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Tema: Carta de San Roberto Belarmino a los matemáticos del Colegio Romano (1611)

  1. #1
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    Carta de San Roberto Belarmino a los matemáticos del Colegio Romano (1611)

    Dejando a un lado las observaciones privadas que pudieran haberse realizado anteriormente con distintos instrumentos telescópicos, es oficialmente a partir de 1609 cuando dejan de hacerse las observaciones celestes sólo a simple vista para comenzar a realizarse por medio del telescopio.

    Es en este año de 1609 cuando Galileo dirige su telescopio al firmamento, y realiza nuevos descubrimientos respecto a los cuerpos físicos que pueblan el cielo. Estos descubrimientos los publicará Galileo en Marzo de 1610, en su obra Sidereus Nuncius (El Mensajero Sideral). En concreto, Galileo observó con el telescopio:

    1) La aparición de una gran cantidad de estrellas en el firmamento que no se podían ver a simple vista, y la comprobación de que varias manchas del cielo, conocidas como nebulosas, así como también la propia Vía Láctea, al observarlas por el telescopio dejaban de ser manchas claras para convertirse en un conjunto de múltiples pequeñas estrellas.

    2) Las irregularidades orográficas de la Luna, en contraposición al carácter supuestamente liso de su superficie tal y como ésta se veía a simple vista.

    3) La existencia de cuatro cuerpos celestes alrededor de Júpiter, que tenían sus propios movimientos regulares, en contraposición al movimiento conjunto de las estrellas.

    Después de la publicación de la obra Sidereus Nuncius, Galileo dejó de ejercer de Profesor en la Universidad de Padua, y se trasladó a su patria natal Florencia, en Julio de 1610, con el empleo de Filósofo y Matemático dentro la Corte del Gran Duque.

    Allí realizó otros importantes descubrimientos físicos:

    1) Vio que Saturno parecía tener una forma ahuevada, como si estuviera formado por una gran estrella central, supuestamente rodeada a los lados por dos estrellas más pequeñas (precisiones posteriores en el alcance del telescopio permitirían a Huygens comprobar que se trataban en realidad de lo que hoy conocemos como los famosos anillos de Saturno).

    2) Y observó el que quizá fuera el más importante de todos sus descubrimientos: las famosas fases de Venus.

    Fue invitado por el Cardenal Barberini (futuro Urbano VIII, el de la Sentencia), en Marzo de 1611, a presentar sus descubrimientos al Colegio Romano de los jesuitas, prolongando su estancia en Roma hasta Junio.

    Es importante señalar que en todos estos descubrimientos físicos, la Iglesia Católica siempre estuvo abierta (como no podía ser de otro modo) a ellos, así como a profundizar más en la indagación celeste. Es decir, que la Iglesia Católica nunca tuvo ningún problema con el hecho de que se investigara y se realizaran nuevos descubrimientos físicos que ayudaran a corregir y rectificar elementos o partes de la tradicional filosofía física o natural aristotélica.

    Como ejemplo paradigmático de esta sana investigación física, podemos citar la carta de San Roberto Berlamino al susodicho Colegio Romano, en la cual le pregunta acerca de todos estos nuevos hallazgos celestes.
    Última edición por Martin Ant; 08/07/2018 a las 17:54

  2. #2
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    Re: Carta de San Roberto Belarmino a los matemáticos del Colegio Romano (1611)

    Fuente de las dos cartas que se transcriben: Le Opere di Galileo Galilei. Volumen XI. (ed.) Antonio Favaro. Florencia. 1901. Páginas 87 – 88, y páginas 92 – 93.


    515.

    ROBERTO BELARMINO A LOS MATEMÁTICOS DEL COLEGIO ROMANO

    [Roma], 19 de Abril de 1611.


    Bibl. Naz. Fir. Mss. Gal., P. I, T. III, car. 2 – La suscripción es autógrafa [1].



