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Tema: Entrevista a Mons. Bernard Fellay sobre la situación de la Iglesia y la FSSPX

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    Entrevista a Mons. Bernard Fellay sobre la situación de la Iglesia y la FSSPX

    Entrevista a Mons. Bernard Fellay sobre la situación de la Iglesia y la FSSPX (I Parte).


    Ofrecemos a nuestros lectores la primera parte de un interesante reportaje, bastante extenso, sobre la situación actual de la Iglesia y la Hermandad San Pío X. A modo de entrevista, Mons. Bernard Feillay, responde a los varios hechos y situaciones que se están desenvolviendo y que competen a la vida de la Iglesia y a la misma Hermandad.
    Publicado originalmente en el sitio de la Fraternidad del Distrito de Sudamérica.






    I. Conversaciones doctrinales.


    1. Monseñor, Usted tomó la decisión de llevar adelante conversaciones doctrinales con Roma. ¿Podría recordarnos cuál es el objetivo?

    — Es preciso distinguir el fin que persigue Roma del que tenemos nosotros. Roma indicó que existían problemas doctrinales con la Fraternidad y que los mismos debían aclararse antes de un reconocimiento canónico —problemas que, tratándose de la aceptación del Concilio, obviamente provendrían de nuestra parte. Para nosotros, en cambio, se trata de otra cosa: queremos exponer a Roma lo que la Iglesia siempre enseñó, y con eso, señalar las contradicciones existentes entre esta enseñanza multisecular y lo que sucede después del Concilio. De nuestra parte, ese es el único objetivo que perseguimos.

    2. ¿Qué naturaleza tienen estas conversaciones: negociaciones, discusiones o exposición de la doctrina?

    — No se puede hablar de negociaciones. En modo alguno se trata de eso. Se trata, por un lado, de una exposición de la doctrina, y por otro de una discusión, ya que estamos efectivamente ante un interlocutor romano, con el cual discutimos acerca de los textos y sobre la manera de interpretarlos. Pero no se puede hablar de negociaciones, ni de búsqueda de un compromiso, porque es una cuestión de fe.

    3. ¿Puede Ud. recordarnos cuál es el método de trabajo que se utiliza? ¿Cuáles son los temas que ya se abordaron?

    — El método es escrito: se redactan textos sobre los cuales después se basará el coloquio teológico ulterior. Ya se tocaron varios temas, pero por el momento dejo abierto este interrogante. Puedo decir simplemente que estamos llegando a término, porque ya hemos repasado los principales temas resultantes del Concilio.

    4. ¿Podría describirnos a los interlocutores romanos?


    — Son expertos, es decir, profesores de teología, que al mismo tiempo se desempeñan como consultores de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Se puede decir que son “profesionales” de la teología. Uno, suizo, el Padre Morerod, es Rector del Angelicum; otro, jesuita, mayor que el anterior, el Padre Becker; un miembro del Opus Dei, en la persona de su Vicario General, Mons. Ocariz Braña; después está Mons. Mons. Ladaria Ferrer, Secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe; y por fin, el moderador, que es el Secretario de la Comisión Ecclesia Dei, Mons. Pozzo.

    5. ¿Hay una evolución en el pensamiento de nuestros interlocutores después de nuestras exposiciones?

    — No pienso que se pueda decir eso.

    6. Mons. de Galarreta, en el sermón de ordenaciones en La Reja de diciembre de 2009, decía que Roma había aceptado que el magisterio anterior al Vaticano II sea tomado como “único criterio común y plausible” para estas conversaciones. ¿Existe esperanza de que nuestros interlocutores revisen el Vaticano II o es algo imposible para ellos? ¿Es el Vaticano II realmente un obstáculo insalvable?

    — Pienso que el asunto debe ser planteado de otra manera. Considerando las distinciones hechas por el Papa Benedicto XVI en su discurso de diciembre de 2005, se observa claramente que está vedado hacer determinada interpretación del Concilio. Por ende, sin hablar abiertamente de una revisión del Concilio, se percibe —a pesar de todo— cierta intención de revisar la manera de presentar el Concilio. La distinción puede parecer un poco sutil, pero en ella se apoyan precisamente los que no quieren tocar el Concilio y, sin embargo, admiten que en razón de un cúmulo de ambigüedades, se han transpuesto límites prohibidos, siendo necesario volver a recordar que están prohibidos. ¿Si el Vaticano II es realmente un obstáculo insalvable? Para nosotros, en todo caso, sí lo es.

