La culpa no es del chancho...
Y la parejita saludó en el atrio.
El P. Lamberti los bendijo en una ceremonia íntima, a la que asistieron familiares, amigos, autoridades y periodistas. Aclaró que no se trataba de la celebración del matrimonio católico, el señor Luis, al que el cura llamaba Luisa, estaba ataviado de vestido blanco y entró al templo al ritmo de la marcha nupcial.
Por eso, aquí le paso algunas observaciones al P. Lamberti:
1) La gente ya no lee; y si lee, no entiende; y si entiende, no le importa lo que entendió. La gente juzga a partir de lo que ve. Esa es la realidad. Por tanto, si organiza una ceremonia en un templo católico que usted mismo preside revestido de alba y estola, y en la que dos personas del mismo sexo –una de ellas disfrazada de mujer- entran del brazo, por más que usted asegure que no se trata de un matrimonio sino de una bendición, para la gente es un casamiento. No nos tome por tontos, que a la evidencia nadie se resiste.
2) Usted dijo en esa ceremonia que estaban “celebrando el amor entre hermanos”. Pero resulta que, entre cristianos, el amor entre hermanos se celebra de otro modo. El primer amor, y el más grande, fue el del Verbo que, en su kénosis, se hizo uno de nosotros, y murió en la cruz por amor a sus hermanos. Ese amor lo celebramos nosotros en el Santo Sacrificio de la Misa, eso mismo que usted llama, en el mejor de los casos, “asamblea eucarística”. Y aquí en Argentina, el amor entre hermanos lo celebramos con un asado y vino tinto; o con single malt y una buena pipa; pero nunca con disfraces de novia o de Batman, que para el caso es lo mismo.
3) Por eso mismo, P. Lamberti, usted el sábado pasado celebró la perversión y la enfermedad consentida; usted celebró la desobediencia a la voluntad del Padre; usted celebró las tinieblas. Usted, P. Lamberti, celebró el pecado en la misma casa de Dios. Usted, P. Lamberti, es un sacrílego, y sobre sus espaldas cargará el pecado y el escándalo del que fue protagonista.
4) Pero la culpa no es solo suya. La culpa es también de los porquerizos que lo alimentan. Y en primer lugar de su obispo, Mons. Bokalic, que apenas si sacó un tímido comunicado antes de la ceremonia repitiendo lo que dice el CIC, y después no ha dicho ni mú, hasta ahora. Lo que se esperaba era que públicamente reparara en lo posible el escándalo y que a usted, P. Lamberti, lo sancionara como es debido.
5) Y la culpa es también, y sobre todo, del Papa Francisco, que hace más de un año, alegremente y desde los aires, se declaró inhábil para juzgar el amor entre los invertidos, y con ese dictum abrió la puerta para lo que hoy estamos viendo.
Y, me pregunto yo, ante un hecho de tamaña gravedad, ocurrido en el mismo país de origen del Pontífice, ¿no merecían por parte de él algún comentario? ¿Es que sus ocupaciones en Santa Marta no le dejan tiempo para expedirse sobre la cuestión y sacar a sus fieles del escándalo? Recuerdo que hace un mes, encontró tiempo para telefonear a la Carlotto para congratularse con ella por su nieto “recuperado”, y hace apenas una semana, encontró también tiempo para comunicarse con la señora de Ceratti para expresarle las condolencias por el fallecimiento de su hijo, el famoso cantante. Entiendo yo que, en estos dos casos, quedó usted muy bien parado, porque eran situaciones de una extrema corrección política. Pero el caso es que no está usted apoltronado en el sillón de Pedro para regodearse con los aplausos del mundo sino para obedecer el mandato del Señor que le dijo: “Confirma a tus hermanos en la fe”. Y usted, Santo Padre, no nos confirma en la fe; al menos, no nos confirma en la fe católica.
Pero Su Santidad –de seguro- estará muy ocupado rosqueado con Guillermo Moreno sobre el futuro político del país, y sobre cómo hacer para limpiar moralmente a los Kirchner e intentar que alguno de ellos se mantenga en el poder. Pero aún así, Santo Padre, si por tareas, temor o conveniencia, no quería salir a hablar, bien podrían haber mandado a alguno de sus múltiples lenguareces, como su paniaguado Mons. Karcher que sí ha tenido tiempo hoy para salir a comentar acerca de lo que se dirá o se dirá el próximo sábado cuando reciba usted a nuestra presidente.
Yo no tiendo a ser apocalíptico, pero la sombra de la Bestia me parece que está rondando.
The Wanderer
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