...Falacias del negacionismo racial
Falacia de trivialización o falacia de Lewontin
“Las diferencias físicas y genéticas en las poblaciones humanas son insignificantes y por lo tanto no debemos clasificarlas y hacer una distinción entre ellas.”
El pequeño porcentaje de variación genética que existe entre el chimpancé y el ser humano es incluso insuficiente para tomar en cuenta las diferencias físicas entre estas dos especies. Eso es porque la manera en que los genes se expresan es más importante que la propia cantidad de diferencia genética. Hay una muy significativa diferencia en la expresión de los patrones genéticos del hombre y del chimpancé, no en los genes en sí.
Las pequeñas alteraciones en un único gen, como FOXP2, son probablemente la razón principal de que los humanos sean capaces de hablar y los simios no. Cambios pequeños tienen enormes consecuencias. Si menos del 2% de diferencia entre el genoma humano y el chimpancé pueden producir extraordinarias diferencias físicas y mentales, del mismo modo pequeñas variaciones entre las razas tienen importantes resultados.
El ejemplo más conocido de la falacia de trivialización es la falacia de Lewontin, hace tiempo refutada, pero aún presente en la argumentación.
Falacia del gen exclusivo
“La raza no tiene una base genética pues no hay un gen o conjunto de genes exclusivo para un grupo racial.”
Propaganda negacionista de la Scientific American de diciembre de 2003, utilizando la falacia del gen exclusivo.
La idea de que una raza debe poseer genes específicos y que deben encontrarse exclusivamente en esa raza y nunca en otra raza, es una idea equivocada que refleja la ignorancia sobre el tema. Las diferencias raciales son resultado de patrones de diferencias en frecuencias genéticas y diferencias en el funcionamiento de los genes.
Por ejemplo, no existe un gen para la piel clara y otro para la piel oscura, sino que uno de los genes que determinan el color de la piel (el gen SLC24A5) es el mismo en todas las razas, lo que varía en cada una es su manera de funcionar, haciendo mayor la producción de melanina para razas de piel oscura y menor para razas de piel clara.
Falacia del ancestro común
“Todos los seres humanos compartimos un ancestro común que procede de África, por lo tanto, todos somos iguales y las razas no existen”
De hecho, todos los seres humanos descendemos, según la ciencia actual, del mismo primate originario, cosa que no nos hace iguales a los chimpancés, orangutanes, gorilas, etc. Según la teoría de la evolución, todos los seres vivos compartimos un ancestro común que se remonta a un organismo unicelular, y eso no significa que todos los seres vivos sean iguales y que las especies no existan.
Aún admitiendo la tesis, en discusión, de que la especie humana tuvo un origen sincrónico y común en África (hipótesis monogénica), y de que se parte en principio de individuos similares, no se puede omitir la importancia de los factores y procesos que generan profundas transformaciones hacia nuevas razas o subespecies dentro de una especie como lo son las mutaciones, la selección natural y la endogamia dentro de grupos física y genéticamente aislados y separados entre sí. El surgimiento de subespecies o razas es el primer paso para dar origen a nuevas especies, proceso que se conoce como especiación y que se interrumpe mediante la mezcla genética entre subespecies.
Una raza es un grupo genético real pero difuso, y este hecho es fuente de error de muchos inadvertidos. Es decir, en virtud de un origen común, y de la existencia de fronteras moderadamente permeables entre los distintos grupos raciales (capacidad reproductiva interracial), la manifestación del hecho racial no ocurre necesariamente como exclusión, es decir, como presencia o no de determinados alelos en cada grupo racial, sino como frecuencia o tendencia (si bien es notorio el hecho de que determinados alelos siempre están excluidos para determinados grupos raciales). Cada raza tiene una tendencia central, genotípica y fenotípica, alrededor de la cual oscilan los miembros de la raza. Esa tendencia es distinta a la de otros grupos raciales aunque permita cierta convergencia individual en alguna o algunas características entre elementos situados en estándares extremos respecto de su propia tendencia central. Este hecho último no representa ningún argumento en contra de la existencia de las razas ni ningún descubrimiento reciente que la biología no conozca desde hace mucho: se enmarca bajo el concepto de clina. No hablamos por tanto de categorías exactas ni discretas, pero sí tendenciales y consistentes. Y esto a pesar de la constatación por parte de los genetistas de la existencia de zonas de cambios genéticos abruptos.
Falacia de la confusión de términos
Esta falacia está relacionada con la anterior e intenta confundir los conceptos de especie y raza (subespecie) pretendiendo que la especie humana sea la única especie que carezca de razas o subespecies y constituya así una rara excepción en la naturaleza.