    7. ¿Por qué les es tan difícil admitir una contradicción entre el Vaticano II y el magisterio anterior?


    — La respuesta es bastante simple. A partir del momento en que se admite el principio conforme al cual la Iglesia no puede cambiar, si se quiere hacer aceptar el Vaticano II, es preciso afirmar que el Vaticano II no ha cambiado nada. He allí por qué no se avienen a admitir contradicciones entre el Vaticano II y el magisterio anterior. Sin embargo, entran en aprietos cuando deben explicar la naturaleza del cambio que efectivamente se produjo.

    8. Además del testimonio de la fe, ¿es importante y ventajoso que la Fraternidad vaya a Roma? ¿Es peligroso? ¿Cree Ud. que esto puede prolongarse en el tiempo?


    — Es muy importante que la Fraternidad brinde este testimonio; esa es incluso la razón de estas discusiones doctrinales. Se trata verdaderamente de que en Roma resuene la fe católica e incluso intentar —¿por qué no?— que resuene potentemente en toda la Iglesia.
    Existe un peligro: el de alimentar ilusiones. Se ve que algunos fieles se hicieron ilusiones, pero los últimos acontecimientos se encargaron de disiparlos. Pienso en el anuncio de la beatificación de Juan Pablo II o el del nuevo Asís, en la línea de las reuniones interreligiosas de 1986 y 2002.


    9. ¿Sigue de cerca el Papa estas discusiones? ¿Hizo algún comentario sobre ellas?

    — Creo que sí, pero sin estar al corriente de los pormenores. ¿Si comentó algo sobre ellas? Con motivo de una reunión con sus colaboradores, este verano, en Castelgandolfo, dijo que estaba satisfecho con ellas. Es todo.

    10. ¿Se puede decir que el Santo Padre, que desde hace más de 25 años tuvo que tratar con la Fraternidad, hoy en día está mejor dispuesto para con ella que en el pasado?

    — No estoy seguro. Sí y no. Pienso que como Papa tiene a su cargo a toda la Iglesia, la preocupación por su unidad, teme que se produzca un cisma. Fue él mismo quien dijo que esos eran los motivos que lo movían a obrar. Ahora él es la cabeza visible de la Iglesia; he allí tal vez la explicación de por qué actúa así. ¿Significa eso que manifiesta mayor comprensión para con la Fraternidad? Pienso que hay cierta simpatía, pero con límites.

    11. En síntesis, ¿qué diría hoy sobre estas discusiones?


    — Que si hubiese que volverlas a hacer, las haríamos. Es muy importante, es capital. Si esperamos corregir un movimiento de ideas, estas discusiones no pueden evitarse.

    12. Desde hace algún tiempo se escuchan algunas voces de eclesiásticos —Mons. Gherardini, Mons. Schneider— que, incluso en Roma, difunden verdaderas críticas a los textos del Vaticano II y no sólo a su interpretación. ¿Puede esperarse que este movimiento aumente y entre en el Vaticano?

    — No digo que se pueda esperar sino que se debe esperar. Verdaderamente hay que esperar que estas críticas incipientes —llamémoslas objetivas, serenas— se amplíen. Hasta ahora siempre se ha considerado al Vaticano II como un tabú, lo que hace casi imposible curar esta enfermedad que es la crisis de la Iglesia. Se debe poder hablar de los problemas e ir al fondo de las cosas; de lo contrario nunca se podrá administrar el remedio.

    13. ¿Puede la Fraternidad jugar un papel importante en esta toma de conciencia? ¿De qué manera? ¿Cuál es el papel de los fieles al respecto?

    — De parte de la Fraternidad, sí, podemos jugar un papel, justamente presentando lo que la Iglesia siempre ha enseñado y planteando objeciones a las novedades conciliares. El papel de los fieles radica en dar la prueba en los hechos, ya que ellos son la prueba de que hoy la Tradición puede ser vivida. Lo que la Iglesia siempre ha enseñado —la disciplina tradicional— es no solamente actual: puede ser verdaderamente vivida aún hoy en día.





