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Tema: Falacias Evolucionista a la luz de la Ciencia

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    Avatar de donjaime
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    Falacias Evolucionista a la luz de la Ciencia

    ESTUDIO CRÍTICO DE LA IDEOLOGÍA "PSEUDOCIENTÍFICA" (Materialista y Marxista) DEL EVOLUCIONISMO

    ¿EVOLUCIONAN LA QUÍMICA Y LA FÍSICA, COMPONENTES FUNDAMENTALES DE LA BIOLOGÍA?
    Aceptando que el punto de vista evolucionista es el mayoritariamente aceptado por los biólogos y el mundo científico, independientemente de los matices cristianos o ateos que se le quieran dar, reiteraremos que goza de una magnífica popularidad entre los filósofos, estudiantes, las amas de casa y los académicos, en general; por eso, avanzar un cuestionamiento de los fundamentos de tan popular teoría, no deja de ser un ensayo en futilidad, cuando no una necedad rayana en la estulticia.

    Aun con estos riesgos, particularmente el de la burla académica, habremos de continuar nuestra marcha hacia la misión de argumentar (y ser creídos) desde
    - la ciencia,
    - la lógica y
    - la realidad observable...
    Desde la ciencia, porque el alegato científico no parece suficientemente convincente para que tanto la creación espontánea como la evolución, atea o no, haya enraizado de la forma en que lo ha hecho;
    Desde la lógica, porque su presentación no resiste la prueba de la coherencia y el error del non sequitur es su más sobresaliente característica;
    Desde la realidad observable, porque a nuestro juicio todo apunta a una misteriosa forma de creación de todas las especies sin evolución de por medio.

    Los siguientes dos postulados enmarcan dos posiciones antagónicas;
    El primero: “Hay que contrastar marcadamente la teoría de la evolución de los seres vivos, que postula un cambio progresivo en la forma de animales y plantas a partir de comienzos muy elementales, con el dogma de la creación específica, que implica la creación de animales y plantas con las mismas características hoy en día que exhibían en el principio”.

    El segund: F. Wheeler, Intermediate Biology (Heinemann, 1972), p. 591.210
    Que la evolución ha ocurrido, que todas las formas de vida existentes son descendientes directos (...) de organismos unicelulares (...); y que la selección ocurre y podría dar cuenta de una parte considerable [si no de todos] los cambios en sentido evolutivo que producen (...) variedad de vida (...), es el juicio virtualmente unánime de todos los biólogos de hoy en día”.

    Los dos enunciados son de dos científicos, ambos prestigiosos académicos, que tienen diversa opinión sobre el tema, muy a pesar de que “ciencia” signifique conocimiento obtenido por el método inductivo que parte de casos particulares para llegar a principios generales.
    Así, nos encontramos aquí con la paradoja que la ciencia progresa, avanza, pero no uniformemente y, muchas veces, regresivamente en algunos campos del saber. El origen del hombre es uno de ellos. La evolución otro.

    Pocos científicos se han molestado en preguntarse por qué la evolución se ha circunscrito a la biología y no a la química y a la física, que son componentes fundamentales de esa biología. Es muy extraño que si sus componentes fundamentales no evolucionen, todo lo demás lo haga.

    Vale anotar que los químicos y físicos que aceptan los principios de la evolución en la biología no los aceptan en sus respectivas ciencias, porque si lo hicieran, “un cambio progresivo de formas primitivas hacia formas avanzadas” haría imposible que se previera lo que podría ocurrir entre una investigación y otra. La materia podría comportarse de una manera inesperada. Ellos saben esto, y es por eso que, tanto químicos como físicos, se desentienden de toda consideración evolutiva en sus trabajos de investigación.

    La mitocondria, que es un órgano celular que desempeña un papel fundamental en los intercambios de energía, es una máquina complejísima que logra hazañas químicas que pocos químicos pueden reproducir o comprender totalmente. Y aquello que se logra comprender o reproducir, permanece constante, sin evolución, lo cual constituye el requisito sine qua non de la propia comprensión.
    Ningún químico en siglos ha considerado, que sepamos, que las sustancias con las que trabaja son el resultado final de un proceso de “descendencia con modificaciones”, y ningún manual clasifica ninguna sustancia química como “adelantada” o “primitiva”.
    Para poner un ejemplo de mi propia área, la economía: los fenómenos económicos se comprenden bajo la condición ceteris paribus y no la mutatis mutandis.

    Es así, pues, como avanza la ciencia y no con procesos incomprensibles donde todo está sujeto al cambio y donde no se sabe cuales elementos lo ocasionan. No obstante, los biólogos se empeñan en la evolución de los procesos químicos y físicos, algo que no se aplican a sí mismos ni los químicos ni los físicos en sus supuestos fundamentales.

    Como lo expresó Robert Clark hace cincuenta años, “La evolución es antes que nada un problema químico. Los seres vivos no están constituidos por herencia, selección natural, lucha por la existencia, ni por cualquier otro tópico biológico; están constituidos por moléculas químicas (...). Para el materialista, entonces, los organismos están limitados por las propiedades de los átomos y las moléculas. De una manera u otra, él tiene qué explicar cómo moléculas de complejidad gigantesca han llegado a existir, y han podido arreglarse una con otra en maneras cada vez más complejas. Éste es el problema fundamental de la evolución, pero todavía todos los libros modernos lo ignoran, y, que yo sepa, nadie se ha enfrentado nunca con él”.


    CONCLUSIONES:

    Hechos:
    1. Lo químico es un compuesto esencial en lo biológico.
    2. La evolución es un problema fundamentalmente químico.
    3. La química no evoluciona.

    Teoría no sustentada:
    La química evoluciona y hace evolucionar los compuestos orgánicos.



    ¿SON LAS MUTACIONES BASES CREÍBLES PARA LA EVOLUCIÓN?
    En un interesante intercambio epistolar con un admirador suyo el jesuita (masón y hereje) Teilhard de Chardin explicaba que el mundo orgánico ha de ser considerado históricamente como el desarrollo de un organismo gigantesco que se origina sin solución de continuidad a partir del sustrato inorgánico.
    Los neodarwinistas han afirmado lo mismo, es decir, que el mundo orgánico se ha desarrollado por acumulación de mutaciones diminutas, pero favorables, debido a la selección natural.
    Uno de los procesos más socorridos por los científicos es explicar la evolución por los cambios accidentales producidos por las mutaciones genéticas. Es decir, las mutaciones son la base de la evolución, según afirman los libros más especializados sobre el tema y los más reputados científicos desde Robert Jastrow hasta Carl Sagan.
    Por lo general, se acepta que las mutaciones obedecen a cambios pequeños que se van acumulando a lo largo del tiempo.

    Sin embargo, el mismo Carl Sagan admite que la mayoría de las mutaciones son dañinas y letales. Esta es la razón por la cual se sabe que las mutaciones son responsables de cientos de enfermedades transmitidas genéticamente y los experimentos lo comprueban cuando se colocan en plena competencia insectos mutantes con insectos normales, porque el resultado ha sido invariablemente el mismo:
    Después de un número de generaciones, los mutantes son eliminados”, según nos dice G. Ledyard Stebbins. Es decir, los mutantes no podían competir y terminaban degenerándose.

    Para darnos una idea de lo que son las mutaciones, imaginémonos que quisiéramos construir una casa y se la diéramos a unos trabajadores sin ninguna experiencia que por cada tramo bueno de trabajo que hicieran, cientos de otros les quedaran defectuosos.
    ¿Podría mantenerse la casa en pie durante largo tiempo?
    Lo mismo ocurre con tales insectos experimentales.

    Pero hay algo más: las mutaciones sólo resultan en una variación de un determinado gen que ya está allí, pero no en la creación de algo nuevo.
    Por ejemplo, una planta que crezca en un área seca, puede desarrollar raíces más largas y profundas para poderse adaptar al ambiente, pero esa planta ni es nueva ni evoluciona en otra especie desconocida. Es decir, el pelo siempre será pelo, y no hay evidencia de que se mute en plumas; una mano puede tener seis dedos, producto de una mutación, pero siempre será una mano y como tal será reconocida. Jamás se ha visto que una mutación convierta una pezuña en una mano.

    Uno de los más interesantes experimentos que se hicieron en este sentido fue con la mosca Drosophila melanogaster; (su ciclo de vida es de pocos días), millones de ellas han sido expuestas a los rayos X hasta hacerlas mutar. Después de decenas de años de continuados experimentos se encontró que “los mutantes de la Drosophila... son, sin excepción alguna, inferiores a las variedades libres en viabilidad, fertilidad y longevidad”.
    Luego, cuando las mutantes se aparejaron entre ellas, ¡se encontró que después de varias generaciones comenzaron a aparecer moscas normales!
    Este hallazgo nos indica que si las moscas mutantes se dejan en ese estado eventualmente producen insectos normales que son sobrevivientes de las debilitadas mutantes, preservando así la especie como originalmente existía. Es decir, el ADN tiene una inmensa habilidad para reparar el daño causado.

    Como C. H. Waddington mejor lo decía, “esta es una teoría [la de las mutaciones] que dice que si uno empieza con catorce líneas de inglés coherente y va cambiando letra por letra, manteniendo sólo aquellas frases que todavía hagan sentido, eventualmente uno termina componiendo un soneto de Shakespeare... esto me resulta una suerte de lógica de lunáticos...

    Entonces, así como una casa hecha con defectos no puede convertirse en un palacio, ni miles de accidentes automovilísticos pueden producir un nuevo modelo de automóvil que funcione perfectamente, vemos como poco probable que unos cambios genéticos accidentales pueden hacer que una forma de vida se convierta en otra.


    CONCLUSIONES:

    Hechos:
    1. Ha sido observado que las mutaciones son dañinas y letales.
    2. Ha sido observado que después de un número de generaciones, los mutantes son eliminados y se restablece la normalidad.
    3. Ha sido observado que un gran número de pequeños accidentes en las autopistas no producen mejores diseños y funcionamiento de automóviles.

    Teoría no sustentada:
    Dado un tiempo suficientemente largo, los accidentes biológicos producen un mejor diseño y funcionamiento de las especies nuevas creadas.



    LA EVOLUCIÓN INORGÁNICA.
    Pero el problema de la evolución inorgánica es el más acucioso de todos. Darwin, el padre del “origen de las especies”, no nos dice en su libro nada acerca de cómo se originaron las especies, ni tampoco nos habla de la “evolución”, propiamente dicha, sino de la doctrina de la «selección natural»; esto lo observa un agudo crítico suyo, Etienne Wilson, quien también repara en que la palabra «evolución» fue usada por primera vez por un ingeniero de ferrocarriles aficionado a la filosofía de nombre Herbert Spencer (1820-1903).
    Spencer creía en la evolución antes de Darwin y escribió un trabajo evolucionista intitulado Principles of Psychology en 1855, de tal manera que cuando el libro The Origin of Species de Darwin apareció, Spencer lo consideró como una aplicación de su propia teoría...
    Por eso Gilson concluye: “El darwinismo de la evolución no pertenece a la historia real: es un mito”.

    Al mismo tiempo también conocemos que ni Darwin ni Spencer negaron la creación en términos absolutos y la razón es, quizás, porque la creación no pertenece a la ciencia sino a la filosofía.

    Examinemos esto por un momento.
    Si para la materia fuese necesario ser, no tendríamos que postular creación alguna porque ella misma no sería contingente sino necesaria. Pero todo lo que hay en el universo es claramente contingente y no necesario. Luego la materia no puede justificar su propia existencia.
    Entonces, para un universo completamente compuesto de seres contingentes existen dos posibilidades:
    la primera, que exista ab æterno;
    la segunda, que haya sido creado de la nada.


    El fenómeno que niega que la materia haya existido eternamente es la ley de la entropía, que hace que todo, absolutamente todo lo que hay en el universo, tienda hacia un desorden total y se degrade.
    Por eso es que los científicos han avanzado la teoría del Big-Bang como principio creador del universo para satisfacer la necesidad absoluta de que la materia no puede haber sido eterna.

    Por eso nos sorprende el siguiente concepto de un conocido experto en bioética que quiere reconciliar la creencia religiosa con la científica:
    No cabe duda que Dios podría haber creado directamente el organismo humano, pero en el ambiente científico y teológico se afirma cada vez más la convicción de que Dios se haya servido de la materia preexistente, de manera que el cuerpo humano provenga de seres inferiores por evolución biológica”.
    La frase, “se haya servido de la materia preexistente”, está mal formulada porque contiene una ambigüedad: o bien la materia existía antes que Dios, o Dios creó la materia y luego se sirvió de ella. La frase, por sí misma, no es explícita, aunque es de suponer que Lucas, siendo sacerdote, querría significar que Dios primero creó la materia y luego se sirvió de ella. Aun así, no cabe duda de que esta es una curiosa teología católica que tiene tintes de servirse de una filosofía materialista que, a su vez, abreva en las canteras de la ciencia dialéctica que tiene más de suposiciones que de deducciones o comprobaciones.

