Neomovimientos(II): Carismáticos(1)
Sofronio
Bergoglio recibiendo ???? de manos de protestantes evangélicos en el Luna Park
¿Dudará alguno de la enseñanza de San Juan de la Cruz sobre la experiencia mística u osará, tal vez, afirmar, con insólita vanidad, que ha sido elevado por Dios a mayores cumbres de unión, de apasionado arrebato y amor, que el maestro y Doctor de la Iglesia? Si lo piensan bien, nadie; pero como en los tiempos hodierno el ejercicio de entender es una acción extraña y hasta asombrosa, son millones los que afirman sentir tal gracia y aun, más grande. Pero ¿Qué pensaba el gran místico sobre los que buscan visiones, carismas extraordinarios, fenomenales dones, dotes curativas, etc. He aquí el resumen de su reflexión: «por tanto digo que de todas estas aprensiones y visiones imaginarias y otras cualesquiera formas o especies (…) ahora sean falsas de parte del demonio, ahora se conozcan ser verdaderas de parte de Dios, el entendimiento no se ha de embarazar ni cebar en ellas, ni las ha el alma de querer admitir ni tener para poder estar desasida, desnuda, pura y sencilla» (Subida al Monte Carmelo. lib II. cap. 16). Como anillo al dedo nos viene la sabiduría católica del abulense, hijo, pues, de “la tierra de santos y de cantos”, para abordar el llamado Movimiento Carismático, en realidad pentecostal-carismático, dentro de la Iglesia. Pentecostal por referirse al suceso de Pentecostés que dicen experimentar. Carismático por pretender tener aquellos dones que sólo algunos recibieron en la era apostólica, además de los Apóstoles. Pero ¿Existe un Movimiento Carismático Católico? Génesis del movimiento.
No existe un Movimiento Carismático Católico. Para que una “institución” sea hija de la Iglesia Católica, debe haber sido engendrada por ella; pero éste no es el caso del Movimiento Carismático (en adelante MC) puesto que, como veremos enseguida, fue engendrado por los protestantes cuyas formas y supuestos dones se “infundieron” en algunos que, a su vez, multiplicaron en otros. El MC o movimiento pentecostal nació en el siglo XIX en Usa, pero oficialmente en 1892. Sus fundadores- asunto discutido entre las propias sectas-, fueron, según algunas de estas iglesias, el Rev. R. G. Spurling y el Rev. W. F. Bryant, pastor bautista y pastor metodista, respectivamente; fue bien acogido por otras iglesias protestantes casi de inmediato. Poco después el incipiente movimiento se hundió en la anarquía [IMG]chrome://savefrom/content/button.gif[/IMG] de sectas, cada cual más histérica que su matriz. A finales del siglo, los obispos católicos reunidos en el Concilio Plenario de Baltimore prohibieron a los católicos incluso estar presentes, aun por mera curiosidad, en los llamados encuentros de oración del pentecostalismo. La recta doctrina de los sucesivos papas hasta finales de la década de los cincuenta del pasado siglo impidió la contaminación y amputó cualquier tentación. En la Iglesia de Cristo las aguas bajaban límpidas a las almas de los fieles, por aquel entonces. No fue hasta 1966 cuando el movimiento protestante prendió dentro de la Iglesia. Dos profesores laicos, Ralph Keifer y Patrick Bourgeois, que tenían contactos con los círculos de oración protestantes, se dedicaron a estudiar dos emblemáticos libros del pentecostalismo: “Cruz y la palanca de cambio“, del pastor Wikerson y “Ellos hablan en lenguas” escrito por el periodista J. Sherill. El 13 de Enero de 1967, en un encuentro de oración, los pastores protestantes impusieron las manos a Ralph Keifer y a Patrick Bourgeois, que recibieron el “Bautismo del Espíritu” junto con el don de “hablar en lenguas“. Ellos, a su vez, impusieron las manos a otros y éstos a más gente y así sucesivamente; así fue cómo, en poco de más de cincuenta años, ha ido ganando adeptos entre millones de laicos, millares de religiosas, un buen porcentaje de obispos, algunos cardenales e, incluso, según parece, se ha granjeado la absoluta simpatía de los últimos ocupantes de la Primera Sede, incluido Francisco, el cual asistió en el Luna Park a la asamblea de los pentecostales y dejó que los herejes le impusieran sus marcadas manos. Hoy pertenecen al MC millones de sedicentes católicos y hay envueltas en él centenares de casas religiosas enteras. Unos seis millones afirman, pues, lo sepan o no, que reciben el Espíritu Santo, no por la imposición de manos de los obispos, sucesores de los Apóstoles, ni por el sacramento de la Confirmación conferido por los que tienen la sucesión apostólica, sino de la transmisión ininterrumpida del “espíritu” de los herejes que transmitieron ese “don” a aquellos dos profesores, desde fuera de única Iglesia de Cristo. Luego si no es un movimiento católico ¿Por qué ha crecido tanto y, al parecer no cesa de hacerlo? Antecedentes históricos.
