... A mediados de marzo de 1957, el Obispo da Silva le encargó a su Obispo Auxiliar Venancio la responsabilidad de entregar el preciado documento al Obispo Cento, el entonces Nuncio Apostólico en Lisboa. El Obispo Venancio le imploró a su obispo que finalmente leyera el Secreto y que sacara una copia del manuscrito antes de mandarlo a Roma, pero el anciano obispo persistió en su negativa. El Obispo Venancio, quien me relató esto en Fátima el 13 de febrero de 1983, se tuvo que contentar con mirar el sobre mientras lo sostenía contra la luz. Pudo ver una pequeña hoja dentro del sobre, de la cual midió el tamaño exacto. Es así que sabemos que el Tercer Secreto no es muy largo, probablemente consista de unos 20 ó 25 renglones, es decir, aproximadamente tan largo como el Segundo Secreto. Esto nos permite rechazar como no auténticos varios textos de mucha mayor longitud que algunos falsificadores han tratado de presentarle al público para que los acepte como el verdadero Secreto de Fátima.
El 16 de abril de 1957, el sobre sellado llegó a Roma. ¿Qué pasó con éste? Fue depositado en la oficina del Papa Pío XII, en un pequeño cofre que decía “Secreto de la Santa Sede”.(3) Fue la Madre Pascalina quien le dijo esto al periodista Robert Serrou, quien a su vez confirmó recientemente este hecho.
¿Leyó el Secreto el Papa Pío XII? Aunque parezca sorprendente, la respuesta es casi con certeza que No. Hay argumentos sólidos para apoyar esta conclusión; notablemente los testimonios del Card. Ottaviani y de Mons. Capovilla, Secretario de Juan XXIII, quien declaró que el sobre aún estaba sellado cuando el Santo Padre lo abrió en 1959, un año después de la muerte del Papa Pío XII.
Uno entiende, por tanto, las palabras solemnes con las que la Hermana Lucía se dirigió al Padre Fuentes el 26 de diciembre de 1957, quien tenía a su cargo la postulación de la beatificación de Jacinta y Francisco. La Hermana Lucía dijo:
“La Santísima Virgen está muy triste, pues nadie le da ninguna importancia a Su Mensaje ... Ni los buenos ni los malos ...Por esta razón, sin duda, el Papa Pío XII prefirió esperar hasta 1960, pero murió antes de ese año. ¡Qué pérdida para la Iglesia!"Los buenos continúan su camino pero sin prestar atención al Mensaje ... No puedo dar más detalles, debido a que aún es un secreto ... Sólo el Santo Padre y su Excelencia el Obispo de Fátima podrían conocerlo, de acuerdo con el deseo de la Santísima Virgen ... Pero no han querido conocerlo dado que ellos no han querido ser influenciados."
La Anticipación Unánime y Ferviente
Al acercarse el año de 1960, toda la gente cristiana, recuerdan los más ancianos, esperaba con confianza la prometida revelación del Secreto. Y los italianos sin duda sabían que en 1959 había en todo el país un gran movimiento de devoción al Corazón Inmaculado de María. Durante varios meses, la Virgen de Fátima cruzó la Península, atrayendo en su camino multitudes entusiastas y esparciendo por todas partes Sus prodigios de gracia, fervor extraordinario, milagros de conversiones, milagros de palomas ... El 13 de septiembre de 1959, todos los Obispos del país consagraron solemnemente a Italia al Corazón Inmaculado de María.
Desafortunadamente, el movimiento fue tan poco alentado por el Papa Juan XXIII, que su silencio y reserva no pudieron pasar desapercibidos.
El Papa Juan XXIII lee el Secreto de Fátima y SE NIEGA A DIVULGARLO
Sabemos que el Papa hizo que el sobre le fuera entregado en Castelgandolfo el 17 de agosto de 1959, por Mons. Philippe, quien era entonces oficial de la Santa Sede. Tengamos en cuenta que de esta manera la transmisión del Secreto al Soberano Pontífice tomó un carácter oficial y generó a su alrededor cierta solemnidad, lo cual muestra la estima en que se tenía a Fátima en aquella época.
El Papa Juan XXIII no abrió el sobre inmediatamente. Se contentó con declarar “Estoy esperando para leerlo con mi confesor”. “La lectura del Secreto”, expresó con precisión Mons. Capovilla, “fue hecha unos días más tarde. Pero debido a las dificultades ocasionadas por las peculiaridades del idioma, se pidió la asistencia del traductor de portugués de la Secretaría de Estado, Mons. Paulo J. Tavarez"…. Posteriormente, el Papa Juan XXIII, hizo que le leyeran el Secreto al Card. Ottaviani, Prefecto de la Santa Sede.