    No sabemos si por intuición, o corazonada, tanto Spencer como Darwin, por similares motivos científicos, negaban la creación de los seres vivos y no de la materia, en general. Pero ambos defendían la generación espontánea de la vida a partir de la materia inanimada.
    Esta defensa es tan importante para los evolucionistas, que si algún día se probara su imposibilidad, harían cualquier cosa para mantenerla viva; de lo contrario, todas sus teorías se vendrían abajo.

    Y eso fue exactamente lo que pasó cuando el mismo año de la publicación del Origen de las especies, Louis Pasteur hacía un genial experimento. Corría el año 1859. Pasteur tomó una vasija de vidrio de laboratorio, un matraz, hizo una especie de sifón con su cuello, hirvió una solución nutritiva en su interior y la dejó expuesta al aire libre.
    Este sistema impedía a las bacterias, pero no al aire, entrar a la vasija. Meses después la solución seguía incontaminada. La vida no había resultado de la nada. La teoría de la generación espontánea se había vuelto insostenible. A partir de este experimento muchos otros científicos han estado intentando demostrar su falsedad, pero hasta ahora nadie ha conseguido crear vida a partir de «sustancias muertas», por nutritivas que sean.

    Para darnos una idea de lo que nos referimos cuando decimos «sustancias muertas», bástenos aclarar que no son átomos sueltos de carbono, nitrógeno y otros elementos similares; son compuestos como amoníaco, metano, vapor de agua y moléculas de hidrógeno con los cuales se ha intentado sintetizar aminoácidos, que son los bloques que constituyen las proteínas.
    Como se sabe, las proteínas son un componente esencial de todo organismo vivo. Pero el problema de por qué hasta el presente no se ha podido crear vida a partir de estas sustancias que componían la «sopa química», de la que aparentemente surgió la vida en el planeta, es por la presencia del oxígeno.
    Ahora bien, todos también sabemos que el oxígeno es fundamental para el soporte de la vida, pero ocurre que el oxígeno impide la formación de aminoácidos a partir de las mencionadas sustancias.
    Por eso los aminoácidos son compuestos reducidos, porque contienen menos oxígeno que lo que su composición permitiría. Si se descargan chispas eléctricas en este «caldo primitivo», que presupone una atmósfera reducida, se obtienen aminoácidos, como Stanley Miller los obtuvo a principios de los años 50. Pero esto no resuelve el problema ya que el amoníaco y el metano, componentes esenciales de esta sopa química, son perjudiciales para la vida; en cambio, el oxígeno, que es beneficioso para la vida, es altamente perjudicial para los experimentos.

    Las dificultades no paran aquí: las chispas, o sea los rayos que trepidaron en esa atmósfera, hacen desaparecer instantáneamente el metano y el amoníaco y son reemplazados por el oxígeno, perjudicial hasta entonces, pero beneficioso a partir de allí. El asunto es que el reemplazo del metano y el amoníaco por el oxígeno tiene que ser instantáneo porque si los aminoácidos se quedaran en la atmósfera reducida perecerían por falta de oxígeno; al contrario, si se quedan algún tiempo con el oxígeno, éste los destruye. Entonces, sólo de manera también instantánea los aminoácidos tienen que formar el primer ser vivo para que el experimento funcione.

    ¿Pero no habíamos quedado en que la evolución es un proceso gradual?
    Si no lo es, la instantaneidad en que tiene que ocurrir la vida niega la gradualidad en que se fundamenta la teoría de la evolución.


    CONCLUSIONES:
    La explicación técnica es que esto sucede porque, a nivel químico, los enlaces que el oxígeno forma con el carbono y el hidrógeno son más fuertes que los que forman entre sí el carbono y el hidrógeno, el oxígeno con el oxígeno, el carbono con el carbono y el hidrógeno con el hidrógeno. El resultado es que dondequiera que haya excedente de oxígeno, éste tiende a formar agua (óxido de hidrógeno) y anhídrico carbónico, lo que forma un “sumidero de energía”.

    Hechos:
    1. El amoníaco y el metano son perjudiciales para la vida.
    2. La sopa química que existía antes de la vida estaba compuesta fundamentalmente por amoníaco y metano.
    3. Las descargas eléctricas descomponen el amoníaco y metano en oxígeno.
    4. El oxígeno impide la formación de aminoácidos, elementos esenciales para la vida.
    5. La formación de aminoácidos tuvo que ocurrir instantáneamente para que el oxígeno los favoreciera a partir de su formación.
    6. El amoníaco y el metano tuvieron que ser convertidos instantáneamente en oxígeno porque, de lo contrario, no se habrían formado los aminoácidos.

    Teoría no sustentada:
    La evolución es un hecho gradual y prolongado en el tiempo. Empero, la instantaneidad requerida para que el proceso químico no impida el surgimiento de la vida no niega, sino que confirma, el hecho gradual de la evolución.



    CONTRADICCIONES FUNDAMENTALES
    Supongamos que la vida se forma instantáneamente.
    El agua, elemento esencial para la vida, es perjudicial para la síntesis de compuestos simples hasta formar complejos. Y la síntesis que nos interesa es la de los aminoácidos formando proteínas. Es decir, las proteínas se forman juntando aminoácidos en un orden determinado; pero cuando los aminoácidos se juntan, forman una molécula de agua; el agua, por su parte, impide que haya una condensación, luego hay que quitar el agua que se forma tan rápidamente como lo hace, porque, de lo contrario, el agua disociaría cualquier proteína que se quisiese formar.
    El problema es, entonces, que para que la evolución funcione, hay que tener un caldo primitivo sin agua, porque con agua no ocurren las condensaciones necesarias para que se formen seres vivos. ¡Pero un caldo primitivo sin agua no es posible!

    Una detallada descripción de estos procesos se hace en el libro de Silvano Borruso, El evolucionismo en apuros (Criterio Libros, 2001), p.p. 69-76.218

    No obstante, concedamos a los evolucionistas que las reacciones de condensación poco importan e ignoremos las leyes de la química.

    Todos sabemos, a partir del modelo pionero de Watson-Crick, que los aminoácidos que conforman las proteínas constan de un cierto número de “letras”, que son clave en el proceso de la reproducción del ADN (Ácido DesoxirriboNucleico) (Es de anotar que el reputado científico Francis Crick, uno de los pioneros de este modelo y premio Nobel por sus descubrimientos, cree que la vida en la Tierra pudo haber comenzado cuando los extraterrestres enviaron en una nave espacial esporas para sembrar la tierra. Crick propuso esta idea por primera vez con el químico Leslie Orgel en 1973, publicación hecha en la revista Icarus. Luego escribió un libro intitulado Life itself, reiterando la teoría.
    Es en este estado en que está la teoría de la evolución).

    Justamente antes de la división celular, todo el juego de genes presentes en una célula se duplica de manera precisa, lo cual requiere la manufactura de un nuevo ADN.
    Imaginémonos una cremallera que forma una hélice alrededor de su línea de cierre. El ADN se reproduce a sí mismo abriendo la cremallera, por lo que cada mitad busca su complemento de bases compuestas de azúcar y fosfato desde el núcleo de la célula. La secuencia de las cuatro bases a lo largo de la cremallera no es aleatoria. Operando por medio de dos moléculas auxiliares conocidas como ARN mensajero y ARN de transferencia el código se transmite en grupos de tres bases cada uno, que escogen un aminoácido y lo juntan a otro.

    El proceso se repite una y otra vez para formar las proteínas requeridas (el código genético se terminaría de descifrar en el año 2003).

    No describiremos el complejo proceso de reproducción celular porque esto estaría más allá del alcance de este escrito. Nos limitaremos a decir que la sucesión de aminoácidos en cualquier proteína está rígidamente predeterminada, y así como un error de ortografía podría alterar el significado de una palabra o de una frase, un error en la secuencia alfabética de las letras alteraría la naturaleza de la proteína hasta destruirla. Por ejemplo, entre los veinte aminoácidos que componen las proteínas hay solamente uno que, como la letra «O», puede ponerse de cualquier manera que sigue siendo «O» (la glicina); los otros, como la letra «E», importan si los ponemos al revés o patas arriba; es decir, ocurre un error de “ortografía”. Los primeros se clasifican como aminoácidos D y los segundos como L. Los experimentos indican que si se deja sola una solución pura de aminoácidos ésta se raceniza espontáneamente; es decir, la mitad se transforma de L a D y el resultado final es siempre la proporción de un 50% L y 50% D.
    Ahora bien, el primer problema que esto plantea es que los seres vivos están hechos de un 100% de aminoácidos L, lo cual significa que los seres vivos son más que una colección de aminoácidos, pues en ellos no ocurre esta racenización espontánea.
    El segundo problema reviste características formidables. Los químicos y biólogos saben que los grupos L no tienen ningún privilegio especial respecto de los D, luego la probabilidad de eslabonar cualquier número de aminoácidos L al mismo tiempo, excluyendo los D, es la misma que tirar una moneda al aire el mismo número de veces y obtener sólo cara o sólo cruz. Si esto fuera posible sería el más portentoso milagro imaginable.
    Veamos por qué. Por lo pronto, recapitulemos.


    CONCLUSIONES:

    Hechos:
    1. El agua es el disolvente universal: desintegra compuestos, antes que los integra.
    2. Las proteínas se forman juntando aminoácidos.
    3. Cuando los aminoácidos se juntan, forman una molécula de agua.
    4. El agua disocia cualquier proteína que se quiera formar.

    Teoría no sustentada
    :
    La sopa química estaba compuesta de agua que, pese a todo, asoció las proteínas que no podían ser asociadas por la presencia del agua.


    LA “CIENCIA” DE LAS PROBABILIDADES IMPOSIBLES
    El mínimo número de aminoácidos en un compuesto es de 51 en la insulina y de 50.000 o más en la hemoglobina. La probabilidad de que cada vez que echemos una moneda al aire se eslabone sólo el aminoácido del grupo L en 51 tiros de la moneda es del 1⁄251 ; lo cual significa 4,4x10(-16) que es un número tan pequeño que es inverosímil. Si el número medio de aminoácidos en una proteína es de 400, como efectivamente lo es, el azar de este eslabonamiento quedaría reducido a 1⁄2380 , que es 10(-114) , que es prácticamente CERO. (el número entre paréntesis exoresa la operación de potencia matemática)

    Es decir, si la probabilidad de que en una moneda tirada al aire nos salga 380 veces cara es cero, ¡imagínese lo que sería 10 a la 114 series de 380 tiradas cada una! Para abundar, una sola comparación nos basta: el diámetro de nuestra galaxia, que es de 100.000 años luz, es 10(22) ; si la multiplicamos por mil millones, llegaríamos a 10(53) .
    ¿Cuánto más hay que multiplicar para llegar a la (114)?
    Este sólo argumento sería suficiente para descartar el especioso argumento que hace Tomás Alfaro, de la universidad Francisco de Vitoria, sobre “cómo ha jugado Dios a los dados desde el Big-Bang hasta la aparición del hombre”.

    Los anteriores números nos dan una idea de las dificultades a las que se enfrenta la posibilidad de crear la más simple proteína al azar.
    Un virus, que es el más simple organismo conocido, tiene 124 proteínas, que son 73 más que la insulina. ¡La probabilidad de obtener una secuencia de 124 proteínas al azar es de 10(-14.184) !
    ¿Cuál será la probabilidad de obtener una amiba al azar?
    ¿Y un mono?
    ¿Y un ser humano?

    Como quiera que el ADN es el compuesto universal y primitivo de la vida, los evolucionistas han dicho que el ADN se sintetizó primitivamente en aquella “sopa química”, encontrándose azúcares, bases y fosfatos al azar que formaron hélices simples las que, a su vez, se asociaron con proteínas y luego se encerraron en una membrana que posteriormente evolucionó hacia una célula viviente.
    Esta es la síntesis simplista del fundamento evolucionista.

    Pero tiene varios otros problemas.
    Uno de ellos son los azúcares que, como los aminoácidos, también existen en dos formas estereoisómeras, D y L. Ya vimos las dificultades de ensartar una secuencia que esto supone.
    Otro es que los azúcares y aminoácidos no pueden andar sueltos en la misma solución porque los aminoácidos destruyen los azúcares. Entonces, para formar proteínas, son necesarios los aminoácidos; pero para reproducirlas, es necesario el ADN a través de sus dos ARN, mensajero y de transferencia, que contienen azúcares en sus moléculas los que, a su vez, son atacados por los aminoácidos.
    El tercer problema, que ya examinamos arriba, es el de la condensación que, por contener agua, tiende a disociar y no a sintetizar el compuesto.