Nada hay nuevo bajo el sol.Un prototipo particular de pentecostalismo apareció ya durante el siglo II; lo fundó Montano, el cual aseveraba platicar bajo la inspiración del Espíritu Santo. Él y sus seguidores soste*nían poseer la plenitud del Espíritu Santo y sus carismas; en particular, afirmaban po*seer, como sus émulos modernos, el don de curaciones, de profecía y de lenguas. Sus seguidores fueron innumerables, lo mismo que hoy son innumerables las víctimas del pentecostalismo; y también como hoy, entre sus convencidos hubo algunos situados en puestos altos de la Iglesia y con capacidades intelectuales poco comunes. Los siglos XII y XIII conocieron multitudes de grupos activos que se jactaban de tener una especial iluminación del Espíritu Santo; como los modernos pentecostales, viajaban sin parar de un sitio a otro, predicando su propio evangelio:Albigenses, los valdenses, los cátaros con su único sacramento, el consolamentum, que era una especie de bautismo-comunión sin agua y que, a veces lo usaban también como sustitución de la extremaunción, si el adepto no había llegado al estado de Perfait (perfecto). Las razones de su rápido crecimiento.
Son fáciles de entender. Así como muchos se anotan a ciertos cursos, tales como “Aprenda Ingles en 10 días sin Esfuerzo”; al igual que una música pegadiza sumada a una letra vana casi garantizan el éxito de cualquier canción, o de la misma manera que unas grandes rebajas hacen inevitables la formación de grandes colas de compradores, de igual forma se comportan los fieles ante las grandes promesas espirituales obtenidas con el mínimo sacrificio y en tiempo record; mas si no entienden de música, esto es, no conocen su Fe, compran cualquier canción pegadiza de insulsa letra, es decir, se adhieren a cualquier doctrina heterodoxa con prontitud de ánimo. El MC promete una inmediata conversión y santidad, una pronta experiencia del Espíritu Santo tal como la tuvieron los Apóstoles el día de Pentecostés y dones externos, tales como los de lenguas, profecía y curación, y todo ello, sin hacer hincapié en ninguna rigidez moral, antes bien, con una cierta laxitud (el pudor no parecerse apreciarse; las ocasiones de pecado contra el 6º y 9º mandamientos no parecen evitarse; el liberalismo es plenamente aceptado). El certificado de que se ha recibido el “Bautismo del Espíritu” consiste en tener ciertas mussitaciones o sonidos extraños que nadie entiende, afirmando que en eso consiste el don hablar lenguas ¿Alguien da más? Muchos objetarán que no puede ser un camino errado si tantos religiosos, sacerdotes, obispos, cardenales e, incluso, todos los papas potconciliares lo apoyan. Sin embargo, es necesario repetir una y mil veces que el camino de la santidad auténtica y del apostolado eficaz y duradero está hecho de abnegación, silencio, mortificación, humillación, y también de muchos aparentes fracasos y martirios: «Si el grano de trigo no cae en tierra y no muere, no produce fruto» (Jn. 12,24). Necesario será matizar que, si entre muchos seglares y quizá, entre algunos religiosos, pueda suponerse una buena fe debido a la ignorancia, esa buena fe no puede trasladarse a la jerarquía eclesiástica, la cual está en condiciones de distinguir este enorme fraude y que, mediante su consentimiento y apoyo al mismo, se hacen autores o cómplices de la destrucción de la Iglesia Católica y responsables ante Cristo, que ha de juzgarlos, por el extravío de millones de almas a su cargo; que no crean ya en el Juicio particular y Final y en la posibilidad de la condenación eterna de sus almas, no hace que esas realidades