Revisemos la afirmación del supuestamente “Doctor” José Marín González, que comete ésta y las últimas dos falacias:«Las razas no existen, ni biológicamente ni científicamente. Los hombres por su origen común, pertenecen al mismo repertorio genético (Falacia No. 3). Las variaciones que podemos constatar no son el resultado de genes diferentes (Falacia No. 2). Si de “razas” se tratara, hay una sola “raza”: la humana (Falacia No. 4).
Según la taxonomía cladística, el ser humano pertenece a la familia Hominidae, la subfamilia Homininae, tribu Hominini, subtribu Hominina, que cuenta con cinco géneros (Ardipithecus, Australopithecus, Kenyanthropus, Paranthropus, y Homo), estos géneros se dividen a su vez en especies. Dentro del género Homo han existido distintas especies: Homo habilis, Homo erectus, Homo neanderthalensis, Homo sapiens, que es a la que pertenece el ser humano moderno, etc.
Haciendo uso del mismo modo de razonar del supuesto “Doctor” José Marín González, se podría llegar a demostrar la inexistencia de estas especies y que un Homo habilis es igual que un Homo sapiens (se sustituye lo tachado, lo dicho por González, por lo que está en negrita):«Las razas especies no existen, ni biológicamente ni científicamente. (Los hombres) Todos los individuos del género Homo por su origen común, pertenecen al mismo repertorio genético. Las variaciones que podemos constatar no son el resultado de genes diferentes. Si de «razas» «especies» se tratara, hay una sola «raza» «especie»: la humana Homo».
Falacia de continuidad o de espectro
“Existe una variación continua en las variaciones humanas como variaciones graduales en el color de la piel y no es posible determinar los límites de diferenciación entre las razas claras y las oscuras.”
Si no hubiese continuidad o espectro racial no habría formas intermedias, no podrían reproducirse dos individuos de razas distintas y la humanidad estaría dividida en especies y no en razas.
¿Sólo porque podemos obtener una mezcla de rojo y amarillo que produce el color naranja, entonces el rojo y el amarillo son ilusiones? La existencia de continuidad es en realidad una prueba de la existencia de razas.
Falacia cromodérmica o del color de la piel
El albinismo es una condición genética que se caracteriza por la ausencia de pigmentación (melanina) de piel, ojos y pelo en los seres humanos y en otros animales. Aquí se pueden observar tres individuos albinos de distinta raza y la ausencia de pigmentación no impide identificar a qué raza pertenece cada uno. Esto es debido a que los rasgos faciales son más importantes al momento de una clasificación. Congoide, caucasoide y mongoloide, respectivamente.
“Hablar de raza es hablar del color de la piel. No importa el color de la piel, lo que importa son los sentimientos”.
Mucha gente cree que la raza es “sólo una cuestión del color de la piel” (o bien de color de ojos y cabello). Sin embargo, desde que se comenzó a considerar a la raza como objeto de estudio por parte de la antropología física, los estudiosos consideraron mucho más importantes otros rasgos determinantes como los rasgos faciales, las medidas del cráneo, el índice cefálico y la capacidad craneal.
El cerebro controla diversas funciones cognitivas, psicológicas y emocionales, y, como en todos los órganos, su fisiología está relacionada con su anatomía. Si el cerebro está contenido en el cráneo, y si el cráneo presenta diferencias en su estructura, tamaño, forma, etc. según la raza, es plausible que las razas presenten diferencias cognitivas, psicológicas y emocionales, tal como lo han demostrado varios científicos, entre ellos el profesor Philippe Rushton de la Universidad de Ontario del Oeste.
Se puede ejemplificar esta falacia mediante la analogía en la cual los humanos son como automóviles. Hay automóviles rojos, azules, negros, grises, etc., pero también hay de distinta marca y distinto modelo que determinan sus funciones, sus ventajas y sus desventajas, y en suma, características que dan mayores opciones en el mercado. La falacia, en resumen, llega a afirmar que “todos los humanos son del mismo “modelo”, pero con diferente color”, lo que invariablemente niega la biodiversidad humana y cuando la evidencia ha demostrado que cada raza tiene características fisiológicas y anatómicas distintas además del color de piel, de ojos y de cabello.
Falacia de Cavalli-Sforza
“Hay una mayor diferencia genética entre dos personas de la misma raza que entre dos personas de diferente raza. Por lo tanto, un blanco es más similar a un negro que a otro blanco.”
El argumento para sostener esta falacia se basa en el siguiente hecho completamente cierto, que utiliza, por su parte, el genetista italiano Luigi Luca Cavalli-Sforza:
El 90% de la diversidad humana corresponde a diversidad dentro de un grupo y solo el 10% restante se explica como diferencia entre grupos distintos. En otras palabras, analizado un grupo concreto (por ejemplo población dentro de un país), éste presenta una gran diversidad genética. La diferencia con otros grupos es mucho menor.