    En la sopa química inerte todo esto tiende a impedir que se sintetice el ADN, fundamento esencial de la vida.

    Empero, otro agudísimo problema es que el ADN es un lenguaje cifrado, un código, una especie de lengua que informa y para cuya formación se requiere de inteligencia.

    Para los evolucionistas, sin embargo, las diferentes radiaciones a las que estuvo expuesta la sopa química alteraron la secuencia del ADN y de allí surgieron especies distintas con el paso del tiempo. Este razonamiento se encuentra con un problema de orden práctico, o de orden químico, y es la posibilidad de si, teniendo una sopa de letras, se puede revolver tal sopa por millones de años hasta que se forme un lenguaje capaz de producir frases gramaticales que sean inteligibles y que contengan información.

    La vida está, análogamente, compuesta de estas frases gramaticales que la conforman y que no son otra cosa que el código genético a partir de las combinaciones múltiples de ese extraño alfabeto.

    El siguiente problema es cómo vino a suceder lo que Phillip Hanawelt y R. H. Haines descubrieron en 1967, a saber, las cuatro enzimas que desempeñan la función extraordinaria de corregir, como si fuera un “corrector de prueba”, los defectos “gramaticales” y “ortográficos” que se pueden presentar en cualquier secuencia de bases del ADN. En una palabra, estos correctores impiden las mutaciones, que son los cambios que permiten las variaciones entre los individuos de una población dada.
    ¿Quién puso allí ese “corrector de prueba”?
    ¿Por qué insondable misterio se formó para garantizar la corrección del lenguaje reproducido?
    Pues resulta que este corrector de prueba es lo que produce la estabilidad genética de la que hablan los biólogos.
    Entonces, la evolución produjo un “corrector” que detiene la evolución...
    ¿Y cómo es eso, si la evolución, por definición, no se detiene?



    CONCLUSIONES:

    Hechos A:
    1. Los aminoácidos destruyen los azúcares.
    2. Los aminoácidos son necesarios para formar proteínas.
    3. Para reproducir las proteínas son necesarios los azúcares contenidos en el ADN.
    4. Los azúcares y aminoácidos no pueden cohabitar la misma solución.

    Hechos B:
    1. Existen 4 enzimas en el ADN que corrigen los defectos, impidiendo las mutaciones genéticas.
    2. Estos correctores detienen la evolución.

    Teoría no sustentada:
    Los aminoácidos se sirvieron de los azúcares para reproducir las proteínas, pese a que los aminoácidos destruyen los azúcares. Para que esto fuese posible, los aminoácidos convivieron con los azúcares en la misma solución, aunque no sepamos cómo.
    Finalmente, la evolución es un proceso continuo que nunca se detiene, o por lo menos, no se sabe que se detenga, pese a que los correctores no permiten que avance.
    El callejón sin salida de la evolución y el cero absoluto. Llegamos, pues, a la siguiente perplejidad: sin mutaciones no hay evolución, pero sin evolución no hay mutaciones.
    Estamos en un callejón sin salida. Porque, si el ADN poseyó desde un principio el “corrector”, ninguna mutación hubiera acaecido; si no lo poseyó desde el inicio,
    ¿por qué la evolución actuó contra sí misma, si la naturaleza de la evolución son los cambios graduales y permanentes a lo largo del tiempo?
    ¡Estamos violando las mismas reglas que hemos puesto para que opere la evolución!


    Pero hay más: El gran dilema del evolucionismo es expresado nuevamente por Francis Hitching cuando nos dice que “con oxígeno en el aire, el primer aminoácido no hubiera podido ser sintetizado; pero sin oxígeno, hubiera sido destruido por los rayos cósmicos”.
    Lo mismo sucede con las proteínas: una vez que los aminoácidos están en el agua, deben salirse de ella para poder formar moléculas más grandes y convertirse en proteínas útiles para la formación de la vida; pero si se salen del agua, se ponen bajo los rayos ultravioleta que las destruye.
    Sucede lo mismo con el ADN; Hitching nos dice:
    Las proteínas dependen del ADN para formarse. Pero el ADN no se puede formar sin proteínas preexistentes”.

    Similar cosa sucede con el virus, que son parásitos que sólo pueden sobrevivir dentro de una célula. Entonces, lo primero que tiene que crearse es una célula y luego el virus que se alimenta de ella, porque una célula puede sobrevivir sin virus, pero un virus no puede existir sin células; al mismo tiempo, es sabido que un virus es una etapa intermedia entre la materia inanimada y la vida.
    Entonces, ¿cómo es que la etapa intermedia se presentó antes que el primer organismo vivo que la alimenta y la hace posible? Tenemos, entonces, el viejo problema de qué fue primero, si el huevo o la gallina.

    Sin embargo, otro científico evolucionista, intenta salir del problema afirmando que el ADN y la proteína se desarrollaron paralelamente, con lo cual se está diciendo que la gallina y el huevo evolucionaron simultáneamente.
    ¿Es esto razonable?
    ¿Se desarrollaron simultáneamente el hombre y la mujer? ¿Y por qué?

    Podemos, sin embargo, hacer más concesiones a los evolucionistas diciendo que todo esto se arregló de alguna manera, que la gallina y el huevo fueron simultáneos, que la evolución prosigue su marcha, que no ha sido detenida, que nada la detiene y que todo continúa caminando hacia ese inefable progreso que más adelante nos producirá superhombres o quién sabe qué.

    ¿Se habrán puesto en la tarea de computar las siguientes probabilidades de que la vida surja espontáneamente cuando otras consideraciones se introducen?
    Veamos. El virus, que es el más simple organismo conocido, contiene no menos de 124 proteínas con 400 aminoácidos cada una; esto nos da 124 x 400 = 49.600 aminoácidos por cada virus. Si se necesitan tres bases para cifrar un aminoácido, el número de bases necesarias para dar vida a un virus es de 49.600 x 3 = 148.800. Como el ADN contiene cuatro bases, la adenina, guanina, citosina y timina, esto significa que la probabilidad de formar su combinación correcta sería de 1⁄4 x 1⁄4 x 1⁄4.... 148.800 veces, que es una probabilidad en 10(89.190).
    ¡Esto es 782 veces menos probable que el CERO probabilidades que ya determinamos antes! ¡Como se ve, esta probabilidad de la formación espontánea de un virus es tan ridícula que nadie se atrevería a ponerla en los cuentos de hadas; pero hay “científicos” que nos la presentan en sus libros como realmente viable!

    Para efectos de avanzar en nuestro argumento, habremos de concederles, nuevamente, el beneficio de la duda a los evolucionistas y decir que, aun con este CERO ABSOLUTO de probabilidades, la sopa química, revuelta por el flujo y reflujo de las mareas, por los rayos que tronaban en la atmósfera, por las radiaciones que sufrió la materia inerte y, en fin, por toda la gama de fenómenos que se presentaron en millones de años, la sopa produjo el alfabeto que dio origen a un lenguaje genético que, a su vez, se tradujo en información inteligente de frases legibles y con significado sintáctico.
    ¡El primer lenguaje había sido producido al azar, mediante tales fenómenos combinados, que es como revolver una sopa de letras y sacar de allí La Guerra y la Paz de León Tolstoi!

    Pero el otro gran problema al cual se enfrentan los evolucionistas es a la sincronización evolutiva que se requiere para que el mundo inorgánico se acople con el orgánico y pueda sustentar la vida en el planeta.
    Por ejemplo, si el agua se helara como los demás líquidos no sería posible sostener la vida como lo hace; el agua, peculiarmente, se hiela de arriba hacia abajo.
    ¿Cómo se adaptó el agua a los requerimientos de los seres vivos?
    ¿Cómo supo lo que ellos requerían?
    ¿Qué la animaba a comportarse así a través de su evolución?
    ¿Qué hizo que, por ejemplo, el mar tuviera un pH de 8 que hace posible que todos los animales que tienen conchas extraigan carbonato de calcio del agua marina para formar su concha?

    Si la evolución existe, entonces, el agua del mar no siempre tuvo un pH de 8, con lo cual los organismos que forman conchas no habrían podido hacerlo; y si no lo pudieron hacer, tampoco habrían podido sobrevivir.
    De otro lado, si el mar siempre tuvo un pH de 8, entonces no hubo evolución sincronizada de lo inorgánico para sustentar lo orgánico. ¡Otro callejón sin salida!


    Las anteriores consideraciones nos llevan a concluir que, si bien la ciencia nos debería decir cómo se dio el origen de la vida, el hecho de que no lo pueda hacer de una manera creíble nos debe plantear, entonces, una alternativa: la ciencia nos debe decir cómo el origen de la vida no se puede dar. Y esto es, precisamente, lo que nos está diciendo la teoría de la evolución tal y como está planteada.


    CONCLUSIONES:

    Hechos:

    1. Las ciencias de la probabilidad estadística nos enseñan que hay un cero de probabilidades de formar una proteína al azar, componente esencial de la vida.
    2. Estas mismas ciencias nos enseñan que hay un cero absoluto de probabilidades de formar una secuencia de proteínas.
    3. Las ciencias biológicas nos enseñan que las proteínas no se pueden formar sin el ADN; a su vez, que el ADN depende de que preexistan proteínas para formarse.
    4. El virus necesita de la célula para vivir, pero el virus fue antes que la célula, por ser el virus etapa intermedia entre lo inorgánico y lo orgánico.

    Teoría no sustentada:
    El huevo y la gallina surgieron simultáneamente.
    El hombre y la mujer también.



    ¿ES VÁLIDO EL CÁLCULO DE PROBABILIDADES?
    Algunos científicos se han puesto a pensar en estas inconsistencias que llaman “lagunas” para de alguna manera seguir justificando la “teoría” de la evolución; dicen que “el finalismo” que se da en los seres vivos no es el mero resultado de una suma externa. Por tanto, al poseer éstos un nivel de organización distinto al de las cosas inanimadas hace que no sea válido un simple cálculo de probabilidades teóricas. En el ser vivo existe la realización de un plan y de un fin que están por encima de los elementos físicos que los integran”.

    Este no es del todo un razonamiento adecuado; y no lo es porque no se trata de un cálculo externo al fenómeno mismo, sino que, aceptando que un ser vivo es más que la suma de sus partes, se trata de medir las probabilidades de que un ser vivo simple se convierta en uno complejo a partir de lo único que resulta mensurable, a saber, sus componentes físicos y las diferentes combinaciones que se tienen que lograr para llegar a ser lo que son; porque, para todos resulta claro que aunque la vida es más que las simples partículas físicas y componentes químicos que la hacen posible, lo cierto es que sin ese orden fundamental nada podría estar vivo.

    Dicho de otra manera, si pensamos que la vida es orden, además de ser algo que no entendemos, y que, al contrario, la muerte es desorden, comenzamos a entender por dónde entra el cálculo de probabilidades. Los elementos sin los cuales la vida no es posible son ampliamente conocidos, como conocida es la secuencia en que tales elementos se encuentran dispuestos. Pues bien, el cálculo matemático nos informa de las probabilidades con las que la disposición de tal orden de elementos cuenta para que la vida sea posible.
    Luego, el cálculo probabilístico de ese orden no es para nada superfluo. Además, el cálculo no es meramente un supuesto teórico, sino científicamente cierto, y es por eso que es válido, independientemente de que la estructura viva se reproduzca, siga un plan y tenga un fin.

    Teoría no sustentada:
    Si un mono pudiera teclear una máquina de escribir al azar durante un tiempo suficientemente largo, podría salir de ese tecleo La guerra y la paz de León Tolstoi, sin ningún error gramatical.



    EL SOFISMA DE LA “SELECCIÓN NATURAL”
    El evolucionista encuentra, pues, que los recursos de la ciencia son para él muy limitados. Toda ciencia se basa en pruebas experimentales, menos la “ciencia” de la evolución dado el largo tiempo necesario para corroborar las pruebas.
    La conclusión más obvia es que esta “ciencia evolucionista” se basa más en hipótesis y en sofismas que fácilmente hacen carrera como ciencia en el sentido experimental.


    Un sofisma es el uso del término “selección natural” que, por un lado, significa que las condiciones desfavorables tienden a eliminar a un tipo y las favorables a mantenerlo. Pero también significa lo contrario y el término es usado, indistintamente, por los evolucionistas: que la “selección natural” es responsable del origen de toda diferenciación orgánica.
    Entonces, ¿en qué quedamos?
    ¿Que la selección natural crea unos tipos que luego ella elimina?
    Y si son tipos débiles, ¿para qué los crea?
    ¿Los selecciona, primero, y luego los descalifica?
    ¿No será, más bien, que la selección natural permite que los tipos mejor adaptados sobrevivan, pero no crea ninguna especie nueva?