    Muy Rvdmos. Padres,

    Sé que VV. RR. han tenido noticia de las nuevas observaciones celestes de un talentoso matemático por medio de un instrumento llamado cannone u ochiale; e incluso yo he visto, por medio del mismo instrumento, algunas cosas muy maravillosas respecto a la Luna y a Venus. Pero deseo que me hicieran el placer de decirme sinceramente su opinión respecto a las cosas siguientes:

    Primera, si ustedes aprueban la multitud de estrellas fijas, invisibles con el solo ojo natural, y en particular el que la Vía Láctea y las nebulosas sean conglomerados de estrellas muy diminutas;

    2º, que Saturno no sea una simple estrella, sino tres estrellas unidas en conjunto.

    3º, que la estrella de Venus tenga mutación de su figura, creciendo y menguando como la Luna;

    4º, que la Luna tenga la superficie áspera y desigual;

    5º, que en torno al planeta de Júpiter discurran cuatro estrellas móviles, y de movimientos entre ellas diferentes y velocísimos.

    Esto deseo saber, pues he oído hablar de ello de varias maneras; y VV. RR., como instruidos en las ciencias matemáticas, fácilmente sabrán decirme si estos nuevos descubrimientos están bien fundados, o son más bien apariencias y no verdaderos. Y si les place, pueden poner la respuesta en esta misma hoja.

    En casa, a 19 de Abril de 1611.

    De VV. RR. Hermano en Cristo


    Roberto Cardenal Bellarmino [Firmado].




    [1] Nota mía. Las abreviaturas significan: Biblioteca Nazionale di Firenze, Manoscritti Galileiani, Parte I, Tomo III, carta 2. Traducido al castellano es: Biblioteca Nacional de Florencia, Manuscritos Galileanos, Parte I, Tomo III, folio 2.
    Última edición por Martin Ant; 08/07/2018 a las 18:00

  3. #3
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    Re: Carta de San Roberto Belarmino a los matemáticos del Colegio Romano (1611)

    520.

    LOS MATEMÁTICOS DEL COLEGIO ROMANO A ROBERTO BELARMINO EN ROMA.

    Roma, 24 de Abril de 1611.


    Bibl. Naz. Fir. Mss. Gal., P. I, T. III, car. 2bis. – Firmas autógrafas. En el reverso, de mano de Galileo, se lee: Atestado de los PP. Jesuitas al Rvdmo. Card. Belarmino.



    Ilmo. y Rvdmo. Sr. y P.ron Colmo [1].

    Responderemos en esta carta conforme al mandamiento de V. S. Ilma. respecto a las varias apariencias que se ven en el cielo con el occhiale, y en el mismo orden de las propuestas que V. S. Ilma. hace.

    Respecto a la primera, es verdad que aparecen muchísimas estrellas mirando con el occhiale en las nebulosas de Cáncer y Pléyades; pero en la Vía Láctea no es cosa cierta que toda ella conste de diminutas estrellas, y antes parece que haya partes continuas más densas, si bien no se puede negar que aun así hay en la Vía Láctea muchas estrellas diminutas. Es cierto que, por lo que se ve en las nebulosas de Cáncer y Pléyades, se puede conjeturar probablemente que incluso la Vía Láctea sea una grandísima multitud de estrellas, las cuales no se puedan discernir por ser demasiado pequeñas.

    Respecto a la 2ª, hemos observado que Saturno no es redondo, tal como se ven Júpiter y Marte, sino de figura ovada y oblonga de este modo oΟo; si bien no hemos visto que las dos estrellas que están a cada lado estén tan separadas de la del medio como para que podamos decir que sean estrellas distintas.

    Respecto a la 3ª, es certísimo que Venus mengua y crece como la Luna; y habiéndola visto nosotros casi plena, cuando era vespertina, hemos observado cómo poco a poco iba desapareciendo la parte iluminada, que siempre miraba al Sol, volviéndose cada vez más corniculada; y observándola luego matutina, después de la conjunción con el Sol, la hemos visto corniculada con la parte iluminada cara al Sol. Y está siempre ora creciendo según la luz, y desapareciendo según el diámetro visual.