Sin embargo, en esta premisa hay una trampa. Este hecho cierto resulta engañoso y puede generar interpretaciones y conclusiones completamente equivocadas, como decir que entre dos personas de la misma raza hay un 90% de diferencia genética, o de otro modo, que sólo comparten el 10% de su genética, lo cual es absurdo, pues en ese caso no serían ni siquiera de la misma especie.
Es un hecho que dentro de un grupo homogéneo existe mucha diversidad, dos individuos nunca son completamente iguales genéticamente, ni siquiera entre dos hermanos a menos que se traten de gemelos idénticos.
Estas diferencias no tienen ninguna relación con las diferencias entre poblaciones sino con las diferencias entre individuos, de lo contrario cada individuo de una misma población representaría una raza diferente y en ese sentido sí sería absurdo propugnar la existencia de razas.
De hecho, recientes estudios del ADN muestran que la diferencia genética entre un negro y un blanco es mucho mayor de lo que antes se pensaba. El genoma africano posee ADN de alguna especie arcaica, hoy extinta, que no se encuentra en el genoma de las poblaciones euroasiáticas. Asimismo, las poblaciones africanas carecen de ADN neanderthal y cromagnon, que sí está presente en las poblaciones euroasiáticas.
Falacia de la clasificación arbitraria
“Los métodos de identificación y clasificación racial basados en rasgos morfológicos o fenotipos, son arbitrarios.“
La clasificación racial no es arbitraria, es consistente con las poblaciones geográficas humanas como realmente existen y por lo tanto con una observable y verificable realidad.
La clasificación racial en la especie humana no es más arbitraria que la clasificación de subespecies de cualquier otra especie.
Falacia de la redefinición
Esta falacia intenta cambiar la definición de raza para redefinirla de manera que el fenómeno quede fuera de la existencia.
Una definición precisa de raza es la que la describe tal como es. Si la raza existe como es descrita en las primeras definiciones, pero no existe como es descrita en la nueva definición, entonces la nueva definición está equivocada.
Negar una realidad creando una nueva definición en la que dicha realidad deja de existir, no es científico sino algo políticamente motivado.
Falacia de autoridad
Esta falacia intenta convencer a la gente que lo que ellos ven con sus propios ojos no es real, obteniendo ayuda de supuestos expertos y autoridades que presumen tener un conocimiento profundo en el tema.
El negacionismo de la raza por parte de algunos científicos es deshonesto intelectualmente. Los científicos todavía estudian la raza a un nivel genético, sólo que no usan la palabra raza, sino “subespecie”, como término científico, aunque otros utilizan “etnia” o “población” en su lugar, pero éstos son eufemismos políticamente correctos.
Falacia de antigüedad o de obsolescencia científica
El concepto de raza se usaba en el siglo XIX y está basado en un anticuado y obsoleto concepto científico de una época colonial y por eso debe evitarse su uso.
Esta falacia se limita a hacer una descalificación sistemática del concepto de raza en base a su antigüedad. La edad o antigüedad de algo no lo hace inválido ipso facto. Por la misma regla de tres, podría considerarse inválida la creencia de que la Tierra es redonda, ya que esa creencia se tenía ya desde la Edad Antigua.
Durante toda la historia de la ciencia han existido falsas creencias y teorías en diversas ramas de la ciencia: medicina, biología, física… Sin embargo, estas ramas, a pesar de su antigüedad, no se consideran obsoletas. Tampoco debe considerarse obsoleta la disciplina que estudia las razas humanas.
Además, la existencia de la raza está respaldada por recientes estudios que utilizan técnicas como la resonancia magnética.
Para quienes, por prejuicios y complejos, temen que la raza sea real, ha sido necesario declararla como un concepto “obsoleto” y tergiversar las recientes investigaciones sobre la raza para justificar una agenda política que quieren promover. La realidad científica de la raza necesita ser confrontada y no temida.
Falacia de la construcción sociopolítica
“La raza es una construcción sociopolítica que no tiene una base biológica o genética.”
Esta categórica y rimbombante afirmación no resiste el menor análisis y colapsa cuando es confrontada con la más básica evidencia biogenética de la realidad racial. Los rasgos físicos heredables por las leyes genéticas, compartidos por un grupo humano, y que se han desarrollado y evolucionado de manera aislada de los rasgos de otros grupos, no pueden ser una “construcción social” sino que son parte de un fenómeno natural evidentemente biológico. Los hechos en la práctica y el conocimiento más elemental lo han demostrado continuamente.
