1. Decía S.S León XIII en la encíclica «Humanum Genus»:
«En nuestros días, todos los que favorecen la peor parte parecen conspirar a una y pelear con la mayor vehemencia, siéndoles guía y auxilio la sociedad que llaman de los masones audacísimamente se animan contra la majestad de Dios, maquinan abiertamente y en público la ruina de la Santa Iglesia hemos resuelto declararnos de frente contra la misma sociedad masónica, contra el sistema de su doctrina, sus intentos y manera de sentir y obrar, para más y más poner en claro su fuerza maléfica e impedir así el contagio de tan funesta peste».
La Instrucción del Santo Oficio del 10 de mayo de 1884 nos decía lo siguiente:
«Cierto es en primer lugar que están castigados con excomunión latae sententiae, la masónica y otras sectas de la misma especie que maquinan contra la Iglesia o los poderes legítimos, ora lo hagan oculta, ora públicamente».
El Derecho Canónico nos dice:
«Los que dan su nombre a la secta masónica o a otras asociaciones del mismo género que maquinan contra la Iglesia o contra las potestades civiles legitimas, incurren ipso facto en excomunión simplemente reservada a la Sede Apostólica» (Código de Derecho Canónico, canon 2335).
«Están privados de la sepultura eclesiástica, a no ser que antes de la muerte hubieran dado alguna señal de arrepentimiento: Los notorios apóstatas de la fe cristiana, o los notoriamente afiliados a una secta herética o cismática o a la secta masónica u otras sociedades del mismo género» (Código de Derecho Canónico, canon 1240).
II. Los sucesivos anatemas pronunciados por el cardenal Gianfranco Ravasi contradicen de manera clara las Sagradas Escrituras (Rm 1, 24-27; 1 Cor 6, 10; 1 Tim 1, 10) la mera lectura nos enseña los anatemas enseñados por el cardenal:
Romanos 1—«porque habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias; sino que devanearon en sus discursos, y quedó su insensato corazón lleno de tinieblas ellos que habían colocado la mentira en el lugar de la verdad de Dios, dando culto y sirviendo a las criaturas en lugar de adorar al Creador, el cual es bendito por todos los siglos. Amén. Por eso los entregó Dios a pasiones infames. Pues sus mismas mujeres invirtiendo el uso natural, en el que es contrario a la naturaleza. Del mismo modo también los varones, desechado el uso natural de la hembra, se abrasaron en amores brutales de unos con otros, cometiendo torpezas nefandas varones con varones, y recibiendo en sí mismo la paga merecida de su obcecación los que hacen tales cosas, son dignos de muerte, y no sólo los que las hacen, sino también los que aprueban a los que las hacen».
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