    N. Field, un científico que ha escrito sobre las tramas de los evolucionistas, ha dicho: “Los criterios de prueba de la ciencia evolucionista moderna representan el nadir de degeneración intelectual del hombre civilizado en los últimos 2000 años. Todo es suposición desmandada y credulidad desmedida, y todo sin otro fin que el de llegar, por las buenas o las malas, al punto de vista más degradado sobre los orígenes del hombre que la mente humana haya sido nunca capaz de concebir.

    Existe una pléyade de científicos que tiene igual o parecida opinión, entre los que se encuentran, a lo largo de la historia de esta “ciencia”, Adam Sedgwick, Sir Ambrose Fleming, Sir Richard Owen,, William Bateson, Douglas Dewar, W. R. Thompson (quién, dicho sea de paso, escribió un prólogo en contra de una edición del Origen de las especies), el geólogo George McCready Price, Stephen J. Gould, paleontólogo de Harvard, los profesores Fondi y Sermonti y el Dr. Colin Patterson, del British Museum.
    En fin, son tantos, y de tan variadas disciplinas, que no tiene por qué parecerme a mí que esta teoría sea en lo más mínimo creíble.


    CONCLUSIONES:

    Hechos:

    1. La selección natural es responsable de toda diferenciación orgánica, creando los mejores y más adaptados organismos.
    2. La selección natural elimina las especies más débiles, pues el organismo que no se ajusta a su medio, perece.

    Teoría no sustentada:
    No hay contradicción en que la selección natural cree los mejores y más adaptados organismos y luego los elimine por débiles e inadaptados.



    EL REGISTRO FÓSIL NO REGISTRA
    En el curso de Filosofía de la naturaleza de la profesora Francisca Tomar de la Universidad Francisco de Vitoria leemos que “El hecho de la evolución de las especies... parece estar avalado por el testimonio de la paleontología que demuestra la existencia escalonada de los diferentes animales hasta llegar al hombre, por lo que casi la totalidad de los estudiosos admite el hecho de la evolución”.
    No sabríamos con certeza si la profesora Tomar es estudiosa de la evolución, pero intuimos que es otra de esas personas altamente calificadas que la suscriben sin mayores reparos; tanto, que afirma que la paleontología “demuestra” la existencia “escalonada” de los hechos evolutivos.

    Nosotros, por el contrario, creemos que esta ciencia ni demuestra la evolución, ni sus escalones son tales. Lo que existe, en realidad, son saltos grandes sobre unas muestras incompletas y muchas veces falsas.

    En el Bulletin del Chicago Field Museum of Natural History, podemos leer que después de más de cien años de estar recolectando fósiles “tenemos menos ejemplos de transiciones evolutivas que lo que teníamos en los tiempos de Darwin”.

    Pero si profundizamos un poco más en la evidencia fósil, nos topamos con una sorprendente declaración de nadie menos que del paleontólogo Francis Hitching:
    El registro fósil revela un patrón de cambios súbitos evolutivos, antes que de cambios graduales. Los genes son un poderoso mecanismo estabilizador cuya principal función es prevenir que surjan nuevas formas de vida. Las mutaciones azarosas en el plano molecular no pueden explicar la creciente complejidad organizada de la vida”.

    Y agrega que la teoría moderna de la evolución “es tan inadecuada que merece ser tratada como una cuestión de fe” (en realidad es una CREENCIA, una IDEOLOGÍA).

    Entonces, de lo que estamos hablando es de una “religión científica”, si es que tal cosa puede existir. Pero esta declaración es suficientemente poderosa como para alertarnos que ni siquiera los “cambios evolutivos” fueron tales.
    Si la evolución fuera un hecho la evidencia fósil debería revelar un cambio gradual de una clase de vida a otra. Es decir, el registro fósil debería mostrar el comienzo de nuevas estructuras de seres vivientes. Por ejemplo, debería haberse encontrado aletas de peces trocándose en piernas de reptiles, con pies y dedos embrionarios y quizás agallas convirtiéndose en pulmones. Deberían encontrarse patas de reptiles cambiándose por alas de pájaros, o escamas en plumas.
    La teoría de la evolución supone que los peces se convirtieron en animales anfibios, los anfibios en reptiles, los reptiles en mamíferos y pájaros y, eventualmente, algunos mamíferos se convirtieron en hombres.

    Porter Kier, científico del Smithsonian Institution ha observado que hay por lo menos un millón de fósiles catalogados e identificados en los museos del mundo, y sin embargo muestran que los seres vivientes aparecieron repentinamente y no cambiaron apreciablemente a lo largo del tiempo.

    Por eso el botánico sueco, Heribert Nilsson, ha dicho:
    El material fósil está ahora tan completo que... la falta de series en transición no puede ser explicada por la falta de material. Las deficiencias son reales y nunca podrán ser completadas”.

    Por ejemplo, en el período cámbrico, el registro fósil muestra una gran variedad de criaturas marinas que aparecieron súbitamente, como si fuera una explosión viviente, sin transición alguna, sin rastros de que esa materia haya sufrido “cambios evolutivos”, como lo sugiere Hitching contra toda evidencia.

    Más afirmativo es Hoyle, quien dice
    las formas intermedias están ausentes del registro fósil, y ya sabemos por qué: porque no hay formas intermedias”.

    Estos son los saltos grandes.
    Pero hay algo sumamente significativo, y es lo que Stanley M. Steven afirma en The New Evolutionary Timetable:
    El registro revela que las especies sobreviven por cien mil generaciones, o aun un millón y más, sin que evolucionen mucho... Después de sus orígenes, la mayoría de las especies no sufren ninguna evolución antes de extinguirse”.

    Esto de que “sin que evolucionen mucho” significa que, a pesar de que existen nuevas variedades de caballos, por ejemplo, esas nuevas y tal vez mejores variedades se pueden reconocer igualmente como “caballos” y no como otra cosa. Lo mismo ocurre con el hombre: hay pigmeos de ochenta centímetros y gigantes de más de dos metros; los hay negros, blancos, rubios, morenos, amarillos, pero todos son hombres y son reconocibles como tales.

    Respecto de esta tremenda estabilidad de las creaturas, el Dr. George Molinar ha dicho, a propósito de los insectos:
    La anatomía interna de estas criaturas es similar a las actuales. La cabeza, patas y alas, y aun las células internas, son muy modernas”.
    Lo mismo sucede con las plantas. Entonces, el registro fósil no está orientado hacia la evolución, sino hacia la creación.
    ¿Pero podríamos afirmar que fue una creación que la produjo el azar, cuando el azar no tiene propósito y las creaturas vivientes sí lo tienen?
    ¿Cómo podemos explicar la brecha existente entre el pez y el anfibio, o entre el anfibio y el reptil, o el reptil y el pájaro?

    Por ejemplo, los reptiles tienen sangre fría; es decir, que su temperatura interna aumenta o disminuye, dependiendo de la temperatura ambiente; los pájaros, sin embargo, tienen sangre caliente y su temperatura interna permanece constante, independientemente de la temperatura ambiente. Para resolver este rompecabezas los evolucionistas nos dicen que algunos dinosaurios, que eran reptiles, tenían la sangre caliente; pero esto no resuelve el problema, porque, como bien lo ha dicho, Robert Jastrow, “Los dinosaurios, como todos los reptiles, eran animales de sangre fría”.
    ¿Es esto serio?

    Pero hay más. Cuando los anfibios, supuestamente, evolucionaron en reptiles el desperdicio eliminado de sus cuerpos cambió de urea a ácido úrico. Sin embargo, cuando los reptiles se convirtieron en mamíferos el proceso se reversó. Los mamíferos comenzaron a eliminar urea. Entonces, nos preguntamos
    ¿la evolución sufrió un retroceso?
    ¿Y no se supone, acaso, que los procesos evolutivos siempre van hacia adelante?

    Una “ciencia” construida sobre bases tan deleznables no puede ser siquiera considerada “ciencia”. (volvemos a las CREENCIAS e IDEOLOGÍAS)


    CONCLUSIONES:

    Hechos:
    1. La paleontología no demuestra la existencia escalonada de los seres vivos.
    2. El registro fósil demuestra un patrón de cambios súbitos y no escalonados de los seres vivos.

    Teoría no sustentada:
    La existencia escalonada de los seres vivos es un hecho innegable por la ciencia.
    Que sólo se hayan comprobado los cambios súbitos y no escalonados, no tiene ninguna importancia.



    EL SUPUESTO HOMBRE-MONO
    El punto de convergencia de la tesis evolucionista es que el hombre desciende de los primates y se constituye en un paso superior de la escala evolutiva.

    Bástenos citar a uno de los científicos más representativos que suscriben esta conclusión, Stephen Jay Gould, que dice: “La gente... ha evolucionado de ancestros simiescos”.

    Esta es una conclusión más fácil de decir que de probar o hacer concordar con la realidad de lo observado.

    Pocos se preguntan por qué todavía hoy vemos chimpancés, gorilas y orangutanes pero no hombres simiescos o monos que se estén convirtiendo en hombres. Debería ser una criatura intermedia. Entonces, surge la pregunta:
    ¿acaso este hombre intermedio entre una criatura inferior y una superior no tiene más probabilidades de sobrevivir que la criatura inferior, de acuerdo con la propia teoría de la evolución que promueve la sobrevivencia de los más aptos y adaptados?
    ¿Por qué los orangutanes y gorilas no se extinguieron y, en cambio, sí se extinguió el hombre-simio intermedio?
    ¿No es, acaso, contradictorio por un lado afirmar la estabilidad de las especies y, por otro, que el hombre simio se extingue antes que sus ancestros inferiores?
    ¿Acaso nos hemos preguntado por qué existe tan poca similitud entre un mono y un hombre?
    Las apariencias externas engañan. Cualquier anatomista sabe que los huesos, músculos y tejidos de los simios no se parecen a los de los humanos y que, por ejemplo, el trasplante de la válvula cardiaca se hace de cerdos a hombres y no de simios a hombres. Pero este pequeño detalle no parece perturbar a los que suscriben, sin más, la hasta ahora poco creíble teoría evolucionista cuyo registro fósil nada demuestra en este campo.

    Richard Leaky, uno de los más connotados especialistas en esta área, ha dicho:
    Los que trabajan en este campo tienen tan poca evidencia en la cual basar sus conclusiones, que frecuentemente tienen que cambiar sus propias conclusiones”.
    Por eso la paleontóloga Constante Holden ha comparado la tarea de reconstruir la historia evolutiva del hombre con la tarea de reconstruir La guerra y la paz, de León Tolstoy, con 13 páginas escogidas al azar de ese libro. Valga el caso recordar que los simios, como lo ha dicho el propio Stephen Jay Gould, parecen haber salido de la nada: “No tienen ayer, no existe registro fósil. Y el verdadero origen de los humanos... si somos honestos con nosotros mismos, es igualmente misterioso”.
    Es decir, que como nadie encuentra los anhelados “eslabones perdidos, se han fabricado criaturas fantasmas de evidencia mínima como si realmente hubieran existido. Porque, respecto del árbol humano, Richard Leaky ha afirmado que los recientes descubrimientos fósiles “han dejado en ruinas la noción de que los fósiles se pueden ordenar secuencialmente para el cambio evolutivo”.

    Esta es la razón por la cual la revista Science Digest ha comentado que la mayoría de las concepciones artísticas que recrean gráficamente la evolución (y que se encuentran en todos los textos escolares y universitarios) “están basadas más en la imaginación que en la evidencia”.
    Entonces,
    ¿en qué se basan las pinturas y réplicas del hombre-mono que vemos en los museos y en los libros de ciencia?

    Acudimos al libro The Biology of Race para que nos dé la respuesta: “La carne y pelo de tales reconstrucciones son producto de la imaginación... del color de la piel; del color, forma y distribución del pelo; de las facciones y del aspecto de la cara no sabemos absolutamente nada del hombre prehistórico”.

    No obstante no saber nada, algunos científicos intentaron saber algo definitivo.