    II. El efecto del Motu Proprio.

    14. Monseñor, ¿piensa Ud. que el Motu Proprio, a pesar de sus deficiencias, es un paso a favor de la restauración de la Tradición?

    — Es un paso capital, es un paso esencial —se podría decir—, aún si hasta ahora prácticamente no ha tenido efecto, o poco, ya que existe una oposición cerrada de parte de los obispos. A nivel jurídico, el hecho de haber reconocido que la antigua ley —es decir, la ley de la misa tradicional— nunca había sido abrogada, es un paso capital para volver a conceder a la Tradición el lugar que le es debido.

    15. Concretamente, ¿ha visto Ud. en el mundo cambios importantes de parte de los obispos en punto a la misa tradicional desde del Motu Proprio?

    — No. Por aquí o por allá algunos obedecen al Papa, pero no abundan.

    16. ¿Y los sacerdotes?

    — Sí, veo gran interés de parte de ellos, pero muchos de ellos son perseguidos. Hay que tener una valentía extraordinaria para intentar simplemente aplicar el Motu Proprio, tal como ha sido publicado. Sí, hay sacerdotes, cada vez más, sobre todo en las generaciones jóvenes, que se interesan en la misa tradicional. ¡Es muy consolador!

    17. ¿Existen comunidades que hayan resuelto adoptar la antigua liturgia?

    — Tal vez haya varias, pero hay una que conocemos, en Italia, la de los Franciscanos de la Inmaculada, que decidió restaurar la antigua liturgia. La rama femenina ya lo ha hecho. En cuanto a la rama de los sacerdotes, que ejerce apostolado en las diócesis, no siempre es fácil.

    18. ¿Qué aconseja a los fieles, que desde el Motu Proprio y gracias a él, tienen la misa tradicional más cerca de sus hogares, que yendo a una capilla de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X?

    — Lo que yo aconsejo es pedir consejo primero a los sacerdotes de la Fraternidad, no ir a ciegas a cualquier misa tradicional que se celebre cerca de sus hogares. La misa es un tesoro, pero hay una manera de rezarla también, está todo lo que la acompaña, el sermón, el catecismo, la manera de administrar los sacramentos… No toda misa tradicional está necesariamente acompañada de las condiciones debidas para que produzca todos sus frutos y para que proteja las almas de los peligros de la crisis. Así, pues, háganse aconsejar antes por los sacerdotes de la Fraternidad.

    19. La liturgia no es el meollo de la crisis de la Iglesia. ¿Cree Ud. que la restauración de la liturgia es siempre el principio de un regreso a la integridad de la fe?

    — La misa tradicional tiene un poder de gracia absolutamente extraordinario. Se lo ve en la práctica apostólica, se lo ve sobre todo en los sacerdotes que vuelven a ella, ella es verdaderamente el antídoto para la crisis. Es realmente muy poderosa, a todo nivel, tanto a nivel de la gracia como a nivel de la fe. Pienso que si se concediese una verdadera libertad a la antigua misa, la Iglesia podría salir rápidamente de esta crisis, ¡aunque eso, sin embargo, llevaría varios años!

    20. Desde hace mucho tiempo el Papa habla de “la reforma de la reforma”. ¿Cree Ud. que aspire a conciliar la liturgia antigua con la doctrina del Vaticano II en una reforma que sería un término medio?


    — Vea, ¡por el momento no sabemos nada! Sabemos que él quiere esta reforma, pero ¿qué amplitud tendrá? ¿Al final se querrá refundirlo todo, la “forma ordinaria” y la “forma extraordinaria”? No es eso lo que resulta del Motu Propio, que pide que se distingan bien las dos “formas”, sin mezclarlas —lo cual es muy atinado. Habrá que esperar y ver lo que sucede. Por el momento quedémonos con lo que dicen las autoridades romanas.