Abramos ahora un pequeño paréntesis. Ciertamente sabemos bien que el juzgar“revelaciones privadas” es algo que le concierne a la Jerarquía. En 1960 era evidente que la Iglesia ya había reconocido oficialmente la autenticidad Divina de las apariciones de Fátima, probadas, además, más sólidamente que ninguna otra aparición por profecías incontestables y milagros deslumbrantes, como nos lo acaba de recordar el Padre Gruner. De acuerdo con la orden de la Santísima Virgen que fue transmitida a través de la Hermana Lucía, los dos prelados a cargo, el Obispo de Leiria y el Patriarca de Lisboa, habían asumido públicamente el compromiso de revelar su contenido completo a más tardar en 1960. Durante más de 15 años, no se había dado ninguna declaración autorizada, para rebatir estas promesas repetidas a través del mundo entero por Cardenales, Obispos y expertos sobre Fátima, tan renombrados como el canónigo Galamba, el canónigo Barthas o el P. Messias Dias Coelho. La revelación de los primeros dos Secretos en 1942 bajo el consentimiento del Papa Pío XII estableció, además, un precedente. Es así como los fieles tenían perfectamente el derecho de esperar de la autoridad suprema esta prometida revelación. Tenían al menos el derecho a una explicación exacta y directa por parte del Santo Padre.
El 8 de febrero de 1960 se supo súbitamente por medio de un simple comunicado de prensa que el Tercer Secreto de Fátima no sería revelado. Fue una decisión anónima que es, por su naturaleza misma, totalmente irresponsable. ¿Cuáles fueron las razones que la motivaron? El comunicado del Vaticano solo había ofrecido disculpas inconsistentes, incluso contradictorias. El comunicado anónimo de prensa incluso terminó en traición:Es así que, aparentemente, el Vaticano no sólo asumió como propia la posición insostenible del jesuita Padre Dhanis sino que dicho comunicado fue aún más lejos. ¡Públicamente y sin ninguna razón válida, puso en la más ignominiosa sospecha la credibilidad de la Hermana Lucía y del Mensaje de Fátima en su totalidad!“Aunque la Iglesia reconoce las apariciones de Fátima, no tiene el deseo de asumir la responsabilidad de garantizar la veracidad de las palabras que los tres pastorcitos dijeron que la Virgen María les había dirigido”.
De acuerdo con Mons. Capovilla, varios Prelados Romanos habían sido consultados. Pero lo que es cierto es que las autoridades portuguesas a cargo fueron ignoradas de manera odiosa. Ni el Obispo Venancio ni el Cardenal Cerejeira habían sido consultados o notificados por Roma.
Después de releer y analizar este lamentable comunicado de prensa del 8 de febrero de 1960 o, todavía más, mediante el estudio del miserable artículo publicado en junio por el P. Caprile en Civilta Cattolica, uno se encuentra descorazonado por los masivos ejemplos de incoherencia, las inexactitudes y falsedades pronunciadas por autoridades responsables en la misma Roma acerca del tema de Fátima. Esto nos dice qué tan injustificada e injusticiable es la decisión de no atender a la voluntad expresa de la Virgen Inmaculada, Reina delos Apóstoles, quien demandó que Su Secreto fuera revelado a más tardar en 1960. También es cierto que causó inmenso daño a la causa de Fátima.
Se puede decir que fue desde la fecha en que el “Secreto de María” fue ignorado públicamente, que la devoción a la Santísima Virgen comenzó a decrecer de manera perceptible y después alarmante en el seno mismo de la Iglesia Católica. Más que nunca, las palabras de la Hermana Lucía se pueden aplicar: “La Santísima Virgen está muy triste, pues nadie le presta atención a Su Mensaje”.
Y esta falta, debemos atrevernos a decirlo, iba a tener consecuencias incalculables. Porque al ignorar las profecías y las peticiones de Fátima, fue la Virgen María, fue Dios mismo quien fue ignorado, quien fue ridiculizado frente al mundo. El castigo condicional anunciado a través de la maternal advertencia de La Inmaculada iba a ser entonces llevado a cabo trágica e inevitablemente...
El Cardenal Ottaviani cuenta que el Papa Juan XXIII puso el Secreto “en uno de esos archivos que son como un pozo muy profundo, oscuro, en cuyo fondo caen papeles en forma tal que ya nadie los puede volver a ver”...
Pablo VI adoptó a su llegada la misma actitud. Elegido el 21 de junio de 1963, preguntó poco tiempo después por el texto del Secreto. Esto prueba su viva preocupación por el asunto. Como nadie sabía lo que el Papa Juan XXIII había hecho con el documento, le preguntaron a su secretario, Monseñor Capovilla, quien indicó el lugar en el que el manuscrito había sido depositado. El Papa Pablo VI seguramente lo leyó en ese momento pero no dijo nada al respecto. Sin embargo, el 11 de febrero de 1967, en un momento en que se acercaba el 50 aniversario de las apariciones de Fátima, el Cardenal Ottaviani hizo, en nombre del Papa, una larga declaración sobre el tema del Tercer Secreto de Fátima, con el propósito de explicar que aún no sería revelado...
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