Al arte moderno por lo general es horripilante. Eso de romper todos los cánones establecidos puede generar aberraciones...
He visto muchos "templos" en México que parecen todo menos eso: templos.
Arquitortura juanpablista (puzzle de actualidad católica)
Hacía tiempo que no me topaba con una declaración anti-católica más rotunda, y ha sido a propósito de una arquitortura moderna-eclesial, dicen que inspirada y motivada por el Papa Wojtyla. Lean y horripílense el total del pelaje (unicuique suum):
"...La disposición del espacio supone la negación de todos los principios tradicionales de las iglesias católicas. No es una iglesia cuyo diseño se base en la cruz, por ejemplo. Ni en la latina ni en la griega. No se basa en los modelos inspirados por el Concilio de Trento."Las palabras, la cita, son del insensato mequetrefe inflado que parlotea en el yutube, pero la idea y la aprobación del espantoso templo fue del Magno: "...El mismo Juan Pablo II aprobó el diseño y pidió que fuera dedicada a Dios Padre Misericordioso."
Dios Padre Misericordioso es muy misericordioso, infinitamente, para no fulminar con un rayo el engendro.
La coda final del desatino la pone el párroco, contando un plan trienal, como una especie de perpetuación pastoral del pre-jubileo de entonces, allá por 1997-98-99:
"...Cada tres años celebramos un 'Año del Hijo, Jesucristo', uno del 'Espíritu Santo' y un tercer año del 'Padre'. Tal y como Juan Pablo II indicó en su carta para la preparación del Jubileo del año 2000."Y así todo lo demás. Un invento en cada sitio. Una extravagancia en cada lado. Una animación excéntrica eclesial-global. Todo al ritmo de la modernidad y sus modernismos. Que nadie diga que la Iglesia no se mueve. Que nadie nos 'acuse' de estar anclados en Trento.
Mientras en Sevilla, un párroco impresentable prohíbe la Misa tradicional porque le da su pastoral gana.
Y así transcurren las últimas horas del dantesco Año de la Fe.
Digo esto estilo reporter moderno, mechando la actualidad con más actualidad, como un mosaico multicolor, un puzzle católico (cada vez menos católico).
+T.
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Al arte moderno por lo general es horripilante. Eso de romper todos los cánones establecidos puede generar aberraciones...
He visto muchos "templos" en México que parecen todo menos eso: templos.
Última edición por Jose Antonio Venegas; 25/11/2013 a las 23:19
En México y en todas partes. Así como el arte, el verdadero, apunta hacia Dios, demuestra la existencia de un Dios que dota de genio al artista, el pseudoarte aleja de Dios porque es caos. Dios sacó orden y belleza del caos, y el hombre llega luego y crea la antibelleza afeando el mundo. Casi todas las iglesias modernas de barrio tienen un diseño horroroso que no eleva el alma al Cielo, no hace pensar en Dios, no inspira a rezar. Más bien, ese estilo tan de pesadilla ahuyenta a los fieles. Las raras veces que he tenido que ir a un templo así con motivo de un funeral u otra ocasión similar me resulta enormemente desagradable, no se percibe la presencia de Dios, y es difícil concentrarse en la misa porque es inevitable criticar mentalmente los despropósitos de la configuración del altar, la impropia ubicación del sagrario (a un lado y casi fuera de la vista), las tonterías o herejías que dice el sacerdote (o que están escritas en las paredes del templo), la sosera y simplonería de los cantos, y mil y un desvaríos más.
Una pequeña aclaración, que ya le he pasado al P. Terzio: el párroco de la parroquia en cuestión no ha prohibido la misa tradicional en una capilla de su parroquia. Como se puede leer en el comunicado de Una Voce, simplemente la suspendió (ignoro por qué motivos, no entro ni salgo en ello) pero seguirá celebrándose los demás domingos y festivos.
Para justificar estos esperpentos ni siquiera se puede decir que están más acordes con el gusto de los fieles o que en ellos se encuentran más cómodos. Todo lo contrario, me atrevería a decir que la mayoría del pueblo prefiere lo tradicional, y si acepta estos mamarrachos es solo por resignación o, tal vez, un mal entendido respeto a las decisiones de las autoridades de la Iglesia. Les dejo un caso de sana reacción ante uno de estos despropósitos:
http://www.tradicionyaccion.org.pe/t...php?article261Catedral de Chachapoyas: ocaso del progresismo, prestigio de la Tradición
Martes 29 de octubre de 2013
En tiempos del Concilio Vaticano II el progresismo religioso esparció la consigna de que la Iglesia, para conquistar las masas contemporáneas, tendría que “modernizarse” y “adaptarse al mundo” a cualquier precio. Para eso debía despojarse de todos los atributos visibles que la diferenciaban de lo profano, pues el pueblo —se decía— ya no comprende esas exterioridades obsoletas.
Así, desde la sotana de los sacerdotes o el hábito de las religiosas hasta el majestuoso rito de la Misa tradicional, desde los paramentos litúrgicos a la arquitectura de los templos, desde el arte religioso a la espiritualidad, todo fue siendo simplificado, vulgarizado, desacralizado, relativizado —cuando no suprimido—, en aras de esa pretendida adaptación al mundo moderno.
