargar una foto.
Una pena, porque tengo miles
No sé qué me sucede
Bueno, espero que lo disfruten
Gracias
Es posible que hayas superado el límite de adjuntos para un usuario. Voy a mirárlo para que puedas subir más.
Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.
Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI
Tanausú, ¿puedes decirme qué error te da al intentar poner adjuntos?
Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.
Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI
Hola, Donoso
Pues casualmente ahora sí he podido adjuntar una foto, pero ninguna más.
Después de un rato, me contesta esto:
Internet Explorer no puede mostrar la página web
Puede intentar lo siguiente:
Diagnosticar problemas de conexión
"Internet Explorer no puede mostrar la página web
Puede intentar lo siguiente:
Diagnosticar problemas de conexión"
Un abrazo y muchas gracias
Tanausú
Pues ahora sí me ha dejado con dos... Creo que tu trabajo está dando sus frutos. Muchas gracias
En principio ya no tienes ningún límite de subida, si vuelve a dar problemas avísame.
Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.
Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI
Estimado Donoso. Muchas gracias
parece que ahora funciona
Un saludo
Algunas más
Actualmente hay 1 usuarios viendo este tema. (0 miembros y 1 visitantes)
Marcadores