postreras dejen de existir y pendan sobre sus almas. La objeción de otros consistirá en que no pueden ser heterodoxos aquellos dones concedidos a los miembros del MC si están fundamentados en la Biblia, en especial en 1Cor., caps. 14-16 y en varios pasajes de los Hechos de los Apóstoles. Pues bien, ante esto diremos que en un movimiento que ha nacido del protestantismo, aunque se diga católico, resulta muy normal encontrar en él el principio de la libre interpretación de la Escritura luterano aplicado a los Libros citados. Veamos las diferencias, sin que se trate este artículo de un estudio exegético: Interpretación luterana del MC sobre 1Cor, caps. 14-16 y la interpretación católica.
Veámoslo mediante un cuadro comparativo.El movimiento carismático visto por ellos mismos.
Entre los corintios, según San Pablo. En el Movimiento Carismático No hubo Bautismo del Espí*ritu, no hubo imposición de las manos, no hubo tentativas de organizar encuentros de oración o retiros con el fin de distribuir el Espíritu Santo. Se da el denominado “Bautismo de Espíritu”, hacen encuentros y retiros para la distribución del Espíritu Santo; se imponen las manos de los seglares incluso a los sacerdotes, obispos y cardenales. Estuvo limitado a Corinto; no se promovió a ningún otro lugar en la época Apostólica; en seguida surgieron abusos que el Apóstol quiso corregir.No hubo ningún intento por parte de San Pablo o de otro apóstol o discípulo de difundirlo en otros lugares. Desapareció y no se oyó más hablar de él No cesan de promoverlo nacional e internacionalmente, con el falaz argumento de promover la piedad de los fieles, siendo actores de los más increíbles abusos en el culto. Las llamadas de atención de San Pablo tuvieron el efecto de hacer desaparecer el fenómeno, del cual no se supo más. No hacen caso del magisterio tradicional de la Iglesia y se esfuerzan en sumar a sus fines cuantos sacerdotes, obispos y cardenales Hablaban “lenguas extrañas”. Eran verdaderas lenguas, si bien desconocidas a los presentes. Esto es evidente por la “unánime interpretación de los Padres de la Iglesia” e incluso por los repetidos reproches del mismo San Pablo en la Carta. Los carismáticos emiten “sonidos extraños” [mussitationes].El balbuceo no puede ser lenguaje de la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, que es Espíritu de suprema Sabiduría y Verdad. Los Corintios, hablan lenguas cuyas palabras tenían significado «Hay sin duda muchas y diversas lenguas en el mundo y ninguna carece de significado; pero si no entiendo el significado de la lengua seré extranjero para el que habla y el que habla será extranjero para mí” » Las mussitaciones no son verdaderas lenguas porque carecen de significado. No es que no las entiendan los demás por ser extranjeras, sino que tampoco las comprende el que balbucea. Repite insistentemente que el don de lenguas es el menos importante entre los carismas, y que no debe buscarse ansiosamente Repiten sin cesar que el “don de lenguas” es tan importante que, para muchos, es el signo distintivo de haber recibido el “Bautismo del Espíritu Santo”, despreciando el contenido de la Fe católica. Cuando se presente el caso auténtico de una persona que habla en lenguas, debe hacerlo con discreción y de manera decoro*sa, y en cuanto no haya nadie que comprenda o ningún intérprete presente, debe callarse Se llega, sobre todo por parte de quienes las dirigen, a formas semejantes al histerismo, a la artificiosidad, a la teatralidad o al sensacionalismo, condenado por la Iglesia. (art.5 §3 en la Instrucción relativa a las Plegarias para