    Fue así como se fraguó el fraude más famoso de la historia de la Antropología, el llamado «hombre de Piltdown». El famoso antropólogo Sir Arthur Keith (1866-1955), dedica buena parte de su libro The Antiquity of Man a hablar del Eoanthropus Dawsonii, el hombre de Piltdown. El fraude se descubrió dos años antes de la muerte de Keith, aunque ya una asamblea científica convocada el 18 de diciembre de 1912 había dicho que aquello era “uno de los más notables descubrimientos del siglo XX”.
    Empero, la controversia fue cobrando fuerza. Algunos anatomistas, como Marcellin Boule, Waterson, Miller, Gregory y Ramstrom, tenían dificultades en admitir que el cráneo y la mandíbula de aquel hombre pertenecieran al mismo individuo. El método de datación con flúor demostró en 1950 que pertenecían a dos épocas distintas. Luego el fraude fue develándose: la mandíbula había sido teñida con óxido de hierro para que pareciera más antigua; los dientes de la mandíbula fueron raspados con una lima para que su contorno coincidiera con el cráneo y un colmillo de otro animal había sido incrustado en uno de los alvéolos de la mandíbula. Aunque no debe por esto juzgarse que todo lo que existe en los museos es fraudulento sino, más bien, incompleto y producto de la imaginación artística, sí que debemos señalar que Francis Vere, un historiador que vivía por aquel entonces en la propia aldea de Piltdown, señaló a Pierre Teilhard de Chardin como uno de los autores del fraude, debido a sus misteriosas actividades en esa aldea durante el
    “descubrimiento” de los fósiles.

    En 1978 el Sunday Telegraph informaba que el profesor James Douglas, quien acababa de fallecer, “había dejado una cinta magnetofónica declarando que un tal profesor William Sollas, geólogo eminente de Oxford, había sido el autor del fraude como parte de una trifulca entre él y Sir Arthur Smith Woodward, geólogo del British Museum”. El diario señalaba que Teilhard de Chardin poseía la pericia y Sollas los motivos para confabularse el uno con el otro y encajarle la burla a Smith Woodward.
    En 1980, Stephen Jay Gould, famoso paleontólogo de Harvard, también lanzó graves acusaciones contra Chardin.
    Sir Arthur Conan Doyle, el autor de Sherlock Holmes, también terminó involucrado en el caso.
    A veces el afán por demostrar lo que se cree nos hace traspasar los límites de lo ético y los límites de la razón valedera.

    Cualquier investigador serio hoy en día sabe que el hombre de Neardenthal, inicialmente pintado semi-erecto, de mirada estúpida, peludo y simiesco no era, precisamente así, por más que los artistas y las “reconstrucciones” corpóreas y faciales lo intentaran.
    Se sabe que aquello también había sido una pobre reconstrucción de un esqueleto fosilizado que estaba deformado por la enfermedad de acuerdo con las comparaciones que se han hecho de otros esqueletos hallados posteriormente. Por eso en su libro Ice, Fred Hoyle, ha dicho:
    No existe evidencia alguna de que el hombre Neardenthal fuera de cualquier manera inferior a nosotros”.

    Similar cosa se dice del hombre de Cromagnon:
    “(Estos especimenes) no se podrían distinguir del hombre contemporáneo y aun los más escépticos tendrían que conceder que eran humanos”.
    Luego, no era que estos homínidos pertenecieran a una especie distinta de la cual se hubiera originado el hombre, sino que eran hombres primitivos, pero hombres, al fin y al cabo.
    El interrogante que surge después de analizar las razones científicas acerca de la supuesta descendencia del hombre de los primates es muy simple:
    ¿existen unas razones ulteriores, quizás desconocidas, por las cuales interesa convencernos de que, en efecto, nuestros antepasados son los simios?
    ¿Qué hay detrás de este intento de degradación del hombre?

    En un informe de el periódico La Razón publicado el viernes 18 de mayo de 2007 se afirmaba que los científicos británicos habían forzado a Tony Blair “a dar marcha atrás a su veto a las llamadas ‹‹quimeras››”. Las quimeras no eran más que el cruce de embriones humanos con genes de animales para intentar curar ciertas enfermedades.

    Decía el informe: “En su nuevo proyecto de ley, presentado ayer, el Ejecutivo aprueba tres tipos de técnicas, entre ellas la propuesta por los científicos británicos: la sustitución del núcleo de un óvulo de animal por material genético extraído de una célula humana.”
    Estos son híbridos, o humanoides, que, por ahora, serán destruidos a las dos semanas.

    ¿Qué seguirá después, cuando la ciencia descubra que es necesario prolongar la vida de estos híbridos para sacar mayor ventaja a las enfermedades?
    ¿Llegaremos al punto de tener que crear un ser, mitad hombre, mitad animal, que nos permita sacar de él cuanto provecho sea posible en aras de la ciencia?
    ¿Miraremos sin asombro tal engendro al estar perfectamente convencidos que nosotros mismos no somos más que animales?


    CONCLUSIONES:

    Hechos:
    1. Se observa que los gorilas, orangutanes y simios, en general, han sobrevivido.
    2. Se observa que el hombre ha sobrevivido.
    3. No se observa que ninguna especie intermedia haya sobrevivido.

    Teoría no sustanciada:
    Las nuevas especies, mejor adaptadas, tienen más estabilidad que las más antiguas y, por tanto, tienen mayores probabilidades de sobrevivir. Las especies intermedias tienen, en efecto, más probabilidades de sobrevivir que las más antiguas. Que no hayan sobrevivido no nos debe preocupar, ni contradice la teoría.



    EL CARBONO 14 Y LOS ESTRATOS GEOLÓGICOS
    Por mucho tiempo los geólogos han venido dando creciente importancia a los estratos geológicos. Darwin fue uno de los pioneros en darles importancia. Charles Lyllel publicó un libro en 1830 intitulado Principles of Geology en el que asegura que los estratos constituyen la mayor señal de acumulaciones geológicas que han durado millones de años.

    La suposición de los textos es que los estratos se formaron ordenadamente, yaciendo uno sobre otro, de abajo hacia arriba. Esta es una suposición que es apenas de sentido común. O así lo parece.

    Porque uno de los misterios más grandes es que en el estrato pre-cámbrico no aparecen fósiles; en cambio, en el cámbrico, inmediatamente superior, hay una inusitada abundancia.
    Esto nos deja con dos preguntas inquietantes:
    Si la evolución fue gradual, ¿por qué no aparecen fósiles en el estrato pre-cámbrico?
    Si hubo evolución, que supone gradualidad, ¿por qué la abrupta abundancia en el estrato cámbrico?
    Los evolucionistas no han respondido estas preguntas.


    El segundo problema que presentan los estratos es la falta de orden en su secuencia. El orden sólo aparece en los textos de geología, como recetas de cocina.
    En realidad, todos los estratos han sido hallados unos encima de otros, en diverso orden y hasta ahora tampoco hay explicación evolucionista de este suceso.

    El tercero es que se encuentran seres de tierra firme por encima de seres acuáticos en el mismo sedimento.

    Johaness Walter, geólogo alemán, intentó explicar este último fenómeno a principios del siglo XX en la bahía de Nápoles, y en la universidad de Denver, Estados Unidos, se intentó reproducir el estudio de Walter haciendo un modelo de estratos geológicos en un tanque. La sorpresa estuvo en que los estratos se acumularon, no desde abajo hacia arriba, sino de un lado hacia otro. Se trata del fenómeno de decantación.
    Este fenómeno hace que los fósiles más antiguos no sean los que yacen más abajo, sino los que están más cercanos a la fuente del flujo que deposita los sedimentos. Entonces, si en el estrato pre-cámbrico no aparecen fósiles es porque ese terreno es, en realidad, muy “reciente” y sobre él se derramó toda la carga de fósiles que tenían los estratos más viejos.

    Como se ve, el interrogante geológico está respondido de diferente manera a lo que podrían contestar los evolucionistas, sobre todo cuando su carga ideológica interfiere con la explicación más científica.

    Con esto quiero decir que éstos últimos tienen una secuencia mental que les obliga a constatar procesos evolutivos donde no los ha habido, pues lo que yace en los estratos es lo que había cuando éstos se depositaron y no lo que surgió de la evolución en millones de años. Por lo demás, el que haya seres terrestres sobre seres acuáticos es explicado por su capacidad para defenderse del aluvión y no que los acuáticos hayan originado a los terrestres.

    Pero los evolucionistas no se convencen. Elaboran pruebas de Carbono 14 para que les dé una respuesta creíble, y todo lo que diga la radiometría es dogma de fe. Así tenemos el fiasco de la Sábana Santa de Turín, que fue examinada por dos científicos de la Nasa y se determinó que no era del siglo I sino de la Edad Media. ¡El Carbono 14 lo había corroborado: era una falsa reliquia! Pero los científicos de la Nasa olvidaron, o no conocieron, un pequeño detalle: La Sábana Santa había sido rescatada de un fuego y ella misma sufrió daños producidos por el calor del incendio. ¡Así, la prueba del Carbono 14 se había equivocado en la datación por efectos del carbón acumulado por el fuego!
    La prueba radiométrica consiste en utilizar carbono 14, que es un elemento inestable que se transmuta en carbono 12, que es estable. Las proporciones de uno y otro elemento hacen factible el cómputo de duración de la transmutación y, por ende, de la edad de lo que se está midiendo. Es decir, el uno y el otro son el resultado de la desintegración a partir del 100% del carbono 14.

    Pero en la práctica, la prueba se encuentra con varios inconvenientes.
    Una proporción desconocida de carbono 12 pudiera haber tenido otro origen que no fuese el carbono 14, como en el caso de la Sábana Santa de Turín.
    Otro inconveniente es la suposición principal que el científico se ve obligado a hacer en el sentido de que nada de Carbono 14 se ha perdido por causas distintas a la desintegración radioactiva. Esta es una suposición heroica.
    Otro más es que la desintegración ha sido constante en el tiempo, lo cual es osado suponer.

    El científico R. L. Wysong cita una cantidad de experimentos en que la desintegración no fue constante y, por lo tanto, se dieron dataciones muy ajenas a la realidad.
    Por ejemplo, el carbono 14 ha datado conchas de moluscos vivos actualmente con 2.300 años de antiguedad.
    La lava del monte Kilauea, en Hawai, vertida en 1801, se data en 20 millones de años. Etc. etc. Estos datos, claro, no son muy divulgados y el común de la gente tiende a dar a tales pruebas un valor indefectible.
    ¿Podríamos, entonces, atribuir al Carbono 14 los poderes clarividentes infalibles que le atribuyen los evolucionistas cuando examinan fósiles, moluscos, cráneos y huesos?


    CONCLUSIONES:

    Hechos:
    1. En los estratos más antiguos no aparecen fósiles.
    2. En los estratos menos antiguos ocurre una explosión fósil de organismos finales.
    3. Los fósiles aparecen en diverso orden y revueltos unos con otros.
    4. El carbono 14 no es un elemento muy confiable para la datación de fósiles pues no siempre puede suponerse que se desintegra a una rata constante.

    Teoría no sustentada:
    Los estratos más antiguos deben mostrar los fósiles más antiguos procediendo gradualmente hacia los más nuevos; debe aparecer el orden evolutivo de las primeras a las especies finales, pasando por las intermedias. El carbono 14 infaliblemente confirma la antigüedad de los hallazgos.



    LA IMPOSIBILIDAD DEL AZAR COMO CAUSA DE LA EVOLUCIÓN
    Planteado lo anterior, nos encontramos frente a otro hecho cierto y es que, para que algo funcione —desde las estructuras más complejas a las más simples— se requiere que todo esté en su lugar, desde los piñones del motor, con todos sus complejos mecanismos, hasta el último tornillo de una tuerca.
    En las máquinas biológicas el mismo principio se aplica. Un ojo sin retina, una nariz sin terminales olfativas, o una mano sin dedos tienen muy poco uso o ninguno.
    Entonces, si la evolución significa un paulatino desarrollo
    ¿a cuál simio le habría podido servir una mano sin dedos?
    ¿A cual hombre un ojo sin retina?
    ¿A cual perro una nariz sin olfato?
    ¿Por qué los científicos de la evolución no describen las etapas intermedias sino que se contentan con describir los puntos iniciales y los finales?
    ¿Acaso porque saben que los monos no hubiesen sobrevivido sin dedos, ni los hombres sin ojos, ni los perros sin olfato?

    En la práctica uno no encuentra organismos vivientes no adaptados a su ambiente, puesto que, por definición, ningún organismo no adaptado podría sobrevivir.
    Entonces,
    ¿cómo pudo sobrevivir el estómago a los jugos gástricos antes de que hubiese evolucionado lo suficiente para desarrollar el moco protector que lo reviste y protege de una autodigestión?
    La pregunta resulta de si, como se afirma, la evolución es paulatina, tuvo que haber un momento en que los estómagos no tenían moco protector y es, justamente, allí cuando todos desaparecen porque se autodigieren. Esta sola duda sería suficiente para hacer trepidar el andamiaje del supuesto gradualismo evolutivo.
    ¿Será, entonces, la evolución creíble?

    El razonamiento precedente nos lleva a otros serios interrogantes.
    Si, por ejemplo, el desarrollo paulatino ocurre al azar, como la mayoría de evolucionistas cree, no se puede hablar de que haya meta ni finalidad en ningún proceso evolutivo. El azar, es sabido, sigue las leyes de la estadística. Si tiramos una moneda cien veces al aire habrá de caer el 50% de las veces cara y el otro 50% cruz.
    Si alteramos una de sus caras para favorecer que caiga muchas más veces por ese lado estamos violando las leyes estadísticas de la física. Es decir, le estamos proporcionando un propósito a la moneda.
    Ahora bien, si el ojo tiene el propósito de ver, pues ha violado la ley del azar en la generación espontánea que supone la ocurrencia estadística que no se rige por propósitos.