    III. Asís.


    21. El Santo Padre ha anunciado la próxima reunión de Asís. Ud ha respondido en el sermón dado en San Nicolás el 9 de enero pasado, haciendo suya la oposición que Mons. Lefebvre manifestó con motivo de la primera reunión, hace veinticinco años. ¿Piensa Ud. intervenir directamente ante el Santo Padre?

    — Si esa ocasión se ofrece y si puede dar algún fruto, ¿por qué no?

    22. ¿Es tan grave convocar las otras religiones para trabajar por la paz?
    — Bajo un aspecto —y sólo bajo este aspecto— no. Convocar las otras religiones a trabajar por la paz —una paz civil—, no hay problema; pero en ese caso no es a nivel de la religión sino a nivel civil. No se trata de un acto de religión sino simplemente de un acto de una entidad religiosa que obra civilmente a favor de la paz. Allí el objetivo no es siquiera la paz religiosa sino la paz civil entre los hombres.
    En cambio, es un absurdo pedir que se realicen actos religiosos con ocasión de esta reunión, ya que entre las religiones existe una divergencia radical. En este contexto, es difícil entender lo que significa aspirar a la paz, cuando no se está de acuerdo sobre la naturaleza de Dios, sobre el significado que se le asigna a la divinidad. Uno se pregunta verdaderamente cómo podría llegarse a algún resultado serio.

    23. ¿Se puede pensar que el Santo Padre no entiende el ecumenismo de la misma manera que Juan Pablo II? ¿No se trata de una diferencia de grado en el mismo error?

    — No, yo creo que lo entiende de la misma manera. De hecho él dice “no podemos rezar juntos”. Pero habrá que ver lo que quiere decir con eso. En 2003 dio una explicación en el libro “La fe, la verdad, la tolerancia, la Cristiandad y las religiones del mundo” (Friburgo, 2003). A mi modo de ver quiere “rizar el rizo”. [1] Intenta justificar Asís. Uno se pregunta qué sucederá en octubre próximo.

    24. Algunos intelectuales italianos han manifestado públicamente su inquietud por las consecuencias de tal reunión. ¿Conoce Ud. alguna otra reacción en el seno de la Iglesia?

    — Tienen razón. ¿Vemos alguna otra reacción en el seno de la Iglesia? En los medios oficiales, no. Entre nosotros sí, evidentemente.

    25. ¿Hay alguna reacción de las congregaciones de Ecclesia Dei?
    — Ninguna que yo sepa.

    26. ¿Cómo explica Ud. que el Santo Padre, que denuncia el relativismo en materia religiosa y que incluso no quería ir a la reunión Asís en 1986, pueda querer conmemorarla reiterándola?

    — Para mí es un misterio. Yo no sé. Creo que quizá sufra presiones o influencias. Probablemente esté conmovido por los atentados anticristianos, por la violencia anticatólica, las bombas Egipto, en Irak. No debería sorprender que, quizá ese sea el motivo que lo ha llevado a realizar este nuevo Asís, que no quiero decir que sea un acto de desesperación, pero un acto realizado en medio de la desesperación… Intenta hacer algo. No me sorprendería que fuese así, pero no sé nada más.

    27. ¿Existe alguna posibilidad que el Santo Padre renuncie a este acto interreligioso?

    — No se sabe muy bien cómo será organizado. Habrá que ver. Supongo que intentarán hacer el mínimo ya que —reitero— para el Papa actual es imposible que grupos diferentes puedan rezar juntos cuando no reconocen al mismo Dios; por eso uno se pregunta una y otra vez ¡qué podrán hacer, todos juntos!

    28. ¿Qué deben hacer los católicos ante este anuncio de un Asís III?

    — Rezar a fin de que Dios intervenga de una manera o de otra para que no tenga lugar, y en todo caso, comenzar desde ya a reparar.

    Nota:
    [1] Complicar innecesaria o superfluamente una cosa.


    Entrevista concedido por Mons. Bernard Fellay al Distrito de Estados Unidos, 2 de Febrero de 2011, Tomado del sitio de la FSSPX en Estados Unidos. Traducido y publicado por el Distrito de Sudamérica.