    Respecto a la 4ª, no se puede negar la gran desigualdad de la Luna; pero le parece al P. Clavio más probable que no sea la superficie desigual, sino que más bien el cuerpo lunar no sea uniformemente denso y que tenga partes más densas y más enrarecidas, como son las manchas ordinarias que se ven con la vista natural. Otros pensamos que la superficie es verdaderamente desigual; pero al final no tenemos respecto a esto tanta certeza como para poder afirmarlo indudablemente.

    Respecto a la 5ª, se ven en torno a Júpiter cuatro estrellas, que velocísimamente se mueven, ora todas hacia levante, ora todas hacia poniente, y a veces parte hacia levante, y a veces parte hacia poniente, en línea casi recta; las cuales no pueden ser estrellas fijas, porque tienen movimiento velocísimo y diversísimo respecto a las estrellas fijas, y siempre mutan las distancias entre ellas y Júpiter.

    Esto es cuanto se nos ocurre en respuesta a la demanda de V. S. Ilma.; a la cual, haciendo humildísima reverencia, pedimos del Señor cumplida felicidad.

    Del Colegio Romano, el 24 de Abril de 1611.

    De V. S. Ilma. y Rvdma.

    Indignos Siervos en Cristo


    Christoforo Clavio [Firmado]

    Christoforo Grienberger. [Firmado]

    Odo Malcotio. [Firmado]

    Gio. Paolo Lembo. [Firmado]




    [1] Padroni Colendissimo. En castellano: Patrono Honorabilísimo. Tratamiento epistolar antiguo.

  4. #4
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    Re: Carta de San Roberto Belarmino a los matemáticos del Colegio Romano (1611)

    Cuatrocientos años del «caso Galileo»: Las razones de su condena

    La presión de los filósofos aristotélicos y las herejías de Giordano Bruno, defensor del heliocentrismo y quemado en Roma en 1600, acabaron llevando al astrónomo italiano ante la Inquisición

    JOSÉ RAMÓN JIMÉNEZ CUESTA
    CATEDRÁTICO DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA



    Analizada la situación del heliocentrismo antes de 1616, señalaremos diferentes aspectos que influyeron en los acontecimientos de aquel año:

    Primero, la confrontación de Galileo con el mundo universitario aristotélico. El claro posicionamiento de Galileo a principios del siglo XVII en favor del heliocentrismo originó continuos y duros enfrentamientos con el mundo aristotélico, generándole una gran animadversión en parte del profesorado de las Universidades del actual norte de Italia.

    Segundo, el conflicto con la Teología. Los aristotélicos viendo que no era suficiente la argumentación filosófica para derribar a Galileo, intentaron trasladar el conflicto a la Teología exponiendo las contradicciones del heliocentrismo con determinados pasajes de la Biblia. Su defensa de una interpretación abierta de la Biblia en cuestiones astronómicas hizo que los teólogos creyeran que Galileo había abordado una cuestión que no era de su competencia. Además, el conflicto entre católicos y protestantes, en el que la interpretación de la Biblia era un punto clave, perjudicó claramente las tesis copernicanas.

    Tercero, el nuevo Universo a la luz de los descubrimientos del telescopio y las ideas de Giordano Bruno. Giordano Bruno fue quemado en el Campo di Fiori en Roma en 1600. Era un defensor del heliocentrismo, pero no tenía buena formación en Astronomía. Su defensa de Copérnico se enmarca más en su concepción del mundo. Los elementos clave para condenar a Bruno fueron una serie de herejías relacionadas con la Trinidad. En el Sumario del Tribunal que juzga a Giordano Bruno en 1598, menos del 10% de los párrafos en los que hay acusaciones o respuestas de Bruno se refieren a temas cosmológicos. Bruno creía en la infinitud del Universo con infinitos mundos habitados por seres vivos. La muerte de Giordano Bruno no afectó, en principio, al heliocentrismo. A partir de 1610, a raíz del nuevo Universo que abrió el descubrimiento del telescopio, las ideas de Giordano Bruno reaparecieron afectando muy negativamente al copernicanismo.


    Los descubrimientos del telescopio.