El resultado fue la crisis que todos vemos, señalada en términos concluyentes por los tres Papas que precedieron a Francisco I. Los ambientes católicos fueron penetrados por lo que Pablo VI llamó “el humo de satanás”, es decir, el espíritu igualitario y libertario del mundo moderno, que endiosa un individualismo en el que cada cual puede hacer lo que le plazca, ignorando la ley divina y hasta la propia ley natural.
En el arte religioso, el efecto de esa “adaptación” fue también calamitoso. Como se sabe, durante gran parte del siglo XX imperó, en materia artística, una completa anarquía estética, de raíz atea: pinturas-mamarrachos que nadie entiende (a veces ni sus propios autores...); esculturas disformes que expresan únicamente el caos mental del respectivo escultor; y en arquitectura, edificios nacidos del capricho y del absurdo, que no siguen ninguna regla estética y que a los 30 ó 40 años de construidos ya están prematuramente envejecidos (mientras que los edificios antiguos conservan todo su encanto y atractivo, por obedecer a estilos tradicionales consagrados, cuya belleza todas las generaciones entienden y admiran).
El progresismo se adhirió eufóricamente a esa tendencia antiestética. Desde los años sesenta proliferaron iglesias construidas en estilo moderno —o sea, carentes de estilo—, sin identidad, de formas caprichosas, vulgares y “feas como el pecado”, para usar la expresión del conocido arquitecto católico Michael S. Rose, doctor en Bellas Artes por la Brown University [1]; templos supuestamente hechos para atraer a los fieles de hoy, pero que sólo han servido para ahuyentarlos más...
En el Perú, esa ola modernizante influenció a los católicos más mundanos, ávidos de plegarse a la moda del momento. Vimos así surgir entre nosotros iglesias que más parecen galpones o fábricas, teatros o coliseos deportivos, salones comunitarios o pabellones de exposición... En muchas de ellas, el Santísimo Sacramento fue desplazado del lugar de honor central que le es debido a un injusto y secundario rincón, ¡o hasta a un sótano, por debajo del nivel físico de los fieles y totalmente escondido de éstos, como en una conocida parroquia limeña!...
* * *
Pero la extravagancia progresista chocaba profundamente con las aspiraciones del alma católica. Vox populi, vox Dei, dice el dictado latino. El sentir de los verdaderos fieles no podía ser ignorado por mucho tiempo. Y tras el vendaval revolucionario de los años 60-80, emergen ahora renovadas aspiraciones de verdad, de bien y de genuina belleza, que la gracia de Dios suscita en las nuevas generaciones del clero como del pueblo fiel, y comienzan a hacerse valer con fuerza.
Lo comprobamos en los nuevos templos construidos desde fines de los ’90, como la basílica-santuario de Pomallucay, en Ancash (1997), la nueva Catedral de Chimbote (2007), o el santuario del Señor de Luren, en Ica, que tras el terremoto de 2007 está siendo reconstruido en su estilo neoclásico original, gracias a una presión popular que obligó a desechar un primer proyecto de reconstrucción, un mamotreto moderno sin estilo ni belleza.
Tal vez el ejemplo más expresivo del revivir de los estilos tradicionales es la iglesia catedral de Chachapoyas. Una remodelación integral, concluida en 2010, le ha devuelto su estilo original, tras un proceso digno de nota. La primitiva catedral de fines del siglo XVIII, reconstruida tras el sismo de 1928, era de líneas sobrias y aspecto gracioso y ameno. En los años ’70 resultó parcialmente destruida por un nuevo terremoto. Se decidió entonces demolerla, irguiéndose en su lugar una especie de coliseo moderno, totalmente vulgar e inexpresivo, irreconocible como iglesia y en el cual los fieles no sentían reflejados su amor y devoción, al punto que se lo llamó popularmente “el paraguas”.
La primitiva catedral demolida en los años 70, en una foto de comienzos del siglo pasado. © Manuel Cabañas López
El “paraguas” progresista, felizmente desaparecido
Ese nuevo templo generó primero desagrado, después disconformidad, y por fin un clamor de oposición activa, que culminó en una iniciativa ciudadana para restaurar la iglesia en su diseño original. El actual Obispo acogió la iniciativa, y el resultado es la espléndida fachada que luce ahora la Catedral, obra concluida en 2010 retomando las líneas del primitivo templo virreinal-republicano.
La remodelación culminada en 2010 le devolvió su estilo original, para satisfacción de todos.
Este feliz epílogo, que honra a la Iglesia y al pueblo de Chachapoyas, es una muestra palpable de una realidad cada vez más patente en el Perú y en el mundo: el irreversible ocaso del progresismo eclesiástico, frente al renacer de los estilos religiosos tradicionales, cuyo renovado prestigio se debe a que, como dice Plinio Corrêa de Oliveira, la Tradición es ante todo “la continuidad de la acción de un Ángel en la Historia”. Y los ángeles siempre vencen —si los hombres sabemos seguir sus inspiraciones.
[1] Lectura recomendada: MICHAEL S. ROSE, Ugly as Sin – Why They Changed our Churches from Sacred Spaces to Meeting Spaces – and How We Can Change Them Back Again, Sophia Institute Press, Manchester, New Hampshire, 2001, 241 pp.
Última edición por Montealegre; 09/12/2013 a las 10:13
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