curar enfermos: O. R. 24 nov. 2000). “Las mujeres deben callar en la asamblea”, porque no les está permitido hablar, sino que deben estar sujetas, como dice también la ley, porque “es indecoroso para una mujer hablar en la asamblea” (1 Cor 14, 34-35). Las mujeres, pues, no sólo hablan en la iglesia, sino que son las más activas en organizar encuentros de oración carismática, en profetizar, en ver señales del Espíritu Santo, en obrar curaciones(de su naturaleza y de su causa se hablará enseguida) y en imponer las manos a todos La verdad es que en el mundo pagano, en los tiempos de San Pablo, había muchas mujeres que pretendían profetizar y hablar en nombre de los dioses. Pero San Pablo no tiene en cuenta las costumbres y hábitos culturales, sino que apela a la ley de Dios: “como dice la ley” . Este discurso “machista” de San Pablo es una dependencia cultural de San Pablo
Partamos, al efecto, del texto “Orientaciones teológicas y pastorales sobre la renovación carismática católica”, preparado por el card. Suenens, durante el pontificado de Juan Pablo II y examinemos algunas perlas del Prefacio. En él se definen sus propios autores como “guías de ciegos” (Mt. 15,14), porque confiesan no saber lo que son. Se repite la idea «el documento no es exhaustivo y se requieren ulteriores estudios». No saben la esencia del fenómeno pero tantean a ver si suena la flauta por casualidad: «el texto se presenta como una tentativa de respuesta a las principales preguntas que suscita el movimiento carismático» Entremos, por un momento, en aquella parte en la cual, más que una definición parece tratarse de una hipótesis, al decir de ellos mismos en el Prefacio, subrayando las cuestiones críticas que examinaremos someramente:«La experiencia del Espíritu Santo es la contraseña de un cristiano y, en parte, con ella los primeros cristianos se distinguían de los no cristianos. Se consideraban representantes, no de una nueva doctrina, sino de una nueva realidad: el Espíritu Santo. Este Espíritu era un hecho vital, concreto, que no podían negar sin negar que eran cristianos. El Espíritu les había sido infundido y lo habían experimentado individual y comunitariamente como una nueva realidad. La experiencia religiosa, es preciso admitirlo, pertenece al testimonio del Nuevo Testamento: si se quita esta dimensión de la vida de la Iglesia, se empobrece la Iglesia».Ese texto es un ejemplo clásico de la herejía modernista condenada por San Pío X en la Pascendi: «Si alguno dijere que la revelación divina no puede hacerse creíble por signos exteriores, y que, en consecuencia, sólo por la experiencia individual o por una inspiración privada deben ser movidos los hombres a la fe, sea excomulgado»(§4) y sigue diciendo el Papa santo de los herejes modernistas : “Para el modernista creyente, por lo contrario, es firme y cierto que la realidad de lo divino existe en sí misma con entera independencia del creyente. Y si se pregunta en qué se apoya, finalmente, esta certeza del creyente, responden los modernistas: en la experiencia singular de cada hombre»(§12). Pues, la realidad es que, la tesis de la “experiencia de la fe” es propia del heresiarca Lutero, no de la Iglesia católica, porque el mismo Cristo, vida nuestra, vino «a dar testimonio de la Verdad» (Jn. 18, 37) y nos ha enseñado una doctrina bien definida respecto del Padre, de Sí mismo y del Espíritu Santo, sobre su Iglesia y los Sacramentos, etc. Él exigía que su enseñanza fuera aceptada con fe, «el que creyere y fuere bautizado, se salvará; pero el que no creyere, se condenará». (Mc. 16, 16). San Pablo escribió con