    Cuando Galileo enfocó el telescopio hacia el cielo en 1609 y publicó sus descubrimientos en «Sidereus nuncius» (1610) se produjo una conmoción intelectual que se extendió por toda Europa. La aparición en el cielo de nuevas estrellas, las lunas de Júpiter que parecían un sistema solar en miniatura, las manchas solares y el posterior descubrimiento de las fases de Venus hacían que la concepción aristotélica del Cosmos empezara definitivamente a derrumbarse. Aunque hubo una admiración inicial hacia Galileo por sus descubrimientos con el telescopio, el nuevo Universo que proporcionaba dicho instrumento hizo que las ideas de Bruno volvieran a aparecer con fuerza en los ambientes intelectuales de Europa. El cóctel de las ideas de Giordano Bruno junto con el nuevo Cosmos mostrado por el telescopio generaron una mezcla explosiva y erróneas interpretaciones sobre cuestiones de fe que la Iglesia Católica de aquella época no podía admitir.

    El 5 de Marzo de 1616, a raíz de un proceso largo y complejo en el que intervienen la publicación de cartas de Galileo en defensa del copernicanismo, el ataque de los filósofos aristotélicos, y la denuncia de un dominico, se incluyó, entre otros, el libro De Revolutionibus de Copérnico en el Índice de libros prohibidos. Sin embargo, se aceptarían versiones censuradas de dicho libro en las que expusiera que el modelo fuese «ex suppositione», es decir, como suposición matemática sin correspondencia alguna con la realidad física. No podía declararse hereje ya que había sido clave en la elaboración del Calendario Gregoriano y en la determinación precisa de la fecha de la Pascua. Resulta curioso que un estudio recopilatorio sobre los libros existentes en Europa de las dos primeras ediciones del libro de Copérnico no encontrara libros censurados en casi ningún país europeo excepto la actual Italia. El alcance inicial de la censura fue muy limitado y dicho estudio no encontró en España ningún libro censurado. En Salamanca, la primera censura a un ejemplar de Copérnico no aparece hasta 1707.

    En relación a Galileo, se le prohibió enseñar y defender las ideas de Copérnico, cuestión que inicialmente aceptó disciplinadamente. Posteriormente, la situación de Galileo empeoró notablemente al publicar en Florencia en 1632 el «Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo» en el que defendía las tesis copernicanas. Todo esto inició un oscuro proceso en el Galileo sufrió enormemente y fue condenado a prisión en 1633 y el «Diálogo», prohibido. La pena de prisión fue inmediatamente conmutada por la pena de arresto domiciliario, que finalmente cumplió en su villa a las afueras de Florencia hasta su muerte en 1642. La condena de 1616 y el posterior juicio a Galileo tuvieron una serie de implicaciones que veremos en el siguiente y último artículo sobre el tema.


    https://www.abc.es/ciencia/abci-cuat...a&ns_fee=pos-3
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


    Nada sin Dios

  5. #5
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    Re: Carta de San Roberto Belarmino a los matemáticos del Colegio Romano (1611)

    HISTORIA DE LA CIENCIA.

    Cuatrocientos años del juicio a Galileo: Las consecuencias históricas

    Aunque no son justificables ni el juicio a Galileo ni la condena de las ideas de Copérnico, las relaciones de poder y el contexto histórico de la época lo explican.

    JOSÉ RAMÓN JIMÉNEZ CUESTA

    CATEDRÁTICO DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA



    Con el transcurrir de los años, la condena del copernicanismo y el caso Galileo han evolucionado mostrando que la Iglesia Católica fue la gran perdedora del conflicto. Aunque no son justificables ni el juicio a Galileo ni la condena de las ideas de Copérnico, las relaciones de poder y el contexto histórico de la época lo explican. Como comentamos previamente, la Iglesia Católica y los filósofos aristotélicos vieron una intromisión en su terrero por parte de la Astronomía. Paradójicamente, Galileo y su insistente concepción de que los textos bíblicos no hay que interpretarlos literalmente y hay que desligarlos de las cuestiones de la Naturaleza, triunfaron con el paso del tiempo. Por otra parte, no es comprensible que la Iglesia Católica no reaccionara con más premura a los hechos de 1616 y, de manera definitiva, no eliminara los libros defensores del copernicanismo del Índice de libros prohibidos hasta 1834. Asimismo, en los posteriores intentos de rehabilitar la figura de Galileo, ha habido cierta tendencia por parte de la Iglesia Católica en justificar, más que explicar, los acontecimientos de 1616 y 1632.