La afirmación es en realidad una ficción políticamente correcta y una fabricación tranquilizadora. El gran público, legos y expertos, la ha adoptado sin discernimiento. Todos escucharon lo que querían escuchar. La ironía es que lo que sí es una construcción sociopolítica es precisamente la idea de que la raza no es real, una idea construida durante las últimas décadas por conocidos “teóricos” postmodernistas de la Teoría Crítica.
Falacia del pensamiento único
Las razas no existen, y quienes opinan lo contrario deberían ser juzgados por racismo.
Dado que la mayor parte de los argumentos del negacionismo racial son falacias que pueden ser fácilmente refutadas, es requerido un ambiente de censura, en el cual los argumentos del negacionismo racial sean declarados como simples hechos y no se permita una contra-argumentación.
Falacia de las consecuencias o de mendicidad
“La raza debe ser negada para poder acabar con el racismo, aquellos que siguen creyendo en la realidad de la raza están perpetuando y fomentando el racismo. El uso del término “raza” lleva implícitas connotaciones racistas. Por tanto, su uso no es adecuado, y debe descartarse.”
Esta falacia es de uso muy recurrente en la argumentación negacionista. Se refieren al concepto de raza como “racista” y de “consecuencias negativas”, desprestigiándolo así, y dejando de lado su validez real. Los negacionistas de la raza han sido convencidos mediante propaganda masiva y se han llegado a convencer a sí mismos de que el concepto de raza promueve automáticamente el racismo. Así que se dedican a presionar mediante una agenda políticamente correcta la idea de que las razas humanas no son biológicamente reales sin importar la evidencia de lo contrario.
No estamos tratando con ciencia sino con censura motivada políticamente.
Ad hominem
Finalmente, cuando todas estas falacias son refutadas, los negacionistas de la raza derivan hacia la descalificación gratuita como último recurso. Hacen que su oponente se retracte ante un ataque de insultos, palabras-policía, difamaciones y acusaciones (ad hominem) sin la necesidad de dar argumentos sustanciales. Acusación de “racismo”, “nazismo”, y otros calificativos despectivos son comunes entre los negacionistas de la raza.
Consecuencias
Morgan Freeman (a quien le tengo mucho aprecio) como presentador de la serie documental “Through-the Wormhole”. Como consecuencia, muchas personas creyeron que, pese ser un simple narrador, Freeman era un auténtico científico negro brillante.
Este tipo de negación de la raza lleva directamente a una concepcion automática de una igualdad no existente. Esta concepción sesgada, propicia, por ejemplo, en última instancia, la aceptación del mestizaje o el igualitarismo racial.
Como ejemplo, al propagar las falacias aquí descritas, las fronteras o separaciones raciales -al no existir las razas- no tienen ya más sentido, ergo se facilita la entrada de poblaciones totalmente diferentes a zonas donde otras poblaciones habitan, ya que ahora, ambas poblaciones podrían considerarse iguales.
En términos de igualitarismo racial -dejando aparte la inmigración y el mestizaje- esto es un proceso propagandístico más que otra cosa. Así pues, podemos ver en la actualidad una equiparación entre las razas, destacando mayoritariamente la raza negra, que se pretende hacer pasar como igual a la blanca. Es así como podemos observar, en diferentes medios de entretenimiento como series, juegos o películas, como los negros son incorporados en puestos que los blancos siempre han desarrollado, así como se les ha dotado de virtudes generalmente de los arios.
Un líder militar negroide con grandes dotes de liderazgo, un grupo de científicos negroides clave para una función necesaria o un empresario negro con ambición y gran inteligencia. Todo este tipo de arquetipos recurrentes no son más que una generalización y a su vez una falacia racial introducida como corrección política y para aceptar una cuota de falsa igualdad.
Los defensores del negacionismo de la raza suelen argumentar que existen este tipo de personalidades negras que vemos representadas, sin embargo, pese a ser cierto, es un argumento falaz, ya que estas parten de una base en la que el individuo o la excepción se convierte automáticamente en un hecho generalizado. Este tipo de atributos antes mencionados, han sido y son característicos de las poblaciones blancas, algo totalmente contrario a las poblaciones negras, que tienen su propia idiosincrasia genética y por lo tanto, se manifiestan y piensan totalmente diferente.
De las ínfimas y pequeñas excepciones que brotan de la raza negra -respecto a lo anteriormente hablado- estas son comúnmente favorecidas en Occidente por una discriminación positiva, además, estas poblaciones no han desarrollado -o lo han hecho en menor medida- este tipo de atributos considerados civilizatorios, es pues, en su mayoría de las veces, un contacto con un entorno o civilización blanca la que anima, explica, promueve y facilita este tipo de comportamientos en individuos negros.
https://vocesporlalibertad.wordpress.com/2019/12/25/clasificaciones-raciales-e-informacion-de-cada-una-de-estas/
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