    Sin embargo, cuando los científicos de las distintas disciplinas, como los fisiólogos o anatomistas estudian los diferentes órganos, lo hacen para descubrir sus funciones más evidentes; pero estas funciones apuntan hacia una finalidad, un propósito, lo cual sugiere que todo existe para determinado fin; y si esto es así,
    ¿cómo es que la evolución ocurre al azar?
    (El azar es la tesis más generalizada. Ver, por ejemplo, El Señor del azar (Ed. San Pablo, 1997), de Tomás Alfaro Drake. La tesis central del libro es que Dios le dio este papel al azar; es por tanto, su Señor, pero es el Azar el que responde por todo lo que hay. Es, en realidad, nuestro dios, porque lo conocemos, frente al otro que desconocemos. Esta es otra negación del Dios cristiano tal como ha sido definido por la Iglesia, aunque Alfaro no lo tome en cuenta).
    ¿Viola el azar espontáneamente sus propias leyes estadísticas que son las que lo rigen?
    ¿Acaso puede predicarse del azar un fin específico?
    ¿Y cómo podría predicarse propósito del azar si éste es, por definición, una ausencia de causa?
    ¿Y cómo es que existe un efecto sin causa?


    Por ejemplo, el efecto de que el agua hierva se produce a causa del calor que se aplica. Todos los fenómenos físicos tienen causa. En la biogénesis los aminoácidos que forman proteínas debieron unirse por alguna causa física producida por las leyes de la naturaleza; pero el azar no tiene causa; entonces,
    ¿cómo el azar puede causar que los aminoácidos se unan?

    Estos señores evolucionistas se contradicen en sus propios términos porque dicen que la vida fue causa del azar.

    Veamos el ejemplo de la moneda, que si cae al suelo por el lado cara el 50% de las veces, es el resultado del azar; pero el que sea lanzada cien veces es causa de quien la lanza y el hecho de que caiga al suelo es el efecto de la ley de la gravedad. Similarmente, que los aminoácidos se hayan unido tuvo una causa física cuyo el efecto son las proteínas que se produjeron, en tanto que el azar no es más que el resultado de una ley probabilística que, como hemos visto, para que se cumpla en este caso y en el caso más complejo de la vida, es de CERO ABSOLUTO.

    En síntesis, lo único que pudo haber producido la vida son las leyes físicas dentro de la probabilidad estadística y no contra ella.

    Lo que tampoco han resuelto los evolucionistas es la naturaleza de tales leyes físicas, cuáles son y cómo operan. ¡Por eso se contentan con decir fue el azar la causa de todo!
    Creo que el lector se quedaría perfectamente asombrado si se le recordara el famoso ejemplo de Huxle, según el cual si se dejara a un mono golpear al azar las teclas de una máquina de escribir, dada una cantidad de tiempo suficientemente grande, al final se podría observar que el mono habría compuesto un poema de Shakespeare, ¡o quizás escrito El Quijote de Cervantes que es, entre otras cosas, menos complejo que la estructura molecular de la vida! (El Quijote, escrito por el mono, sería una «materia estable» y, por lo tanto, más probable que la síntesis de las proteínas, que con el tiempo se degradan. Luego, el lector me dirá ¿podría prolongarse tanto el tiempo para que tales eventos ocurran?).

    ¡A tales extremos llega la desfiguración científica cuando tiene intereses ideológicos qué defender!

    Volvamos, por un instante, al ojo, que es uno de los mecanismos más complejos en existencia. El problema que tampoco han podido resolver los evolucionistas es que todas las piezas de este órgano tienen que trabajar juntas y al unísono. Si para que el ojo “vea” todas sus piezas tienen que haber sido completadas, la pregunta es:
    ¿puede el azar, sin propósito alguno, haberlas puesto juntas en el momento oportuno para que el ojo viera, que es como si se alterara una de las caras de la moneda del ejemplo?

    El mismo Darwin confesó: “Suponer que el ojo... pudo haber sido formado por la evolución, parece, lo confieso, absurdo en el más alto grado”. (Charles Darwin, The Origins of Species, 1902 edition, Part I, p. 250).

    Y cuando escribió a Gray, le dijo: “Me da fiebre cuando pienso en el ojo humano”.
    Entonces, ¿cómo es que las cosas aparecidas sin finalidad pueden tener finalidad?
    ¿Y si no hay finalidad en las partes, como podría haberla en el todo?
    Pero hay algo todavía más perturbador: el desarrollo gradual del ojo humano es imposible pues muchas de sus piezas son interdependientes.

    Darwin obvió este detalle planteando que el ojo moderno había evolucionado gradualmente desde una estructura muy simple, aunque nunca pudo explicar el punto de partida ni cómo la interdependencia de sus componentes no funcionó hasta que el ojo estuvo completo (Uno de los libros más iluminadores sobre la extrema complejidad del funcionamiento del ojo, su anatomía y cambios químicos y moleculares que sufre el ojo para que su fotosensibilidad opere, puede encontrarse en el libro La caja negra de Darwin de Michael J. Behe (Ed. Andrés Bello, 1999), pp. 34-42).

    Ni siquiera a los neodarwinistas les va mejor; ha dicho un reputado científico, Jerry Coyne, del Departamento de Ecología y Evolución de la Universidad de Chicago:
    Llegamos a la inesperada conclusión de que hay pocas pruebas a favor de la perspectiva neodarwinista: sus fundamentos teóricos y las pruebas experimentales que la respaldan son débiles”. (H. A. Orr y J. A. Coyne (1992), “The genetics of adaptation: A reassessment”, American Naturalist, 140, 726)


    CONCLUSIONES:

    Hechos A:
    1. El azar no es causa sino efecto de una causa.

    Hechos B:
    1. No se ha encontrado ningún ser vivo no adaptado a su ambiente.
    2. Si se llegaran a encontrar etapas intermedias de seres vivos, será porque nunca se adaptaron a su ambiente.

    Teoría no sustentada:
    El azar es causa de la evolución. La evolución, contra todo pronóstico y contra su propia definición, produjo etapas intermedias de seres vivos no adaptados a su ambiente. El hecho de que no haya rastro alguno de tales seres, no significa que no pudieron existir. En cambio, sí se han encontrado los rastros más antiguos de seres vivos que, aunque iguales a los de ahora, no pueden ser considerados finales, aunque lo parecieran. Nadie sabe por qué.


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    Re: Falacias Evolucionista a la luz de la Ciencia

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    Falacias Evolucionistas (PSEUDOCIENTÏFICAS, Materialistas y Marxistas) a la luz de la CIENCIA (PARTE 2ª)


    LA SEGUNDA LEY DE LA TERMODINÁMICA DESMIENTE LA EVOLUCIÓN
    Si al lector no le bastaran los anteriores razonamientos para sembrarle graves dudas sobre la viabilidad de la evolución de las especies y sobre la OCULTA IDEOLOGÍA que se quiere defender le tenemos otra sorpresa que le ayudará a calibrar el tipo de fauna pseudo-científica que se cree descendiente de las amibas y los monos y nos quiere hacer a todos sus parientes más cercanos.

    Las leyes de la termodinámica son ese tipo de leyes que nunca han sido desmentidas, cuestionadas o puestas en duda razonable por nadie de la comunidad científica.
    La primera ley es sobre la conservación de la energía que establece que la energía ni se crea ni se destruye y sólo se transforma, con lo cual, la energía total del universo permanece constante.
    La segunda tiene que ver con la degradación de la energía y establece que en la medida en que se transforma hay una parte que escapa en forma de calor; es decir, aunque la energía total no se altere, su disponibilidad varía.

    Todos los procesos conocidos del universo, y los del planeta Tierra no son una excepción, obedecen estas leyes. No hay nada que no las cumpla. Por eso, si encendemos un pedazo de madera en una chimenea se obtiene calor el cual se disipa y se pierde en los confines del universo. Nos queda la ceniza de la madera consumida y esa ceniza ya no es utilizable para producir calor. La ceniza ya no es madera, que es más ordenada, sino que se ha convertido en algo más desordenado y estable respecto de su estado inicial.

    Todo observa esta segunda ley de la termodinámica; desde el hielo que se derrite y baja en forma de río hasta el sol que se enfría lentamente. Al universo le espera el frío de una larga noche invernal. Lo mismo a nuestro planeta. Nosotros mismos nos convertiremos en energía no disponible. Esta pérdida de energía se llama entropía y tiene mucho que ver con los sistemas vivos e inertes.

    La ceniza, por ejemplo, es madera degradada, desordenada, descompuesta en su estructura y ordenamiento molecular respecto de la madera. Todo tiende a descomponerse. Los vehículos, las herramientas, las carreteras, los edificios, el hombre que nace, se reproduce y muere. La tendencia de la materia es siempre y permanentemente de mayor a menor energía; del orden al desorden; de arriba hacia abajo; de la organización al caos; de lo vertical a lo horizontal; de lo integrado a lo desintegrado; de lo orgánico a lo inorgánico; de lo reactivo a lo inerte; del desequilibrio al equilibrio; de la vida a la muerte.

    Pero detengámonos por un momento en los seres vivos. Cuando se dice que un sistema tiene un alto nivel de organización también se dice que el sistema exhibe un alto grado de orden que no es aleatorio. La segunda ley de la termodinámica establece que tal sistema es inestable e improbable y que si lo dejamos a sí mismo se desordena.

    Por eso, para contrarrestar esta ley, los organismos vivos deben pagar un precio que es energía —energía que mantiene el orden del sistema contra la fuerza constante que tiende a desordenarlo. (Ver Paul B. Weiz, The Science of Biology (McGraw Hill, 2 nd ed, 1963), pp. 113-114. Esto me parece tan importante, que no tengo más remedio que citar literalmente y en su propio idioma a este gran biólogo norteamericano, para beneficio del lector: “Maintenance of a family or a society requires work over and above that needed to maintain the organization of subordinate units. This requirement is an expression of the second law of thermodynamics, one of the most fundamental laws of nature: if left to itself, any system tends toward a state of greatest disorder. «Randomness», «stability», and «probability», are equivalent to this meaning of disorder. When we say that a system has a higher level of organization, we also say that the system exhibits a high degree of order, that it is nonrandom. The second law tells us that such a system is unstable and improbable and that if we leave it to itself it will eventually become disordered and therefore more stable. Living systems are the most ordered, stable, and improbable systems known”.

    Entonces, si los sistemas vivos son no aleatorios, inestables e improbables y, eventualmente, se desordenan,
    ¿de donde sacan los evolucionistas que se ordenaron?)

    Al final, la entropía termina por minar el sistema y la materia viva se desorganiza y muere. La muerte no es más, pues, que la desorganización del sistema.

    Otra manera de formular esta extraña e incuestionable ley es decir que en todo proceso espontáneo el desorden siempre aumenta. Esto es lo mismo que decir que la materia tiende siempre a lograr un grado mayor de probabilidad avanzando de lo improbable —que es el organismo vivo— a lo probable, que es el organismo muerto y desintegrado. Es la ley del equilibrio. (Se observa, sin embargo, que a veces las fuerzas de la materia inanimada producen orden, como en la cristalización. Esto no puede analogarse a la biogénesis arguyendo que contradice la entropía. Si bien esto ocurre, la dirección de las fuerzas que producen el hecho es lo que cuenta. En la cristalización, el estado menos probable es la solución de donde se precipita el fenómeno hacia un estado más probable, la cristalización. Es decir, en el cristal, hay un aumento evidente de la entropía; en la organización de la materia orgánica, hay una disminución de la misma, y es en sí, una reversión de la ley hacia el estado menos probable. Por lo tanto, no estamos frente al mismo fenómeno).

    Establecido lo anterior, podemos certificar con la mayor de las certezas científicas que siendo el orden lo más improbable, lo más probable es el desorden. Pero los organismos vivos son los más ordenados sistemas conocidos y, en consecuencia, los más inestables e improbables sistemas conocidos.
    Muy bien.
    ¿Y qué es el azar?
    Pues es un fenómeno desordenado que, siguiendo también la ley de la entropía, sólo puede generar un mayor desorden.

    ¿Qué tiene que ver esto con la evolución de las especies?
    Pues nada menos que si la vida ocurrió al azar a lo largo de un tiempo suficientemente dilatado la tendencia no habría sido hacia la consecución de un orden molecular que permitiese un organismo vivo, como sostienen los evolucionistas, sino de un gran desorden molecular que no lo permitiese.