    Si es criticable la actitud de la Iglesia Católica en la justificación de sus posiciones de 1616, también lo es la beligerancia con la que determinados autores han atacado a la Iglesia en sus relaciones con la Ciencia, intentando extrapolar injustificadamente las relaciones Ciencia-Religión de aquella época a épocas posteriores. Son las tesis que surgen a finales del siglo XIX a partir de los libros de Drapper (1874) y White (1896), de los que se deriva una visión sesgada del caso. Dicha visión se ha ido acentuando en el siglo XX con posiciones muy anticlericales sobre el tema que han llevado a creer erróneamente a un elevado porcentaje de población, incluso instruida, que Galileo fue torturado y/o quemado.

    Entender, no juzgar la Historia

    A finales del siglo XIX, y aún menos hoy, el concepto de Ciencia era muy diferente al de inicios del siglo XVII. Ni siquiera los «científicos» eran científicos como en el sentido actual. Galileo, Kepler y Newton consiguieron explicar «científicamente» algunos aspectos de la Naturaleza, pero seguían siendo personas no sólo religiosas, sino que cuando no conseguían explicar o entender algún aspecto de la Naturaleza buscaban la justificación en Dios y la religión. Para ellos seguía siendo Dios la explicación última de todos los fenómenos naturales, es inconcebible creer que la Ciencia y la Filosofía-Religión estaban ya separadas en aquel tiempo. Dicha separación empezó en el siglo XVII, pero se necesitaron siglos para culminarla.


    Otro ejemplo sobre la visión de la Astronomía de la época nos muestra cómo la Ciencia no es como la comprendemos ahora y cómo las reflexiones sobre el heliocentrismo analizadas en el marco actual de las relaciones Ciencia-Religión son absolutamente desacertadas. Muerto Galileo, a mediados del siglo XVII todavía había muchos astrónomos que seguían sin aceptar el modelo de Copérnico y preferían el modelo de Tycho Brahe, modelo en el que el Sol gira alrededor de la Tierra y los demás planetas alrededor del Sol. Así lo muestra el astrónomo italiano Riccioli que en 1651 escribió el libro «Almagestum Novum» en el que recopiló argumentos científicos a favor y en contra del copernicanismo. La principal razón experimental para objetar al modelo de Copérnico era que al girar la Tierra alrededor del Sol y comprobar que las posiciones relativas de las estrellas no cambiaban en dicho giro, sencillos cálculos geométricos obligaban a aceptar estrellas de tamaños gigantescas, colosales, algo inconcebible para la época. Resulta curioso que defensores de Copérnico, como Christoph Rothmann y Philips Lasbergen, que no encontraban una justificación al problema del hipotético tamaño colosal de las estrellas, alegaban que Dios tenía la facultad de poder dotar de ese gigantesco tamaño a las estrellas. Es decir, los «revolucionarios» copernicanos invocaban a Dios para resolver sus controversias astronómicas con los que no aceptaban el modelo de Copérnico.

    Las reflexiones más extendidas que hay sobre la condena del heliocentrismo y el caso Galileo incumplen pilares fundamentales en la forma de abordar la Historia de la Ciencia: la Historia está para entenderla, no para juzgarla y no podemos analizar los hechos con la mentalidad actual, hay que situarse en la época. Nadie discute que, de manera objetiva, Galileo sufrió mucho e injustamente y que la condena del heliocentrismo por parte de la Iglesia Católica fue un error que afectó negativamente a la evolución de la Ciencia en los países católicos. Sin embargo, a la hora de estudiar y analizar aquellos impactantes hechos, si no colocamos como nudo central de dicho análisis cómo eran las relaciones de poder en aquel tiempo y el conocimiento de lo que era y competía a la Astronomía, Física, Filosofía y Teología de la época, las posibilidades de equivocarnos son enormes. Es lo que ocurre con muchos de los análisis sesgados y sin rigor que se han hecho sobre aquella condena de 5 de Marzo de 1616.