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    Continuación de la entrevista



    IV. BEATIFICACIÓN DE JUAN PABLO II
    29. ¿Crea un problema el anuncio de la próxima beatificación de Juan Pablo II?
    — Un problema grave: el de un pontificado que avanzó a grandes pasos en el sentido errado, en la dirección del progresismo y de todo aquello que se llama “el espíritu del Vaticano II”. Por eso, no es sólo una consagración de la persona de Juan Pablo II sino también del Concilio y de todo el espíritu que lo acompañó.
    30. ¿Hay un nuevo concepto de santidad desde el Vaticano II?
    — ¡Es de temerse! Es un concepto de santidad para todos, de santidad universal. Es verdad que hay una llamada, una vocación a la santidad hecha a todos los hombres; lo falso es rebajar la santidad a tal nivel, que lleva a pensar que todo el mundo va al cielo.
    31. ¿Cómo podría permitir Dios verdaderos milagros para refrendar una falsa doctrina, con motivo de las múltiples beatificaciones y canonizaciones hechas en los últimos decenios?
    — Ése es el problema: ¿se tratará de verdaderos milagros? ¿Se tratará de prodigios? Para mí existen dudas. Estoy muy extrañado, por lo que puedo saber, por la ligereza con la que se manejan estas cosas.
    32. Si las canonizaciones comprometen la infalibilidad pontificia, ¿se pueden desconocer los nuevos santos canonizados por el Papa?
    — Es verdad que hay un problema en las actuales canonizaciones. Con todo, uno puede preguntarse si en la fórmula utilizada por el Sumo Pontífice existe una verdadera voluntad de comprometer la infalibilidad. En el caso de la canonización se cambió la fórmula, los términos son mucho menos expresivos que antes. Creo que eso va de la mano con la mentalidad nueva, que no quiere hacer definiciones dogmáticas comprometiendo la infalibilidad. Ahora bien, admitamos que estamos ante presunciones… No hay respuestas convincentes, excepto la de la intención de la autoridad suprema de comprometer o no su infalibilidad.
    33. ¿Uno puede elegir entre los santos recientemente propuestos a la veneración de los fieles? ¿Qué hay que hacer con el Padre Pío?
    — Pienso que no hay que elegir. Sin embargo, siempre se podrá atender a los criterios que han sido universalmente reconocidos en el pasado. Así, cuando se está ante una devoción popular masiva —como es el caso del Padre Maximiliano Kolbe o el Padre Pío—, no debería generar dificultades. Reitero, aquí no hay más que opiniones, en razón de la ausencia de un juicio magisterial enunciado dogmáticamente.
    34. ¿Y Mons. Lefebvre? ¿Conoce Ud. ejemplos de gracias concedidas por su intercesión?
    — Sí, se conocen, y se conocen bastantes. No sé si corresponden al orden de los milagros… tal vez sí en un caso u otro. En el caso de la curación de enfermedades no tenemos, que yo sepa, todos los documentos médicos necesarios. Muchas gracias se conceden por intercesión de Monseñor. No abundo más.
    * * * * *
    V. LA FRATERNIDAD SAN PÍO X
    35. La Fraternidad acaba de festejar un importante aniversario. ¿Cómo resumiría estos cuarenta años?
    — Una historia apasionante… lágrimas —muchas—, en medio de grandes alegrías. Una de las alegrías más grandes es la de comprobar hasta qué punto Dios nos permite estar asociados a muchas de las bienaventuranzas que ha predicado en el Sermón de la Montaña, como es aquella de poder sufrir a causa de su nombre. Y en medio de todas las vicisitudes de la crisis actual vemos que esta obra continúa expandiéndose, algo que, humanamente, es casi imposible. He allí la mano de Dios en esta obra de Mons. Lefebvre.
    36. ¿Existe un incremento de vocaciones? Si es así, ¿cuáles son las causas?
    — Creo que hay una gran estabilidad. Desearía que hubiese más vocaciones. Creo que será necesario relanzar la cruzada de las vocaciones. El mundo es muy hostil, como tal, al surgimiento de las vocaciones; por eso debemos intentar restablecer los medios en los cuales las vocaciones puedan volver a surgir, porque hay vocaciones, pero con frecuencia no llegan a madurar a causa de este mundo materialista.
