Amén de que la mera existencia de esos ateazos que abiertamente niegan la existencia de Dios o la resurrección de Cristo jamás ha hecho daño al catolicismo, precisamente por su postura radicalmente sincera encontrada de frente a los dogmas religiosos, sin jugar a las medias tintas. La suya es una postura clara que no confunde a nadie. Ahora bien, la actitud de todos esos falsos católicos que quieren reducir al campo de la simbología toda aquella verdad dogmática que contradiga las leyes de la física o del pensamiento moderno, sí que son dañinos. Hablen de la resurrección de Cristo o de la creación del hombre... Y no digamos nada cuando el teólogo, además de pelmazo y descreído, es sacerdote u obispo, y va escupiendo todas esas patrañas putrefactas en sus pastorales y homilías. ¿Por qué ese estúpido complejo ante la palabra 'ciencia' y sus verdades mutantes que cambian cada cuarenta o cincuenta años?. Si alguien quiere echarse unas buenas risas, no tiene más que abrir algún sesudo tratado científico que estuviera de moda durante el siglo pasado. Y lo mismo les ocurrirá a los que tengan la osadía de leerse dentro de cien años a algunas de las teorías que ahora están tan de moda entre nuestra gloriosa estirpe científica.
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