    Sabemos que la entropía hace avanzar todos los sistemas de lo integrado a lo desintegrado, de lo orgánico a lo inorgánico.
    ¿Cómo es, entonces, que los evolucionistas avanzan en dirección contraria, de lo desintegrado molecularmente a lo integrado, de lo inorgánico a lo orgánico?
    ¿Acaso la síntesis de una proteína no presupone la reversión de una ley que es irreversible?


    Bueno, hay algunos pretendidos descendientes del mono que nos dicen que esto se debe a que la entropía se refiere a los «sistemas cerrados» y no a los «sistemas abiertos», y que la materia orgánica es un sistema abierto. Sin embargo, cualquier físico sabe que, en realidad, todos los sistemas, incluyendo el orgánico, son abiertos pues todos obtienen, directa o indirectamente, la energía del sol. Más abierto todavía cuando se trata de organismos unicelulares como debieron haber sido los primeros organismos vivos, porque toda la superficie de la célula sirve para asimilar la nutrición, descargar los desechos, asimilar energía, reproducirse, moverse y producir calor. (Esto es ciencia biológica incontrovertible que puede, por ejemplo, consultarse en Paul B. Weiz, The Science of Biology (McGraw Hill, 2 nd ed, 1963), p. 115)
    ¿Cómo podría no ser un sistema abierto? Nadie lo explica.

    Tomemos un barco anclado en un muelle que no reciba mantenimiento durante mil años y visitémoslo para ver qué encontramos.
    ¿Podrá el lector creer que este «sistema abierto» al influjo del sol y los elementos lo encontraremos más ordenado que cuando lo dejamos?
    ¿No estará más viejo y herrumbroso?
    ¿No cubrimos instintivamente nuestros coches para no dejarlos expuestos al sol, al agua y a los cambios bruscos de las temperaturas?
    ¿Acaso no los vemos deteriorar día a día?

    Ahora bien, si se trata de rectificar el flujo de energía en el sistema abierto quitándole su carácter anárquico y destructivo
    ¿quién pudo haber hecho eso en los millones de años de moverse y removerse la sopa química que presuntamente dio origen a la vida?
    ¿Quién o qué hizo cual programa y mecanismo para aplicar correctamente esa energía en el sistema abierto?


    Lo que verdaderamente acontece en los seres vivos es que el programa que llevan en sus genes junto con la maquinaria metabólica que tienen permite captar energía del medio ambiente y revertir temporalmente la energía manteniendo, precariamente, el orden para conservarse vivos; pero todos sabemos que los sistemas vivos, a la postre, mueren. Entonces, todos sabemos que esta programación y maquinaria metabólica también, a la postre, se desordena cumpliendo así con la ley de la entropía.

    Pero hay otra observación importantísima: si la entropía es disminuida temporalmente (el envejecimiento progresivo es la evidencia de este fenómeno)
    ¿cómo hace la materia inanimada, que no tiene programación ni mecanismo metabólico, para disminuir, o reversar, las fuerzas de la entropía que no le permiten convertirse en un sistema altamente improbable y organizado como es el organismo vivo?
    Porque, como ya el lector habrá comprendido, si todo observa la ley de la entropía la materia inanimada la observa todavía más que la materia animada. Es decir, es su ley más fundamental. Luego, decir que el azar produjo orden, el mayor de todos, no es sólo un absurdo, sino un disparate, un dislate digno de un manicomio científico.

    Sin embargo, la idea persiste en gente muy cuerda. En el libro del padre Ramón Lucas Lucas, L.C., El hombre, espíritu encarnado, se lee: “El impulso y la providencia de Dios no eliminan el azar y la contingencia, más bien se sirven de aquello que respecto a las causas naturales es puramente fortuito y preterintencional para la realización de un designio universal”.
    Lo cual deja traslucir el esfuerzo que algunos comprometidos cristianos hacen para salvar una “ciencia” con la ayuda de Dios. Si bien es cierto que el azar existe y la contingencia no ha sido eliminada y existen muchas cosas sometidas al azar y a la contingencia, lo que el padre Lucas está diciendo es que Dios contradice sus propias leyes para realizar sus designios, así sean providenciales.
    ¿Acaso no es más fácil decir que Dios observa y no contradice lo que Él mismo estableció?
    ¿No sería para Él más fácil crear que permitir que el azar, contradiciendo las leyes de la termodinámica, establezca el orden mediante el desorden, haga improbable lo probable, ponga intención en lo no intencionado e inteligencia en lo ciego y aleatorio?
    ¿No sería más fácil decir que Dios lo hace directamente todo Él mismo antes que ponerlo a recurrir a terceras fuerzas intermediarias, como el azar, obligándolas a contradecirse?
    ¿De cuál Dios están hablando?

    Por todo lo anterior debemos concluir que el evolucionismo, al afirmar que el azar creó la vida, tiene dos alternativas:
    - o asegura que el azar es inteligente o
    - que la vida fue creada por la inteligencia sin el azar.
    Si dice lo primero, como en efecto lo dice implícitamente, el evolucionista no hace otra cosa más que dotar a las fuerzas ciegas de una intención, de un elemento teleonómico que no es más que una dialéctica materialista sin contenido científico alguno y que tiene, en el fondo, una raíz marxista. (Como vemos, el marxismo fracasó en lo económico, pero triunfó en lo moral, en lo social y hasta en lo aparentemente científico). Este es, por tanto, el divorcio formal entre la filosofía y la ciencia.
    Si dice lo segundo, está reconociendo a Dios por el autor de la vida, no sólo del espíritu. Y es, justo aquí, donde podemos afirmar que si la vida procede de la vida; que si lo superior no puede provenir de lo inferior, ni el orden del desorden, ni lo vivo de lo muerto, la vida originaria que produjo la vida derivada tiene que ser superior a su engendro.


    CONCLUSIONES:

    Hechos:
    1. La Segunda Ley de la Termodinámica confirma la ley de la entropía en que la energía se degrada.
    2. Todo en el universo experimenta la ley de la entropía, pues todo se degrada, todo tiende al más absoluto desorden; todo va de lo más ordenado a lo más desordenado y estable respecto de su estado inicial; todo va de lo improbable hacia lo probable; de lo orgánico a lo inorgánico; de lo reactivo a lo inerte; del desequilibrio al equilibrio; de la vida a la muerte.
    3. Los organismos vivos son los sistemas más ordenados, inestables e improbables sistemas conocidos.

    Teoría no sustentada:
    La formación de la vida nunca contradijo la ley de la entropía, pese a que el proceso fue de lo inerte a lo orgánico, de lo más estable y probable a lo más inestable e improbable, de la muerte a la vida, aunque no se sabe cómo fue reversada momentáneamente ni por cual mecanismo nunca la contradijeron.



    SÍNTESIS DE LAS CONCLUSIONES DE EVOLUCIONISTAS Y NO EVOLUCIONISTAS

    Los evolucionistas:


    1. “Hasta ahora en ningún laboratorio se ha logrado la síntesis de la vida, partiendo de elementos inertes” Carlos Valverde, Antropología filosófica (EDICEP, 2002), pp. 88).

    2. “Los hechos y las interpretaciones sobre las cuales Darwin apoyó sus teorías han dejado de ser convincentes. La investigación continuada de la herencia y sus variaciones han minado la posición darwinista ...el éxito del darwinismo ha sido acompañado por una degradación de la integridad científica”( Darwin, The Ori-24gin of Species, 1956, edition introduction by W. R. Thompson, p. viii. y p. xii, respectivamente).

    3. “...Exactamente cómo ocurrió la evolución es ahora un asunto de gran controversia entre los biólogos... No ha habido una clara solución a las controversias” (Conclusión de 150 especialistas sobre el tema en una importante reunión en Chicago. The Enterprise, Riverside, California, “Macroevolution Theory Stirs Hottest Debate Since Darwin”, by Obice Rensberger, November 14, 1980, p. E9).

    4. “La duda que se ha infiltrado en la previa certeza de la biología evolucionista de los últimos veinte años, ha inflamado las pasiones” (Niles Eldredge, Natural History, “Evolutionary Housecleaning”, February 1982, p. 78).

    5. “Los científicos no tienen pruebas de que la vida no fue el resultado de un acto de creación” (Robert Jastrow, The Enchanted Loom: Mind in the Universe, 1981, p. 19).

    6. “Si una célula tiene 99 membranas sensibles a la luz, claramente tiene también la información para formar una de esas membranas. Pero si una célula tiene cero membranas, no tiene la información... Desde uno a dos, el salto es el doble. Desde cero a uno es infinito” (Michael J. Beke, Dogmatic Darwinism, en “Crisis Magazine”, junio de 1998).

    7. “Las proteínas dependen del ADN para formarse. Pero el ADN no se puede formar sin proteínas preexistentes” (Francis Hitching, The Neck of the Jiraffe, p. 66).

    8. “Suponer que el ojo... pudo haber sido formado por la evolución, parece, lo confieso, absurdo en el más alto grado” (Charles Darwin, The Origins of Species, 1902 edition, Part I, p. 250).

    9. “Llegamos a la inesperada conclusión de que hay pocas pruebas a favor de la perspectiva neodarwinista: sus fundamentos teóricos y las pruebas experimentales que la respaldan son débiles”. (H. A. Orr y J. A. Coyne (1992) “The genetics of adaptation: A reassessment”, American Naturalist, 140, 726).

    10. “Después de un número de generaciones, los mutantes son eliminados” (G. Ledyard Stebbins, Processes of Organic Evolution, 1971, pp. 24).

    11. Después de decenas de años de continuados experimentos, se encontró que “los mutantes de la Drosophila... son, sin excepción alguna, inferiores a las variedades libres en viabilidad, fertilidad y longevidad” (Theodosious Dobzhansky, Heredity and the Nature of Man, 1964, p. 126).

    12. “Tenemos menos ejemplos de transiciones evolutivas que lo que teníamos en los tiempos de Darwin” (Field Museum of Natural History Bulletin, Chicago, “Conflicts Between Darwin and Paleontology”).

    13. “El registro fósil revela un patrón de cambios súbitos evolutivos, antes que de cambios graduales. Los genes son un poderoso mecanismo estabilizador cuya principal función es prevenir que surjan nuevas formas de vida. Las mutaciones azarosas en el plano molecular no pueden explicar la creciente complejidad organizada de la vida”(Francis Hitching, The Neck of the Jiraffe, p. 103).247

    14. [La teoría moderna de la evolución] “es tan inadecuada que merece ser tratada como una cuestión de fe” (Francis Hitching, The Neck of the Jiraffe, p.117.)

    15. “El material fósil está ahora tan completo que... la falta de series en transición no puede ser explicada por la falta de material. Las deficiencias son reales y nunca podrán ser completadas” (Heribert Nilsson, The Synthetic Origin of Species, 1953, p. 1212.)

    16. “Las formas intermedias están ausentes del registro fósil, y ya sabemos por qué: porque no hay formas intermedias” (Fred Hoyle and Chandra Wickra-masinghe, Evolution from Space, 1981, p. 111).

    17. “El registro revela que las especies sobreviven por cien mil generaciones, o aun un millón y más, sin que evolucionen mucho... Después de sus orígenes, la mayoría de las especies no sufren ninguna evolución antes de extinguirse” (The New Evolutionary Timetable, p. xv).

    18. “La anatomía interna de estas criaturas es similar a las actuales. La cabeza, patas y alas, y aun las células internas, son muy modernas” (The New York Times, “Prehistoric Gnat”, October 3, 1982, Section 1, p. 49).

    19. “Los que trabajan en este campo tienen tan poca evidencia en la cual basar sus conclusiones, que frecuentemente tienen que cambiar sus propias conclusiones” (Spectator, The University of Iowa, April, 1973).

    20. “No tienen ayer, no existe registro fósil. Y el verdadero origen de los humanos... si somos honestos con nosotros mismos, es igualmente misterioso” (Science Digest, “The Water People”, citado por Lyall Watson, May, 1982, p. 44).

    21. [Los recientes descubrimientos fósiles] “han dejado en ruinas la noción de que los fósiles se pueden ordenar secuencialmente para el cambio evolutivo” (National Geographic, “Skull 1470”, by Richard E. Leaky, June, 1973, p. 819).

    22. Science Digest ha comentado que la mayoría de las concepciones artísticas que recrean gráficamente la evolución (y que se encuentran en todos los textos escolares) “están basadas más en la imaginación que en la evidencia” (Science Digest, “Antro Art”, April, 1981, p. 41).

    23. “La carne y pelo de tales reconstrucciones son producto de la imaginación… del color de la piel; del color, forma y distribución del pelo; de las facciones y del aspecto de la cara no sabemos absolutamente nada del hombre prehistórico” (James King, The Biology of Race, 1971, pp. 135, 151).