    37. Últimamente, con motivo del Congreso de “Sí Sí, No no”, Ud. habló acerca de una reunión con unos treinta sacerdotes diocesanos de Italia en la que participó. ¿Qué esperan hoy en día de la Fraternidad estos sacerdotes?
    — Ante todo estos sacerdotes nos piden la doctrina, lo que es un síntoma excelente. Si se acercan a nosotros es porque quieren la antigua misa, evidentemente, pero después de descubrir la antigua misa quieren otra cosa. Quieren algo más porque descubren todo un mundo de cuya autenticidad son conscientes. No dudan que allí está la verdadera religión. Por eso, necesitan refrescar sus conocimientos teológicos. Allí no yerran, van directamente a Santo Tomás de Aquino.
    38. Este movimiento de sacerdotes que se acerca a la Fraternidad, ¿se da por igual, en grados diferentes, en todos los países?
    — Existen grados diversos, por cierto, y cantidades distintas según los diferentes países. Sin embargo el fenómeno se reproduce un poco por todas partes: un sacerdote, en general joven, que se acerca a la misa tradicional, que descubre con gran entusiasmo este tesoro y que poco a poco transita el camino hacia la Tradición que, al final, lo transforma en cien por ciento tradicional.
    39. ¿Abriga Ud. esperanza de que semejante interés también pueda extenderse a ciertos obispos, al punto de avizorar una futura colaboración?
    — Ya tenemos contactos con obispos, aunque por el momento todo está bloqueado por las conferencias episcopales y por presiones circundantes. Pero no cabe duda de que en el futuro con algunos obispos pueda haber alguna colaboración.
    40. ¿Está Ud. dispuesto a ensayar la experiencia de la Tradición con un obispo, a nivel de una diócesis?
    — Las cosas no están maduras para eso, aún no hemos llegado a ese punto, pero pienso que sucederá. Será difícil, habrá que ver exactamente cómo podrá concretarse. Será preciso que eso tenga lugar con obispos que hayan comprendido realmente la crisis y que verdaderamente quieran que vayamos.
    41. Los fieles son cada vez más numerosos. Se multiplican las capillas. El estado de necesidad sigue existiendo. ¿Planea Ud. consagrar otros obispos auxiliares para la Fraternidad? ¿Piensa que Roma podría estar a favor de que actualmente se consagren obispos en la Tradición?
    — Para mí la respuesta es muy simple: habrá o no obispos según que las circunstancias imperantes en la primera consagración se repitan o no.
    * * * * *
    VI. LA EXPANSIÓN DE LA FRATERNIDAD SAN PÍO X
    42. Monseñor, tenemos la alegría de verlo con frecuencia en los Estados Unidos. A Ud. le gusta venir. ¿Algún comentario?
    — Mi comentario: amo a todas las almas que Dios nos confía y hay muchas en los Estados Unidos. ¡Es todo!
    43. ¿Pudo encontrarse ya con el Cardenal Burke?
    — Varias veces intenté verlo, pero aún no he podido hacerlo.
    44. Muchos obispos de los Estados Unidos dieron su apoyo a la Marcha por la Vida; uno de ellos intervino enérgicamente contra un hospital que favorecía el aborto. ¿Existen esperanzas de que se den cuenta que la crisis actual también afecta la fe?
    — Pienso que, desgraciadamente, entre los modernos hay que distinguir la moral y la fe; entonces se podrá ver que hay más obispos lúcidos ante los problemas morales que obispos comprometidos con las cuestiones de fe. Con todo, se puede decir que si alguien se pone a defender valientemente la moral católica, debe necesariamente tener la fe, y aún que su fe se verá fortalecida… Es lo que espero, sin perjuicio de lo cual reconozco que hay excepciones….
    45. Los obispos norteamericanos quieren revisar juntos el conjunto de las directivas dadas por Juan Pablo II a las universidades. ¿Cuáles deberían ser, según Ud., las medidas urgentes que habría que tomar para hacer que las universidades actuales sean verdaderas universidades católicas?