    https://www.abc.es/ciencia/abci-cuat...a&ns_fee=pos-2
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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    Re: Carta de San Roberto Belarmino a los matemáticos del Colegio Romano (1611)

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Lo que ni Galileo, ni Belarmino, ni nadie en la época fue capaz de imaginar, ni suponer, era la realidad sobre la cual discutieron y llevaron a unos y otros a las posiciones que hoy en día se siguen sucediendo. En las cartas del Cardenal expuestas al inicio de este hilo, se habla de las estrellas de la Vía Láctea que, por aquél entonces era considerada una nebulosa, no una galaxia más entre los otros miles de millones en una cifra absolutamente imposible de calcular, sólo estimar, pero nada más.

    https://es.wikipedia.org/wiki/V%C3%ADa_L%C3%A1ctea

    Para llegar a saberse que la Vía Láctea, nuestra galaxia, es lo que es fue preciso esperar hasta las investigaciones de Edwin Hubble:

    https://es.wikipedia.org/wiki/Edwin_Hubble


    Y no es que no se supiera que estaba constituida principalmente por estrellas, es que lo que desconocía era su estructura, forma aproximada, movimiento, etc., Ya antes de Hubble el astrónomo Edward Barnard, que da nombre a la segunda estrella más próxima al Sol (6 años luz de distancia) y, la estrella con el movimiento propio más rápido detectado, mostró cómo son las diferentes regiones de la Vía Láctea, realizando un extraordinario trabajo fotográfico. Hay que tener presente que dicho trabajo fue llevado a cabo hace más de un siglo, con unos medios muy inferiores a los actuales, y que dan cuenta de lo que es nuestra galaxia. No existe telescopio alguno, ni otro sistema de captación de luz y observación, por ejemplo los mejores prismáticos, con capacidad para, primero, captar el número de objetos tan impresionante como lo hacen los sistemas fotográficos (acumulativos, mientras que los ojos no lo son), ni, por supuesto, abarcar campos reales tan extensos, salvo que con la fotografía se puedan llevar a cabo gracias a la puesta consecutiva de diferentes imágenes componiendo el correspondiente diorama.

    Hace algo más de un siglo se publicó el trabajo de Barnard bajo el título de A photographic atlas of selected regions of the Milky Way, en una edición muy limitada y que sólo después de muchos años no se ha podido disponer de él. Yo tengo un ejemplar que pesa dos kilos y medio, en Inglés, pues una característica es que nunca se ha traducido, al menos al español, pero hoy también se puede disponer gratuitamente dicho atlas en PDF. A continuación dejo el enlace correspondiente y unas breves orientaciones sobre cómo usarlo. Advertir que la superficie abarcada en cada una de las tomas fotográficas ronda entre los 40 y 60º de arco, y que los mejores prismáticos, con mayor campo, son los que suelen llevar las siglas EWA (Extra Wide Angle, apenas rozan entre los 9º y algunos que otro los 11º, siendo lo habitual entre los 3'5 y 8'5º.

    Una vez pinchado en el enlace:

    1.- En la barra de arriba a la izquierda, pinchar en "SEARCH"

    2.- Donde pone Browse by Region (una barra de búsqueda) pinchar en la flechita a la derecha. Se despliegan las 50 tomas numeradas, se elige una, por ejemplo la 1ª o la 18ª, por ejemplo, pues todas son independientes entre si. A continuación a la derecha se pincha en GO.

    3.- A continuación aparecerá a la izquierda de la pantalla la foto seleccionada. Pinchar sobre ella para que se amplíe.

    4.- Finalmente, aparecerá centrada en la pantalla del monitor y con el puntero que aparecerá con el signo "+" pinchar nuevamente sobre ella. Prácticamente cubrirá toda la pantalla.

    5.- Proceder del mismo modo con todas y cada una de ellas.

    Barnard's Photographic Atlas of Selected Regions of the Milky Way
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

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