Osoro ya tiene lo que quería
Carlos Osoro, en su línea: con la oligarquía, cuanto más anticristiana, mejor.
El Vaticano anuncia que ha adjudicado a Carlos Osoro Sierra la archidiócesis de Madrid. Esa era su aspiración durante los años que se le sufrió en la de Oviedo, pero no se le logró entonces y en 2009 pasó a la de Valencia. Progresista contumaz, de los que piensan que la Iglesia nació con el C. Vaticano II, no ha tenido empacho en fingirse más conservador cuando le parecía que eso beneficiaba a su carrera. Como casi todos los que hoy ostentan puestos en la jerarquía eclesiástica, su meta es ascender, sin otros cuidados. Unos ditirambos más, y le caerá el capelo, que tanto ansía. Con ese criterio se ha distinguido por sus estrechas y adulatorias relaciones con el poder político, sin importarle lo anticristianos que sean tanto el régimen como sus representantes, y con el financiero. Es conocida también su facilidad para faltar a la verdad y ajustar las versiones a sus interlocutores. (De todo ello tienen ejemplos aquí en Voluntad, tanto en nuestra página Diócesis como en diversas entradas). Así que no parece que en Madrid vayan a notar cambios respecto del saliente Antonio María Rouco Varela, abyecto servidor de La Zarzuela y del régimen constitucional, para lo cual nunca ha dudado en mentir con soltura. En Valencia sustituye a Osoro Antonio Cañizares Llovera, que pierde su sinecura romana. Cañizares es un perfecto ejemplo de que para llegar a prelado y a cardenal tras el Vaticano II (especialmente tras Juan Pablo II) no se requiere ni la formación que antes se exigía hasta para sacristán. No es que Osoro sea un Padre de la Iglesia, pues cualquier seminarista menor de preguerra sabía más que él; pero lo de Cañizares ha sido siempre especialmente escandaloso. Hoy se celebra la festividad de San Agustín de Hipona, éste sí Padre de la Iglesia, obispo, confesor y doctor. Que por su intercesión obtenga de Nuestro Señor la restauración de Su cuerpo místico en la Tierra. Una defenestración general de la conferencia episcopal sería quizá un buen comienzo.
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