duros reproches a los Gálatas (1,8), porque se habían desviado de su primitiva enseñanza y les decía que si él mismo o un ángel les predicase una doctrina distinta de la que les había predicado al comienzo, debía ser considerado anatema. Los apóstoles y los primeros cristianos estaban muy interesados en la doctrina, y muy poco en el sentimiento y en la experiencia. San Vicente Ferrer, como Santo Tomás y San Juan de la Cruz, pone muy en guardia a las almas contra la «sugestión e ilusión del demonio, que engaña al hombre en sus relaciones con Dios y en todo lo que a Dios se refiere» (La Vida espiritual), y da el remedio contra las tentaciones espirituales suscitadas por el diablo: «Los que quieran vivir en la voluntad de Dios no deben desear obtener [...] sentimientos sobrenaturales superiores al estado ordinario de quienes tienen un temor y un amor de Dios muy sinceros. Tal deseo, en efecto, sólo puede venir de un fondo de orgullo y de presunción, de una vana curiosidad respecto a Dios y de una fe demasiado frágil. La gracia de Dios abandona al hombre presa de este deseo y lo deja a la merced de sus propias ilusiones y de las tentaciones del diablo que lo seduce con visiones y revelaciones engañosas» Y también: «Huid de la compañía y la familiaridad de quienes siembran y difunden estas tentaciones y de quienes las defienden y alaban. No escuchéis sus relatos ni sus explicaciones. No busquéis ver lo que hacen porque el demonio no dejaría de haceros ver en sus palabras y obras signos de perfección a los cuales podríais prestar fe y así caer y perderos con ellos». Dicho prefacio, además, deja entender, aunque guardándose muy bien de afirmarlo categóricamente, que todos los cristianos de la era apostólica recibían esa experiencia y dones. Pero eso no consta en ninguna parte de las Sagradas Escrituras; es una invención al servicio de una hermenéutica protestante y del error filosófico que envenena todo su entendimiento por haberse hecho discípulos del calvinista Scheilermarker. Para éste- vendedor de velos le llamaba otro filósofo maldito – la religión no podía ser estudiada correctamente ni por la filosofía racionalista de la Ilustración, ni por los dogmas eclesiásticos. El sentimiento y la intuición eran los mejores caminos para relacionarse con la deidad. Exactamente esto, que es lo opuesto del realismo filosófico-teológico de Santo Tomás, es el cáncer transformado en metástasis que destruye el entendimiento, no sólo del MC, sino de la mayoría de los católicos, incluidos los que no pertenecen a este absurdo e histriónico movimiento hijo de su padre, Lutero. En resumen, la fe que el movimiento pentecostal-carismático trata de inducir en sus adeptos es una fe protestante y modernista. Los modernistas hacen consistir la fe cristiana en un sentimiento íntimo religioso que brota de la subconciencia, donde se elabora la experiencia íntima de lo divino. La expresión de esta experiencia, traducida en fórmulas conceptuales, constituiría la revelación. Por lo que dichas fórmulas o dogmas no tienen un valor objetivo, puesto que la experiencia puede variar y por lo tanto, también evolucionarían los conceptos y fórmulas. De igual manera niegan el modo de revelación del objeto material de la Fe. Veamos: El objeto material lo constituyen todas las verdades reveladas por Dios mismo, Verdad primera que revela. La revelación, en sentido estricto, es la manifestación que Dios hace de sí mismo y de los misterios sobrenaturales a las criaturas mediante la participación infusa de la luz divina. Por tanto puede haber varios modos de esa divina revelación:
I. Clara manifestación de Dios por la luz de la gloria. De ella participan los santos.
II. Con alguna manifestación en los efectos, que es la correspondiente a los dones contemplativos del Espíritu Santo.
III. Oscura e inevidente, por la que Dios se manifiesta a los hombres por la fe o la luz profética. Esta se llama inmediata cuando Dios se comunica por sí o sus ángeles a los hombres, como a los profetas o apóstoles. Se dice mediata, respecto a otros hombres, cuando habla por medio de sus profetas o apóstoles. Mediata es, pues, la revelación pública, que el Señor ha hecho al mundo y depositado en su Iglesia. Aún se podrían establecer más divisiones, como lo revelado expresamente y lo virtual; ejemplo: está revelado de forma expresa que Dios quiere que todos los hombres se salven, luego virtualmente está revelado: Dios quiere que José que vive en el siglo XXI se salve. Tras esta simple clasificación, establezcamos, pues, algunas conclusiones:
1ª.-El objeto material adecuado a la fe divina es todo lo revelado por Dios con revelación sobrenatural, y sólo esto revelado. Todo el que rechaza alguna verdad revelada, por el hecho mismo, destruye ese motivo formal de la autoridad de Dios y reniega de la fe.
2ª.- El objeto material de la fe divina-católica es todo aquello que ha sido revelado por Dios y es propuesto por la Iglesia Católica, mediante su magisterio ordinario o solemne, para ser creído por todos. Se distingue, pues, entre proposición de fe divina y divina católica, porque ésta revelación es mediata. Las verdades de fe divina, se dicen católicas porque ya han sido propuestas por el magisterio infalible de la Iglesia como de fe obligatoria; verdades o dogmas que todos deben creer si las conocen y que negarlas supondría caer en herejía, y que ni siquiera el papa puede contrariar. Las condiciones para que una verdad sea de fe divino católica son dos: que sean verdades contenidas en el depósito de la revelación y que sean propuestas por la Iglesia como reveladas. Luego de esta brevísima exposición, señalemos, pues, las tres primeras herejías de este movimiento protestante que usurpa el calificativo de católico, con las cuales atacan las siguientes doctrinas infalibles de la Iglesia:
1.-En la Iglesia Católica, la única fundada por Cristo, no existe más que un solo Bautismo y este se confiera por el sacramento, el cual, nos hace hijos de Dios y herederos del cielo, inhabitando en nuestra alma la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. El signo de recibir el Bautismo no consiste en balbuceos salidos de la garganta, sino en la aplicación debida materia, forma, con intención hacer lo que hace la Iglesia por un ministro válido.
2.-Al Espíritu Santo lo recibimos los católicos en el Sacramento de la Confirmación, por el cual nos imprime en nuestra alma un carácter indeleble para hacernos perfectos cristianos al confirmarnos en la fe y apóstoles y soldados de Cristo. Para la confección de este Sacramento el único ministro válido es el obispo usando de la materia y forma válida y no un laico y ni siquiera un sacerdote mediante la imposición de las manos, con oraciones inventadas por su mente atormentada o histérica.
3.-Cerrada la Revelación pública, tras la muerte del último Apóstol, la Revelación de Dios para los viadores es mediata, propuesta por la Iglesia y no inmediata. No consiste en el sentimiento religioso que brota de la subconsciencia, tesis modernista, la suma de todas las herejías.
Hablaremos, Dios mediante, en una segunda parte, de la herejía teológica-sacramental que supone su llamado “Bautismo de Espíritu”, someteremos a examen sus pretendidos carismas a la luz de la perenne doctrina católica, su conexión con el ya condenado ecumenismo y la naturaleza y carácter de su rito iniciático. Puesto que el fundamento de sus errores es de naturaleza filosófica, afectando a la adecuación del entendimiento al ente real, del que se derivan una pléyade de errores teológicos gravísimos, ya lo hemos dicho al hablar de la influencia del calvinista Scheilermarker en su concepción religiosa, me parece oportuno dedicarle un más amplio espacio a los carismáticos, puesto que tales presupuestos afectan hoy, también, a casi todos los grupos aunque no se identifiquen con la herejía cultual pentecostalista ni con sus formas histriónicas. Haremos así un poco más breves los artículos, de por sí bastantes extensos.
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