    — La medida urgente, la primera, es volver a la escolástica. Hay que dar de mano con las filosofías modernas, volver a la sana filosofía, la filosofía objetiva, realista. Santo Tomás —como ya sucedió a comienzos del siglo XX— debe volver a ser la norma. En otro tiempo las 24 Tesis Tomistas eran obligatorias. Hay que volver a eso, es absolutamente necesario. Después de esta restauración filosófica se podrá continuar en la misma línea para con la teología.
    46. Mons. Robert Vasa, obispo de Baker (Oregon), recordó recientemente que las declaraciones de la Conferencia Episcopal no obligaban al obispo para con su diócesis. ¿Es un desafío a la colegialidad promovida por el Concilio?
    — Sobre este tema de la colegialidad no ha hablado solamente un obispo. El Papa mismo, hablando ante la Conferencia Episcopal de Brasil, dirigió palabras enérgicas, volviendo a poner en su lugar el papel de las conferencias episcopales, insistiendo sobre la autoridad personal de los obispos y sus relaciones directas con el Santo Padre.
    47. El Seminario de Winona es el más importante en número de seminaristas. ¿Cómo explica este hecho?
    — Pienso que se debe simplemente a la generosidad de este país, que se deja entusiasmar fácilmente por una buena causa.
    48. ¿Qué hay que hacer para multiplicar las vocaciones sacerdotales y religiosas?
    — ¡Rezar, rezar y rezar! Y hacer sacrificios.
    49. ¿Cuáles son los puntos fuertes de la Tradición en los Estados Unidos?
    — Pienso que está esa generosidad, a la cual acabo de referirme, y las escuelas. Es verdad que existe una cantidad importante de sacerdotes y que precisaríamos tener más; pero diría que las escuelas, sobre todo, son indispensables. Del mismo modo hay que promover la ayuda a las familias tradicionalistas. Debemos montar un movimiento para las familias, para sostenerlas, para formarlas. Es la célula básica de la sociedad, es fundamental en el orden natural y en el orden sobrenatural.
    50. ¿Cuál es la importancia que Ud. asigna a las escuelas?
    — Es fundamental, es el futuro. La juventud será católica supuesto que reciba una buena formación. Y para eso precisamos contar con escuelas católicas.
    51. Las familias numerosas y generosas a veces se ven obligadas a seguir cursos de educación a distancia. ¿Qué recomienda Ud. a las que tienen a la mano buenos colegios?
    — Las que tienen a la mano buenos colegios no deben dudar un instante: ¡que pongan a sus hijos en estos colegios! La educación a distancia nunca reemplazará una buena escuela. Si no hay un buen colegio, la cosa es totalmente distinta.
    52. ¿Planea Ud., Monseñor, convocar a una nueva cruzada de rosarios? ¿Qué recomienda a los fieles en la actualidad?
    — ¡Sí! La situación del mundo, la situación de la Iglesia —se ve muy bien—, continúa siendo muy sombría; aún si hay algunos atisbos de esperanza, los factores inquietantes obligan, más que nunca, a intensificar nuestras plegarias, recurriendo a la Santísima Virgen. Para los fieles de hoy en día lo indispensable es la oración, la oración en familia, reiterada, frecuente, acompañada de lo que educa el alma cristiana, el espíritu de sacrificio.
    * * * * *
    VII. A MODO DE CONCLUSIÓN
    53. Monseñor, el año que viene Ud. celebrará sus treinta años de sacerdocio, de los cuales dieciocho estuvo al frente de la Fraternidad San Pío X. ¿Cuáles fueron los acontecimientos más significativos a lo largo de todos estos años?
    — ¡Es toda una novela! ¡Lo primero que hay que mencionar, por supuesto, son las consagraciones! Entre los acontecimientos importantes está también la alegría de haber estado cerca de Monseñor, la alegría de haber estado cerca del Padre Schmidberger, y de haber aprendido mucho junto a ellos; la alegría de haber podido trabajar también junto a los otros obispos de la Fraternidad, como con todos nuestros sacerdotes, en este gran movimiento de celo por la fe, por el sostenimiento de la Iglesia católica.
    54. ¿Un deseo para los años por venir?
    — ¡Que la Iglesia vuelva a su quicio! Es una imagen, pero es verdaderamente nuestro deseo. ¡Y para eso es preciso que advenga el triunfo del Corazón Inmaculado de la Santísima Virgen! ¡Lo precisamos tanto!


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