Señor, ¡qué cosas!: Enmendando la plana a Eulogio
Enmendando la plana a Eulogio
Después de la que se ha liado con la intervención de JM de Prada en en la X Jornada de las Comunicaciones Sociales organizada por el Arzobispado de Madrid, escribe Eulogio López un artículo en Hispanidad en general bastante atinado.
Pero ... creo que Eulogio ha fallado en la suerte final: la estocada se me antoja un tanto desviada, dejando al animal herido de muerte pero no acabando con él.
Dice el director de Hispanidad:
Citando una vieja tautología, periodista católico es aquel que es periodismo y es católico (grandiosa definición la mía). Periodismo es hablar de lo que ha pasado hace una hora o de lo que está pasando ahora mismo. Católico es un adjetivo pero un concepto sustantivo que no sólo debe aplicarse al llamado periodismo religioso sino al político, al económico, al internacional y también al deportivo y taurino. Porque la moral no es más que una escala de valores y el hombre, animal aproximadamente racional, piensa en juicios, en juicios de valor, en juicios morales.
(NOTA: las negritas son mías).
Y es en ese punto donde a Eulogio le falla el pulso para enderezar el filo y atravesar la columna vertebral del problema. porque. siendo la moralidad un elemento definitivo, no es desde luego eso lo que debe distinguir al periodista católico.
Si la moral es el elemento básico de distinción, podríamos convenir sin gran dificultad que hay eximios intelectuales y periodistas por el mundo que serían auténticos maestros del periodismo o la "intelectualidad" católicas, sin ser ellos mismos católicos. Como caso paradigmático se me ocurre (con matices, y sólo a título ejemplificante) el del senador y catedrático italiano Marcelo Pera, tan citado por eminentes (y no tan eminentes) católicos en las últimas fechas con motivo de los escándalos de pederastia. Ya dije en su momento cual era mi opinión sobre el famoso artículo del Sr,. Pera, y aquello es perfectamente extrapolable al asunto que nos ocupa en toda su amplitud.
Bien sabido es que la seña de distinción que nos dió Nuestro Señor fué "en esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otro" Jn 13, 35.. Y bien cierto es que eso incluye a "todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre"Mt 12,50, por lo que efectivamente la moral es irrenunciable. Pero el Amor de Cristo lo inunda todo, lo llena todo y de todo se hace acreedor porque todo lo hace nuevo. La seña de distinción del periodista católico ha de ser la mirada amorosa sobre el mundo, que le llevará a descubrir cómo en todo el Espíritu sopla para que los hombres colaboremos con el divino plan de Redención, pues esa y no otra es la gran verdad que se oculta en todo cuanto ocurre en nuestro derredor (omnia in bonum!).
En definitiva, no es planteable un periodismo católico que no parta de la base de la soberanía de Jesucristo sobre el mundo, porque no hay ninguna católica forma de hacer nada que no parta de ese presupuesto. No se trata de enarbolar un banderín frente al mundo, sino de encarnar ese amor en el mundo. El amor que lleva a tener sobre todas las cosas la mirada de quien es el objeto de nuestro amor. La voluntad que guía a un hombre continuamente en pos de la Verdad.
¿Que eso es cosa de santos? ¡Pues claro ...! De eso se trata ... ¿o no?
Publicado por Seneka en 8:35 PM
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