    24. “No existe evidencia alguna de que el hombre Neardenthal fuera de cualquier manera inferior a nosotros” (Fred Hoyle, Ice, 1981, p. 35).

    25. “[Estos especímenes] no se podrían distinguir del hombre contemporáneo y aun los más escépticos tendrían que conceder que eran humanos” (Lucy, p. 286.Donald C. Johanson and Maitland A. Edey, April, 1981, p. 29).

    26. “Conceder la generación espontánea de un organismo vivo es imposible… sin embargo, aquí estamos como si hubiéramos sido generados espontáneamente” (Professor Wald, Scientific American, August, 1954, p. 46.)

    27. [Es por este motivo que resulta] “completamente errada la actitud de algunos teólogos que se apresuran a explicar la Biblia a la luz de las últimas revelaciones científicas. Es mejor partir de la premisa de que el autor de la Biblia es también el autor de la creación y, por tanto, el libro del Génesis no puede contener falsedades” (Encuentro científico promovido por el “Centro Kolbe de Estudios de la Creación”, Roma, 4 de noviembre de 2002.
    28. El estado lamentable de la teoría de la evolución se manifiesta en la creencia de Francis Crick, uno de los creadores, con James Watson, de la estructura de doble hélice del ADN que les valió el premio Nobel, de que la evolución ocurrió a partir de esporas enviadas por extraterrestres a la Tierra. Esta tesis la expuso en su libro Life itself.

    29. “El mantenimiento de una familia o sociedad requiere un trabajo superior al que se necesita para mantener la organización de unidades subordinadas. Este requisito es una expresión de la segunda ley de la termodinámica, una de
    las más fundamentales leyes de la naturaleza: dejado a sí mismo, cualquier sistema tiende hacia el mayor desorden.
    El azar, la estabilidad y la probabilidad son términos equivalentes a este significado del desorden. Cuando decimos que un sistema tiene un alto grado de organización, estamos diciendo que ese sistema exhibe un alto grado de orden que no es aleatorio.
    La segunda ley nos dice que tal sistema es inestable e improbable y que si se abandona a sí mismo, eventualmente se desordenará y se volverá más estable. Los sistemas vivos son los más ordenados, inestables e improbables sistemas conocidos” (Paul B. Weiz, The Science of Biology (McGraw Hill, 2 nd ed, 1963, pp. 113-114.)

    Sugiero al lector que esta última cita sea comparada con mi análisis sobre la segunda ley de la termodinámica, porque este autor es evolucionista y, sin embargo, esta observación científica contradice su propia creencia. La importancia de esta segunda ley, y la consecuente entropía, no puede dejarse de lado por razones ideológicas.


    Los no evolucionistas:
    1.“No existe evidencia que indique que el hombre no ha permanecido igual desde que apareció en la tierra”, [y lo peor, es que la creencia contraria ha sucedido] “por temor a ser declarados faltos de seriedad o ser rechazados en círculos académicos serios”. (The Commercial Appeal, Memphis, Tenn., “Darwin Issue Draws Rebuff of Professor”, by Arthur J. Snider, Sept. 9, 1973, Sect. 1, p. 21).

    2. “Los [evolucionistas] modernos no están menos dispuestos a aferrarse de datos erróneos para apoyar sus preconcepciones que los investigadores del pasado... que desecharon las evaluaciones objetivas para adoptar las nociones que deseaban creer” ( John Reader, Missing Links, 1981, p. 226).

    3. “La evolución es antes que nada un problema químico. Los seres vivos no están constituidos por herencia, selección natural, lucha por la existencia, ni por cualquier otro tópico biológico; están constituidos por moléculas químicas (...).
    Para el materialista, entonces, los organismos están limitados por las propiedades de los átomos y las moléculas. De una manera u otra, él tiene qué explicar cómo moléculas de complejidad gigantesca han llegado a existir, y han podido arreglarse una con otra en maneras cada vez más complejas. Éste es el problema fundamental de la evolución, pero todavía todos los libros modernos lo ignoran, y, que yo sepa, nadie se ha enfrentado nunca con él” (R. E. D. Clark, Darwin Before and After (Paternoster Press, 1966), p. 127).

    4. “Los criterios de prueba de la ciencia evolucionista moderna representan el nadir de degeneración intelectual del hombre civilizado en los últimos 2000 años. Todo es suposición desmandada y credulidad desmedida, y todo sin otro fin que el de llegar, por las buenas o las malas, al punto de vista más degradado sobre los orígenes del hombre que la mente humana haya sido nunca capaz de concebir” (A. N. Field, The Evolution Hoax Exposed, TAN Books).

    5. “El darwinismo ha logrado demostrar las mutaciones al interior de una especie, pero para el surgimiento de nuevas especies no ha aportado ni pruebas ni hechos”... frente a esto, nuestro objetivo es el hacer comprender, sobre todo a los católicos, que aquello que la ciencia afirma no es la verdad absoluta” (Encuentro científico promovido por el “Centro Kolbe de Estudios de la Creación”, Roma, 4 de noviembre de 2002.


    CONCLUSIONES:

    Hechos:
    1. Hay innumerables testimonios de los evolucionistas que hacen que se pueda poner en duda el evolucionismo.

    2. Los filósofos de la antropología tienen mayor confianza en el evolucionismo que los propios científicos evolucionistas.





    RESUMEN DE LOS “DICHOS” A LOS “HECHOS” EVOLUCIONISTAS


    CONCLUSIONES:

    Hechos:
    3. Nadie ha observado jamás que de las explosiones atómicas o nucleares surja un mayor orden que el que existía antes de la explosión.

    4. En Hiroshima y Nagasaki se observó que la explosión atómica produjo gran destrucción, muerte y caos.

    Dichos:
    Dado un tiempo suficientemente largo, las explosiones nucleares producen construcción, vida y orden (sobre todo si son dirigidas por Dios).

    Hechos:
    4. Lo químico es un compuesto esencial en lo biológico.
    5. La evolución es un problema fundamentalmente químico.
    6. La química no evoluciona.

    Dichos:
    La química evoluciona y hace evolucionar los compuestos orgánicos.


    CONCLUSIONES:

    Hechos:
    4. Ha sido observado que las mutaciones son dañinas y letales.
    5. Ha sido observado que después de un número de generaciones, los mutantes son eliminados y se restablece la normalidad.
    6. Ha sido observado que un gran número de pequeños accidentes en las auto-
    pistas no producen mejores diseños y funcionamiento de automóviles.

    Dichos:
    Dado un tiempo suficientemente largo, los accidentes biológicos producen un mejor diseño y funcionamiento de las especies nuevas creadas.

    Hechos:
    32. El amoníaco y el metano son perjudiciales para la vida.
    33. La sopa química que existía antes de la vida estaba compuesta fundamentalmente por amoníaco y metano.
    34. Las descargas eléctricas descomponen el amoníaco y metano en oxígeno.
    35. El oxígeno impide la formación de aminoácidos, elementos esenciales para la vida.
    36. La formación de aminoácidos tuvo que ocurrir instantáneamente para que el oxígeno los favoreciera a partir de su formación.
    37. El amoníaco y el metano tuvieron que ser convertidos instantáneamente en oxígeno porque, de lo contrario, no se habrían formado los aminoácidos.

    Dichos:
    La evolución es un hecho gradual y prolongado en el tiempo. Empero, la instantaneidad requerida para que el proceso químico no impida el surgimiento de la vida no niega, sino que confirma, el hecho gradual de la evolución.

    Hechos:
    5. El agua es el disolvente universal: desintegra compuestos, antes que los integra.
    6. Las proteínas se forman juntando aminoácidos.
    7. Cuando los aminoácidos se juntan, forman una molécula de agua.
    8. El agua disocia cualquier proteína que se quiera formar.

    Dichos:

    La sopa química estaba compuesta de agua que, pese a todo, asoció las proteínas que no podían ser asociadas por la presencia del agua.



    CONCLUSIONES:

    Hechos: A
    5. Los aminoácidos destruyen los azúcares.
    6. Los aminoácidos son necesarios para formar proteínas.
    7. Para reproducir las proteínas son necesarios los azúcares contenidos en el ADN.
    8. Los azúcares y aminoácidos no pueden cohabitar la misma solución.

    Hechos B:
    3. Existen 4 enzimas en el ADN que corrigen los defectos, impidiendo las mutaciones genéticas.
    4. Estos correctores detienen la evolución.

    Dichos:
    Los aminoácidos se sirvieron de los azúcares para reproducir las proteínas, pese a que los aminoácidos destruyen los azúcares. Para que esto fuese posible, los aminoácidos convivieron con los azúcares en la misma solución, aunque no sepamos cómo. Finalmente, la evolución es un proceso continuo que nunca se detiene, o por lo menos, no se
    sabe que se detenga, pese a que los correctores no permiten que avance.

    Hechos:
    38. Las ciencias de la probabilidad estadística nos enseñan que hay un cero de probabilidades de formar una proteína al azar, componente esencial de la vida.
    39. Estas mismas ciencias nos enseñan que hay un cero absoluto de probabilidades de formar una secuencia de proteínas.
    40. Las ciencias biológicas nos enseñan que las proteínas no se pueden formar sin el ADN; a su vez, que el ADN depende de que preexistan proteínas para formarse.
    41. El virus necesita de la célula para vivir, pero el virus fue antes que la célula, por ser el virus etapa intermedia entre lo inorgánico y lo orgánico.


    TEORÍA:
    El huevo y la gallina surgieron simultáneamente. El hombre y la mujer también.

    Dichos:
    Si un mono pudiera teclear una máquina de escribir al azar durante un tiempo suficientemente largo, podría salir de ese tecleo La guerra y la paz de León Tolstoi, sin ningún error gramatical.

    Hechos:
    3. La selección natural es responsable de toda diferenciación orgánica, creando los mejores y más adaptados organismos.
    4. La selección natural elimina las especies más débiles, pues el organismo que no se ajusta a su medio, perece.

    Dichos:
    No hay contradicción en que la selección natural cree los mejores y más adaptados organismos y luego los elimine por débiles e inadaptados.

    Hechos:
    3. La paleontología no demuestra la existencia escalonada de los seres vivos.
    4. El registro fósil demuestra un patrón de cambios súbitos y no escalonados de los seres vivos.

    Dichos:
    La existencia escalonada de los seres vivos es un hecho innegable por la ciencia. Que sólo se hayan comprobado los cambios súbitos y no escalonados, no tiene ninguna importancia.

    Hechos A:
    2. El azar no es causa sino efecto de una causa.

    Hechos B:
    3. No se ha encontrado ningún ser vivo no adaptado a su ambiente.
    4. Si se llegaran a encontrar etapas intermedias de seres vivos, será porque nunca se adaptaron a su ambiente.

    Dichos:
    El azar es causa de la evolución. La evolución, contra todo pronóstico y contra su propia definición, produjo etapas intermedias de seres vivos no adaptados a su ambiente. El hecho de que no haya rastro alguno de tales seres, no significa que no pudieron existir. En cambio, sí se han encontrado los rastros más antiguos de seres vivos que, aunque iguales a los de ahora, no pueden ser considerados finales, aunque lo parecieran.
    Nadie sabe por qué.

    Hechos:
    4. La Segunda Ley de la Termodinámica confirma la ley de la entropía en que la energía se degrada.
    5. Todo en el universo experimenta la ley de la entropía, pues todo se degrada, todo tiende al más absoluto desorden; todo va de lo más ordenado a lo más desordenado y estable respecto de su estado inicial; todo va de lo improbable hacia lo probable; de lo orgánico a lo inorgánico; de lo reactivo a lo inerte; del desequilibrio al equilibrio; de la vida a la muerte.
    6. Los organismos vivos son los sistemas más ordenados, inestables e improbables sistemas conocidos.

    Dichos:
    La formación de la vida nunca contradijo la ley de la entropía, pese a que el proceso fue de lo inerte a lo orgánico, de lo más estable y probable a lo más inestable e improbable, de la muerte a la vida, aunque no se sabe cómo fue reversada momentáneamente ni por cual mecanismo nunca la contradijeron.

    Hechos:
    42. En los estratos más antiguos no aparecen fósiles.
    43. En los estratos menos antiguos ocurre una explosión fósil de organismos finales.
    44. Los fósiles aparecen en diverso orden y revueltos unos con otros.
    45. El carbono 14 no es un elemento muy confiable para la datación de fósiles pues no siempre puede suponerse que se desintegra a una rata constante.

    Dichos:

    Los estratos más antiguos deben mostrar los fósiles más antiguos procediendo gradualmente hacia los más nuevos; debe aparecer el orden evolutivo de las primeras a las especies finales, pasando por las intermedias. El carbono 14 confirma la antigüedad de los hallazgos.

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